Todos contra todos: es la imagen mediática de ese caos que es la mancha de aceite en la orilla sur del Mediterráneo, desde Libia hasta Siria. Una situación en la que incluso Washington parece impotente. En realidad, Washington no es el aprendiz del hechicero que no puede controlar las fuerzas que se ponen en movimiento. Es la fuerza motriz de una estrategia -la del caos- que, al demoler Estados enteros, provoca una reacción en cadena de conflictos que utiliza según el antiguo método de “divide y vencerás”.
Tras salir victorioso de la Guerra Fría en 1991, Estados Unidos se proclamó “el único Estado con verdadera fuerza, alcance e influencia global en todas las dimensiones -política, económica y militar”, proponiendo “impedir que cualquier potencia hostil domine una región -Europa Occidental, Asia Oriental, el territorio de la antigua Unión Soviética y Asia Sudoccidental (Oriente Medio)- cuyos recursos serían suficientes para generar una potencia global”.
Desde entonces, Estados Unidos y la OTAN bajo su mando se han fragmentado o demolido, uno a uno, los Estados considerados un obstáculo al plan de dominación mundial -Irak, Yugoslavia, Afganistán, Libia, Siria y otros- mientras que otros (incluidos Irán y Venezuela) se encuentran en la línea de fuego.
El golpe de Estado de Estados Unidos y la OTAN en Ucrania forma parte de la misma estrategia, con el fin de provocar una nueva Guerra Fría en Europa para aislar a Rusia y reforzar la influencia de Estados Unidos en Europa.
Mientras que la atención política y mediática se centra en el conflicto de Libia, el escenario cada vez más amenazador de la escalada de la OTAN contra Rusia está siendo eclipsado. La reunión de 29 ministros de Asuntos Exteriores, convocada el 4 de abril en Washington para celebrar el 70 aniversario de la OTAN, reafirmó, sin ninguna prueba, que “Rusia está violando el Tratado CNI con el despliegue de nuevos misiles nucleares en Europa”.
Una semana más tarde, el 11 de abril, la OTAN anunció que este verano será la “actualización” del sistema de “defensa antimisiles” Aegis de Estados Unidos con sede en Deveselu, Rumanía, asegurando que “no proporcionará ninguna capacidad ofensiva al sistema”.
Este sistema, instalado en Rumanía y Polonia, y a bordo de los buques, puede lanzar no sólo misiles interceptores, sino también misiles nucleares. Moscú advirtió: si Estados Unidos despliega misiles nucleares en Europa, Rusia desplegará misiles similares en su propio territorio apuntando a bases europeas. Como resultado, el gasto de la OTAN en “defensa” está aumentando: los presupuestos militares de los aliados europeos y de Canadá aumentarán en 100.000 millones de dólares en 2020.
Los ministros de Asuntos Exteriores, reunidos en Washington el 4 de abril, se comprometieron en particular a “hacer frente a las acciones agresivas de Rusia en la región del Mar Negro”, estableciendo “nuevas medidas para apoyar a nuestros socios cercanos, Georgia y Ucrania”.
Al día siguiente, docenas de barcos y cazabombarderos de Estados Unidos, Canadá, Grecia, Países Bajos, Turquía, Rumanía y Bulgaria iniciaron un ejercicio de guerra aérea naval de la OTAN en el Mar Negro, en las aguas territoriales rusas, utilizando los puertos de Odesa (Ucrania) y Poti (Georgia).
Al mismo tiempo, más de 50 cazabombarderos de Estados Unidos, Alemania, Gran Bretaña, Francia y los Países Bajos, que despegaban de un aeropuerto holandés y se suministraban en vuelo, participaron en “misiones aéreas ofensivas para atacar objetivos en tierra o en el mar”. Los cazabombarderos italianos Eurofighter, por otra parte, serán enviados por la OTAN para patrullar de nuevo la región del Báltico contra la “amenaza” de los aviones rusos.
La cuerda está cada vez más tensa y puede romperse (o se romperá) en cualquier momento, arrastrándonos a un caos mucho más peligroso que el de Libia.
Manlio Dinucci, 16 abril 2019
Fuente original: https://ilmanifesto.it/la-strategia-del-caos-guidato/