¿Acaso los espías gobiernan el mundo? – por Israel Shamir

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Ya no se trata del Deep State; son los espías del mundo entero quienes se han unido contra sus legítimos amos.

Jeeves, el excelente ayuda de cámara del Sr. Wooster (ambos notables personajes de las novelas del británico P.G. Wodehouse), tenía un as bajo la manga: si las cosas salían mal, accedía a los expedientes del club Junior Ganymede[1], donde podía encontrar las historias más embarazosas de cualquiera que haya contratado a un aparcacoches o mayordomo, puesto que estos caballeros de caballeros se veían obligados a escribir en el libro del club toda clase de hazañas imprudentes de sus patrones. Gracias a esta información confidencial, Jeeves pudo salvar a su dócil amo, el Sr. Bertie Wooster, de los bravucones.

Jeeves era un hombre modesto, y leal como siervo de su torpe patrón; como lo eran también otros miembros del club. No intentaron hacer del libro un instrumento de control sobre Inglaterra desde el Palacio de Buckingham. El problema es que vivimos hoy en la era de las grandes ambiciones, poco propicia para la lealtad desmesurada. Resulta que los ayudas de cámara, mayordomos y guardaespaldas unieron fuerzas y decidieron gobernar el mundo.

Los escritores conspiranoicos imaginaron al gobierno mundial en la sombra como una junta de sabios malvados, rodeados de banqueros e influyentes cineastas. Ya esto sería bastante siniestro; pero en la realidad se trata de algo mucho peor, pues nuestro mundo está dominado por los miembros enloquecidos del Junior Ganymede. No es un gobierno sino una red (“La Red”), una especie de masonería a la antigua, y que vincula principalmente a espías traicioneros con  escritores a sueldo, dos clases de servicio personal que han recopilado mucha información e instrumentos de influencia, y que en vez de servir a sus patrones lealmente, han decidido liderar el mundo en la dirección de su preferencia.

El almirante alemán Wilhelm Canaris, el último dirigente de la Abwehr, el servicio de inteligencia militar de Hitler, era de esta clase de agente secreto con ambiciones políticas. Apoyó a Hitler en tanto poderoso enemigo del comunismo; en un momento determinado, llegó a la conclusión de que los Estados Unidos cumplirían mejor con la tarea, y se cambió al bando angloamericano. Fue descubierto y ejecutado por traición. Su colega, el general Reinhard Gehlen, también traicionó al Führer y se cambió al bando americano. Después de la guerra, continuó su ofensiva contra la Rusia soviética, pero en ese nuevo contexto en las filas de la CIA, y ya no de la Abwehr.

Los espías son traicioneros por naturaleza. Toman contacto con la gente que ha traicionado a sus países, trabajan como infiltrados fingiendo ser otros; para ellos, el cambiar de lealtad es algo tan común y corriente como las operaciones de cambio de sexo que realiza un doctor marroquí todos los días de 8 a 5 de la tarde. Se mezclan con espías extranjeros, matan con total impunidad; rompen cualquier ley, humana o divina. Son extremadamente peligrosos si actúan para su propio país. Y lo son todavía más si trabajan para ellos mismos, manteniendo sus capacidades institucionales y su red internacional de contactos.

Recientemente, hemos vivido el amargo recordatorio de su naturaleza traicionera. El agente secreto número uno de Venezuela, el antiguo director del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN), Manuel Cristopher Figuera, pasó al bando enemigo durante el último intento de golpe de estado en Venezuela y escapó al extranjero cuando el golpe fracasó. Se dio cuenta de que su membresía en el club de los espías Junior Ganymede era más importante para él que su lealtad hacia su país y su Constitución.

En los Estados Unidos, todo el abecedario de agencias gubernamentales, desde la NSA hasta la CIA y el FBI, ha traicionado también a su país tan descaradamente como Figuera, pero aún no se dan a la fuga. Nuestros colegas Mike Whitney[2] y Philip Giraldi[3] describieron la conspiración organizada por John Brennan de la CIA con la activa participación de James Comey del FBI, para operar un cambio de régimen en los EUA. En dicha conspiración, las agencias de inteligencia extranjeras, especialmente el Cuartel General de Comunicaciones británico (GCHQ), jugaron un papel muy importante. Como por regla, a estos agentes secretos no se les permite operar en su territorio nacional, se mueven en la rutina del “hoy por ti, mañana por mí”. La CIA espía en Inglaterra y pasa los resultados a los servicios de inteligencia británicos. El MI6 espía en los EUA y pasa sus resultados a la CIA. Se han integrado a un grado asombroso en la red global de espionaje.

