El juicio a Carlos Telleldín : el Mossad vuelve a apuntar a Argentina – por Maria Poumier

El Estado judío, después de haber destruido en 1981 la central nuclear iraquí de Osirak, que podría haber facilitado una fuerza disuasoria a todo el mundo árabe y contrarrestado el desarrollo de su propia bomba nuclear, después de haber hecho asesinar a cuatro ingenieros nucleares iraníes entre 2010 y 2012, después de realizar un enorme sabotaje en Irán en julio de 2020, Israel, pues, se alegra ruidosamente del asesinato de un investigador iraní considerado como el cerebro del posible armamento atómico de Irán.

En francés, la revista L’Express lo confirma transmitiendo el punto de vista israelí: los israelíes están orgullosos de que el Mossad haya logrado asesinar al investigador iraní Mohsen Fakhrizadeh.

Para el periódico israelí Haaretz, esto no es una coincidencia: “El momento del asesinato, incluso si fue determinado por consideraciones puramente operacionales, es un claro mensaje” para Joe Biden. Muestra, según el diario, la oposición de Israel “a un retorno al acuerdo nuclear” firmado en 2015 bajo la presidencia de Barack Obama, acuerdo después anulado por el Sr. Trump.

El equipo de Netanyahu necesita mantener una guerra permanente con Irán y con Hezbollah, al menos frente a su opinión pública, para aparecer como protector de un país constantemente amenazado por los descendientes espirituales del Imán Jomeini, la columna vertebral del antisionismo.

La continua afición israelí por el asesinato selectivo (más de 200 casos reconocidos) se ve alentada por el hecho de que el asesinato del general Soleimani, el pasado 3 de enero de 2020, todavía no ha dado lugar a represalias significativas.

De hecho, hay círculos empresariales en Irán en torno al presidente Rohani, que lo llevaron a mostrar signos de debilidad, ya que el país está siendo sofocado por las sanciones de EE.UU., y, considerando que la era Trump ha terminado, algunos tenían prisa por normalizar sus relaciones con los EE.UU. y con Israel, como Arabia Saudita y los Emiratos. Y Joe Biden fue el vicepresidente de Obama a cargo de Irán. Pero este último asesinato está generando una gravísima crisis política en Irán, y una guerra frontal con Israel ya no está descartada.[1]

En este contexto, la DAIA argentina se siente viento en popa junto con el Estado terrorista israelí; y da la casualidad que  se inicia el día 2 de diciembre en Buenos Aires un nuevo juicio contra el ciudadano Carlos Telleldín, acusado de haber vendido un coche que luego fue aderezado con explosivos y lanzado contra el edificio de la AMIA el 18 de julio de 1994, matando a 85 personas e hiriendo a 300. Este ataque, según la propaganda israelí, fue presuntamente ordenado y montado por Irán. Se nos dice constantemente que esta hipótesis (infundada y absurda) es un hecho establecido, porque es esencial para Israel que Irán sea clasificado como “Estado terrorista”, lo que permitiría todo tipo de agresiones, a escala mundial, desde el punto de vista israelí. El Estado judío ya obtuvo una declaración del gobierno del presidente Macri según la cual Hezbollah es una organización terrorista.

La DAIA quiere volver a meter a Carlos Telleldín en la cárcel durante 20 años o más, aunque ya ha sido condenado a cadena perpetua, ha cumplido 11 años de prisión y ha sido liberado por la anulación del primer juicio. Los abogados de la DAIA son Miguel Bronfman, Gabriel Camiser. Horacio Etcheverry es el abogado de las familias de las víctimas. Los fiscales son Roberto Salum, Santiago Roldán y Santiago Eyherabide. Los jueces del Tribunal Oral 3 son Andrés Basso, Javier Ríos y Fernando Canero.

