« Resucitaré en el pueblo », la herencia del mártir Oscar Romero – por María Poumier
El escritor salvadoreño Miguel Ángel Chinchilla acaba de publicar una novela, o mejor dicho una breve suma documental con el título Recogiendo cadáveres. Son palabras textuales de Monseñor Oscar Romero, comentando su trabajo diario de mediador poco escuchado, poco antes de ser asesinado el 24 de marzo de 1980. En la guerra civil que estalló a continuación, como si alguien hubiera activado un detonador, hubo decenas de miles (o más) de campesinos asesinados y / o desaparecidos, además de jueces, periodistas, estudiantes, religiosos y “víctimas colaterales.”
Los poetas son los que ponen las cosas en su lugar, los que saben reducir a su exacta pequeñez el oportunismo y el cinismo de ciertos políticos, así como los rencores de las clases depredadoras. Escuchan y hacen resonar la voz del pueblo más allá de los círculos comunitarios, y por eso son necesarios “como el pan de cada día”. Al mismo tiempo, son los que hacen crecer los héroes con el tiempo: hay excelentes poemas salvadoreños de meditación sobre el martirio de Mons. Romero, recogidos en una antología inédita. Además de rendirle homenaje en versos poderosos, publicados anteriormente, Miguel Ángel Chinchilla acaba de realizar una proeza épica en prosa: Recogiendo cadáveres tiene el arrojo de la piedra tirada al tanque que se le venía encima el niño de Gaza Farris Odeh en el año 2000, antes de caer a su vez, asesinado por la espalda, pocos días después: el autor sigue hasta hoy horrorizado por el charco de sangre pestilencial que fue la historia de su país a lo largo de varios episodios, a partir de 1930, imagen de la que los salvadoreños siguen temiendo que vuelva, como una pesadilla recurrente. Y no ha desaparecido para nada la tensión ideológica en torno al papel político de Mons. Romero, si bien el país entero comulga en el fervor para honrar su memoria.
El poeta Chinchilla buscó en los ejemplos de la Antigüedad los instrumentos retóricos para ofrecer una visión simple y clara, y por tanto constructiva, de aquellos tiempos de la guerra civil. Logró sintetizar en dos figuras antagónicas la complejidad, la incoherencia, la intríngulis de lo sociológico, lo político, lo nacional, lo internacional, los pantanos sicológicos y morales, que nos acechan a todos. Lo hizo a la manera de Plutarco, que tenía las categorías muy claras: virtud, audacia, desprendimiento, errores, amor a la patria aquilatan la varonía, y dan su tonalidad a cada biografía. Nada de descripciones contextuales o meditaciones subjetivas, solo datos con fechas, la base del trabajo periodístico, y un ritmo jadeante. La materia se prestaba, era fácil enfrentar dos figuras, el bueno y el malo, el santo y el satánico. El destino de ambos tiene el estilo austero y cruel de la tragedia griega. Pero no era fácil lograr que Romero el santo resultara tan apasionante como Roberto el Mayor, el supermalo en el que se sintetizan los culpables del crimen. Los dos eran vehementes, uno elocuente, transmitiendo espontáneamente su angustia y su indignación por el destino de los pobres, el otro grosero y vocinglero. La obra merece una adaptación teatral, y ya ha sido encomiada en el extranjero.[1]
A continuación, se tratará de precisar otras dimensiones del magnicidio, a nivel de ideología y de geopolítica, ya que trasciende ampliamente el marco de la historia nacional salvadoreña.