Ya no se trata del Deep State; son los espías del mundo entero quienes se han unido contra sus legítimos amos. En vez de mantenerse leales hacia sus países, los han traicionado.

No lo hacen sólo por el dinero: creen saber mejor que nadie lo que nos conviene. En cierta forma, son una nueva encarnación de la Sociedad Cecil Rhodes[4]. Los políticos elegidos democráticamente y los hombres de estado tienen que obedecerles; de lo contrario, tendrán que padecer su  disgusto, como les pasó a Corbyn y Trump.

Dondequiera, en los EUA, en el Reino Unido y en Rusia, los espías se han vuelto muy poderosos para ser controlados. La CIA estuvo detrás del asesinato de JFK y trató de quitar del camino a Trump. Los servicios de inteligencia británicos sabotearon a Jeremy Corbyn, después de haber asistido a la CIA para ir a la guerra contra Irak. Crearon el Dossier Steele[5], inventaron el engaño del envenenamiento de Sergei Skripal[6] y arrastraron a Rusia y a Occidente a un paso de la guerra nuclear.

Los espías rusos se han situado, por muchos años, en un lugar especial en sus relaciones con la red global de espionaje. En Rusia, fuertes rumores insisten en que la peligrosa Perestroika de Mijaíl Gorbachov había sido diseñada e implementada por el jefe de la KGB (de 1967 a 1982), Yuri Andropov[7]. Junto con sus empleados, desmanteló el Estado socialista y preparó la toma de poder de 1991 bajo los intereses del proyecto de un mundo unificado.

Andropov (quien sucedió a Brezhnev como Secretario General del Partido Comunista de la URSS en 1982 y murió en 1984) se había adelantado a Gorbachov y a su arquitecto de la glasnot, Alexander Yakovlev[8]. Andropov también ascendió al traidor Oleg Kalugin[9], general de la KGB, para encabezar las operaciones de contrainteligencia. Después, Kalugin traicionó a su país, escapó a los EUA y entregó información al FBI sobre todos los espías rusos que él conocía.

A finales de la década de los 80 y comienzos de los 90, la KGB, que originalmente era el perro guardián de la clase obrera rusa, había traicionado a sus amos comunistas para trabajar para la “Red”. Sin esta traición, Gorbachov no habría podido destruir su país tan rápidamente: la KGB había neutralizado y desinformado a los líderes comunistas.

Fueron ellos quienes permitieron la explosión de Chernóbil; también dejaron que un piloto alemán aterrizara en la Plaza Roja de Moscú, lo cual fue usado por Gorbachov como una excusa para deshacerse del bando de los generales patrióticos. Además, los agentes de la KGB eran muy activos en la subversión de otros Estados socialistas. Ejecutaron al líder rumano Nicolae Ceausescu y a su esposa; hundieron a la República Democrática Alemana, la Alemania socialista; conspiraron con Boris Yeltsin contra Gorbachov, y con Gorbachov contra Romanov. Como resultado de esta conspiración, la URSS se disolvió.

Los conspiradores de la KGB de 1991 habían pensado que la Rusia postcomunista sería tratada por Occidente como un hijo pródigo, que se mataría un apetecible cordero para el banquete de bienvenida. Pero, para su gran decepción, los estúpidos bastardos pronto se dieron cuenta de que su país tomaría el lugar del apetecible cordero del banquete, y pronto pasaron de gobernantes invisibles a guardaespaldas de los multimillonarios. Años después, Vladimir Putin llegó al poder en Rusia con la bendición de los agentes secretos y banqueros del mundo entero, pero como era un hombre demasiado independiente para ser sometido, supo llevar a su país a su actual dirección nacionalista, tratando de recuperar algo del terreno perdido. Los espías, insatisfechos, lo secundaron.

Desde hace poco, el presidente Putin comenzó a frenar el crecimiento voraz de su propio servicio de inteligencia, el Servicio Federal de Seguridad (FSB). Es posible que el cauto presidente haya sido alertado por la sorpresiva insistencia de los medios de comunicación occidentales de que el supuesto atentado contra Skrypal y otros casos visibles había que atribuirlos al GRU, la relativamente pequeña agencia de inteligencia militar de Rusia, mientras parecían olvidarse del FSB, una agencia mucho más grande. El jefe del departamento de seguridad de información del FSB había sido arrestado y condenado[10] a un largo período de prisión, y dos coroneles del FSB habían sido encarcelados después del descubrimiento entre sus pertenencias de una inmensa suma de dinero[11], tanto en moneda rusa como extranjera. Este montón de rublos y dólares sólo podía servir para una tentativa de cambio de régimen, ordenado por la Red.

