Robert Kennedy le quita la máscara al dr Fauci en su tratamiento criminal del SIDA – por Ron Unz


… 35 años antes del Covid 19!

El mes pasado leí por casualidad el nuevo libro de Robert F. Kennedy, Jr. The Real Anthony Fauci, que se convirtió casi inmediatamente en el número 1 de los bestsellers de Amazon.

Me impresionó mucho el material presentado, que criticaba duramente a nuestra industria farmacéutica y a sus aliados cercanos en la burocracia de la salud pública. Pero lo que me chocó por completo fue que casi la mitad del texto -unas 200 páginas- se dedicaba a presentar y promover la asombrosa afirmación de que todo lo que se nos viene diciendo sobre el VIH/SIDA desde más de 35 años constituía probablemente un engaño. Esta última cuestión se convirtió en un punto central de mi propia relectura (Ver: American Pravda: Vaxxing, Anthony Fauci y el SIDA, Ron Unz – The Unz Review – 6 de diciembre de 2021).

Así pues, de acuerdo con la información proporcionada en el bestseller número 1 de Kennedy en Amazon, esta imagen bien conocida y sólidamente establecida, que yo nunca había cuestionado seriamente, es casi totalmente falsa y fraudulenta, lo que equivale esencialmente a un engaño de los medios médicos. En lugar de ser responsable del SIDA, el virus del VIH es probablemente inofensivo y no tiene nada que ver con la enfermedad. Pero cuando se descubrió que los individuos estaban infectados por el VIH, se les sometió a los primeros y muy lucrativos medicamentos contra el SIDA, que en realidad eran letales y a menudo los mataban. Los primeros casos de sida habían sido causados en su mayoría por el uso intensivo de determinadas drogas ilegales, y el virus del VIH había sido diagnosticado erróneamente como responsable. Pero como Fauci y las compañías farmacéuticas ávidas de beneficios pronto construyeron enormes imperios sobre ese diagnóstico erróneo, durante más de 35 años han luchado muy duro para mantenerlo y protegerlo, ejerciendo toda su influencia para suprimir la verdad en los medios de comunicación mientras destruían las carreras de cualquier investigador honesto que desafiara ese fraude. Mientras tanto, el SIDA en África era algo totalmente diferente, probablemente causado en su mayoría por la malnutrición u otras condiciones locales.

El relato de Kennedy me pareció tan impactante como todo lo que he descubierto por mí mismo.

En circunstancias normales, me habría mostrado extremadamente reacio a aceptar afirmaciones tan aparentemente extravagantes, pero la credibilidad de algunos de los adherentes era difícil de ignorar.

Sin embargo, el primer apoyo en la contraportada es del profesor Luc Montagnier, el investigador médico que ganó un premio Nobel por descubrir el virus del VIH en 1984, y escribe: “Trágicamente para la humanidad, hay muchas, muchas falsedades que emanan de Fauci y sus secuaces. RFK Jr. expone las décadas de mentiras”. Además, se nos dice que ya en la Conferencia Internacional sobre el SIDA de San Francisco de junio de 1990, Montagnier había declarado públicamente que “el virus del VIH es inofensivo y pasivo, es un virus benigno”.

Tal vez este Premio Nobel apoyó el libro por otras razones y tal vez se haya malinterpretado el significado de su llamativa declaración de 1990. Pero seguramente la opinión del investigador que ganó un Premio Nobel por descubrir el virus del VIH no debería ser totalmente ignorada a la hora de evaluar su posible papel.

Como explica Kennedy, otros tres premios Nobel de ciencias también han expresado públicamente un escepticismo similar sobre la narrativa convencional sobre el VIH/SIDA, uno de ellos es Kary Mullis, el reconocido creador de la revolucionaria prueba PCR.

A pesar del tremendo éxito del libro, al principio fue ignorado por los principales medios de comunicación. El silencio se rompió finalmente un mes después de su publicación, cuando Associated Press publicó un artículo de 4.000 palabras atacando duramente al autor y a su controvertido bestseller. Véase: “Cómo un Kennedy construyó un argumentario gigante antivacunas en medio del COVID-19”, Michelle R. Smith et al – The Associated Press – 15 de diciembre de 2021.

