El narcoyihadismo

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Hace años que en el panorama internacional el yihadismo y las drogas forman un tándem perfecto por diversas razones. En primer lugar hay zonas productoras controladas por los yihadistas, como ocurre en Afganistán, y otras zonas que son de paso, como ocurre en África u Oriente Medio, analizaremos esta relación atendiendo no a la ideología sino a la capacidad financiera de este material que permite a los grupos terroristas internacionales obtener pingües y seguros beneficios.

La relación comienza en los años ochenta durante la guerra de Afganistán, recordemos que durante la Primera Guerra de Afganistán, los soviéticos desplegaron tropas en el país a fin de garantizar la continuidad del gobierno socialista de afgano, que se encontraba luchando contra una serie de rebeldes islamistas con apoyo estadounidense y pakistaní. Estos rebeldes se habían encargado de acabar con toda oposición democrática hacia el régimen socialista de Kabul con la connivencia de los gobiernos occidentales que, apoyados por Arabia Saudí y de Pakistán, habían logrado formar un ejército de voluntarios musulmanes internacional y habían reforzado las diferentes facciones muyahedeen afganas, particularmente la Hezbi Islami de Gulbuddin Hekmatiar y a los talibanes del Mulá Omar, a ellos les siguió Usama Bin Laden, un joven saudí de origen yemení multimillonario y con los recursos económicos para sostener un ejército paralelo de voluntarios, que se coordinaría con los islamistas afganos y los otros grupos radicales de Afganistán.

Nacía Al Qaeda, sin embargo los recursos económicos entregados por Estados Unidos eran demasiado voluminosos. Decidieron que el combustible económico de la guerra tenía que ser el opio ¿por qué? porque en las circunstancias de la guerra el cultivo de amapola es sencillo, requiere poco cuidado, crece rápido (varias cosechas al año), requiere poca inversión y genera tremendos beneficios. La estrategia era la siguiente, los islamistas que combatían en Afganistán sembraban amapola que quedaba en manos de la empobrecida clase campesina que, en un momento, se vio con un recurso que les aseguraba la supervivencia e, incluso, mejorar su estatus de vida. Por otro lado los islamistas se beneficiaban doblemente ya que recaudaban por el cobro de impuestos a esta actividad comercial y, además, vendían la droga que compraban a estos mismos campesinos.

¿En que se tradujo esto?, en la connivencia de los agricultores con los islamistas y en la vuelta de decenas de miles de refugiados de Pakistán hacia Afganistán atraídos por el trabajo y la cantidad de dinero que ofrecían como pago a los jornaleros por trabajar en estos campos, que generaba nueve veces más puestos de trabajo que cualquier otra plantación. Era un círculo vicioso en el cual todos ganaban, desde los yihadistas hasta los campesinos, jornaleros, mercenarios y los estados. La población rural (la mayoría de Afganistán) empezó a apoyar a los yihadistas por esta razón. Los rebeldes, al mismo tiempo y debido a la cantidad de dinero ingresado directamente (sin depender de donaciones externas) empezaron a ofrecer salarios a los voluntarios que quisieran combatir con ellos. En la época más boyante ofrecían 300 dólares mensuales a los combatientes, una cifra más que aceptable dentro de la maltrecha (cuando no directamente inexistente) economía del país.

 

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Conforme los islamistas hacían retroceder a los socialistas afganos y a los soviéticos, los rebeldes plantaban más semillas en los terrenos de los campesinos de las zonas conquistada a los socialistas que veían a los yihadistas como libertadores que, además, les traían fuentes de financiación. El arquitecto de este modelo socio-económico narcotraficante fue el Mullah Nasim Akhundzada. Sería en la región de Helmad donde más opio se plantaría, curiosamente esta antigua zona desértica había sido irrigada y fertilizada por la Agencia Estadounidense del Desarrollo (USAID) cuarenta años antes para contener a los socialistas y asegurarse el apoyo de la clase rural masiva en Afganistán.