Recordando los hechos
El obispo conservador Oscar Arnulfo Romero, nombrado arzobispo de San Salvador en febrero de 1977, entró en cólera cuando el mes siguiente al de su nombramiento fue asesinado su amigo el joven y batallador cura Rutilio Grande. Sus homilías se volvieron cada vez más exigentes con el ejército y el partido en el poder, que azotaban al campesinado. Le escribió al presidente Jimmy Carter una carta pública el 17 de febrero de 1980, suplicando que los Estados Unidos dejaran de mandar armas al gobierno para reprimir al pueblo. Recibió amenazas de muerte más explícitas y frecuentes. A instancias de sus amigos, había dejado de residir en el Arzobispado. Su amigo el obispo auxiliar Jesús Delgado lo sustituía para celebrar las misas en la catedral. Y él, cada día que pasaba, sabía que se acercaba a su final. El día 24 de marzo de 1980, por la mañana, había pedido que lo llevaran al mar, a la playa de arenas negras de La libertad. Necesitaba tomar fuerzas ante las olas del Pacífico, el “Mar del sur”. Y regresó a “La Divina Providencia”, el hospital para cuidado de los cancerosos en fase terminal, donde las monjas le daban alojamiento. Ahí mismo celebró a las cinco de la tarde una misa que se había anunciado en un periódico local, para el aniversario de la muerte de doña Sarita, de la gran familia sefardita y terrateniente Meardi, la millonaria señora que había sido una generosa donadora para la Iglesia. Apenas concluyó su homilía, al pasar frente a la asistencia, le alcanzó una bala explosiva junto al corazón, se desplomó con la sangre chorreándole en la cara y se murió antes de llegar al hospital. La bala había sido disparada desde un carro que arrancó acto seguido, frente a las puertas abiertas de la capilla. El carro apareció después en la carrocería Hasbún.
Estas circunstancias precisas se conocieron en el mundo entero, acto seguido, gracias a un periodista y fotógrafo de apellido Martínez, misteriosa y definitivamente desaparecido el 13 de abril siguiente. La emoción fue enorme. Al sepelio, el domingo 30 de marzo, acudieron delegaciones de iglesias del mundo entero, además de unas 50 000 personas, reprimidas a balazos, con un saldo de 35 personas fallecidas, consecuencia lógica del pánico [2]. El día 7 de mayo, detienen al Mayor d’Aubuisson por poco tiempo; era conocido como jefe de los escuadrones de la muerte (después inicia una larga carrera política como fundador del partido ARENA, a raíz de la ejecución del obispo Romero. Unos desconocidos se robaron los archivos de Mons. Romero, después de que el ministerio de justicia los sacara de la Oficina de socorro jurídico del arzobispado el 5 de julio. Por lo tanto, no se pudieron utilizar. Hubo retrasos en los interrogatorios, testimonios incoherentes, presiones sobre la comisión de investigaciones, el juez Ramírez sufrió un atentado y se marchó del país, como otros muchos después de recibir amenazas de muerte. Se ha publicado que el fracasado candidato a presidente de Venezuela en las últimas elecciones, contra Maduro, Edmundo González Urrutia, asistente del embajador Leopoldo Castillo entre 1981 y 1983 (apodado “el mata curas” entre los guerrilleros), había formado parte de la conspiración para eliminar a Monseñor Romero, porque ya era un fervoroso “escuadronero”, pero las fechas no coinciden[3]. Roberto d’Aubuisson no fue juzgado, pues se murió de cáncer en 1992, pocos días antes de la firma de los acuerdos de paz.
Por su lado, después de investigar hasta donde fue posible, en 2015 el Vaticano dio a conocer el trabajo de Roberto Morozzo, avalando los hechos más ciertos y el contexto inmediato, con gran exactitud, libro traducido a varios idiomas, bajo el bello título de Primero Dios, como suelen repetir en cualquier circunstancia muchos salvadoreños[4]. Monseñor Romero había ido dos veces a Roma a pedir apoyo al papa, para protestar contra el genocidio de los campesinos autóctonos de El Salvador. Pablo VI, el primero, lo recibió y lo atendió. Pocos meses después, lo sustituía Juan Pablo II, el polaco, para quien las reivindicaciones de justicia social siempre terminan enarboladas por los comunistas, y tachó de marxistas a los religiosos que querían fortalecer la iglesia de los pobres. Tras el asesinato de Monseñor Romero, Juan Pablo II entendió su error y, en 1983, fue a arrodillarse ante el sepulcro del arzobispo mártir en la catedral de San Salvador. Pero ya eran más los religiosos asesinados, y a manera de punto final, el 16 de noviembre de 1989 tuvo lugar en la Universidad Centro americana la matanza de los seis jesuitas, junto con el ama de llaves y su hija. En total, unos 31 religiosos asesinados desde los años 1970. En 1992, se firman los acuerdos de paz, y en 1993 la ley de amnistía bloquea cualquier investigación en El Salvador, hasta 2009, cuando el presidente de izquierda Mauricio Funes la vuelve a abrir.