Sin embargo, como señalé en mi propia respuesta, esa larga denuncia había evitado por completo el tema del VIH/SIDA, que seguramente constituía la parte más escandalosa y explosiva del material de Kennedy. Seis periodistas e investigadores de AP habían gastado al menos diez días para producir el artículo, por lo que su total silencio sobre ese tema me pareció extremadamente sospechoso. Si casi la mitad del libro de Kennedy argumentaba que el VIH/SIDA era una estafa de los medios de comunicación médicos y sus críticos más duros se negaban a desafiarlo en ese sentido, cualquier lector imparcial debe empezar a sospechar que al menos algunas de las notables afirmaciones del autor podrían ser correctas… (Véase : “RFK Jr. como el negador del VIH/SIDA número uno de Estados Unidos y el resonante silencio de los medios de comunicación”, Ron Unz – The Unz Review – 15 de diciembre de 2021. Ver también la reseña del libro de RFK por Laurent Guyénot, del 1 de diciembre de 2021.)

Antes del reciente brote de Covid, el SIDA había pasado casi cuatro décadas como la enfermedad de más alto perfil del mundo, y comencé a preguntarme si me podrían haber engañado durante todos esos años mis periódicos diarios. Escuché las largas entrevistas de Kennedy con Tucker Carlson, Steve Bannon y Jimmy Dore, pero ninguno de esos presentadores tocó nunca el tema del sida, tal vez porque lo consideraban una distracción del tema más urgente de las vacunas contra el Covid y otras controvertidas medidas de salud pública. De hecho, el propio Kennedy nunca se había relacionado con el tema del VIH/SIDA y recalcó que su cobertura sólo pretendía “dar aire y luz al día a las voces disidentes”, por lo que tendría que consultar otras fuentes para obtener información adicional. Afortunadamente, su libro identificaba claramente la figura más importante del debate.

Uno de los principales héroes científicos en el relato de Kennedy es el profesor Peter H. Duesberg de Berkeley. Durante las décadas de 1970 y 1980, Duesberg había sido ampliamente considerado como uno de los virólogos más importantes del mundo, elegido para la prestigiosa Academia Nacional de Ciencias a la edad de 50 años, convirtiéndose en uno de sus miembros más jóvenes de la historia. Ya en 1987 empezó a plantear serias dudas sobre la hipótesis del VIH/SIDA y a destacar los peligros del AZT, y acabó publicando una serie de artículos en revistas sobre el tema que poco a poco fueron convenciendo a muchos otros, incluido Montagnier. En 1996 publicó Inventing the AIDS Virus (“Cómo se inventó el virus del Sida”), un enorme volumen de 712 páginas en el que exponía sus argumentos, con el prólogo del Premio Nobel Kary Mullis, el famoso inventor de la tecnología PCR y otro destacado crítico público de la hipótesis del VIH/SIDA. Duesberg incluso subrayó la seguridad de su escepticismo sobre el VIH ofreciéndose a que le inyectaran sangre contaminada con el virus (ver “la teoría disidente del SIDA”, de 2011, por Noé López Amador: https://www.uv.mx/cienciahombre/revistae/vol24num2/articulos/sida/).

Pero en lugar de debatir abiertamente con un oponente científico tan fuerte, Fauci y sus aliados incluyeron a Duesberg en una lista negra para que no recibiera ningún tipo de financiación gubernamental, con lo que arruinaron su carrera investigadora, al tiempo que lo vilipendiaron y presionaron a otros para que hicieran lo mismo. Según otros investigadores citados por Kennedy, a a Duesberg lo aplalstaron como advertencia y ejemplo para otros. Mientras tanto, Fauci desplegaba su influencia para que sus críticos fueran prohibidos en los principales medios de comunicación nacionales, asegurándose de que pocos, fuera de un estrecho segmento de la comunidad científica, se enteraran de la continua controversia.

Así que la teoría que se necesitaba investigar era la Hipótesis de Duesberg, el desafío largamente rechazado a nuestra ortodoxia reinante sobre el VIH/SIDA.