Esta zona, debido a las faraónicas obras de ingeniería se había convertido en una de las mejores zonas del país para este cultivo, lo cual se tradujo en la realidad de que el 50% del opio plantado en el país estaba en esta región. Obviamente el opio necesita ser tratado para poder ser comercializado como heroína, para eso Estados Unidos y Pakistán colaboraron estrechamente, la situación de guerra hacía muy peligroso establecer los laboratorios en zonas de combate ergo Afganistán quedo totalmente excluida. La droga sería tratada en laboratorios clandestinos (cerca de 200 en los años ochenta) situados a los largo de la frontera afgano-pakistaní. Camiones de armamento entraban en Afganistán para suministrar el material bélico necesario a los talibán, Hezbi Islami, Al Qaeda y otros. Sin embargo esos camiones no volvían vacíos sino que cargados de amapola que más tarde era tratada y se distribuía por todo el mundo.

Los datos arrojan que Afganistán durante los años 70 apenas producía opio para consumo doméstico (100 toneladas anuales), mientras que en Pakistán el número de adictos a los opiáceos era de prácticamente 0. En Afganistán se pasó de 100 a 2.000 toneladas anuales de opio y de virtualmente 0 a 1,3 millones de adictos en Pakistán, el panorama era dantesco pero permitía el flujo de dinero hacia los combatientes y el esfuerzo de guerra mientras los aliados apenas desembolsaban ayudas económicas a los combatientes ya que eran financieramente independientes. Dentro de este panorama se encuentra el escándalo Irán-Contra.

Cuando los soviéticos se retiraron y comenzó la guerra civil que enfrentó a los remanentes afganos contra los talibanes, que acabarían ganando la guerra debido al apoyo recibido por el servicio secreto pakistaní (ISI)  a cambio de continuar suministrando opio para los laboratorios pakistaníes. El acuerdo se produjo y los talibanes, con ayuda pakistaní, acabaron ocupando Kabul y gobernando el país durante algunos años bajo un emirato (sin reconocimiento internacional) por el Mulá Omar ocurrió algo muy interesante. La droga, su cultivo, comercio y las redes internacionales llevaban años funcionando. Parte de la droga iba rumbo a Pakistán donde embarcaba en Karachi rumbo a África y de ahí a Europa, otra parte de la carga iba hacia las ex repúblicas soviéticas del centro de Asia, estados de nueva fundación sin gobiernos estables y sin fuerzas armadas o policiales efectivas y la tercera a través de Irán, Turquía y los Balcanes.

La otra ruta pasaba por el Cáucaso con el apoyo de los yihadistas chechenos, que tenían una gran relación con los talibanes afganos, de hecho Samil Basayev era el enlace entre ambos grupos. Durante la era de la República Chechena, convertida en emirato, las relaciones entre ambos se estrecharon. En Afganistán la relación con la droga era simbiótica mientras que en los estados del centro de Asia y en la extinta República Chechena era parasitaria.

En el año 2000 se produjo uno de los grandes hitos de los talibanes, la destrucción de todos los campos de amapola del país debido a que era haram (prohibido por el Islam), sin embargo el resultado significó un duro golpe a la economía del país y de los bancos que lavaban el dinero de la droga proveniente de los productores y traficantes de toda Asia central y Oriente Medio. Esta medida disparó el precio de la heroína que fue siendo sustituida por la cocaína dentro de los países consumidores.

Después del 11S y la expulsión de los talibanes por parte de los Estados Unidos con sus aliados afganos (la alianza del norte) se constituyó un nuevo marco de estado supuestamente democrático donde el poder quedó en manos de los señores de la guerra que, de nuevo, dependían de la droga para sostener sus ejércitos privados y policía, debido a que era imposible sostener la estructura de un estado sin ingresos a pesar de la inversión realizada por Estados Unidos para reconstruir el país pero que se perdió por el camino beneficiando sólo a las empresas contratadas y a los altos funcionarios afganos.

Ni que decir tiene que la campaña de Estados Unidos les arrojó un saldo positivo, es decir, la guerra fue rentable a pesar de los análisis de los economistas que rara vez han tenido en cuenta este factor en sus estimaciones económicas sobre la guerra de Afganistán. Estados Unidos nada más tomar el país se hizo con el control de los antiguos campos de amapola y los hizo rendir al máximo así como los laboratorios, sin embargo el apoyo dado por parte de Pakistán, un socio tibio de Washington, y el poder del ISI (un estado dentro del estado pakistaní) hizo que los talibanes nunca se fuera y poco a poco han ido reconquistando el país, tanto que ahora controlan más del 90% de los campos de amapola y el 50% de los laboratorios instaurados en Afganistán desde el año 2001.