Telleldín, que entretanto se ha convertido en un renombrado abogado penalista, será defendido por Verónica Blanco y Verónica Carzoglio. Se le acusa de haber vendido un vehículo a un desconocido al precio de mercado, es decir, sin haber tenido motivo alguno para sospechar que podría ser utilizado para un atentado. Y ¡no se presentan nuevos hechos que apoyen esta acusación! Según esta lógica propia del “Absurdistán” que se nos quiere imponer, si alguien te compra tu auto, serás culpable si el comprador lo usa para hacerle daño a alguien en el futuro…

El problema es que la AMIA fue destruida por explosivos situados unos dentro del propio edificio y otros tal vez a la entrada del mismo. Los primeros expertos argentinos fueron terminantes sobre este punto, y cualquier foto de los daños en la cuadra muestra claramente que sólo un lado de la calle está cubierto de escombros, proyectados desde el edificio. En la vereda de enfrente, los cristales de las ventanas ni siquiera se rompieron….

Naturalmente, el supuesto coche bomba nunca fue encontrado. De hecho, ningún testigo vio un coche que coincidiera con la descripción israelí acercándose unos segundos antes de la voladura. Los israelíes enviados a realizar las investigaciones iniciales llevaron a una comisaría de policía fragmentos de lata que, en conjunto, no podían constituir más del 15% de un automóvil y que, en realidad, procedían de dos vehículos distintos. Entre ellos, milagrosamente, había un trozo de metal con un número de motor. La firma Renault certificó que este número no podía provenir del coche vendido por el garaje Telleldín.

Inicialmente, el sistema de justicia argentino fue tomado por sorpresa y conmocionado. Israel afirmó inmediatamente que se trataba de un ataque antisemita fraguado por Siria o Irán, y la prensa revivió los sentimientos antimusulmanes y la guerra ideológica contra el gobierno iraní; se estancó todo en el clásico embrollo judicial general en este caso. El repentino suicidio del fiscal Nisman, encargado de la investigación, en enero de 2015, dio lugar a que se conociera la identidad del hombre de la CIA en Buenos Aires, el jefe de los servicios secretos en persona, Alberto Stiusso, que había hecho todo lo posible para empujar a Nisman a acusar a la Presidenta Cristina Kirchner de colusión con Irán. Esperaba permanecer para siempre en las sombras, pero Netflix dio a conocer su papel a todo el continente americano lanzando un documental en enero de 2020. El ex director general de la Interpol ya había negado que Cristina Fernández hubiese querido poner fin a las órdenes de captura de los iraníes incriminados, pero extrañamente, la justicia argentina siempre se negó a pedirle una declaración a Ronald Noble.

La persecución contra Carlos Telleldín había comenzado antes del ataque, su teléfono había sido intervenido varios días antes, sin ningún pretexto. Los servicios secretos israelíes que operan en Argentina lo habían elegido para este papel simplemente por su apellido, que es de origen sirio. El bombazo, organizado por los agentes locales del Mossad, tenía el sentido de una advertencia contra el Presidente Menem, cuya familia aún está bien establecida en Siria, para obligarlo a dejar de comerciar con la República Islámica del Irán, en particular en el ámbito de las exportaciones de uranio y la tecnología nuclear. Lo acusaron de proteger a Alberto Kanoore Edul, otro ciudadano argentino de origen sirio, que supuestamente organizara el ataque. Ambos fueron absueltos de cualquier cargo de complicidad en el ataque. Edul murió antes de que se reconociera su inocencia, y el ex presidente Menem fue liberado de toda culpa en 2019, 25 años después del hecho. Todos los acusados de complicidad en el terrorismo fueron puestos en libertad, pero ya en 2009 las autoridades israelíes anunciaron su intención de conseguir la revisión del juicio de Telleldín con miras a condenarlo a cadena perpetua.