En 2013 se abroga la ley de amnistía en El Salvador, pero hasta la fecha no se ha podido demostrar con bases documentales válidas quién encargó y organizó el atentado, corrompiendo a algunos y pagando a unos sicarios muy vinculados al tráfico de drogas para la ejecución, en un contexto en que “matar comunistas era un deporte”. [5] Se identificó a siete personas involucradas en la conspiración, y entre ellos, el cardenal Gregorio Rosa Chávez menciona a un argentino, que pudo adquirir experiencia en métodos terroristas en la Triple A.
En 1994, el papa Benedicto XVI había iniciado el proceso de beatificación de Monseñor Romero; Apenas elegido, el papa Francisco dio impulso al proceso que en 2018 culminó con la canonización. Era amigo de Mons. Rivera y Damas, sacerdote salesiano más radical que su colega Oscar Romero, y el único obispo en acompañar su féretro. Hoy en día, el canciller del arzobispado, Mons. Urrutia, es otro amigo del papa Francisco. No olvidemos que el papa argentino logró en 2019 la beatificación de cuatro mártires católicos argentinos, entre ellos el obispo de la Rioja, Enrique Angelelli, asesinado en 1976[6]; en 1974, al salir de la misa que había celebrado, había sido muerto a balazos otro argentino, el padre Carlos Mujica, primer “cura villero”, por la Triple A[7].
La familia espiritual del mártir Oscar Romero
A lo largo de todos aquellos años, enormes energías se movilizaron para rendirle homenaje al arzobispo que iba creciendo hasta volverse san Romero de América, el segundo a escala continental, después de san Martín de Porres, que había nacido esclavo en Perú y siempre se le representa como un fraile humilde que sujeta una escoba, porque barrendero era su función en su convento, y a partir de esa tan simbólica misión se irguió en el siglo XVI como predicador y natural defensor de los pobres. [8]Más tarde, en 1891, el papa León XIII con su encíclica Rerum novarum formuló la doctrina social de la Iglesia, de la cual derivan las batallas de los jesuitas y demás “curas rojos” de América latina, entre ellos, muchas veces españoles vascos de nacimiento.
En San Salvador, hoy la catedral está reconstruida, ampliada y renovada. El aeropuerto internacional de San Salvador se llama Oscar Arnulfo Romero y Galdámez. Son tres los santos patronos populares del país: el ”Colocho”, como le llaman a Jesús por su cabello, venerado en una pequeña imagen escultórica , elevada sobre una columna alta en el centro de un redondel agitado, representando a El Salvador del Mundo, invocado por Pedro de Alvarado cuando se salvó de milagro de los indígenas que lo perseguían y lo obligaron a renunciar a la conquista de Cuzcatlán, “tierra de joyas y preseas”; Nuestra Señora de la Paz, invocada desde el siglo X al cabo de múltiples guerras europeas, y especialmente en cada país de América (sus estatuas llevan, curiosamente, la palma del martirio); y San Romero. Estando vivo él, eran sus enemigos los sacerdotes identificados con la burguesía local e internacional, por cálculo y temor a que se desencadenara un proceso revolucionario incontrolable, recalcitrantes a tomar en consideración las súplicas de la “pobrería”, especialmente el campesinado indígena. De hecho, cundía la anarquía: el ejército no respaldaba al gobierno, y la izquierda a su vez estaba dividida. Esto no quita que muchos terratenientes buscaban desalojar a los campesinos mediante el terror para apoderarse de sus tierras feraces, con el objetivo de sustituir los cultivos con destino al mercado local por cafetales de alto rendimiento en el mercado internacional.
