El origen del Covid 19: la caja de Pandora – por Israel Shamir
No proseguir la investigación sobre el origen del Covid 19 porque sería como “abrir una lata de gusanos”. Esta fue la instrucción dada por el Departamento de Estado de EE.UU. a sus investigadores hace más de un año, como informó Vanity Fair en un largo artículo sobre las informaciones que se filtraron de los laboratorios, sobre el Covid 19 (el Lab Leak). Los investigadores del Departamento de Estado fueron advertidos de que no debían “escarbar en lugares sensibles” y se les aconsejó repetidamente que no abrieran la “caja de Pandora”.
¿De qué tenían miedo? Temían que alguien pudiera revelar que el virus mortal fue un menjurge elaborado por cocineros chinos bajo la dirección de Estados Unidos. Las manos eran chinas, pero la voz era la del Tío Sam (Gen 27:22). En pocas palabras, si los chinos alteraron (Gain-of-Function’ed) el coronavirus natural [para hacerlo más dañino], lo hicieron por orden de sus socios estadounidenses y según sus instrucciones. Es incluso más probable que la contribución china fuera secundaria, ya que no poseen los conocimientos necesarios para alterar un virus. Tanto si se trata del escape accidental de un arma biológica como de un despliegue intencionado de bioterrorismo (como ya expuso Ron Unz : https://www.unz.com/runz/american-pravda-george-orwells-virus-lab-leak/), en cualquiera de los casos Estados Unidos es el actor principal de la historia.
El presidente Trump amenazó con demandar a Pekín por diez billones de dólares por la filtración del laboratorio de Wuhan. Buena idea. Pero esta suma principesca debería cobrarse tanto a Washington (o más bien a Nueva York con su Wall Street) como a Pekín. En realidad, no hubo necesidad de esperar hasta finales de mayo de 2021 para esta revelación. Los hechos básicos se trataron en los vídeos virales en youtube Plandemic y Plandemic II, publicados hace casi un año y rápidamente prohibidos. Aquí puedes ver una versión condensada (7 minutos), pero muy convincente, de estos dos largos vídeos, publicados el pasado mes de agosto. Los creadores concluyen su historia con una declaración en términos de “una plaga en las dos casas”: “Estados Unidos podría decir que lo hizo China, China podría decir que lo hizo Estados Unidos. Y ambos tenían razón”.
El vídeo (narrado por el Dr. David E. Martin y difundido por London real, la empresa de Brian Rose, un empresario judío de San Diego (California) estrechamente relacionado con la City de Londres) muestra que los trabajos sobre el coronavirus comenzaron en 1999; los CDC presentaron una solicitud de patente sobre el SARS-CoV en 2004; se les concedió en 2007. Siguieron manipulando el virus durante unos años, tratando de hacerlo más infeccioso y más mortal. Después de que el gobierno estadounidense prohibiera la investigación para conseguir “mejoría funcional” (gain of function) en 2014, se deslocalizó rápidamente al laboratorio de Wuhan. La investigación continuó discretamente con subvenciones estadounidenses procedentes (en parte) del notorio Dr. Fauci a través del igualmente notorio Peter Daszak y su EcoHealth Alliance, beneficiario de una subvención de 39 millones de dólares del Pentágono. El Pentágono es una gran organización humanitaria conocida por su amor a la humanidad, ¿no es cierto? Si enviaron tanto dinero a Wuhan, seguramente tenían nuestro bien en mente. Probablemente por pura modestia fue que ocultaron las subvenciones otorgadas, a través de una red de múltiples transacciones, pasando el dinero de una ONG a otra hasta llegar a su destino final en Wuhan. En 2017, se retomaron los trabajos de armificación del virus en EEUU, para convertirlo en arma biológica, mientras el presidente Trump detenía las subvenciones a Wuhan.
Los medios de comunicación unidos y las redes sociales desataron sus feroces chequeadores de información (“fact-checkers“) contra el vídeo y su conclusión de que los chinos lo hicieron por orden de EEUU. Y durante mucho tiempo la historia desapareció. Pero ahora que la historia del Lab Leak ha sido desbancada (gracias a la impactante historia de Nicholas Wade) podemos comprobar los fact-checkers y descubrir que les faltan argumentos reales. Su principal razonamiento, además de etiquetar las diferentes opiniones como “desacreditadas”, se basó en un artículo de Lancet que fue encargado y producido bajo la dirección del mismo Peter Daszak, quien admitió (en 2016) que había encargado y financiado a científicos chinos para crear un “Coronavirus asesino”. Así es cómo los desacreditadores fueron desacreditados y los desacreditadores se encuentran desacreditados.
