¡No más imágenes de niños! – por Israel Shamir
Cada vez que veo un niño llorar en mi pantalla, sé que alguien está tratando de aprovecharse de mí. Lo mismo vale para mis instintos humanos más básicos, ya se trate del cuerpo desnudo de una mujer o de un niño muerto. En vez de convencerme, un truco barato como éste me provoca un rechazo inmediato. Ya sé que esta mujer voluptuosa no caerá en mis manos por más Coca Cola que compre en la tienda. Las imágenes de niños muertos no me harán actuar contra el sentido común, porque se trata de manipulación. En política, prefiero un debate socrático a que me convenzan con sentimentalismos. Si no puedes persuadirme con palabras, no trates de hacerlo con imágenes. Aun así, lo intentan y muy a menudo lo logran con éxito.
Las palabras pueden ser muy provocadoras, pero no se comparan con las imágenes. A fin de enviar a la juventud inglesa al matadero de las trincheras de Verdun, se usaron imágenes de unos brutos alemanes rostizando bebés belgas en sus bayonetas; así como las fotos de comisarios judíos violando una mujer aria y rubia precipitaron la muerte de chavales alemanes a orillas del río Volga. No puedes anteponer las imágenes a las palabras, diciendo que es el camino más corto para evitar una desgracia: no comiences una guerra, y el bruto alemán tendrá que saciar sus ansias rostizando una salchicha alemana y el comisario judío tendrá simplemente que suscribirse a la revista Playboy para echarle un ojo al cuerpo de una mujer aria.
Lo anterior se aplica a la campaña contra Trump “el raptor de niños”. Nos rompe el corazón ver imágenes de niños tras las rejas. Pero existe un camino muy fácil para evitar la separación y el encarcelamiento: abstenerse de cruzar el río Bravo sin visa.
Los que nos restriegan estas imágenes en la cara son gente deshonesta y los niños les importan un comino. Madeleine Albright, como todo el mundo sabe, pensó que valía la pena matar a medio millón de niños iraquíes. Hillary Clinton desató un infierno en Libia y Siria, matando y despojando a cientos de miles de niños. Todos los presidentes de EUA han sido unos lambiscones de los dirigentes israelíes, quienes regularmente detienen, torturan y asesinan a niños palestinos. Nuestros amigos de los medios alternativos (Counterpunch, etc.), que se unieron a estos hombres y mujeres que ondean fotos de niños, son unos débiles mentales o unos deshonestos, y otros piensan que cualquier cosa es válida para lograr su propósito: deshacerse de Trump.
Recientemente, la maravillosa Diana Johnstone escribió que la cuestión migratoria divide a la izquierda alemana. Claro, el apoyo a la libre inmigración es un suicidio para la izquierda, pero esta cuestión también divide a todo Occidente. Por un lado, aquellos que creen en un mundo sin fronteras, en la libre circulación de personas. Suena maravilloso, hasta que entiendes que es una forma de destruir a la clase obrera nativa, abolir el estado de bienestar, arruinar las estructuras sociales y al mismo tiempo deslegitimar a los países emisores de migrantes; en suma, destruir el mundo tal como lo conocemos. Por otro lado, están aquellos que quieren preservar el mundo en el que vivimos, con muros más altos.
Lo que nos falta es un poco de sinceridad y honestidad, frente a la manipulación. Si piensan que la inmigración en masa nos regresará a una nueva edad oscura, entonces díganlo. Si piensan que sería mejor quitar las fronteras y desencadenar una nueva Volkswanderung, simplemente díganlo pero sin mostrar fotos de niños.
En el plano personal, aquellos a favor de una política de fronteras abiertas tienen puestos de trabajo a los que los migrantes no pueden aspirar; para ellos, la llegada de más mexicanos supone un restaurante mexicano más o un agricultor o albañil mexicano más, o una empleada doméstica mucho más barata, y no los perciben como competidores en el mercado de trabajo o inmobiliario. Aquellos a favor de preservar el mundo están conscientes de que son vulnerables, que los migrantes los pueden dejar desempleados. En otras palabras, los primeros son las clases dirigentes o sus aduladores, y los últimos son la clase trabajadora y la gente que siente solidaridad y compasión hacia éstos.
“¿Por qué no dices que los primeros sienten compasión hacia los refugiados e inmigrantes?”, podrían preguntarme. Porque hacen lo que es lucrativo para las clases dirigentes. No sienten ninguna simpatía por los palestinos que sufren y esa es la prueba contundente de que mienten.