Más allá del contexto salvadoreño
Hoy en día, los continuadores del rancio neocolonialismo no han desaparecido; y con el pretexto de favorecer el “liberalismo” supuestamente más apto que el “socialismo” para mejorar el nivel de vida en cada país, muchos, sin darse cuenta de quién los manipula para que aumente la descristianización, el nuevo anticlericalismo, y el rechazo al catolicismo en general, se empeñan en vapulear al papa Francisco, al que acusan de excesivo modernismo en cuestiones de ritual y costumbres, por lo cual lo tachan de izquierdista, antecristo, satánico, hereje, entre otros epítetos. Sin embargo, él insiste en que lo primero es demostrar respeto y protección a los creyentes humildes, y a los azotados por la codicia despiadada de los pudientes. Entre muchos más en América el papa argentino y descendiente de inmigrantes empobrecidos en su tierra natal apoya a aquellos que mantienen vivo el fervor cristiano a la vez que lo consideran continuador de lo mejor de los antiguos cultos prehispánicos. [9]
La familia espiritual del defensor del “pueblo crucificado”
Los antropólogos saben que la obsesión maya y azteca por el sacrificio humano tenía en realidad dos facetas, que algunos de los primeros españoles en llegar a las costas no distinguían, y otros no aclararon, para justificar sus propios abusos: del lado del pueblo estaban una parte del clero, el rey poeta Netzahualcóyotl, la mitología eucarística en torno a Centeotl, el fervor hacia Quetzalcotal, Xipe Totec y otras divinidades mártires; toda esta constelación mística exaltaba el autosacrificio, imprescindible para contrarrestar las injusticias y los abusos, lo cual se traducía por la bella metáfora de “tener que alimentar al sol (con sangre)”, para que no se apagase fatalmente la historia humana. Todos los pueblos tradicionales encumbran la capacidad de autosacrificio de sus héroes, salvadores y liberadores, no es exclusivo de la América prehispánica. Pero especialmente en América central, los usurpadores del poder sabían desvirtuar el tema del martirio consentido y redentor, al estilo crístico, para castigar y aterrar a sus súbditos, en provecho de ellos, manteniendo artificialmente las viejas costumbres tribales más despiadadas. Teniendo esto en cuenta, se entiende que los escultores prehispánicos cuando representaban a un sacerdote de Xipe Totec, horriblemente vestido con la piel de un infeliz desollado, daban a ver a la vez la crueldad de los hechos autorizados y el espanto asociado al rechazo indecible ante el confusionismo imperante, formando todo ello un nudo rígido.
Francisco el jesuita, heredero de los primeros etnólogos franciscanos de México y los jesuitas que les siguieron, es capaz de abarcar la descendencia espiritual de los Mayas, por lo cual algunos lo acusan de laxismo frente al paganismo. Por otra parte, es el mismo papa que se negó a celebrar la primera misa para la reapertura de la catedral Notre-Dame en París, el 8 de diciembre de 2024, para no tener que aguantar los abrazos y palmoteos del presidente Macron, del que la Francia cristiana y también musulmana se aparta con asco y desprecio, especialmente desde el espectáculo vergonzoso y perverso que ofreció en la inauguración de los Juegos olímpicos de agosto 2024. Nuestro papa refirió viajar a Córcega, isla rural que mantiene el sentido de la hombría y la dignidad, dando a ver la resistencia popular legítima frente al modernismo intelectualoide, en su apego a la santería popular y a las virtudes tradicionales, lo cual va mucho más allá de la pequeña isla natal de Napoleón (cuya obra más duradera fue la reimplantación del derecho romano y la Iglesia en Francia, tras las turbulencias y ferocidades de la etapa revolucionaria).
