Israel da un giro hacia la extrema derecha – por Israel Shamir

A la gente no le gustan los liberales, los liberales bienintencionados y melindrosos. La gente prefiere a los cocodrilos devoradores de hombres. Los israelíes expulsaron a su liberal Primer ministro Lapid y devolvieron a Bibi Netanyahu a la sede presidencial de la calle Balfour. Bibi estuvo fuera del cargo durante un año y medio, y en ese tiempo los israelíes ilustrados (principalmente los judíos asquenazíes) votaron y volvieron a votar hasta encontrar a quién debía ocupar su lugar. Decidieron que querían a cualquiera que no fuera Bibi. Se podría pensar que habría muchos candidatos, ¡pero no! A pesar de las cinco rondas de elecciones, no se formó ningún gobierno estable. Los políticos son criaturas muy egoístas y no se ponen de acuerdo fácilmente. Ahora, después de todo, han votado, no sólo a Bibi en el poder, sino a dos horribles racistas reaccionarios creyentes en la supremacía judía, llamados Smotrich y Ben Gvir. Estos dos tipos, o más bien su partido llamado Sionistas Religiosos, obtuvieron la increíble cifra de 14 escaños en el Parlamento (Knesset). Nunca antes su partido había tenido tantos escaños.

Meir Kahane fue el primero de la misma calaña. Ganó un escaño en las elecciones de 1984; en las siguientes elecciones se le prohibió presentarse, y una ley antirracista tampoco permitió a sus seguidores presentarse. Los parlamentarios no querían escucharle, y cuando hablaba, lo hacía ante una sala vacía.

En aquella época había un partido sionista religioso, el MAFDAL, pero era blando y liberal comparado con Kahane. Había partidos nacionalistas extremos feroces como el Moledet, pero eran diminutos y no religiosos.

El Nuevo Partido Sionista Religioso abrazó el kahanismo puro y se convirtió en el tercer partido más importante en 2022. Se dice que su líder, Ben Gvir, tenía en su salón un retrato de Baruch Golstein, asesino en masa de la mezquita de Hebrón. También pidió la deportación fuera de Israel de un político árabe, el Sr. Ayman Odeh de Hadash. Ben Gvir tiene una larga lista de delitos cometidos como líder de las juventudes de los colonos y fue acusado varias veces de incitación al odio. Es un judío oriental de nacimiento y abogado de profesión. Bibi Netanyahu apoyó la fusión de su partido con otros dos grupos radicales y garantizó su participación en las elecciones. En mayo de este año, Estados Unidos ya había retirado a los kahanistas de su lista de grupos terroristas.

Al mismo tiempo, los partidos de izquierda Labour y Meretz, de izquierda, se estrellaron. Meretz está completamente fuera, mientras que los laboristas se han quedado con 5 mandatos apenas. Ambos partidos estaban dirigidos por mujeres feministas, y ambos activaron la agenda de género, como los demócratas estadounidenses. Esto demostró ser un camino al desastre, ya que Israel tiene problemas reales -relaciones entre árabes y judíos; viviendas excesivamente caras; bajos salarios- y los problemas de género no importan mucho. Esta Knesset tendrá menos mujeres de las que ha tenido durante años; porque el Meretz ha salido con todas sus damas.

Cuando se creó Israel, los laboristas y el MAPAM (el antiguo nombre de Meretz) eran los partidos más grandes, mientras que Herut (el antiguo nombre de Likud) era un partido minúsculo. Las cosas cambiaron, y ahora los izquierdistas han perdido. Y ni siquiera se les llora. Los medios de comunicación estadounidenses trataron de ocultar esta molesta noticia. Mondoweiss informó, en un artículo titulado “Los medios masivos siguen empenados en “higienizar” al partido de Ben Gvir, tras su resultado triunfal”:

La noticia principal del New York Times -que fue sepultada (en la edición impresa) en la página 10 en lugar de ponerla en la portada donde debía estar- saneó en parte al partido de Ben-Gvir llamándolo “una alianza religiosa ultranacionalista” que es “de extrema derecha”.

