Los lobbies israelíes en Bruselas

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Todo el mundo lo sabe: las redes proisraelíes juegan un papel activo en la escena política americana. Menos conocida en cambio es su influencia en Bruselas, sede de las instituciones europeas. Con el apoyo de sus homólogos del otro lado del Atlántico y de Tel-Aviv, consolidan el estatus sin equivalente de Israel ante una Unión Europea que se niega a cualquier medida contra la prosecución de la colonización y las innumerables violaciones de los derechos humanos en los territorios palestinos ocupados.

“Desde el punto de vista de las violaciones de los derechos humanos, el lobby israelí goza de un claro trato de favor comparado a otras representaciones de intereses estatales”, según explica una fuente del Parlamento europeo. “Cuando Rusia puso a diputados europeos en una lista negra de prohibición de entrada en su territorio nacional, el presidente del Parlamento europeo Martin Schultz limitó inmediatamente el acceso de diplomáticos rusos a la institución. Israel, por su parte, no duda en poner en listas negras a las y los diputados europeos que defienden los derechos palestinos y, con pocas excepciones, prohíbe a los miembros del Parlamento europeo el acceso a la franja de Gaza desde 2011, ¡sin que ello suscite la menor contramedida por nuestra parte!”, prosigue nuestro contacto.

En enero de 2106, el sucesor de Schultz, Antonio Tajani, prohibía una conferencia en la que estaba invitado un ministro sirio en el contexto de acusaciones de uso de armas químicas por el régimen de Bachar al Assad. Sin embargo no vio ninguna objeción en que el diputado israelí Avi Dichter, arquitecto de la represión de la segunda Intifada, fuera invitado con todos los honores a expresarse en la Comisión de Asuntos Exteriores en septiembre de 2018.

Si la influencia de los grupos de intereses que intentan preservar el apoyo del que goza Tel-Aviv ante Estados Unidos es de notoriedad pública, menos conocida es la actividad de esas redes en el Viejo Continente. Sin embargo, desde comienzos de los años 2000, éstos se dedican a asentar sus buenas relaciones con la Unión Europea (UE) y sus Estados miembros. Si las buenas actitudes de Bruselas no revisten para Tel-Aviv el mismo interés vital que las de Washington, no dejan de ser estratégicas. Primer socio comercial, la UE ha concedido progresivamente a Israel un estatus de aliado privilegiado en terrenos cruciales como la investigación científica, la innovación o la información.

El lobby israelí conoció su primera implantación sustancial en Europa en la época de la segunda Intifada, que estalló en septiembre de 2001. “Tomando acta de su imagen desastrosa debido a la represión de la resistencia palestina, el gobierno israelí intentó compensar el déficit de legitimidad que sufre a causa de su política colonial intentando cuidar su imagen ante las élites europeas”, explica David Cronin, periodista irlandés, autor con los investigadores Sarah Marusek y David Miller, de un amplio estudio sobre el tema 1/. Quince años más tarde, el injerto parece que ha prendido y Tel Aviv dispone de una red de influencias casi sin igual para un grupo de presión estatal.

El lobby ha podido contar con el apoyo del gran hermano estadounidense. Algunas de sus componentes son su emanación directa, como el Transatlantic Institute, creado por el American Jewish Committee (AJC), o el B´nai B´rith Europe. Otras estructuras, sin tener lazos orgánicos con las oficinas de Washington, se inspiran en sus métodos, como el European Friends of Israel (EFI), fundado en 2006, o Europe Israel Public Affairs (EIPA), cuyo funcionamiento no deja de recordar el del poderoso American Israel Public Affairs Committee (AIPAC). Además del papel de correa de transmisión de las posiciones gubernamentales, algunos son asignados a alguna misión específica. Es el caso de NGO Monitor, creado en 2002, maestro en el arte de desacreditar, utilizando a menudo la mentira, a las organizaciones de derechos humanos israelíes y palestinas ante los proveedores de fondos occidentales.