Por todo ello, se puede considerar que lo de “Resucitaré en el pueblo” es una profecía en vías de realización, y El Salvador, con su héroe y mártir del espíritu reconciliador Oscar Romero, es un país inspirador del papa argentino, capaz de fecundar la reflexión cristiana universal. Ahora bien, los profetas son también aquellos que llevan más lejos la crítica de la sociedad y la política en su entorno, más allá de su época y el tiempo que le tocó vivir…
Los misterios en torno al asesinato
“Resuscitaré en el pueblo” es un anuncio atribuido a Oscar Romero y que muchos comentaristas, e incluso sacerdotes, consideran apócrifo. Cada nuevo homenaje es una oportunidad para volver a los misterios en torno a su asesinato. Pues si bien el mayor D’Aubuisson clamaba que lo quería matar, la falta de sentido político del atentado, si se fraguó en la extrema derecha, salta a la vista, y los que todavía creen en el partido ARENA niegan que D’Aubuisson hubiera dado la orden. Sigue en pie su monumento en San Salvador, fue un personaje popular y sus partidarios lo apodaban “el profeta”.[10] Eran tiempos de atentados y secuestros fomentados por la extrema izquierda y por la extrema derecha. La primera había secuestrado al representante de los intereses judíos en El Salvador, Ernesto Liebes, el dirigente sionista que organizaba la importación de aviones de combate “Ouragan” de Dassault a partir de Israel, y era además terrateniente ambicioso[11]. Luego, el 10 de marzo, debió explotar una carga de dinamita en la catedral, pero el detonador falló. Era muy sofisticado el mecanismo para activarlo a distancia. Esta vez, el método y los instrumentos no eran los habituales entre la extrema izquierda. En Estados Unidos, el presidente Carter quería acabar con el gangsterismo político desatado en torno a ciertos gobiernos de América latina, y hacía lo posible por imponer el respeto a los derechos humanos, impulsado por su fe misericordiosa (era de confesión bautista); pero estaba de manos atadas por los servicios de inteligencia, el partido neocolonial imperialista, el lobby armamentista, y otros representantes de intereses opacos. La CIA, en todo el continente, chantajeaba a las autoridades con la amenaza comunista, para obligar a cada gobierno a mantenerse en el poder mediante el terror, implementado por consejeros extranjeros o formados en escuelas militares estadounidenses, y destinado a proteger a las clases dirigentes “compradoras”, o “cipayas”, más incapaces que herederas de las gestas patrióticas del siglo XIX, como pretendían ser. El plan Cóndor, ideado en EE.UU, inauguró la represión feroz en el cono Sur y Bolivia. Impugnado por todas las organizaciones de derechos humanos que estaban surgiendo, se desvanece en 1979. Pero resurge en América central, primero en El Salvador, con espantosas carnicerías: dicho país interesaba mucho a los peores en EEUU en tanto laboratorio de la nueva etapa. Los conspiradores se creían dueños del futuro y del planeta, elaboraron el proyecto “Ciclo sin fin” para reducir la población fomentando (entre otras alevosías) por trasmano guerras civiles. Era el plan de Kissinger, de William Paddok, Thomas Fergusson, Alexander Haig, Gerald O Barney, Caspar Weinberger.