Afortunadamente para mis propósitos, las herejías científicas privadas de financiación para la investigación y excluidas de las principales revistas tienden a producir un cuerpo de trabajo muy manejable. Los miles de millones anuales que se gastan en la investigación ortodoxa sobre el SIDA han generado más de 100.000 artículos en revistas académicas, más de lo que un lector diligente podría digerir en una docena de vidas. Pero la publicación académica más reciente que he podido localizar sobre el otro punto de vista es un extenso artículo de revisión publicado hace dieciocho años por Duesberg y dos de sus colaboradores. De hecho, según su epílogo, los autores habían pasado varios años luchando para conseguir que su artículo se imprimiera contra la incesante hostilidad del establishment del SIDA reinante, que había presionado con éxito a dos revistas anteriores para que cancelaran su publicación.

Véase: Las bases químicas de las distintas epidemias de sida: drogas recreativas, quimioterapia antiviral y malnutrición (PDF), por Peter Duesberg, Claus Koehnlein y David Rasnick – Journal of Bioscience – Junio de 2003.

Aunque tengo una sólida formación científica, carezco de los conocimientos necesarios en medicina o microbiología para evaluar adecuadamente su artículo. Pero al leerlo detenidamente como lego en la materia, lo encontré sólido y persuasivo, ciertamente digno de ser publicado. Y cuando se lo pasé a alguien con formación médica profesional, lo consideró extremadamente impresionante, una exposición convincente de la revolucionaria tesis de los autores.

Una de las principales afirmaciones de Duesberg era que la enfermedad conocida como “SIDA” no existía en realidad, sino que era simplemente la etiqueta oficial que se le había puesto a un grupo de más de dos docenas de enfermedades diferentes, todas ellas con una variedad de causas distintas, y sólo algunas de ellas eran agentes infecciosos. De hecho, la mayoría de estas enfermedades se conocían y se trataban desde hacía muchas décadas, pero sólo se denominaban “SIDA” si la víctima también daba positivo en las pruebas del virus VIH, que probablemente no tenía nada que ver con la enfermedad.

En apoyo de su postura contraria, los autores señalaron que los diversos grupos con alto riesgo de “SIDA” sólo tendían a contraer versiones particulares de la enfermedad, siendo el “SIDA” que sufrían los hemofílicos normalmente muy diferente del “SIDA” de los aldeanos africanos y sólo se emparentaban ligeramente con las enfermedades de los hombres homosexuales o los drogadictos que se inyectaban. De hecho, el patrón del “sida” en África parecía totalmente divergente al del mundo desarrollado. Pero si todas estas enfermedades diferentes estuvieran realmente causadas por un único virus VIH, estos síndromes completamente divergentes parecerían anomalías desconcertantes, difíciles de explicar desde una perspectiva científica.

En 2009, media docena de años después de la publicación de ese extenso artículo, un cineasta independiente llamado Brent Leung produjo un documental de 90 minutos sobre el sida, que simpatiza fuertemente con la tesis de Duesberg, y alguien me lo hizo notar recientemente. Hay una gran escasez de material a favor de Duesberg, así que, aunque rara vez encuentro vídeos que sean fuentes de información útiles, este caso fue una importante excepción. La película ponía de manifiesto las tremendas incoherencias de la posición científica ortodoxa, y también incluía importantes entrevistas con Duesberg, Mullis, Fauci y otros numerosos investigadores y periodistas clave de todos los lados del debate. El documental completo está a disposición en youtube , para que los interesados puedan verlo y decidir por sí mismos.

El periodista John Lauritsen lleva décadas cubriendo la controversia sobre el VIH/SIDA, escribiendo dos libros sobre el tema y sirviendo de importante fuente para el propio trabajo de Kennedy. Recientemente se unió a uno de los hilos de discusión de nuestro sitio web y me sugirió que volviera a publicar su charla de la conferencia de 2018, que resumía de forma útil la historia y el estado actual de la cuestión.

Véase: “La batalla por la verdad, Desafiando los avaros paradigmas virales”, por John Lauritsen – Conferencia Vers Pont du Gard – 16 de junio de 2018.

Aunque todo este material pro-Duesberg me pareció útil para dar cuerpo a los argumentos, la mayor parte se pasaba por alto, en medio del contenido del libro de Kennedy, y el análisis era necesariamente unilateral. Bajo la presión del establishment médico y su lobby del SIDA, los principales medios de comunicación han cerrado casi por completo sus puertas a cualquier disidencia sobre el tema y se niegan a involucrar a los críticos; en su lugar parecen confiar en la lista negra y el boicot. Esto sugería la relativa debilidad de los argumentos ortodoxos, pero al carecer del toma y daca de los argumentos y contraargumentos, no podía sopesar fácilmente la fuerza de las dos partes. Afortunadamente, descubrí que esta situación había sido muy diferente en el pasado.