Un lobby camaleónico

Debido a las reglas de transparencia de los lobbys, claramente más flexibles en la UE que en Estados Unidos, es difícil identificar con precisión las fuentes de su financiación. El análisis de las declaraciones fiscales de los organismos de caridad ha permitido, no obstante, establecer que sus principales recursos provienen de filántropos residentes al otro lado del Atlántico, cercanos a las derechas americana e israelí, entre los que está Sheldon Adelson, promotor inmobiliario próximo al presidente Donald Trump 2/. Gozan igualmente del apoyo de los servicios diplomáticos israelíes.

Una parte sustancial de las componentes de ese lobby tiene por particularidad conjuntar apoyo indefectible a la política israelí y defensa, a veces auténtica, de los intereses de las comunidades judías de Europa. Su representatividad está, sin embargo, lejos de ser evidente. La European Jewish Association (EJA), que presume de ser la mayor agrupación de organizaciones judías del continente, cuenta con pocas estructuras que gocen de un enraizamiento local real.

Sin constituir un bloque monolítico, estas organizaciones tienen una cierta porosidad entre si. Menachem Margolin, uno de los lobbies más activos en Bruselas, es a la vez el fundador de la EIPA y de la EJA. Alez Benjamin pasó en 2015 de la dirección de la EFI a la de la EIPA. La opacidad de su funcionamiento interno hace de ellas un verdadero lobby camaleónico, que dispone de una gran flexibilidad.

Los centros de poder en el punto de mira

Terreno particularmente escrutado por estas organizaciones, la política exterior y de seguridad común de la UE es fijada por los Estados según la regla de la unanimidad. Una parte importante de la acción del lobby se despliega a partir de ahí a niveles nacionales, apoyándose en particular en el consenso proisraelí que prevalece en Alemania y en Europa central y oriental. Si las embajadas están a menudo participando en las maniobras, hay grupos de presión locales, a veces establecidos desde hace mucho, como en el Reino Unido 3/.

La influencia ejercida sobre la Comisión Europea, que dispone del monopolio de la iniciativa legislativa, pone en marcha las decisiones europeas y gestiona la asistencia financiera a terceros países y los programas de cooperación, reviste un interés fundamental. Algunas direcciones generales (DG) son particularmente escrutadas, como la DG Comercio, la DG Fiscalidad y Unión Aduanera (Taxud) encargada del seguimiento de la delicada cuestión de los productos de las colonias, así como la DG Investigación e Innovación (RTD) que financia en particular el programa europeo Horizonte 2020 en el que participa Israel. El lobby goza de la atención de estas administraciones. La nominación de la comisaria de comercio Cecilia Malmström, ha sido saludada por el EFI. El comisariado para la investigación, la innovación y la ciencia, Carlos Moedas, se ha mostrado particularmente activo en la promoción de la participación de Israel en la investigación europea.

Cortejando a las derechas extremas

El lobby ha cultivado también poderosos contactos en el Parlamento europeo. Provienen esencialmente de los grupos de los conservadores y reformistas europeos (Conservatives and Reformists Group, CRE) y del Partido Popular Europeo (PPE). La corriente sionista cristiana, que percibe el éxito del “Estado judío” como el cumplimiento de una profecía bíblica cuenta también con partidarios en el Parlamento europeo, aunque en menor proporción que en los Estados Unidos. Están reunidos en el European Coalition for Israel (ECI). Como lo esencial de las otras organizaciones del lobby, ésta no se contenta con promover los lazos con Israel, sino que apoya también con fervor las posiciones maximalistas de su gobierno, de las que pide que se apoye en particular el reconocimiento de la soberanía sobre el conjunto de Jerusalén.

Israel puede, en fin, contar con quienes ven en él el bastión avanzado de Occidente contra el islam. Se reclutan en las filas conservadoras, pero también entre las derechas radicales o extremas con las que Israel ha emprendido un acercamiento, a pesar de la turbia relación que algunas de ellas mantienen con el antisemitismo. Seis de los trece miembros fundadores de los Amigos de Judea y Samaria 4/ en el Parlamento europeo pertenecen a esa tendencia. Creado en 2017, este grupo pretende favorecer el comercio con las colonias en Cisjordania, sin embargo ilegal desde el punto de vista del derecho internacional.