De forma aún más chocante, el informe del Times insinuaba entonces que “muchos votantes judíos de derecha israelíes” habían apoyado a Ben-Gvir porque estaban “preocupados por la participación árabe en el gobierno saliente de Israel”. Esto es una asombrosa mala praxis mediática. La implicación es que los israelíes judíos se volvieron hacia un racista extremo principalmente porque estaban “preocupados” porque al gobierno anterior, dirigido por Yair Lapid, le había sido apoyado un pequeño partido que representaba a algunos ciudadanos palestinos de Israel.

La verdad está más bien en esta línea: “A muchos votantes israelíes de derechas les “preocupa” que haya palestinos viviendo en Israel o en los territorios ocupados”. Cualquier reportero novato podría haber ido a la celebración postelectoral del partido de Ben-Gvir anoche y haber obtenido algunas citas racistas espeluznantes en un par de nano-segundos – pero el Times tiene una larga tradición de ocultar semejantes vilezas.

El informe del Times mejoró. El reportero Patrick Kingsley introdujo de contrabando algunos detalles reveladores sobre Ben-Gvir, como que “hasta hace poco, colgaba en su casa un retrato de Baruch Goldstein, que mató a 29 palestinos en una mezquita de Cisjordania en 1994”.

La cobertura de National Public Radio fue aún peor. El reportaje de 3 minutos de Daniel Estrin sobre el terreno se limitó a calificar a Ben-Gvir de “provocador de extrema derecha”, pero no mencionó que Netanyahu tendrá que darle ahora un ministerio influyente. Peor aún, Estrin describió la campaña de Ben-Gvir como “un llamamiento a la aplicación de la ley con dureza contra los palestinos y los ciudadanos palestinos de Israel”. La insinuación es clara: son los palestinos los que son gente “sin ley”, y en la situación de ciudadanos de segunda clase que viven bajo lo que todos los grandes grupos de derechos humanos vienen llamando un sistema de “apartheid”.

En cambio, el Washington Post lo hizo mucho mejor. Su primera frase informaba con precisión de que los resultados de las elecciones son “una sorprendente victoria de la extrema derecha israelí, un movimiento antaño marginal, agresivamente antidemocrático y fundamentalmente racista que en unas semanas podría ocupar los puestos de poder más influyentes del país”.

Pero tal vez los editores de alto nivel del Post se asustaron por la honestidad de sus reporteros. Porque a las 8:30 de la mañana de hoy, ya no se podía encontrar este reportaje en ninguna parte de la página web del periódico.

Ahora será una seria lucha para la administración Biden impedir que Ben Gvir ocupe un puesto en el gobierno. Pero es dudoso que esto tenga éxito.

El periódico Haaretz salió con el siguiente titular “Elecciones en Israel: Un gobierno cuasi-fascista y ultra-religioso para un país que merece algo mejor”. No es cierto: el país no se merece algo mejor. La izquierda impulsó la comunidad gay, mientras los árabes y los rusos eran discriminados. Cuando la izquierda gobernó, mantuvo a la mitad de la población sin derechos. Los monopolios ya gobernaban en Israel, incluso entonces. Tenían que elegir: vincularse con los palestinos o con los colonos. No prefirieron ninguna de las dos cosas y no recibieron nada a cambio de su indecisión.

Esto también forma parte de un patrón global. La izquierda también perdió en Suecia. La idea de la izquierda de que puede prohibir los partidos de derecha es un error. Pero la idea de prohibir la extrema izquierda y la extrema derecha es una forma segura de perder.

Israel Shamir, 5 noviembre 2022

Original: https://www.unz.com/ishamir/israel-moves-rightwards/

Traducido por MP para Red Internacional

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