 

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Eso significa que los talibanes hoy controlan la producción y los derivados del opio, lo cual les ha generado una gran cantidad de dinero que usan contra los estados desplegados en Afganistán y contra el gobierno de Karzai, también salpicado por enormes casos de corrupción y dependencia de la droga debido a que los señores de la guerra (entre ellos el propio Hamid Karzi) dependían de la droga ergo la realidad de que Afganistán es un narcoestado y el primer ejemplo de narcoyihadismo del mundo es una realidad.

En África la situación es bien diferente ya que ahí las zonas de producción no están en manos de los yihadistas africanos sino que estos se dedican al cuidado y transporte del material. Para empezar por el Sahel y el Sahara pasan la heroína proveniente de Karachi, la cocaína proveniente de América Latina y parte del hachís de Marruecos.

La heroína entra por la fachada oriental de África, principalmente por Kenia, Somalia y Tanzania, de ahí es movida por yihadistas de Al Sahab el colaboración con mafias de narcotráfico, milicias tribales y tribus nómadas subcontratadas hasta llegar al magreb.

El hachís normalmente entra por el sur de España, principalmente las costas de Cádiz Málaga sin embargo una gran parte se mueve hacia el Sahel y de nuevo es impulsada hacia el Magreb, particularmente la desestructurada Libia.

La droga proveniente de América es la más compleja ya que requiere de dos rutas de transporte, la marítima y la aérea. Es mucho más fácil mover la droga desde América Latina hasta África debido a las deficientes medidas de seguridad pero, también, porque cada vez más el Sahel es el corredor que suministra cocaína a Oriente Medio, particularmente a Israel, Líbano, Jordania, Arabia y los Emiratos Árabes. Hay que tener en cuenta que la demanda de cocaína en esta región va in crescendo, lo cual significa que estos estados están notando una mejora de su economía, curiosamente el tipo de droga consumida por la sociedad de un estado es un indicador económico. La heroína y hachís/marihuana/kat es un indicador de estados en desarrollo mientras que las drogas estimulantes como las pastillas, el speed, la cocaína o el cristal (entre otros) es un indicador de desarrollo estatal que nos deja ver una sociedad con una gran clase media estable.

 

Cocaina

 

Parte de la droga entra por los estados de la fachada de África Occidental donde grupos de narcotraficantes latinoamericanos e, incluso las FARC, tuvieron contactos. Estos contactos no son exclusivamente con redes criminales sino con estados, el nivel de parasitismo entre estos grupos en Guinea Bissau, Guinea, Senegal, Gambia o Nigeria donde, además, se han detectado laboratorios para el tratamiento de drogas, particularmente anfetaminas. En los años 2011 y 2012 se detectaron y asaltaron dos laboratorios de anfetaminas en Nigeria y en el año 2013 se incautó una producción a gran escala.

De este comercio se lucra Boko Haram, un grupo yihadista leal a Estado Islámico, que tiene su centro de operaciones en el norte de Nigeria, Camerún, Chad, Malí, Níger etc…la producción les genera grandes beneficios, pero también el transporte por su territorio. En este caso reciben la droga que ha sido trasladado de forma marítima o aérea y después la desplazan usando personas, motocicletas, coches y convoyes hacia territorio seguro.

Otro actor, el primero de todos, fue AQMI (Al Qaeda del Magreb Islámico) allí Mojtar Belmojtar, uno de los líderes de este grupo terroristas yihadista también llamado míster Marlboro por su lucrativo comercio de tabaco para financiar su milicia se reconvirtió de contrabandista de tabaco a traficante de drogas por los beneficios que obtenía de los mismos, la MUYAO, Ansar Dine y otros grupos islamistas se financian de este comercio asegurando las rutas de tránsito desde el lugar de origen hasta el lugar de consumo (Europa), este comercio les genera pingües beneficios para mantener su estructura, pagar a los milicianos y comprar armamento así como realizar “labores sociales” en las regiones controladas por ellos.