La cooptación de personas electas por los órganos de influencia israelís no deja de tener conflictos de intereses. Consejera política para el grupo CRE, Elise Coolegem colabora al mismo tiempo con la embajada israelí, sin que resulte claro si es remunerada por esta actividad extraparlamentaria, lo que prohíben las reglas de esta asamblea. El presidente de la delegación del Parlamento europeo para las relaciones con Israel, Fulvio Martusciello (PPE), es por su parte, personalmente aconsejado por Nuno Wahnon Martins, miembro del Congreso Judío Europeo (CJE), que intenta promover una política europea equilibrada hacia Israel. Una investigación realizada por David Cronin demuestra que esta persona asegura lo esencial del trabajo de la delegación, permitiendo a Israel obtener documentos internos de primera mano.

Los discretos encantos de la start-up nation

La eficacia del lobby no puede explicarse únicamente por la complacencia europea. “Una parte del establishment europeo y de los Estados miembros ve con buenos ojos el acercamiento con Israel y no considera que la cuestión de los derechos humanos sea un motivo válido para diferirlo”, analiza David Cronin. Si la opinión pública europea sigue percibiendo negativamente la influencia de Israel en el mundo, una parte de la patronal está seducida por las oportunidades de negocio de la start-up nation. El nivel de investigación y desarrollo (4,25% del PIB en 2016, el más elevado de la OCDE), hace de Israel un socio científico importante, y numerosas empresas europeas e israelíes están estrechamente conectadas. Importante mercado para las armas europeas, Israel se ha convertido también en suministrador de tecnología militar punta a los países europeos, en particular de drones armados, algunos de ellos ya experimentados en Gaza.

Los grupos de presión lo han comprendido perfectamente, y explotan las contradicciones entre los intereses de la élite europea y sus proclamaciones de compromiso con el derecho. Un arbitraje desfavorable puede, en efecto, revelarse desastroso para Israel. En 2009, la congelación del proceso de relanzamiento de las relaciones bilaterales como consecuencia de la sangrienta ofensiva contra Gaza había producido una bajada del 20,8% de los intercambios con la UE 5/.

En 2012, EFI jugó un papel determinante en la ratificación por el Parlamento europeo del Acuerdo de Evaluación de la Conformidad y la Aceptación de los Productos Industriales (ACAA) bloqueado desde 2010. El lobby emprendió un intenso trabajo de sensibilización dirigido al grupo de liberales europeos, que se debatía entre defensa de derechos humanos e intereses económicos. Este grupo liberal consintió finalmente en reabrir la discusión, permitiendo que emergiera una mayoría favorable al acuerdo, ayudada en esto por la belga Frédérique Ries y la británica Sarah Ludford. Estas dos miembros del EFI plantearon en particular que un mejor acceso al mercado único de la compañía Teva, primer fabricante mundial de medicamentos genéricos, “permitiría a la ciudadanía de la UE obtener acceso a medicamentos de alta calidad a un precio asequible” 6/.

El fuego intenso de los servicios diplomáticos y del lobby en Bruselas y en los Estados miembros (que, en el seno del Consejo de la UE, se opusieron en principio al relanzamiento de las relaciones con Tel-Aviv) pondrán trabas a las raras tentativas de las autoridades europeas de pasar de las palabras a los actos. En 2013, las primeras líneas directrices que excluían de toda financiación europea a las empresas y las instituciones situadas en las colonias serán objeto de un acuerdo de interpretación flexible y reconocedor de hecho de su presencia. Las segundas, en 2015, que recomendaban un etiquetado específico de las mercancías producidas en los territorios ocupados, se han revelado prácticamente imposibles de poner en práctica.