El acusado está demostrando ser cada vez más valiente y lúcido sobre lo que está en juego. El Mossad creyó que lo había comprado,  porque había aceptado unos 400.000 dólares para acusar a un sector de extrema derecha de la policía argentina de estar involucrado en el ataque. Hay razones para suponer que el acercamiento vino de las oficinas del propio Ministro del Interior Carlos Corach, ciudadano argentino-israelí que luego se retiró en Francia. A Telleldín se le ofreció trabajar para el Mossad a cambio de su inmediata liberación, transacción a la que se negó rotundamente. La identidad del agente secreto israelí, Eldad Gafner, que vino a verlo a la cárcel bajo una falsa identidad de fiscal, fue descubierta por un periodista argentino-israelí, y unos años más tarde todos los cargos contra Telleldín fueron invalidados: después de 11 años de prisión, y seis juicios sobre cuestiones derivadas de la acusación original, ya no había el menor argumento para acusarlo de haber proporcionado ningún vehículo a ningún cómplice terrorista. Sin embargo, en 2019, el juez Galeano, que le había entregado los 400.000 dólares, fue condenado por segunda vez por obstrucción a la justicia.

Un laboratorio del FBI estudió el ADN de los restos del presunto conductor del coche bomba y comunicó sus conclusiones en 2019: no eran las del sospechoso Ibrahim Berro, cuya familia había afirmado desde el principio que había muerto en combate en el Líbano.

Tarde, pues, pero definitivamente, el FBI confirmaba lo que los expertos argentinos no habían logrado, a pesar de sus esfuerzos en los tribunales y con la prensa, que se reconociese que el atentado no se había cometido con un coche bomba, ya que los israelíes ¡siempre y exclusivamente habían nombrado a Ibrahim Berro para el papel de conductor del coche suicida!!!!

El nuevo juicio, cuya apertura está prevista para el 2 de diciembre de 2020, tiene como objetivo sobre todo la removilización de los medios de comunicación y de la opinión pública contra Irán, Siria y la ex presidenta Cristina Fernández, actualmente vicepresidenta en ejercicio.

El caso se remonta a 26 años atrás, y aunque en 2013 el memorandum de acuerdo entre Irán y Argentina para compartir la investigación podía haber esclarecido las responsabilidades del atentado, en aquél momento Irán prefirió proteger simplemente a sus propios diplomáticos y salvar en lo posible sus relaciones comerciales con Argentina, reservándose, según su tradición diplomática, la elección del momento oportuno para desenmascarar al Mossad como organizador de este ataque bajo falsa bandera.

Thierry Meyssan había demostrado, gracias a las contribuciones de los especialistas argentinos que habían llevado a cabo la investigación desde los primeros días, que el atentado contra la AMIA había sido en muchos aspectos un ensayo general de los atentados del 11 de septiembre y de los de Atocha en Madrid (modus operandi comparable, elevado número de víctimas, intenso efecto de terror, atribución del crimen a musulmanes etc.) y había desarrollado su propia investigación sobre este atentado comparándolo con el atentado contra Rafiq Hariri, en su volumen La temible impostura II (2007). En cuanto a los antecedentes de la acusación contra el Irán, cabe recordar que el ataque de Lockerbie de 1988 contra un avión de Pan Am se atribuyó primero a Irán, antes de que los Estados Unidos eligieran enfrentar a los iraquíes contra los iraníes; fue entonces cuando decidieron culpar a la Libia de Gaddafi. La nueva provocación israelí anuncia nuevas operaciones bajo falsa bandera, un pretexto para una ofensiva más amplia contra Irán.

Carlos Telleldín estudió derecho, durante sus largos años en prisión, y se graduó de abogado, especializándose en la defensa de detenidos que sufren en las cárceles durante años a la espera de juicio, la mitad de la población carcelaria de Argentina, dice el “Sacapresos”. Es popular y no tiene intención de dejarse someter. En estos momentos, sobre su persona y su futuro está en juego la independencia del poder judicial en Argentina, y la de Argentina en su conjunto, al menos simbólicamente.