Si bien parte de la droga se queda por el camino hay que dejar claro que en África no es por las incautaciones sino por los acuerdos. Los grupos que van moviendo la droga normalmente se quedan un porcentaje a fin de satisfacer la demanda doméstica y obtener beneficios de este comercio por lo tanto el transportista a nivel internacional juega el papel de traficante a nivel estatal, todo ello con el apoyo de los narcoestados africanos.

Por otro lado estas rutas son muy fáciles de controlar debido a la propia naturaleza del terreno que, si bien, es bastante duro ya que está atravesado por el desierto más grande y peligroso del mundo, el Sáhara, y por el no menos peligroso anillo del Sahel, sí que tenemos que tener en cuenta que la relación entre la droga y sus actores con los estados es la de parasitismo debido a la pobreza endémica en estas latitudes, lo cual favorece la corrupción, los clientelismos tribales, las porosas fronteras casi sin vigilancia, la inestabilidad de la región, sólo segura para estos criminales, y los movimientos secesionistas como los touareg que casi destruyen Malí.

De hecho para combatir a los islamistas Francia desplegó a sus soldados con la “Operación Barkhane” sin embargo se ha hecho imposible contener el flujo de capitales, armas, combatientes y yihadistas en esta región de África, considerada por Bruselas como de vital importancia por el concepto de frontera avanzada. Para ello Francia ha programado el G5 del Sahel, para luchar contra los retos de la región que son tres: El yihadismo, el tráfico de drogas y la inseguridad fronteriza. Sin embargo Argelia se ha negado a participar en esta entente de países africanos bajo patrocinio del gobierno de París.

En este caso las actuaciones internacionales están siendo igual de inútiles que los esfuerzos de Estados Unidos en Afganistán. El descrédito de los gobiernos africanos así como su debilidad social y económica chocan frontalmente con el idealismo islamista regado de dinero para todas aquellas personas que quieran colaborar con ellos, a los islamistas se les paga un sueldo por su labor yihadista, pero también a los espías y colaboradores en materia guerrillera y en el contrabando.

Para muestra la guerra de Azawad entre los islamistas de Ansar Dine con apoyo de AQMI y MUYAO y la imposibilidad del gobierno y del ejército de Malí en contener estos ataques. En pocas semanas el gobierno de Bamako había perdido tres cuartas partes de su territorio lo cual demuestra que la solidez y poder de los islamistas era más fuerte que la del estado y eso sólo se logra con cohesión de grupo, apoyo civil y milicianos entrenados con material militar aceptable, la única manera de financiar eso en este contexto es con la droga.

 

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Asimismo existen informes ofrecidos por The Sunday Times que aseguran que tanto Hamás como Hezbollah no han sido capaces de soportar la tentación y ambos grupos forman parte de la cadena de la droga en África. Hezbollah a través de los expatriados libaneses en África Occidental, cuya función es lavar el dinero de la droga y entregarlo a Hezbollah, Hamás hace lo mismo.

En Líbano y Siria la sombra de la droga está presente también. Según declaraciones, en el año 2013, del coronel Ghassan Chams Edine, se encontró 5,5 millones de unidades de captagon (una droga muy conocida en Oriente Medio y usado por los islamistas para combatir la fatiga, el hambre y perder el miedo durante las operaciones militares llevadas a cabo durante la guerra), es altamente adictivo. Esta droga fue detectada en un calentador de agua industrial construida en Siria y cuyo destino era Dubai. Una semana después seis camiones sirios con destino en Arabia Saudí fueron interceptados en el Líbano, llevaban seis millones de unidades de pastillas de captagon y al día siguiente un ciudadano sirio fue detenido en el aeropuerto de Beirut con esta droga.

La presencia de Siria en esta ecuación cambió con el inicio de la guerra de Siria. En primer lugar porque antes esta región era solo una zona de paso pero el comienzo de la guerra sumió al país en el caos, lo cual se tradujo en la desaparición de la presencia del estado en amplias regiones del país, lo que provocó (como en Afganistán o en África) la aparición de actores que sustituirían al estado en estas regiones, estas zonas pasarían a formar parte del territorio administrado por diferentes grupos armados con necesidad de financiación rápida y, por su propia experiencia, la droga era la mejor opción debido a la libertad de actuación dentro del territorio y las fronteras débiles y porosas tanto a la hora de recibir como de enviar drogas.