Pasé la mayor parte de los primeros años de la década de 2000 creando un sistema de archivo de contenidos que incluye colecciones casi completas de un par de cientos de nuestras principales revistas de opinión de los últimos 150 años, esas influyentes publicaciones que han dado forma a nuestra comprensión del mundo. El proyecto es casi un fracaso total, ya que muy poca gente lo ha utilizado, pero me sigue siendo útil personalmente cuando quiero investigar algo, y localicé fácilmente una larga lista de artículos centrados en la Hipótesis de Duesberg, la mayoría de ellos de la década de 1990. Durante ese periodo, el férreo muro de la censura aún no había caído, y el tema había sido tratado de forma amplia y respetuosa en las principales publicaciones.

Leí detenidamente más de una docena de los artículos más importantes, todos ellos aparecidos en publicaciones periódicas liberales, conservadoras y libertarias de gran prestigio. Una de las principales sorpresas fue lo poco que parecía haber cambiado el debate. Las pruebas y los argumentos que Duesberg y sus aliados científicos habían presentado hace treinta años parecían notablemente similares a los presentados en el libro de Kennedy publicado apenas el mes pasado.

El número de verano de 1990 de Policy Review, una de las revistas de política conservadora más sobrias e influyentes de Estados Unidos, había ofrecido a Duesberg y a un coautor una plataforma para la controvertida teoría, y su artículo resultante tenía casi 9.000 palabras. Según el editor, este tema provocó más cartas y respuestas -tanto positivas como negativas- que cualquier otro en la historia de la publicación, y se convirtió en uno de sus artículos más comentados. Por ello, en el siguiente número de la revista trimestral se publicaron algunas de esas reacciones, así como las respuestas de los dos autores, con un intercambio completo de casi 13.000 palabras.

“¿Es el virus del sida un tema de ciencia ficción? (PDF), El comportamiento inmunosupresor, y no el VIH, podría ser la causa del SIDA”, por Peter H. Duesberg y Bryan J. Ellison – Policy Review – Verano 1990 –

“¿Es el VIH la causa del SIDA?” (PDF), Los críticos responden – Policy Review – Otoño 1990.

Varios años más tarde, se produjo un acontecimiento similar en Reason, la brillante publicación insignia del movimiento libertario estadounidense. La revista publicó un extenso artículo de portada en el que se respaldaban las afirmaciones de Duesberg y del que eran autores tres de sus aliados científicos, uno de ellos un antiguo profesor de la Facultad de Medicina de Harvard y otro un reciente premio Nobel. Una vez más, el resultado fue una enorme avalancha de reacciones tanto de apoyo como de crítica, y el largo debate se publicó en un número posterior.

“¿Qué causa el sida? (PDF) Todavía no sabemos qué causa el sida”, por Charles A. Thomas Jr., Kary B. Mullis y Phillip E. Johnson – Reason – Junio de 1994

“¿Qué causa el SIDA? El debate continúa (PDF), Los críticos responden” – Reason – Diciembre 1994 –

The Lancet es una de las revistas médicas más importantes del mundo y en 1996, al año siguiente de convertirse en su editor jefe, Richard Horton tomó las páginas de la intelectualmente prestigiosa New York Review of Books para producir una discusión de 10.000 palabras sobre las teorías de Duesberg, tal y como se proponen en tres de los libros y colecciones recientes del investigador. Horton es, obviamente, una de las figuras más respetables del establishment, pero aunque en su mayor parte apoyó el consenso ortodoxo sobre el VIH/SIDA, presentó la perspectiva totalmente contraria de Duesberg de forma imparcial, respetuosa aunque no acrítica.