A la conclusión de que el virus fue fabricado por un laboratorio chino bajo las instrucciones de Estados Unidos también llegó hace más de un año, en abril de 2020, Tsarfat, un bloguero judío-francés, quien afirmó que Ralph S. Baric fue el hombre que armó el virus en 2015, “y describió sin ninguna inhibición cómo tomó lo que parece ser una cepa natural de un virus de murciélago y alteró sus propiedades añadiéndole cepas de VIH (la proteína Spike cuyos efectos mortales ya se comentan en abundancia)”. El virus original que Baric manipuló en el trabajo de 2015 de su equipo fue proporcionado por un equipo de científicos chinos que reivindicó su descubrimiento en un artículo de Nature de 2013.” ¿Qué tal si demandamos al Dr. Baric y al laboratorio Gilead Sciences por algunos de los miles de millones recibidos? O a Facebook por bloquear esta importante información? O, incluso, al doctor Fauci, que encubrió a Baric y a Daszak?
(Fauci ha sido declarado el hombre más sexy en vida, ni más ni menos que Henry Kissinger en su momento, y probablemente por el mismo tipo de gente. Recientemente, otro Fauci, un tal Jacob Fauci, se dio a conocer en Jerusalén Este, donde argumentó que procurar robar una casa palestina porque “si no la robo yo, la va a robar otro”. Jacob (o Yaakov) Fauci es un ferviente colono nacionalista judío. ¿Será un pariente cercano de Tony el más sexy? Me lo pregunto).
Los rusos están de acuerdo con Ron Unz. Creen que el virus fue creado por científicos estadounidenses. Aunque Putin evitó responder directamente a esta pregunta, Sergei Glazyev, asesor de Putin y ministro de la Comisión Euroasiática, proporcionó todo el guión. En su opinión,
…el virus fue sintetizado en un conocido laboratorio de Estados Unidos por orden de una fundación científica estrechamente asociada a ciertas estructuras de la oligarquía financiera norteamericana, luego fue trasladado por chinos étnicos a un laboratorio de Wuhan y liberado allí en el ambiente. El objetivo de esta operación era desestabilizar la situación sociopolítica de la RPC para crear los requisitos previos a una situación revolucionaria. Esto se inscribe plenamente en la lógica de la guerra híbrida global, desencadenada por la oligarquía financiera estadounidense para mantener la dominación mundial en el enfrentamiento con la China en rápido crecimiento.
El instituto de Wuhan, dice Glazyev, trabajó en estrecha colaboración con un laboratorio estadounidense más avanzado. Los científicos chinos que trabajaban en Wuhan se habían formado e habían investigado previamente en Estados Unidos. Estados Unidos es el único país del mundo que tiene las competencias necesarias para crear un virus de este tipo. Estados Unidos es el único país importante que no ha firmado la convención internacional sobre armas biológicas. Los especialistas chinos que trabajaban entonces en el laboratorio de Wuhan procedían pues de Estados Unidos, donde realizaban experimentos sobre la síntesis del coronavirus con fondos estadounidenses casi secretos.
Glazyev, economista de profesión, explicó por qué a los responsables de la creación de un nuevo coronavirus no les importaba que pudiera regarse por todo el mundo. Necesitaban desinflar la burbuja financiera mundial que habían inflado la Reserva Federal de Estados Unidos, el BCE, los Bancos de Inglaterra y Japón mediante una década de flexibilización cuantitativa. A lo largo de la década, el volumen de la oferta monetaria en dólares se quintuplicó, y la del euro se multiplicó por cuatro. El colapso financiero era inevitable. Gracias a la pandemia mundial, la burbuja se desinfló de forma pacífica y manejable, sin ningún exceso desagradable. Un millón o dos millones de muertos son daños colaterales razonables a los ojos de los súper ricos estadounidenses.
Si la pandemia de 2020 no existiera, habría sido necesario inventarla. Y de hecho se inventó: ya en 2010, la Fundación Rockefeller publicó el informe Lock Step, un escenario para el despliegue de una pandemia; todas las medidas de aislamiento social y de violación de los derechos civiles de los ciudadanos se predijeron y se aplicaron en la realidad el año pasado, dice Glazyev.
