El periódico The Guardian acaba de publicar un artículo de opinión genuino, no ficticio, titulado “¿Es mi hija judía de tres años demasiado joven para aprender sobre el antisemitismo?” Trata de una madre preocupada que le está enseñando a su niña pequeña sobre el Holocausto en caso de que Jeremy Corbyn se convierta en primer ministro.
Apareció en The Guardian. No en el diario satírico The Onion, sino en The Guardian.
“Tal vez tengan razón y sea demasiado pronto incluso para esta suave introducción”, reflexiona Hilary Freeman. “Definitivamente no quiero asustar ni traumatizar a mi hija. Y sin embargo, en el clima actual, con las acusaciones de antisemitismo en el Partido Laborista en los titulares de las noticias prácticamente todos los días, y un aumento del antisemitismo en toda Europa, ésta es una cuestión que es pertinente para su vida y para su futuro, no sólo una historia en un libro. Muchos judíos en el Reino Unido se sienten muy inquietos”.
Quiero decir, guau. Sólo… guau. Estoy seriamente tentada a llenar el resto de este artículo repitiendo la palabra “guau”. Y no la copiaría y pegaría. La escribiría una y otra vez con puntuación y sentimiento.
¿Seguramente que éste es el mayor extremo al que pueden llevar este cuento de que “Corbyn es un nazi en secreto”? ¿Seguramente? ¿Cómo es posible que lo lleven más lejos que una locura caricaturesca como ésta? ¿”Aterrado ante el declive del Partido Conservador en las encuestas, llevé a mi cocker spaniel de gira por Auschwitz”?
Odio burlarme del miedo al antisemitismo, que es algo real que sí ocurre y que debería ser condenado inequívocamente. Sin embargo, odio más todavía a los medios de comunicación británicos por hacer que sea extremadamente fácil y cien por ciento necesario burlarse de ellos por algo así.
Repiten una y otra vez, como si fuera verdad, que Corbyn es una nazi en secreto que ama el antisemitismo, a pesar de la ausencia total de cualquier cosa remotamente parecida a hechos o evidencia, y luego publican artículos de opinión de madres ostensiblemente aterradas que citan “acusaciones de antisemitismo en el Partido Laborista que aparecen en los titulares de las noticias prácticamente todos los días”, como la base de su miedo a que su hija de tres años termine como Ana Frank. Y luego, cuando este comportamiento desmesurado provoca que Corbyn denuncie a los medios de comunicación y presione por reformas, la prensa británica responde con titulares como: “Corbyn está siguiendo el manual de Donald Trump sobre la persecución contra los medios de comunicación”.
Pueden establecer este vínculo porque al otro lado del charco se está tejiendo la historia de que el Presidente de los Estados Unidos está tratando injustamente a la máquina de propaganda de los medios de comunicación. La semana pasada,
cientos de medios de comunicación publicaron artículos de opinión coordinados en los que denunciaban la “guerra” y el “asalto” de Trump a contra la “prensa libre” porque de vez en cuando dice cosas malas sobre CNN, mientras que
ignoran por completo los
horrendos intentos de ese gobierno por silenciar a WikiLeaks y perseguir a Julian Assange por ejercer el periodismo.
“¡No somos el enemigo del pueblo!”, proclamaban estos medios de comunicación con una sola voz, cantando como uno solo, repitiendo el mismo mantra una y otra vez como un hipnotizador. “¡No somos enemigos del pueblo! ¡No somos enemigos del pueblo! ¡No somos enemigos del pueblo!”
Oh, jódanse. Sí que lo son, carajo!
Jeremy Corbyn: Una prensa libre es esencial para nuestra democracia, pero gran parte de nuestra prensa no es libre en lo absoluto.
Quiero que los trabajadores de los medios tengan libertad de hacer el mejor trabajo posible; en lugar de ser detenidos por los dueños multimillonarios, los gigantes tecnológicos o el estado.
Los medios de comunicación son absolutamente el enemigo del pueblo. Sin duda alguna lo son. Son el enemigo de toda nuestra especie.
“Ni las grandes potencias políticas o financieras del mundo ni la población en general se dan cuenta de que la revolución de la ingeniería, la química y la electrónica permite ahora producir muchos más dispositivos técnicos con cada vez menos material”, dijo una vez el brillante inventor y teórico de sistemas Buckminster Fuller. “Ahora podemos cuidar de todos con un nivel de vida más alto que el que nadie haya conocido. No tiene que ser “tú o yo”, así que el egoísmo es innecesario y la guerra es obsoleta. Esto nunca se había hecho antes. Hace sólo doce años, la tecnología llegó al punto en que esto podría hacerse. Desde entonces lo ha facilitado mucho”.
Fuller dijo esto en 1981. Entonces, ¿por qué no ha ocurrido todavía? ¿Por qué la humanidad no ha vuelto su creatividad e ingenio hacia la prosperidad humana en lugar de la guerra, la explotación, la dominación y el ecocidio?
Los sosos intelectuales que han pasado demasiado tiempo sin salir de casa podrían burlarse y decir que es porque Fuller estaba equivocado, que es simplemente parte de la naturaleza humana que todos deberíamos estar luchando para llegar a la cima del montón, mientras nos arañamos la carne los unos a los otros, y pisamos las cabezas de los demás hasta que matemos nuestro ecosistema y nos ahoguemos hasta la muerte con el polvo y las cenizas.
Yo digo que eso es mentira. La razón por la que no hemos vuelto nuestro poder creativo hacia la salud y la armonía en lugar de la muerte y la destrucción es porque estamos siendo manipulados por personas poderosas que tienen un interés personal en mantener el status quo. Y lo están haciendo a través de los medios de comunicación.
Los humanos no quieren sufrir y trabajar para convertir a unos pocos multimillonarios en aún más ricos y poderosos de lo que ya son. Literalmente nadie quiere eso para la humanidad, aparte de esos multimillonarios y sus subordinados inmediatos. La razón por la que todavía no hemos usado el poder de nuestra mayoría para crear un sistema en el que todos satisfagan sus necesidades básicas, y todos trabajemos en colaboración con nosotros mismos y con nuestro medio ambiente, en lugar de envenenar nuestro aire y agua, y gastar dinero que debería ser para medicinas en bombas, es porque vemos pantallas en nuestras vidas que nos convencen día tras día de que esto no es lo mejor para nosotros. Sigan aceptando grados cada vez mayores de capitalismo clientelista corrupto. Sigan votando por el mismo sistema de dos cabezas y un solo partido de propiedad oligárquica día tras día. Sigan ignorando que el ejército de los EE.UU. es el peor contaminador de la tierra y con lo que costó de la guerra de Irak se hubiera podido pagar para que todo el planeta pasara a usar energía renovable.
Día tras día, la psique del público es golpeada con estas historias engañosas que fabrican el consentimiento para la guerra, la explotación y la opresión en lugar de la salud y la prosperidad. Lo único que nos impide levantarnos como leones en número invencible como en el poema de Percy Bysshe Shelley y crear un mundo saludable es que somos prisioneros en una jaula psíquica construida de cuentos propagandísticos. Los medios de comunicación controlados por los multimillonarios son el enemigo del pueblo de la misma manera en que una jaula es el enemigo de un pájaro.
Tenemos loros nativos aquí en Australia. A veces pienso en lo genial que sería tener una mascota, pero luego miro afuera y veo a las galas y cacatúas que juegan entre los árboles y pienso: “No”.
Los multimillonarios que controlan los medios de comunicación carecen de esa parte de sí mismos. Son nuestros enemigos.
Pero nosotros somos muchos. Y ellos son pocos. Y estamos despertando.