En Ucrania, los jefes del servicio de seguridad ucraniano, el SBU, habían conspirado contra el presidente legítimo Víctor Yanukovych. Habían ayudado a organizar y a liderar las manifestaciones de la Plaza Maidan en 2014 y engañaron a su presidente, hasta que se vio obligado a escapar al extranjero. Podríamos comparar las manifestaciones del Maidan con el movimiento francés de los chalecos amarillos; sin embargo, Macron, un empleado de la Red, tuvo el apoyo de sus espías y se mantuvo en el poder, mientras que Yanukovych fue traicionado y derrocado.

En los Estados Unidos, los espías permitieron a Donald Trump convertirse en el principal candidato republicano, porque pensaron que seguramente perdería ante Hillary Clinton. Sin embargo, para su gran sorpresa, ganó y, desde entonces, este hombre tomado como presa fácil, como un payaso, se ha visto perseguido por la masonería de agentes secretos y escribas.

Usted podría preguntarme, ¿de verdad fueron tan estúpidos para creer en su propia propaganda de una victoria inevitable de la Clinton? Mi respuesta es un sí, fueron estúpidos y lo siguen siendo. No son unos sabios, malvados o benevolentes. Mi mayor objeción a los teóricos de la conspiración es que usualmente ven a los conspiradores como omniscientes y todo poderosos. En realidad, son demasiado codiciosos para ser todo poderosos, y demasiado tontos para ser omniscientes.

Su conocimiento de los defectos de los líderes oficiales les da efectivamente un sentimiento de poder, pero este conocimiento puede traducirse en control efectivo sólo sobre los débiles. Los dirigentes fuertes no se someten fácilmente. Putin había tenido su cuota de actos imprudentes o hasta criminales en el pasado, pero nunca dejó que los chantajistas le dictaran su agenda. Netanyahu, otro hombre fuerte de la política moderna, también se las ingenió para sobrevivir a los chantajes. Mientras tanto, Trump ha vencido todos los intentos por derrocarlo, a pesar de que sus enemigos habían explotado hasta el extremo su supuesta falta de delicadeza hacia las mujeres, los negros y los judíos. Supo sobreponerse al profundo abismo del Russiagate como Gulliver. Pero tendrá que hacer una purga en todo el abecedario de agencias gubernamentales para asegurar su permanencia en el poder.

En Rusia, el problema es agudo. Muchos espías y ex expías rusos se sienten más cerca de sus enemigos y colegas en otros países que de sus conciudadanos. Impera una naturaleza masónica en su camaradería. Tal atributo podría ser encomiable en soldados veteranos una vez terminada la guerra, pero en este caso la guerra está en curso. Los espías rusos están particularmente embobados con sus enemigos declarados; al parecer es la naturaleza cristiana del alma rusa, pero en su versión irritante.

Cuando Edward Snowden llegó a Moscú después de su temerario escape de Hong Kong, la televisión rusa transmitió un debate en el que yo participé, junto con otros periodistas, miembros del parlamento y ex espías. Los espías rusos dijeron que Snowden era un traidor; que una persona que había traicionado a su agencia no podía ser de fiar y que debería ser enviado esposado a los Estados Unidos. Tenían la impresión de pertenecer a la Red de espías, con sus lazos internos, mientras que su lealtad hacia Rusia se quedaba en un segundo plano.

Durante una reciente visita de Mike Pompeo a Sochi, el jefe del SVR, el Servicio de Inteligencia Extranjera de Rusia, Sergey Naryshkin, propuso[12] al secretario de estado Mike Pompeo, ex director de la CIA, expandir a un nivel más alto los contactos entre los servicios especiales rusos y norteamericanos. Precisó que había interactuado activamente con Pompeo durante el periodo en que dirigía la CIA. ¿Por qué necesitaría tener contactos con su adversario? Sería mucho mejor evitar todo tipo de contacto.

Hasta el presidente Putin, quien es ante todo un nacionalista ruso (o un patriota, como dicen), quien otorgó asilo a Snowden en Moscú al alto precio de deteriorar seriamente sus relaciones con la administración de Obama, hasta Putin dijo a Oliver Stone que Snowden no debería haber filtrado los documentos como lo hizo: “si no le gustaba nada de su trabajo, entonces debió simplemente haber renunciado, pero fue más lejos”, una respuesta que ilustra que ni él se ha liberado completamente de la masonería de espías.

Mientras que los espías conspiran, los escribas justifican sus conspiraciones. Los medios de comunicación son un arma, y una muy poderosa. En la ópera Lohengrin, de Richard Wagner, el protagonista es derrotado por la campaña de desprestigio de los medios. A pesar de su llegada milagrosa y de su gloriosa victoria, la bruja malvada consigue envenenar la mente de la esposa del héroe y de toda la corte. La pluma puede contrarrestar a la espada. Cuando ambas se integran, como en la unión entre espías y escribas, se vuelve una herramienta demasiado peligrosa como para dejarla intacta.