Lo que más me llamó la atención del relato de Horton fue lo consternado que parecía estar por el trato que le daba a Duesberg el complejo médico-industrial dominante en Estados Unidos, como sugiere su título “Verdad y herejía sobre el sida”. Ver en español: http://quark.prbb.org/10/entrevista.htm#RICHARD%20HORTON

La primera frase de su largo artículo de revisión mencionaba la “vasta industria académica y comercial construida en torno al… VIH” junto con el desafío fundamental que Duesberg planteaba a su base científica. Como consecuencia, el “brillante virólogo” se había convertido en “el científico vivo más vilipendiado” y en objeto de “ataques excoriantes”. Las principales revistas científicas profesionales habían mostrado una “actitud alarmantemente desigual” y, en parte, como consecuencia, otros disidentes potenciales habían sido disuadidos de seguir con sus teorías alternativas.

Según Horton, las consideraciones financieras se habían convertido en un elemento central del proceso científico, y observó con horror que una conferencia de prensa sobre una investigación que cuestionaba la eficacia de un determinado medicamento contra el sida estaba repleta de periodistas financieros, centrados en los esfuerzos de los ejecutivos de las empresas por destruir la credibilidad de un estudio que ellos mismos habían ayudado a diseñar pero que ahora iba en contra de su propio producto.

Y lo que es más importante, aunque Horton se mostró en general escéptico con las conclusiones de Duesberg, fue absolutamente mordaz con los oponentes del virólogo disidente.

Uno de los aspectos más inquietantes de la disputa entre Duesberg y el establishment del sida es la forma en que se le ha negado a Duesberg la oportunidad de probar su hipótesis. En una disciplina que se rige por afirmaciones empíricas de la verdad, las pruebas experimentales parecerían la forma obvia de confirmar o refutar las afirmaciones de Duesberg. Pero Duesberg ha encontrado las puertas del establishment científico cerradas a sus frecuentes peticiones de pruebas…

Duesberg merece ser escuchado, y el asesinato ideológico que ha sufrido seguirá siendo un testimonio vergonzoso de las tendencias reaccionarias de la ciencia moderna… En un momento en el que se buscan desesperadamente ideas frescas y nuevas vías de investigación, ¿cómo puede la comunidad del SIDA permitirse no financiar la investigación de Duesberg?”

Esta última frase cerraba la reseña completa, que apareció en una prestigiosa e influyente publicación hace más de un cuarto de siglo. Pero, por lo que puedo decir, la sentida crítica de Horton cayó totalmente en saco roto, y el establishment del sida se limitó a ignorar toda la controversia mientras presionaba gradualmente a los medios de comunicación para que pusieran fin a cualquier cobertura. Esto parece confirmar plenamente la historia narrativa proporcionada en el actual bestseller de Kennedy. (Véase:Verdad y herejía sobre el SIDA”, Richard Horton – The New York Review of Books – 23 de mayo de 1996.

En español, ver el pdf https://books.google.co.uk/books?id=X3A4EAAAQBAJ&pg=PT87&lpg=PT87&dq=richard+hurton+la+vertdad+y+el+sida&source=bl&ots=cPOFNL1fIV&sig=ACfU3U20N64nLXVigZhPFd3L_KRZExMZlA&hl=fr&sa=X&ved=2ahUKEwiMq5mW_ov1AhVNPcAKHcFsB6wQ6AF6BAgjEAM#v=onepage&q=richard%20hurton%20la%20vertdad%20y%20el%20sida&f=false; ver también Después del Sida

En conjunto, estos cinco artículos tienen más de 45.000 palabras, la longitud de un libro corto, y probablemente proporcionan un debate tan bueno y ecuánime sobre la Hipótesis de Duesberg como se puede encontrar en cualquier lugar. Los lectores pueden juzgar por sí mismos, pero creo que el bando de Duesberg se llevó la mejor parte de todos esos intercambios.

Según el artículo de AP, el libro de Kennedy probablemente vendió cerca de 200.000 copias durante las primeras dos semanas después de su lanzamiento el 16 de noviembre de 2021. El libro ha recuperado el puesto número 1 en Amazon y ha mantenido esa posición durante gran parte de diciembre, por lo que las ventas totales pueden ser ahora más del doble de esa cifra.

Pero incluso si el total de copias impresas llega a un millón o más, tales números representan meramente una pequeña porción de las decenas de millones de americanos que reciben cada día una avalancha de mensajes fuertemente promovidos por nuestros medios electrónicos y sociales, órganos mediáticos que están poniendo en la lista negra o boicoteando el importante material que Kennedy presenta. Así que, a menos que el muro defensivo de los medios de comunicación pueda ser violado con éxito, el mensaje del libro de Kennedy puede estar restringido en gran medida a esa fracción de la población entera que ya está en sintonía con él, tal vez fortaleciendo su determinación, pero ganando relativamente pocos nuevos adherentes.