El ideólogo de los magnicidios terroristas
A raíz del asesinato de Monseñor Romero, un individuo que ya había demostrado en la cumbre de los servicios secretos de EEUU su capacidad para trabajos sucios y ocultos, el político y diplomático Elliott Abrams, quien había participado en el plan Cóndor, fue nombrado por Reagan, el nuevo presidente, como protector de los derechos humanos (supuestamente violados en su mayoría por los “rojos”), lo cual puede parecer un extraño error, pero que tiene su explicación: Elliott Abrams buscaba un puesto de “mediador” para colocarse por encima de partidos de derecha e izquierda, con vistas a desplazar el “carterismo” y la negociación a favor del método israelí (actualmente celebrado en EEUU por los neo conservadores (seguidores de Leo Strauss), inspirado en el revisionismo de Jabotinski, el dirigente sionista de las milicias terroristas que empezaron la persecución y el desplazamiento de los autóctonos palestinos en los años de la fundación del Estado judío. Elliott Abrams sigue procurando hasta el día de hoy debilitar los países independientes, encendiendo la guerra civil, impedir las negociaciones, y contratar mercenarios para ofrecer seguridad e impunidad a sus clientes de la extrema derecha. En cuanto al asesinato de Monseñor Romero, Elliott Abrams se lo achacó inmediatamente al Mayor D’Aubuisson, anticipando que “nunca aparecerán las pruebas” (efectivamente, los dos documentos presentados luego por la prensa no tienen la validez de pruebas[12]). ¿Pero cómo pudo vaticinarlo?
Metidos en el narcotráfico y la contratación de sicarios, había agentes de la CIA o de otros servicios secretos extranjeros. Elliott Abrams es el de mayor envergadura. Al amparo de su cargo otorgado por Reagan, el manipulador convenció al presidente guatemalteco y evangelista Ríos Montt para poner en marcha el genocidio de los campesinos indígenas en 1982. Pero antes, apenas hubo triunfado la revolución sandinista en Nicaragua, el mismo Elliott Abrams había logrado contrarrestar el voto negativo del Congreso estadounidense y armar a la Contra, comprándole a Irán armas de guerra adquiridas a través de Israel, en los mismos Estados Unidos, y pagadas con los beneficios del narcotráfico. Esto sucede cuando toma el poder el revolucionario y antimperialista imán Jomeini; por lo tanto, la operación estaba en total contradicción con la legalidad y la coherencia de la política gubernamental estadounidense. Se armó un escándalo mayor y Elliott Abrams estuvo preso un tiempo. Pero siguió en sus andanzas hasta el día de hoy, en que es consejero de Netanyahu para el genocidio de los palestinos. Había trabajado muchos años en impedir el entendimiento entre la Autoridad palestina y Hamás, el partido que ganó elecciones limpias en Gaza en 2006. También maniobró exitosamente para abrumar a Siria con sanciones, hasta el día de hoy. En 2019, Trump contaba con él, y ya lo había nombrado su enviado especial a Venezuela par “restaurar la democracia .[13] Elliott Abrams ya no pretende estar sirviendo sólo los intereses de Estados Unidos, sino del judaísmo israelí, al que considera núcleo de la “civilización” estadounidense[14]. Sus métodos no han cambiado: apuntar a la cabeza, decapitar los movimientos de resistencia nacional al imperialismo, no solo mediante el asesinato de dirigentes militares, sino de personalidades civiles como antes los intelectuales jesuitas de la UCA. Por ahora, el gobierno salvadoreño tiene bajo llave los documentos relativos a los asesinatos de religiosos. El ex presidente Cristiani, que pertenecía a la sociedad salesiana (paralela a la orden de Mons. Rivera y Damas) y había sido elegido como demócrata cristiano, anda escondido lejos de El Salvador, porque se dejó utilizar para respaldar la matanza de los seis jesuitas. El padre Jesús Delgado, fiel a su amigo Oscar Romero, fue acusado de abusos sexuales, y ha dejado el sacerdocio.
El expansionismo israelí
Mientras tanto, el capital israelí ha ido conquistando inmensos latifundios en toda América. El caso más conocido es el de la Patagonia argentina, escasamente poblada y considerada desde los inicios del proyecto sionista como un posible segundo Israel, ampliación territorial o refugio en caso de expulsión del Medio Oriente. El apoyo paramilitar israelí en la represión contra el pueblo está reconocido en el caso de Yair Klein, en Colombia[15], y en otros países.