¿Recuerdan la imagen del pobre niño sirio ahogado que apareció en la costa? Esta imagen provocó la entrada de un millón de afganos, iraquíes, gitanos y hasta de algunos sirios a Europa. Es ciertamente terrible que el padre de este niño pusiera en riesgo la vida de su familia sin razón aparente. Había vivido unos años en la segura y próspera Turquía; prefirió irse a Canadá pero los canadienses le negaron una visa, así que navegó el peligroso mar Mediterráneo y perdió a toda su familia. Es terrible, pero ¿por qué su tragedia personal debe contar más que una decisión mal pensada? ¡No navegues en embarcaciones no aptas para ello! Es preferible vivir en Turquía como lo hacen 80 millones de personas que no morir ahogado.
Hace unos días, vimos cómo unos francotiradores israelíes disparaban a hombres, mujeres y niños palestinos sólo porque querían dejar su campo de concentración de Gaza. ¿Acaso dijeron algo aquellos aduladores de la inmigración? No, pues saben que sus organizadores judíos no estarán de acuerdo. Y los judíos no se conmovieron para nada. “Que se mueran”, escribieron en sus redes sociales. Por lo regular, los judíos se ven cuestionados en el plano visual, pero destacan en el plano verbal. Esto les permite permanecer indiferentes ante las imágenes, al mismo tiempo que difunden fotos de niños para impresionar a los no judíos.
Los israelíes están divididos respecto al tema de los migrantes africanos: los acaudalados quieren más migrantes, mientas que la clase trabajadora los quiere fuera. El gobierno de Netanyahu es más bien populista y deporta a los migrantes, aunque los títeres de Soros traten de impedir estas deportaciones. Sin embargo, los ricos y los trabajadores, la izquierda y la derecha judía son todos parte de un mismo pensamiento anti-autóctono: no quieren permitir a los palestinos nativos campar a sus anchas en su territorio. Los judíos son anti-autóctonos por definición; esto explica su actitud respecto al tráfico de humanos.
La migración no dista mucho del comercio de esclavos negros de antaño (el comercio en el que los judíos tanto destacaron). Recientemente, un video desde Libia ha llegado hasta Europa: un guardacostas azotaba a los migrantes negros para embarcarlos a la fuerza en botes inflables, empujándolos mar adentro. Los que se quedan en tierra son vendidos en subastas: las mujeres como esclavas sexuales y los hombres para el trabajo duro. El video llegó en un momento muy oportuno, cuando la lucha por y contra esta nueva esclavitud comercial azotaba al mundo desde EUA hasta Italia y Alemania.
Libia es uno de los principales mercados de esclavos. En el pasado, fue un país relativamente próspero, un bastión seguro contra el paso de migrantes africanos a Europa. Los africanos tenían trabajo en la Libia de Gadafi. Pero en 2011, el país fue destruido por Obama y Clinton. Desde entonces, se ha vuelto un país pobre y arruinado, consumido por una guerra civil latente. Libia es rica en petróleo, pero ahora muchos libios han descubierto el negocio de los esclavos africanos. Como en el siglo XVII, los negros africanos están nuevamente enriqueciendo a algunos árabes y europeos.
Así es como las milicias libias ganan muchos millones de dólares. Obtienen dinero de ambas partes: de los africanos que huyen de sus países devastados hacia Europa, y de los europeos que pagan a las milicias para detener a los refugiados.
El hombre del látigo que sale en el video, líder de la banda criminal de esclavistas, es un antiguo rebelde contra el “sanguinario dictador” Muammar al-Gadafi, un amigo de la democracia y los valores europeos, Abd al-Rahman al-Milad, capitán de la guardia costera. Con dinero europeo, compra los botes que llena de africanos con destino a Europa. Bruselas paga 200 millones de euros cada año, pero los esclavos les reportan mayores ingresos. Los europeos aprecian a Milad: hace un año lo invitaron a un curso de actualización en Roma, donde pasó un mes productivo en un hotel de categoría, a costa de la Unión Europea[1].
El rival de Milad, Al-Dabbashi, envía barcos por la noche desde las playas. Los competidores quitan los motores a los barcos de sus rivales y dejan naufragar a los refugiados. El volumen es gigantesco: un millón y medio de negros han llegado a Europa a través de Libia, miles han muerto en el camino, pero el recurso humano no se ha agotado. Otros militantes libios, aquellos que liberaron su patria del sanguinario Gadafi, operan en el interior de África y conducen a cientos de miles de africanos a Libia a través del Sahara, hacia nuevos mercados de esclavos o hacia Europa.
Las ONGs europeas recogen los botes inflables enviados por Milad, suben a los migrantes a bordo y los desembarcan en Europa, recibiendo una muy decente suma de dinero. Estos “rescatistas” cooperan directamente con Milad y otros traficantes de esclavos, reciben instrucciones detalladas por parte de los que envían a los migrantes (como dónde recoger los botes), y se llevan una parte considerable de las ganancias. Reciben subvenciones y donaciones de europeos compasivos, que no entienden que los traficantes los están manipulando.