Una administración cerrada

A la vez para proseguir sus propios objetivos y por reflejo de autocensura respecto al Consejo de la UE, el aparato administrativo de la Comisión cierra estrechamente las tentativas de endurecer el tono. Reforzar la presión sobre Tel-Aviv sería sin embargo algo favorable a los intereses europeos. Según un funcionario de la institución, “la UE gasta trescientos millones de euros al año para aliviar los sufrimientos de las y los palestinos, cuando un levantamiento, aunque fuera parcial, del bloqueo a Gaza y de las restricciones de acceso a Cisjordania podrían tener un impacto enormemente importante sobre el desarrollo socioeconómico de la población”.

Sin embargo, la UE o sus Estados miembros no han logrado hacer que Israel rinda cuentas por las destrucciones que su ejército ha hecho de los proyectos financiados por la ayuda internacional en Palestina. Sin embargo, no solo tiene los medios sino que también la obligación: el 18 de marzo de 2017, el servicio jurídico de la Comisión emitía un informe sobre el tema. Recordando el carácter ilegal de esas destrucciones así como las demandas que hay sobre la comunidad internacional para que éstas se impidan 7/, la nota confidencial que hemos podido consultar establece una lista de contramedidas posibles, que van desde la demanda de compensación financiera a la “suspensión por entero o parcial de los acuerdos internacionales con Israel”. Fiel a su política que consiste en jamás superar el estadio de las condenas verbales, la Comisión ignoró las conclusiones del documento.

Además, ciertas organizaciones como NGO Monitor intentan ralentizar el trabajo de desarrollo de la UE en territorio ocupado denunciando a sus contrapartes locales. “Se tiene la instrucción de recibir a sus representantes, a veces acompañados de un miembro de la embajada de Israel en Bruselas, lo que para una organización no gubernamental resulta paradójico”, según señala un administrador europeo. “NGO tiene sus entradas en el Consejo y en el Parlamento, y goza por tanto de informaciones extremadamente precisas sobre los beneficiarios de nuestra financiación”.

El arma fatal de la acusación de antisemitismo

El lobby israelí se ha convertido, por otra parte, en la punta de lanza de la cruzada del gobierno israelí contra lo que llama las “redes de deslegitimación”. En el punto de mira, la campaña internacional Boicot, Desinversiones, Sanciones (BDS) dirigida contra Israel mientras no asuma sus obligaciones internacionales respecto al pueblo palestino. Esta iniciativa surgida de la sociedad civil palestina ha llegado a constituirse como “una amenaza estratégica”, menos por su impacto económico que debido a sus repercusiones sobre la imagen del país. El 31 de diciembre de 2017, el gobierno creaba un fondo de 72.000 millones de dólares (63 millones de euros) parcialmente financiado con fondos privados, para sostener la lucha contra el boicot en el extranjero.

No satisfecho con la posición oficial de la UE, opuesta a la campaña BDS pero defendiendo la libertad de expresión, el lobby se empeña en criminalizarla. En un continente aún marcado por la memoria del judeocidio, la acusación de antisemitismo se ha revelado de una eficacia temible. Desde 2016, intenta hacer adoptar la “definición de trabajo” del antisemitismo de la Alianza Internacional por la Memoria del Holocausto 8/ (International Holocaust Remembrance Alliance, IHRA), que se basa en ejemplos, amalgamando la crítica de Israel con el racismo antijudío. En el Reino Unido y en ciertos Estados americanos en los que tales definiciones han sido ya objeto de una ley, decenas de actos de solidaridad con palestina han sido anulados debido a su referencia al boicot.

Engañando la vigilancia de las y los electos soslayando la Comisión de libertades civiles, justicia y asuntos interiores (LIBE), órganos proisraelíes han logrado hacer votar una resolución en sesión plenaria en junio de 2017 llamando a los Estados miembros y los organismos de la Unión a adoptar la definición de la IHRA. El Consejo de Justicia y Asuntos Internos la votó el 6 de diciembre de 2018, invitando a los Estados miembros a ir en el mismo sentido, aunque sin asumir los ejemplos controvertidos, que no fueron sin embargo explícitamente descartados. En esta ocasión, el Consejo invitó igualmente a los Estados miembros a seguir su ejemplo, intentando las redes de Tel-Aviv, por su parte, hacerles adoptar la definición en su totalidad. El Reino Unido adoptó ya esta resolución en 2016, igual que otros ocho países europeos.