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Hace varios años analicé exactamente esta cuestión, esbozando las dificultades de superar tal bloqueo mediático y la posible estrategia a seguir, y vale la pena citar extensamente algunas de mis sugerencias:*

  • Los medios de comunicación dominantes existen como un todo sin fisuras, por lo que debilitar o desacreditar a los medios de comunicación en un área concreta reduce automáticamente su influencia en todas las demás.

Los elementos de la narrativa de los medios de comunicación a los que se enfrenta un determinado grupo antisistema pueden ser demasiado fuertes y estar bien defendidos como para atacarlos eficazmente, y cualquier ataque de este tipo también podría ser descartado por estar motivado ideológicamente. Por lo tanto, la estrategia más productiva puede ser a veces indirecta, atacando la narrativa de los medios de comunicación en otros temas, en puntos donde es mucho más débil y está menos defendida. Además, ganar esas batallas más fáciles puede generar una mayor credibilidad e impulso, que puede aplicarse a posteriores ataques en frentes más difíciles.

Algunas partes de ese muro mediático pueden ser sólidas y estar vigorosamente defendidas por poderosos intereses creados, lo que dificulta los asaltos. Pero otras partes, quizás más antiguas y oscuras, pueden haberse vuelto decrépitas con el tiempo, y sus defensores se han alejado. Romper el muro en estos lugares más débiles puede ser mucho más fácil, y una vez que la barrera se ha roto en varios puntos, defenderla en otros se vuelve mucho más difícil.

Por ejemplo, consideremos las consecuencias de demostrar que la narrativa establecida por los medios de comunicación es completamente falsa en algún acontecimiento individual importante. Una vez que este resultado ha sido ampliamente reconocido, la credibilidad de los medios de comunicación en todos los demás asuntos, incluso los que no tienen nada que ver, se vería atenuada. La gente de a pie llegaría a la conclusión de que si los medios de comunicación han estado tan equivocados durante tanto tiempo en un punto importante, también podrían estarlo en otros, y la poderosa suspensión de la incredulidad que proporciona a los medios su influencia se volvería menos poderosa. Incluso los individuos que forman colectivamente el corpus de los medios de comunicación podrían empezar a tener serias dudas sobre sus anteriores certezas.

El punto crucial es que tales avances pueden ser más fáciles de lograr en temas que parecen simplemente de importancia histórica, y están totalmente alejados de cualquier consecuencia práctica actual.

Según los parámetros habituales del debate público, los desafíos a la ortodoxia establecida se tratan como “afirmaciones extraordinarias” que deben justificarse con pruebas extraordinarias. Este requisito puede ser injusto, pero constituye la realidad de muchos intercambios públicos, basados en el marco que proporcionan los medios de comunicación supuestamente imparciales.

Dado que la mayoría de estas controversias implican un amplio abanico de cuestiones complejas y pruebas ambiguas o controvertidas, suele ser extremadamente difícil establecer de forma concluyente cualquier teoría poco ortodoxa, digamos con un nivel de confianza del 95% o el 98%. Por lo tanto, el veredicto de los medios de comunicación es casi invariablemente “Caso no probado” y los impugnadores son juzgados como derrotados y desacreditados, incluso si en realidad parecen tener la preponderancia de las pruebas de su lado. Y si impugnan la injusticia de su situación, esa misma respuesta es citada posteriormente por los medios de comunicación como una prueba más de su fanatismo o paranoia.

Sin embargo, supongamos que se adoptara una estrategia totalmente diferente. En lugar de intentar presentar un caso “más allá de toda duda razonable”, los defensores se limitan a aportar pruebas y análisis suficientes para sugerir que hay un 30% de posibilidades o un 50% o un 70% de posibilidades de que la teoría no ortodoxa sea cierta. El mero hecho de que no se afirme una certeza casi absoluta constituye una poderosa defensa contra cualquier acusación plausible de fanatismo o pensamiento delirante. Pero si el tema es de enorme importancia y -como suele ser el caso- la teoría no ortodoxa ha sido casi totalmente ignorada por los medios de comunicación, a pesar de tener aparentemente al menos una posibilidad razonable de ser cierta, entonces los medios pueden ser efectivamente atacados y ridiculizados por su pereza e incompetencia. Estas acusaciones son muy difíciles de refutar y, dado que no se está afirmando que la teoría no ortodoxa haya demostrado ser necesariamente correcta, sino simplemente que podría serlo, cualquier contraacusación de tendencias conspirativas se quedaría en nada.