En muchos países de Europa, las políticas internacionales de las editoriales han sido secuestradas por el siniestro Atlantic Council, el think tank con sede en Washington. El Atlantic Council está muy conectado con la OTAN y la burocracia de Bruselas, que son los instrumentos de control sobre Europa. Otro instrumento es el proyecto británico Integrity Initiative[13], donde la diferencia entre espías y periodistas se torna borrosa[14]. Y lo mismo sucede con la diferencia entre la izquierda y la derecha. Los medios de comunicación de izquierda y de derecha utilizan argumentos diferentes, que sorpresivamente llevan hacia una misma conclusión, puesto que son ambos instrumentos de guerra trabajando para la misma Red.

En los años 1930, había una clara división. Los agentes alemanes y británicos se manejaban en direcciones opuestas. El ejército ruso era tan cercano a los alemanes que, en un momento determinado, Hitler creyó que los generales rusos se pondrían de su lado en contra de su propio líder. Los espías rusos eran vistos como amigos por los británicos y habían intentado empujar a Rusia a la confrontación con Hitler. El precavido mariscal Stalin había eliminado a los generales pro-alemanes del ejército rojo y a los espías pro-británicos de la NKVD (la policía secreta soviética), y logró retardar el estallido de hostilidades lo más que pudo. Ahora, sin embargo, la cohesión e integración de los servicios secretos ha aumentado hasta un nuevo nivel, dificultando su control.

Si son tan poderosos, integrados y unidos, ¿no deberíamos tirar la toalla y rendirnos? ¡Por supuesto que no! Su éxito es su perdición. Conspiran, pero Alá es el mejor conspirador, como dicen nuestros amigos musulmanes. En efecto, cuando logran corromper a algún partido, el pueblo deja de dar su apoyo. El Brexit es un caso a considerar con especial atención. La Red pretendía socavar el Brexit; así que quitaron del camino a Corbyn con sus acusaciones de antisemitismo mientras que Theresa May había hecho todo lo posible por sabotear el Brexit, pretendiendo defenderlo en público. Una maniobra oscuramente astuta por parte de la Red, pero los electores británicos respondieron retirando su apoyo a ambos partidos institucionales. Así que su astuto complot fracasó.

La gente es muy voluble y no siempre sabe lo que es bueno para ellos; hay muchos demagogos que engañan a la muchedumbre. Sin embargo, los funcionarios legítimamente elegidos deberían ser quienes gobiernan, mientras que los no-elegidos deberían obedecer: esto significa que los espías y los agentes de los medios de comunicación que trabajan para la Red deberían saber el lugar que les corresponde.

Israel Shamir, 21 mayo 2019

Traducción: Daniel Osuna

Contacto de Israel Shamir: adam@israelshamir.net

Publicación original en inglés: The Unz Review

Publicación original en Espanol: Red Internacional

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NOTAS

[1] Disponible en inglés: https://academickids.com/encyclopedia/index.php/Junior_Ganymede_Club

[2] Artículo disponible en inglés: http://www.unz.com/mwhitney/judgement-day-for-john-brennan/

[3] Artículo disponible en inglés: https://www.unz.com/pgiraldi/the-conspiracy-against-trump/

[4] Disponible en inglés: https://en.wikipedia.org/wiki/The_Secret_Society

[5] https://es.wikipedia.org/wiki/Dossier_Trump

[6] Artículo del autor en español: https://redinternacional.net/2018/11/11/capa-y-daga-el-problema-de-los-espias-rusos-por-israel-shamir/

[7] Disponible en ruso: https://topwar.ru/51980-andropov-kak-predtecha-perestroyki.html

[8] Disponible en inglés: https://www.britannica.com/biography/Aleksandr-Nikolayevich-Yakovlev

[9] https://es.wikipedia.org/wiki/Oleg_Kalugin

[10] https://www.revistacambio.com.mx/mundo/ex-funcionario-de-seguridad-ruso-ir-22-aos-a-prisin/

[11] La cifra es de 185 millones de dólares. Disponible en inglés: https://www.rt.com/russia/459604-record-cash-amount-seized/

[12] Disponible en ruso: https://ria.ru/20190515/1553509351.html

[13] Disponible en inglés: https://www.mintpressnews.com/the-integrity-initiative-and-the-uks-scandalous-information-war/253014/

[14] Disponible en inglés: https://off-guardian.org/2019/03/07/the-msm-just-realised-the-integrity-initiative-is-a-thing/

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