Maria Poumier, 2 de diciembre de 2020

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Publicación original en Red Internacional

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Ver también:

“Comunicado del Departamento Federal Suizo de Justicia y Policía”, Red Voltaire, 11 de noviembre de 2003.

“Washington quiere reescribir los ataques en Buenos Aires”, por Thierry Meyssan, Red Voltaire, 13 de julio de 2006.

« ¿Musulmanes o pista israelí ? », por José Petrosino y Oscar Abudara Bini, Red Voltaire, 22 juillet 2006.

“AJC acusa a Hezbollah de los atentados de Buenos Aires, a pesar de la decisión de la Corte Suprema de Justicia de Argentina”, Red Voltaire, 12 de agosto de 2006.

« Se acusa a los musulmanes de los ataques a AMIA y la embajada de Israel sin pruebas“, por Juan Gabriel Labaké, Red Voltaire, 4 de septiembre de 2006.

“Fuga documentación clasificada de inteligencia sobre atentado terrorista”, por José Petrosino, Oscar Abudara Bini, Red Tango , Red Voltaire , 27 de septiembre de 2006.

“Des attentats sous fausse bannière en Argentine : 1992 et 1994”, por Adrian Salbuchi y James Fetzer, Red Voltaire, 9 de noviembre de 2009.

“Mensaje de Cristina Fernández sobre el Memorando entre Argentina e Irán”, por Cristina Fernández de Kirchner, Red Voltaire, 8 de febrero de 2013.

« Argentina : la CIA y el Mossad en un intento de “golpe blando” », por Stella Calloni, Contralínea (México) , Red Voltaire , 5 de marzo de 2015 (retomado de Contralínea (México)

« Atentado de Buenos-Aires : Antonio Stiuso se refugia en EEUU”https://www.voltairenet.org/article189003.html, 9 octubre 2015.

https://plumenclume.org/blog/525-affaire-nisman-nouvelles-revelations

http://admin9du382x.egaliteetreconciliation.fr/Attentat-de-l-AMIA-en-Argentine-la-mort-du-procureur-general-Nisman-et-la-connexion-israelienne-30954.html (par Adrián Salbuchi)

http://admin9du382x.egaliteetreconciliation.fr/Amia-repetita-un-film-de-Maria-Poumier-sur-l-attentat-de-1994-a-Buenos-Aires-25420.html

http://french.irib.ir/info/economie/item/261848-le-triangle-iran-argentine-isra%C3%ABl-et-la-france-par-maria-poumier

[1] Las relaciones económicas entre Israel e Irán son complejas : De hecho, ha habido acuerdos petroleros entre Israel e Irán desde 1968, con Irán suministrando petróleo. “EAPC fue creado en 1968 para asegurar el transporte de petróleo iraní a Israel. Continuó funcionando después de que la revolución islámica dejó de distribuir combustible, y en 2014 fue responsable del peor derrame de petróleo en la historia de Israel”. En octubre se firmó un acuerdo entre la empresa israelí EAPC y una empresa de los Emiratos Árabes Unidos para enviarlo a Askelon (según el Times de Israel).

También se informa de que tras el derrocamiento del Shah en 1979, “de manera indirecta y subrepticia, se restablecieron gradualmente algunos contratos”. Israel, por ejemplo, suministró armas a Irán durante la guerra entre Irán e Iraq (1980-1988), mientras que Teherán acordó en 1989 vender a Israel petróleo por valor de 36 millones de dólares [lo cual le fue útil para reactivar] su economía, que había sido devastada por la guerra.

Thierry Meyssan afirma además que Irán e Israel comparten la mitad de un oleoducto hasta Haifa; la prensa israelí nunca lo menciona porque hay una ley en Israel que prohíbe toda mención de la propiedad de este oleoducto, bajo pena de 15 años de prisión, lo que se explica por el hecho de que toda la economía israelí gira en torno a este suministro, que no puede fallar.

 

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