De hecho, el único medio que tendrían los medios de comunicación para rebatir eficazmente esas acusaciones sería explorar todos los complejos detalles de la cuestión (contribuyendo así a llamar la atención sobre diversos hechos controvertidos) y luego argumentar que sólo hay una posibilidad insignificante de que la teoría pueda ser correcta, quizás un 10% o menos. Así, la carga presuntiva habitual se invierte por completo. Y dado que es poco probable que la mayoría de los miembros de los medios de comunicación hayan prestado alguna vez mucha atención al tema, su presentación ignorante puede ser bastante débil y vulnerable a una deconstrucción informada. De hecho, lo más probable es que los medios de comunicación sigan ignorando por completo toda la disputa, reforzando así esas plausibles acusaciones de pereza e incompetencia.

Véase en ingles: Pravda americana: “Rompiendo la barrera mediática”, por Ron Unz – The Unz Review – 24 de octubre de 2016.

El público principal del libro de Kennedy es la amplia y movilizada comunidad antivacunas de Estados Unidos, y muchos de esos individuos pueden ignorar su larga discusión sobre la controversia del VIH/SIDA, o incluso desecharla como una distracción. Pero creo que esto es un grave error estratégico. Por el contrario, centrarse en la cuestionable narrativa sobre el VIH/SIDA y en la hipótesis contraria de Duesberg puede constituir el mejor medio para desacreditar a la clase médica dominante en Estados Unidos, y permitir así una reevaluación de nuestra política de vacunación. Como expliqué casi al final de mi reseña:

Como un observador externo sin experiencia especial en estas áreas de la medicina, me impresionó gran parte del material que Kennedy reunió en apoyo de sus puntos de vista poco ortodoxos sobre las vacunas y los tratamientos Covid, pero encontré que las pruebas que proporciona sobre el VIH y el SIDA era mucho más completa y persuasiva, mientras que estaba respaldada por expertos mucho más autorizados. Pero si, como argumenta, la verdad sobre el VIH y el sida ha sido suprimida con éxito durante décadas por toda la industria médica, necesariamente debemos sospechar mucho de otras afirmaciones médicas, incluidas las relativas al Covid y las vacunas.

Incluso me pregunto si esto no representa parte del subtexto oculto de la amarga batalla actual sobre el vaxxing y la reacción casi paranoica de tantos opositores. Los que han desafiado el dogma científico oficial sobre el sida hace tiempo que han sido expulsados de la plaza pública, de modo que pocos de los que se informan a través de los medios de comunicación dominantes son siquiera conscientes de la disputa. Pero el tipo de teorías divergentes presentadas por Kennedy probablemente hayan circulado durante años dentro de segmentos particulares de la población, y estos individuos se han convencido firmemente de que un gran número de americanos murieron porque el establecimiento médico infligió el mortal tratamiento AZT para combatir el inofensivo virus del VIH. Así que ahora se volverían extremadamente sospechosos cuando se enteraran de que un virus Covid de baja mortalidad estaba siendo tratado por el uso generalizado de nuevas vacunas experimentales que habían eludido completamente el proceso habitual de pruebas a través de un conjunto de exenciones de emergencia. Después de absorber el notable contenido del importante libro de Kennedy, creo que no son preocupaciones irrazonables.

Ron Unz, 29 diciembre 2021

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Articulo Original : Pravda americana: El SIDA y el renacimiento de la hipótesis de Duesberg

Traducción y compilación de datos: MP para Red Internacional

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NOTAS Y COMPLEMENTOS

Aquí el comentario de Carlos Fazio, para La Jornada, de México, por el periodista https://www.jornada.com.mx/notas/2021/12/24/politica/el-doctor-fauci-sociopata-al-servicio-de-las-farmaceuticas-robert-f-kennedy-jr/;

Aquí el comentario de Umberto Mazzei, para Aporrea, de Venezuela : https://www.aporrea.org/internacionales/a308136.html.