Monseñor Romero sentía que su deber era buscar la reconciliación entre derecha e izquierda, pero se expresaba de forma cada vez más explícita contra la represión, el capitalismo, la codicia, la usura, en una vena muy criolla, la de Alberto Masferrer, la de José Simeón Cañas, aquél que ponía por encima de todo el deber de liberar al esclavo. Se escuchaba la misma predicación, en Europa, siglos atrás, por ejemplo, en boca de san Antonio de Padua, al que san Francisco de Asís reverenciaba como su maestro, y del cual se procuró sofocar la popularidad revolucionaria reduciendo su memoria a la del “brujo santo” al que conviene invocar porque tiene el poder de devolverte tus pertenencias extraviadas, como llaves o anteojos (olvidando que el sentido crítico también ayuda a ver, y la llave que abre el entendimiento es la pasión por la verdad, además de que lo más valioso de lo que pueda tener o extraviar el ser humano es su conciencia)…. Hoy en día, se dice que el papa Francisco llama por teléfono todos los días al cura de la parroquia de la Sagrada Familia[16], en Gaza, con lo cual procura ejercer cierta protección hacia la población de lo que fue sede de la primera iglesia cristiana. A raíz del asesinato de dos mujeres dentro de la iglesia, acusó a Israel de terrorismo[17]; últimamente pide que se investigue sobre el posible genocidio en Gaza[18]. Y ahora exige un cese al fuego inmediato, y el paso libre para la ayuda humanitaria, medida impedida por Netanyahu. Los religiosos cristianos ortodoxos que todavía no han sido expulsados de Tierra santa caen bajo las balas, como los periodistas, objetivos predilectos de los snipers[19]: los mismos métodos que ya eran clásicos en El Salvador en tiempos de Monseñor Romero…
Perspectivas
En 2020 se exige la apertura de los archivos de EEUU, para investigar la matanza de los jesuitas[20]. El presidente Bukele ha anunciado la desclasificación de los archivos relativos a los mártires de la UCA el 19 de noviembre de 2024, y empieza el juicio del presidente Cristiani por “ responsabilidad penal por omisión »[21] ; esto vale reconocimiento de que son otras fuerzas las que organizaron la matanza.
El amor todo lo puede, decía San Pablo. Por el amor que le demuestran a su pueblo, matan regularmente a los religiosos cristianos. En las fiestas navideñas, hay lugar para el milagro. El poeta Heriberto Montano (1950-2007), escribió inspirado:
“El amor es un árbol que atormenta
Es murmullo de labios desafiantes
Es silencio desnudo en la tormenta
El amor es un árbol abrasante
Es campanada de la piel sedienta
Es murmullo feliz casi sangrante.
(La ciudad y la neblina, “El extraño árbol cantante”, Fundación Poetas de El Salvador, 2006, p.55)
Y también decía “El problema no es tener miedo”, el problema es dejar que el miedo te tenga a vos”. En los años 1980, los salvadoreños no se enteraban de los proyectos más siniestros que se fraguaban en EEUU, no leían en inglés y les cegaba la pasión fratricida, no podían ver más allá del escenario nacional. Hoy en día, conformarse con las versiones oficiales en el caso de terrorismo contra poblaciones autóctonas, las promovidas por los medios ultrasionistas dominantes, es cerrarse las puertas del entendimiento, trátese del pasado y el futuro en el caso de El Salvador, o del pasado y el presente en Palestina.
Maria Poumier, París, el 3 de enero de 2025
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NOTAS
[1] . En La Galera (San Salvador) Recogiendo cadáveres fue presentado por Benjamín Cuéllar. En la FIL de Honduras fue comentado por Nidia Díaz. En Guatemala lo presentamos en la biblioteca César Brañas con comentarios de Eduardo Blandón y Juan Antonio Canel. También estuve en TVX con Julio Villagrán. Asimismo lo presenté en Tertulia Literaria del Centro de Recursos para el Aprendizaje y la Investigación de la Biblioteca Florentino Idoate de la UCA. Gracias a San óscar Arnulfo, el libro ha tenido buena acogida por los lectores… (Nota del autor)
[2] Véase el testimonio de un pastor evangélico argentino, con notable archivo fotográfico, aquí: https://www.infobae.com/2015/05/23/1730482-funeral-sangre-el-salvador/
[3] Información desmentida, porque las fechas no concuerdan, aquí: https://maldita.es/malditobulo/20240917/edmundo-gonzalez-masacre-el-salvador-conflicto-armado-embajada-venezuela/
[4] Aquí hemos utilizado el capítulo VIII “La Pascua de Romero” en la versión francesa, publicada por las ediciones Desclée de Brower en 2015.
