¿Juan Darthés, el Bautista de nuestro tiempo? – por María Poumier
Las raíces teopolíticas de los estragos feministas
Judith es una héroa bíblica poco recomendable, según el criterio de la gente normal: degolló al gigante Holofernes mientras este dormía y todavía creía que “con el buche bien lleno era cosa superior irse en brazos del amor a dormir como la gente, pa empezar al día siguiente las fáinas del día anterior.” Su amada lo fainó a él, no por perversidad femenina, dicen los religiosos judíos, sino por una causa superior, el interés del pueblo judío. Son varias las personajas comparables, en la Biblia: Dalila, a la que le bastó cortarle el pelo a Sansón (cuando estaba dormido, por supuesto) para tenerlo domado un tiempo; Ester, celebrada, recordada y alabada en las comunidades judías los días de Purim, “el carnaval de los judíos”, en marzo; Ester es aquella reina histórica que empezó su trayectoria política enamorando al sultán persa Asuero, convirtiéndose en una de sus esposas pero disimulando su abolengo judío, y logró que el sultán mandara a colgar a su fiel vizir Amán junto con diez de sus hijos, pues este había decidido expulsar del reino de Persia a la peligrosa y ambiciosa minoría judía instalada en sus tierras. Ester actuaba según las órdenes de su tío Mardoqueo, importante figura de la tribu de Benjamín, de Judea. En Israel, Amán sigue objeto de inmensas carcajadas, porque Persia sigue siendo el imperio que se niega a doblar la rodilla ante los judíos, el Mossad encarna a Mardoqueo, y se educa a los niños con el proyecto de repetir airosamente la venganza contra Amán.
En tiempos de Cristo, la mujer del rey Herodes, enamorada del profeta Juan el Bautista, pero rechazada por él, le pedía la cabeza del asceta indiferente: mandó a su hija Salomé a seducirlo, esta bailó para él, Herodes encantado le prometió “hasta la mitad de su reino”, y ella consiguió que degollaran a Juan, para complacer a su madre, dice la leyenda. Juan el Bautista era el profeta que bautizó a Cristo, y todavía hoy en día hay multitudes mandeístas en Siria, Jordania e Irak que lo adoran como el verdadero Mesías, más importante y más legítimo que Jesús. No cabe duda de que valía la pena, según la lógica judía imperante, deshacerese de Juan cuanto antes, y lo más fácil era utilizar a la madre ninfómana y su hija seductora para ello, pues hablaba muy alto el revolucionario Juan.
En otras tierras, las heroínas son las guerreras vírgenes, al estilo de Juana de Arco, o las esposas fieles que acompañan o sustituyen a sus hombres en el campo de batalla cuando es necesario: son mártires de epopeya, no lujuriosas asesinas por cuenta de otros.
En nuestros tiempos, hay poderes ocultos que saben utilizar los encantos femeninos para asesinar a los héroes: la perdición de Julián Assange fue obra de una conquista efímera: una feminista sueca lo acusó de no haber usado preservativo en un encuentro consentido, y esto bastó para convertir al inmenso australiano bravo en reo y prófugo a partir de 2010, provisionalmente salvado por el presidente de Ecuador Rafael Correa (hasta que los mismos intereses empeñados en preservar la impunidad de Estados Unidos en Irak y Afganistán lograron sacar a este del poder). Tras 7 años de cautiverio protegido en la embajada de Ecuador en Londres, lleva Julián Assange 4 años en la cárcel de alta seguridad inglesa en Belmarsh, cerca de Londres, en espera de su extradición a Estados Unidos, donde lo esperan para condenarlo a cadena perpetua por alta traición. Nada hubiera sido posible sin la feminista sueca, mentirosa y utilizada por otros.
En nuestros tiempos, la trampa melosa, el “honey pot”, sigue instrumentada con virtuosismo contra los enemigos de Estados Unidos. A Dominique Strauss Kahn, que iba a ser candidato favorito de los medios financieros para las elecciones presidenciales francesas de 2012, y ya era jefe del FMI desde 2007, lo entramparon agentes de la CIA con ayuda de una mucama musulmana en un hotel de Nueva York. Como francés y consejero de varios gobiernos, pretendía defender cierta independencia frente al dólar, a semejanza del presidente de Irak Saddam Husein, o de otro ilustre asesinado, Muamar Jadafi, o del próximo en la mirilla Vladimir Vladimirovich Putin. Saddam Hussein, presidente de Irak, Muamar Jadafi, presidente de Libia, Putin, presidente de Rusia, no eran fáciles de pescar por el lado de sus debilidades con las mujeres, como era Strauss Kahn, famoso por su acoso incondicional a todas las féminas a su alcance. Al cabo de los años, ganó todos los juicios en que varias mujeres lo acusaban de abusos sexuales (incluyendo la tentativa literaria de la franco argentina Marcela Yacub).
En Francia, ha habido un caso ejemplar de rebelde a eliminar, no sabemos si por orden de la CIA u otro organismo: el de Tarik Ramadan, intelectual musulmán, predicador, islamólogo, antisionista, egipcio con la nacionalidad suiza, formado en Inglaterra y nieto del prestigioso líder Hassan al Bana, el revolucionario fundador de los Hermanos musulmanes. Era una celebridad y era propenso a las aventuras con todas las admiradoras a su alcance: de pronto, en 2017 aparecieron varias mujeres acusándolo de violaciones y barbaridades varias. Del día a la mañana, perdió todo prestigio y toda audiencia entre los musulmanes. Se le había asestado un fuerte golpe a los antisionistas árabes. Al cabo de varios años asignación a residencia, la justicia suiza lo libra de toda culpa en mayo de 2023, pero ya se encuentra con las alas cortadas definitivamente. Las que lo acusaban eran amantes que habían tenido múltiples encuentros con él, y sólo después de varios años, retrospectivamente, pregonaban haber sido violadas.