He tratado de verificar los datos en las páginas de los “fact checkers“. Al igual que la Wikipedia, pueden ser una fuente útil siempre que seas consciente de que es una fuente hostil. Es como leer una disculpa nazi bien documentada sobre sus propias atrocidades. No un estúpido ensayo que afirmaría que nunca hubo atrocidades, sino un informe inteligente lleno de verdades a medias. Los verificadores de hechos dicen que este informe (técnicamente hablando, The Rockefeller Foundation, Scenarios for the Future of Technology and International Development incluía una sección llamada Lock Step) ha sido retirado del sitio de la Fundación Rockefeller, pero no obstante lo encontraron de alguna manera. Y efectivamente declararon que era
…un escenario de control autoritario tras una hipotética nueva pandemia de gripe similar a la de COVID-19. Lock Step prevé “un mundo con un control gubernamental más estricto y un liderazgo más autoritario, con una innovación limitada y un creciente rechazo de los ciudadanos”, según el informe. Otro extracto sobre el “uso obligatorio de mascarillas” y “controles de la temperatura corporal a la entrada de espacios comunes como estaciones de tren y supermercados” resulta muy semejante a las prácticas actuales para mitigar la propagación del COVID-19. Además, el escenario de Lock Step describe una continuación de las políticas autoritarias después de que la pandemia “se desvanezca”…
A pesar de la espeluznante similitud con la realidad diez años después, los Fact Checkers declararon lo del Lock Step fake news, o sea noticia falsa, porque “El informe no hace referencia al COVID-19, a una vacuna contra la enfermedad o a planes para introducir un estado policial durante una pandemia”. Vaya, ¡qué difíciles de complacer!
La vacuna rusa
Rusia vive como si no hubiera virus. La semana pasada se celebró el Foro Económico Internacional en San Petersburgo, SPIEF, probablemente la mayor reunión internacional desde el comienzo de la pandemia en todo el mundo. La delegación estadounidense fue la más grande de todas. Hicieron tratos por cientos de miles de millones. San Petersburgo, sin duda la más bella y más europea de las ciudades rusas, rebosaba de participantes en el Foro y de turistas diversos. Es una época maravillosa de Noches Blancas, en la que apenas se pone el sol en esta ciudad situada en el paralelo 60 del Norte, como Alaska y el Yukón. Las lilas están floreciendo ahora, y la ciudad está llena de su dulce y delicioso aroma.
La ciudad fue establecida por el zar Pedro el Grande en un antiguo territorio sueco en el delta del río Neva, y está formada por muchas islas e islotes conectados por puentes. Los zares rusos embellecieron su capital con maravillosos palacios y catedrales, convirtiéndola en la Venecia del Norte. La gente local es tranquila, predominantemente de pelo rubio oscuro y de ojos azules; no hay muchos sureños, como en Moscú, pues la ciudad no es tan próspera como la capital rusa y ofrece menos oportunidades a quienes buscan salarios decentes. Sin embargo, es una ciudad muy agradable, con barcos turísticos que navegan por sus canales y ríos mientras el sol brilla en las cúpulas doradas de sus iglesias. También es una ciudad de grandes museos, y es la base de la Flota del Báltico. Está a un paso de la frontera con Finlandia, aunque esa frontera sigue cerrada por la pandemia.
No existe un mandato de uso de mascarillas en el exterior, pero se recomiendan en el transporte público, y mucha gente opta por usarlas. Dentro de unos días, San Petersburgo acogerá siete partidos aplazados de la Eurocopa 2020, y se espera mucha gente, aunque probablemente menos que hace dos años, antes de la pandemia. Los rusos siguen los pasos de la respuesta global a la pandemia: se exigen tests negativos actualizados a los visitantes del Foro, se les controla la temperatura; pero el miedo ha desaparecido, y eso es bueno.
Los rusos decidieron permitir el “turismo vacunal”: los extranjeros visitantes podrán vacunarse con la vacuna rusa por una pequeña suma (para los locales es gratis). La vacuna rusa Sputnik V no es una terapia experimental con ARNm, y eso es un punto fuerte de venta. Las vacunas de ARNm existen desde hace muchos años, pero nunca se han utilizado en humanos, ya que matan a los hurones enseguida [entre otros efectos conocidos cuando se prueban en animales]. Sputnik V es una vacuna tradicional; es barata y no necesita ser almacenada a 70 grados bajo cero. Su eficacia es superior al 90%, así que es un buen material, al igual que las otras vacunas rusas Covid. No soy un fanático de la vacunación, pero creo que las vacunas rusas son las más seguras, para el que esté decidido ya a vacunarse.