[5] https://repositorioslatinoamericanos.uchile.cl/handle/2250/1097603?show=full ).
[6] https://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_Angelelli
[7] https://www.infobae.com/sociedad/2020/05/17/el-asesinato-del-padre-mugica-balazos-despues-de-misa-amenazas-de-montoneros-y-un-misterio-para-siempre/
[8] Una estatua de san Martín de Porres se encuentra en la iglesia del Rosario, junto a la catedral de San Salvador, lugar donde ocurrió una matanza de activistas de izquierda allí refugiados.
[9] https://es.zenit.org/2024/11/18/vaticano-aprueba-misa-maya-no-se-cambia-el-contenido-de-la-misa-sino-la-forma-de-expresarlo/
[10] Ver el artículo del New York Times en ocasión de la muerte de D’Aubuisson : https://www.nytimes.com/1992/02/21/world/roberto-d-aubuisson-48-far-rightist-in-salvador.html
[11] Desde 1978, el gobierno salvadoreño, como el de Guatemala, compraba armas a Israel, especialmente aviones de combate 18 Dassault Ouragan, y contrataba a consejeros. La doctrina israelí era hacer como en Vietnam, apuntar a los líderes, regar el terror en las aldeas, desertificarlas. En 1979 el fundador de la organización sionista el El Salvador, Ernesto Liebes (junto con Carlos Bernhardt) y cónsul honorario de Israel es secuestrado y luego asesinado por la guerrilla del FARN (Fuerzas armadas de la Resistencia nacional) , según el guerrillero Germán Cienfuegos. Él era el que organizaba la importación de aviones de combate. Numerosas familias judías salieron del país, y volvieron después de los acuerdos de paz. (https://es.wikipedia.org/wiki/Historia_de_los_jud%C3%ADos_en_El_Salvador
[12] https://archivo.kaosenlared.net/as-matamos-a-monse-or-romero/index.html
[13] https://jacobin.com/2019/02/the-tragic-life-of-the-war-criminal-elliott-abrams
[14] Elliott Abrams acaba de publicar If you will rebuilding Jewish peoplehood in the 21th century (“Si tienes la voluntad de reconstruir la comunidad judía en el siglo 21”); en 1997, había publicado Faith or Fear : How Jews can survive in a Christian America (“Fe o miedo: cómo los judíos pueden sobrevivir en una América cristiana”).
[15] https://es.wikipedia.org/wiki/Yair_Klein
[16] https://es.zenit.org/2023/12/16/ejercito-israeli-ataca-la-parroquia-catolica-de-la-sagrada-familia-en-gaza/
[17] https://www.elindependiente.com/internacional/2023/12/18/el-papa-francisco-acusa-a-israel-de-terrorismo-tras-el-asesinato-de-dos-cristianas-en-una-iglesia-de-gaza/
[18] https://www.elperiodico.com/es/internacional/20241118/papa-francisco-genocidio-gaza-israel-investigacion-111767410
[19] https://news.un.org/es/story/2024/02/1527462
[20] https://arpas.org.sv/2020/01/ee-uu-debe-desclasificar-los-archivos-de-masacres-en-el-salvador-no-solo-negar-visas-uca/
[21] https://www.latimes.com/espanol/internacional/articulo/2024-11-19/el-salvador-expresidente-cristiani-y-9-militares-iran-a-juicio-por-matanza-de-sacerdotes-jesuitas