Y aquí la famosa entrevista de Robert Kennedy, enteramente transcrita, y parcialmente subtitulada en español : https://cienciaysaludnatural.com/la-historia-criminal-del-dr-anthony-fauci-documentada-en-un-libro-de-robert-kennedy-jr/ .

A la espera de que salga pronto la traducción del libro al español, he aquí el contenido del libro, por la fundación de la cual Robert Kennedy es presidente :

https://tube.childrenshealthdefense.eu/videos/watch/c35dafe4-cb83-4f2e-a900-16a7233edbcd?title=0&warningTitle=0

“Si Robert F. Kennedy, Jr. ha decidido dedicar un libro a Anthony Fauci, el experto número uno en Covid en Estados Unidos, es porque este médico es hoy el hombre más influyente en las políticas sanitarias al servicio de una toma de posesión geopolítica del planeta. Director del NIAID, el Instituto Nacional de Enfermedades Infecciosas, y miembro del consejo o director de muchos otros institutos, Fauci ha asesorado a seis presidentes, gestionando presupuestos colosales de decenas e incluso cientos de miles de millones de dólares. El zar de la mafia médica, socio durante mucho tiempo de Bill Gates, es acusado ahora por el médico y senador Rand Paul de haber apoyado y subvencionado la investigación para aumentar “ganancia de función” (del virus) en Estados Unidos antes de que fuera prohibida. Sin embargo, su instituto siguió financiando este tipo de investigaciones en el extranjero, incluida la investigación del coronavirus en el laboratorio de Wuhan, hasta abril de 2020, a través de una organización intermediaria, EcoHealth Alliance.

En las últimas semanas, a raíz de una petición oficial para poner a disposición del público su correspondencia desde el inicio de la pandemia, algunos intercambios han revelado la obstinación de Fauci en ignorar las opciones de tratamiento (hidroxicloroquina, por ejemplo) [que pueden sustituir ventajosamente la azarosa pero rentable vacunación por los laboratorios de Pfizer y Moderna], alabar los méritos del Remdesivir [antes de que la OMS lo declarara altamente tóxico e ineficiente] o ignorar las llamadas de los científicos que confirman la posibilidad de un virus manipulado en el laboratorio.

Kennedy explica en esta entrevista cómo Fauci se hizo con el control de la sanidad pública en EE.UU. y en otros lugares, empezando por su intento de apropiarse del descubrimiento del SIDA  con su colega Robert Gallo, para convertir la sanidad pública en una “máquina de hacer dinero” para la industria farmacéutica. Para Kennedy, Fauci es un criminal, responsable de la muerte de miles de personas, y debería estar entre rejas ya.

  • Nos encontramos en un momento crítico de nuestra historia. Fauci y Gates no son los únicos actores cuestionados.  Se trata de toda una red de influencia que ahora hay que desmantelar y juzgar, dentro de las comisiones nacionales en Europa y en otros lugares, y dentro de las agencias sanitarias y organizaciones internacionales … dirigidas por la industria yl.as finanzas.

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Una entrevista que ver, un libro que encargar (de momento en inglés) y sobre todo… un dossier que completar y un caso que seguir. Gracias por compartirlo”.

 

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[Sobre el autor: Ron Unz es fundador y administrador de la página unz.com, donde cada artículo publicado genera cientos de comentarios acertados, de especialistas. Este artículo demuestra que los crímenes habituales del Dr. Fauci ya no se pueden negar, a pesar de la férrea censura mediática, y del terrorismo ejercido en contra de los investigadores honrados.]

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Lecturas relacionadas, en español:

* Fauci y la estafa del SIDA, una reseña parcial del libro de Robert Kennedy Jr., por Laurent Guyénot.

* https://redinternacional.net/2021/06/13/el-origen-del-covid-19-la-caja-de-pandora-por-israel-shamir/

https://redinternacional.net/2020/10/11/video-coronavirus-crimenes-contra-la-humanidad-dr-reiner-fuellmich/

* La guerra contra los pueblos mediante el Covid: https://redinternacional.net/2021/03/26/entrantes-o-plato-principal-por-israel-shamir/

* La vacunación masiva y el riesgo de escape viral: redinternacional.net/2021/06/10/9290/

 

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