Pero el destino del Sputnik V fuera de Rusia depende de la burocracia local. En la UE, las autoridades encargadas de conceder las licencias aceptaron enormes sobornos de Pfizer (según Putin en el Foro Económico de San Petersburgo) y esa es la única razón por la que Sputnik V no está reconocida en Europa. Las empresas occidentales están ansiosas por preservar su cuota de mercado y quieren mantener fuera a todos los cazadores furtivos. Los estadounidenses son tan generosos con los sobornos como los políticos europeos y los expertos son aficionados a los chanchullos, aunque a los europeos les encantaría tener acceso a las vacunas rusas.
“Sólo tenemos un desacuerdo con Estados Unidos: su deseo de frenar nuestro desarrollo“, dijo Putin. De hecho, la negativa de la UE y la OMS a reconocer la vacuna rusa puede considerarse, más allá de los sobornos, como una política habitual de Estados Unidos de obstaculizar el desarrollo en otros países. (Israel tiene una política similar de des-desarrollo aplicada a Gaza). Allí donde llegan con un plan de conquista, trabajan para que todos los demás países (incluida Rusia) se limiten a suministrar materias primas, mientras que los costosos productos finales se fabrican bajo licencia estadounidense, aportando el máximo beneficio a las corporaciones estadounidenses.
Tras la caída de la URSS, los asesores estadounidenses del entonces presidente Boris Yeltsin condujeron a Rusia hacia una rápida desindustrialización. Contemplaban el futuro de Rusia como un Estado de bombeo de gasolina. Pero los rusos rechazaron la idea. Son gente activa y bien educada; les gustan la ciencia y las innovaciones técnicas; son buenos trabajadores, probablemente menos diligentes que los alemanes o los suecos, pero muy por encima de la gente de Europa del Este. Putin ve la vacuna como una forma de promover la modernización y una nueva industrialización de su país. Sin embargo, no quiere obligar a los rusos a darse el pinchazo. Hay rusos adeptos a la vacunación obligatoria, entre ellos Dmitri Medvédev, ex presidente y primer ministro, y Sergei Sobyanin, el poderoso alcalde de Moscú. Ofrecer vacunas a los turistas parece una buena manera de sortear las reticencias de los funcionarios de la UE a reconocer el Sputnik V.
El Presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, también ofrece la vacuna rusa a los ciudadanos de sus países vecinos. Ha colocado puntos de vacunación en los pasos fronterizos para que lituanos, polacos, letones y ucranianos puedan venir a vacunarse de forma económica. Para Lukashenko, es una forma de ganarse el cariño de sus vecinos de la OTAN. Tal vez funcione. El viejo zorro es un político inteligente, lleno de trucos, y puede ser capaz de romper el bloqueo que la OTAN intenta imponer continuamente a esta pequeña nación.
Sin embargo, Rusia necesita que su vacuna sea reconocida en Europa; de lo contrario, todo el turismo transfronterizo quedará en suspenso por segundo año consecutivo. Suiza se negó a que los periodistas rusos vacunados por Sputnik V cubrieran la cumbre Putin-Biden. Esto es parte de las muchas indignidades que Occidente desató sobre la desobediente Rusia, como la prohibición de su bandera e himno nacional en los eventos deportivos. Sin haberlo deseado, los rusos reconocen que están en guerra, una guerra híbrida, pero que sigue siendo una guerra. En esta guerra, Rusia apoya al pueblo estadounidense contra las autoridades estadounidenses. Se preguntan en voz alta si las cumbres tienen algún sentido. Sabremos la respuesta en una semana, pero las expectativas en Rusia son muy bajas.
Israel Adán Shamir, 10 junio 2021
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Traducción: MP para Red Internacional
Original: https://www.unz.com/ishamir/the-can-of-worms/
En colaboración con Paul Bennett.
Contactar a Israel Shamir en adam@israelshamir.net
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Ver también :
* La guerra mediante el Covid, por Israel Shamir:
https://redinternacional.net/2021/03/26/entrantes-o-plato-principal-por-israel-shamir/
* La vacunación masiva y el riesgo de escape viral https://redinternacional.net/2021/06/10/9290/