Las mafias turcas y eslavas rápidamente se interesaron en esta nueva situación y ya en el 2013 comenzaba a notarse la influencia. Al pasar de ser una zona de paso a una zona de producción se ha producido la creación de un nuevo narcoterritorio fuerte, con una sólida base financiera, con terroristas pagados y por campesinos pagados y protegidos. De ahí el ahínco que hizo Rusia nada más intervenir en Siria a favor de Bashar al Asad de atacar los convoyes cargados de petróleo de contrabando y los convoyes de la droga así como los campos donde se produce la materia prima.

Fuentes de inteligencia dejaron claro que la zona central donde se han instalado los laboratorios están en Homs y Yabroud. Un año después, en 2014, Reuters afirmaba que los traficantes libaneses afincados en el valle de Bekaa afirmaban que la producción había abandonado Líbano para afinanzarse en Siria, un territorio mucho más seguro para sus actividades.

La UNODC (Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito) afirmó que tanto el Estado Islámico como Al Qaeda en siria (Jabhat al Nusra) comerciaban y promocionaban el comercio de droga a fin de diversificar sus recursos financieros y reforzarse, sólo así se explica el poder militar de estas dos milicias que pusieron en jaque al gobierno sirio y a decenas de estados de Oriente Medio y otros lugares. Uno de los grandes socios de Estado Islámico es el El Movimiento Islámico de Uzbekistán dirigido por Usman Ghazi, que ha otorgado protección y facilitado las redes de endose y venta de esta droga en Rusia y China pero también del comercio ilegal de petróleo.

La aparición de narcoyihadistas en Siria sólo puede retrasar y añadir más inestabilidad a un país colapsado por casi diez años de guerra.

Volviendo atrás en el tiempo, ya en la época de Abu Musab al Zarkawi (líder de Al Qaeda en Irak) se financiaba de la droga y solicitaba a sus asesores aumentar la dependencia de esta fuente financiera, lo mismo pasó con Usama Bin Laden. En 2003 las fuerzas de Estados Unidos asaltaron un barco en el Golfo pérsico con tres millones de dólares en opio procedente de Afganistán y en el cual se encontraban dos miembros de Al Qaeda.

Tampoco podemos olvidarnos de los grupos islamistas de los Balcanes, cuya financiación provenía en gran parte del cobro de los peajes y la protección de la droga procedente de Oriente Medio y Afganistán. Sobre todo se lucraron la mafia albanesa y los milicianos del UÇK albano-kosovar, cuyo líder Hashim Thaçi ha sido señalado por los servicios secretos alemanes como un capo de la droga así como traficante de personas, órganos, armas y divisas. Ahora Thaçi es Presidente de Kosovo e informes de la Unión Europea declaran que Kosovo es un narcoestado en el cual la relación mafia-estado es de simbiosis.

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Un hecho que pasó desapercibido para la prensa occidental se dio en Bosnia y Herzegovina en el año 2002 cuando este país entregó a Estados Unidos un informe denominado “Golden Chain Link“. Este informe hacía referencia al asalto de un refugio de Al Qaeda en Bosnia y el hallazgo, en un ordenador incautado, de una lista con veinte nombres de donantes de dinero al grupo terrorista, en esa lista se encontraban hombres de negocios multimillonarios de Arabia Saudí y otros lugares.

El comandante chetnik Bratislav Zivkovic en una entrevista que le realicé, declaró que en Bosnia habían zonas rurales bajo el control del Estado Islámico así como campos de entrenamiento. Los grupos yihadistas una vez se establecen en una región buscan recursos para ser autosuficientes económicamente. En esta caso, los islamistas se financiarían del tráfico de drogas controlando la mercancía por parte de los territorios balcánicos.

En todo caso debemos ser capaces de analizar la situación. La droga es un bien de consumo real que mueve millones de dólares al día, es un indicador económico estatal y es un bien demandado que está siendo imposible de aislar de la sociedad y sacar del panorama internacional. Este juego sólo beneficia a los violentos cárteles productores en América Latina y Asia, a las mafias y a los yihadistas que se financian de su producción, distribución y venta. Hoy en día el tráfico de droga, a todos los niveles, y en todas las regiones del mundo, incluso en Europa, tienen el inconfundible sello del terrorismo internacional.

 

Koldo Salazar López, 11 febrero 2018

 

Fuente

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