Este negocio floreció sin trabas durante varios años, hasta que los italianos se cansaron de recibir a cientos de miles de inmigrantes ilegales y votaron por los “populistas”, una coalición entre la Liga, partido derechista del norte de Italia, y el izquierdista Movimiento 5 Estrellas, del sur de Italia, y pararon el tráfico de migrantes. Matteo Salvini, el ministro del interior, prohibió la entrada de un barco de migrantes negros a puertos italianos, y tras varios días de controversia, el barco Aquarius partió hacia España. Si los italianos se muestran firmes y hacen valer su autoridad, entonces eliminarán buena parte del proyecto del tráfico de migrantes, las embarcaciones de “ONGs humanitarias”, que son las que hicieron posible todo este comercio de esclavos.
El gobierno español aceptó recibir el Aquarius, y dos barcos más, que navegaban con la bandera de Holanda, y que los italianos rebeldes habían bloqueado en sus aguas. La administración francesa de Macron se alineó con Bruselas, Alemania y España, y prometió recibir a los refugiados del Aquarius. Pero en Alemania se está fraguando una revuelta: el ministro del interior, Horst Seehofer, dio la orden de detener la entrada de migrantes ilegales. La canciller Angela Merkel no estuvo de acuerdo con él. Puede despedir a Seehofer pero entonces su coalición se desintegrará.
Hungría posicionó la lucha contra la migración en lo más alto de su agenda. La división ya no es entre la izquierda y la derecha, sino entre aquellos que quieren terminar con la inmigración ilegal y los que quieren reemplazar a la cara y mimada población europea por migrantes sin pretensiones, obedientes y baratos.
Existe una correlación entre la actitud hacia la migración y hacia Rusia. Los que están a favor de una política de fronteras abiertas son anti-rusos, y los que están a favor de los autóctonos son más bien pro-rusos. Esto no se cumple siempre al 100%, ya que Polonia es al mismo tiempo anti-rusa y se opone a la migración, pero en lo general, en las redes sociales, los rusos apoyan los movimientos en contra de Soros en Europa, los cuales miran con esperanza a una Rusia marcadamente autóctona.
El gobierno ruso no pretende interferir en las decisiones de los europeos (y mucho menos de los estadounidenses) en lo referente al tema de la migración. Rusia no es un país muy acogedor para los migrantes, y a pesar de su intervención en la guerra de Siria, el país ha recibido muy pocos refugiados sirios, casi ninguno. La oposición de Putin, tanto el Partido Comunista como los nacionalistas de Zhirinovsky, son muy anti-migrantes, mientras que el gobierno permite a los obreros de Asia Central trabajar en Rusia. Sin embargo, desde que el rublo se depreció frente al dólar, las olas de migrantes se redujeron, porque en Rusia, como en Europa y EUA, se trata sobre todo de migración económica.
La solución recae en el trato con África, América Latina y otros países emisores de migrantes. Debería de haber una ley que estipule una balanza de pagos positiva, incluyendo las transacciones financieras y el reembolso de la deuda, entre estos países y el próspero Occidente. El dinero debería de fluir hacia África, y no desde África, y así terminar con el tráfico libio.
La migración en masa es un fenómeno espantoso, ya que impulsa el tráfico de humanos y el mercado de esclavos, aumentando las ganancias de traficantes despreciables y arruinando tanto a los países emisores como a los países receptores de migrantes. Ya es tiempo de ponerle un alto. Y las imágenes de bebés llorando no tienen por qué influir la toma de decisiones.
Israel Shamir, 23 de junio de 2018
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Traducido por: Jesús Daniel Osuna Aguirre
Artículo original en inglés publicado en The Unz Review
Publicado originalmente en español el 30 junio 2018 por Red Internacional
Traduccion francesa por: Entre la Plume et l’Enclume
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Para contactar a Israel Shamir: adam@israelshamir.net
[1] Amnesty internacional y el consejo de Seguridad de la ONU presionan por primera vez para que se sancione a Milad y sus colegas, por sus maltratos a los africanos, pero no contra el tráfico humano masivo en sí. Tras el cambio de gobierno en Italia, y la presión popular en cada país, todos los gobiernos europeos están buscando la manera de conservar a sus electores y a la vez satisfacer al patronato necesitado de mano de obra dócil y barata. Ver https://elpais.com/internacional/2018/06/08/actualidad/1528481132_102829.html
Nota de María Poumier para los lectores latinoamericanos:
La cumbre europea del 26 de junio acta en cierta medida el chantaje que padece cada gobierno por parte de los agentes de Soros. La izquierda, así como los medios masivos, sigue por ahora ciega ante el proyecto de destruir las clases obreras europeas nativas :
http://www.elmundo.es/internacional/2018/06/29/5b367041e5fdea97738b464e.html