Contactos asiduos

El lobby puede contar con la coordinadora de la Comisión por la lucha contra el antisemitismo, la alemana Katharina von Schnurbein. La creación de dicha Comisión en 2015 respondía en particular a la demanda de la AJC. Cercana a los principales grupos de interés proisraelíes, repite asiduamente sus declaraciones, incluyendo las acusaciones de antisemitismo contra el BDS. En febrero de 2018, participó en el ataque del lobby contra la eurodiputada socialista portuguesa Ana Gomes, que había organizado un seminario con Omar Barghuti, el iniciador de la campaña. Acusada por la electa de haber infringido el código de buena conducta del personal administrativo del Parlamento, será apoyada por la Comisión.

En noviembre de 2018, con ocasión de una conferencia en Bruselas sobre el BDS, el EJA y el EIPA anunciaron que interpelarían al conjunto de los partidos políticos europeos para invitarles a “rechazar las actividades de boicot como fundamentalmente antisemitas”. Sin embargo, la iniciativa no cuenta con la unanimidad de la comunidad judía. “El hecho de considerar que la focalización específica sobre Israel más que sobre cualquier otro Estado pueda tener que ver con el antisemitismo es algo muy extraño: ¿qué otro país lleva a cabo una política así de colonización y de opresión?”, interrogaba Arthur Goodman del grupo británico European Jews for Justice for Palestinians (EJJP), en una conferencia de prensa organizada como reacción a este acontecimiento.

El caso es que este tipo de acusaciones pueden revelarse particularmente nocivas. “Estamos obligadas a pasar mucho tiempo desmontando estas absurdas acusaciones”, se lamenta Aneta Jerska, coordinadora del European Coordination of Committees and Associations for Palestine (ECCP). “Podemos presumir de algunos éxitos, en particular en la lucha contra la adopción de la definición del IHRA o en la defensa del BDS. Pero una buena campaña necesita varios años, y disponemos, al contrario que las organizaciones proisraelíes, de pocos medios” añade, esperando multiplicar las relaciones con las asociaciones judías opuestas a la instrumentalización del antisemitismo.

¿Efecto rebote?

¿Podrían volverse contra él la eficacia de los apoyos extranjeros del gobierno de Benjamin Netanyahu para asegurar el apoyo estadounidense y la pasividad europea? Seguro de su impunidad, este último marcha ya a rostro descubierto, relanzando la colonización, reforzando la naturaleza étnica del Estado y consolidando sus alianzas con los regímenes iliberales, lo que merma aún más la imagen de Israel, incluso entre las comunidades judías.

La profundización del foso que le separa de la opinión pública europea podría en el futuro complicar el trabajo del lobby. En febrero de 2017, el director del EIPA se conmovió por la votación por el parlamento israelí de un proyecto de ley que permitía la legalización a posteriori del robo de tierras a las y los palestinos. “Cuando tales cosas se producen, anulan una gran parte de nuestro buen trabajo para presentar a Israel bajo su mejor aspecto en las instituciones de la UE”, explicaba en su blog.

Como en Estados Unidos, el lobby israelí en Europa se encuentra así en la situación paradójica de no haber sido nunca tan influyente entre las élites y estar tan desconectado de la sociedad civil. Una especie de espejo invertido del movimiento de solidaridad con el pueblo palestino, cuyo éxito en las iniciativas sobre el terreno choca con su extrema dificultad para convencer a las y los dirigentes de que deben privilegiar el derecho sobre la realpolitik.

Grégory Mauzé, 31/01/2019

Fuente traduccion ( Traducción: Faustino Eguberri para viento sur)

Fuente original

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