El caso de la acusación a Juan Darthés de violación sobre la adolescente Thelma Fardín obedece a un plan comparable a los anteriores: una muchacha espera sacarle mucho dinero a un famoso; tiene a su favor su formación como actriz, sabe llorar ante las cámaras, y el masivo apoyo de las feministas más incondicionales de Nicaragua, Argentina y Estados Unidos, para empezar, todas financiadas por ONG judías. Cuando ella lo demanda, en 2018, por abusos supuestamente cometidos en 2009, los medios argentinos pero también de todo el Occidente colectivo dieron por sentado que el actor Juan Darthés era culpable. Eran los años “Me too”, los años de la gran venganza femenina contra el productor hollywoodense Harvey Weinstein. Ahora, el 15 de junio de 2023, se está volviendo la tortilla: la justicia brasileña declara al actor argentino libre de toda culpa. En su juventud de galán, tenía fama de buen latino, pero enamorar con tono de bolero es una costumbre que saben tener los hombres, y tal vez mejor en la América nuestra que en otras partes del mundo.
En estos mismos días, el pasado 15 de junio, la Corte de casación, último peldaño de las jurisdicciones francesas, ha concluido con la inocencia total del realizador Luc Besson, víctima de acoso judicial por la actriz neerlandesa Sand Van Roy y otras harpías ambiciosas desde 2018.
¿Hay alguna razón política que explique el encarnizamiento contra Darthés? Él no es Mike Thyson, no es una estrella internacional. No puede haber conspiración o ajuste de cuentas dentro de una comunidad o contra una minoría étnica a través de él. Desde hace años, es un padre de familia formal y casero, como Messi, o como el actor Ricardo Darín. Darthés tuvo que exiliarse a Brasil y mantiene su dignidad, aunque le han sacado el pan de la boca, y lleva años prohibido como actor en cualquier película argentina, brasileña o marciana. La única explicación es que los titiriteros utilizaron a un puñado de histéricas venenosas y al feminismo, ideología oficial y obligatoria en Occidente, para desorientar y asestar un golpe fatal a una sociedad bastante aferrada a sus tradiciones. Pero Darthés se ha convertido en faro de la resistencia en el mundo de la farándula, tras su espectacular linchamiento.
¿Por qué este golpe recayó sobre Argentina? Un motivo es que el papa Francisco es argentino, y es jesuita. Los jesuitas impulsaron la independencia intelectual y política de las élites hispanoamericanas del siglo XIX, y del siglo XX, hasta la teología de la liberación, y su alumno Fidel Castro, entre otros motores del antimperialismo.
El papa Francisco tiene además sus raíces y la historia de su ascenso en la Iglesia argentina, tradicionalmente conservadora: hasta 2020, Argentina mantuvo una terca resistencia al abortismo, y sus gobiernos sucesivos persistían en esa vía férreamente católica. En su primer gobierno, Cristina Fernández se opuso a la legalización de los vientres de alquiler, exitosamente, cuando algunos pretendían introducirla en el Código civil (ahora los traficantes de carne humana consideran que han ganado la batalla, y el negocio crece vertiginosamente). Aunque tal o cual figura terminen por bajar la cabeza, son los pueblos los que sostienen a sus gobiernos para resistir las amenazas del mercantilismo sin límites. Atacar a Darthés, un actor con futuro, era la señal para atacar a todos los hombres argentinos con sentido de su responsabilidad.
¿Qué interés pueden tener ciertos judíos de las altas esferas internacionales en tal maniobra? Lo confesó hace poco el director de Israel Magazine, órgano del lobby judío francés. Explicó en una entrevista lo siguiente: los judíos ya no atraen simpatía como antes, cuando la supuesta memoria del Holocausto los hacía considerar colectivamente como víctimas de una injusticia descomunal. Israel es un Estado triunfal que pide ser reconocido como Estado judío, ya no puede aspirar al privilegio sentimental de la víctima por antonomasia. Por esto los judíos se dedican ahora a apoyar o mejor dicho a promover a otras víctimas: mujeres, homosexuales, trans. Movidos por la compasión, virtud que siempre merece ser promovida en actos, dicen los dirigentes judíos del izquierdismo. Porque así mueven los hilos del combate contra la Iglesia y los valores tradicionales de cada pueblo, dicen los enemigos del sionismo, la ideología del abuso sistemático con pretexto religioso judío.
Juan Darthés, si asume el duro destino que le tocó, puede convertirse en un Juan Bautista victorioso de nuestro tiempo, del que una Thelma-Salomé creyó poder entregar la cabeza en bandeja de plata a los que pretenden ser nuestros amos y señores, mediante una asombrosa coreografía mediática internacional. Ya hay varias señales , como el juicio ganado por Johnny Depp, de que el mundo está sacudiendo el yugo del abuso feminista, porque el mundo entiende que a través de cada hombre injustamente acusado, está una maniobra de los que quieren imponer la disolución de la moral, a favor de la humillación de los hombres enteros y las mujeres enteras, del terror en dirección a las nuevas generaciones, y de la esclavización mental.
El 28 de junio de 2023, en Buenos Aires y capitales de provincia tuvo lugar una manifestación organizada por mujeres jóvenes contra las falsas denuncias, que provocan la muerte social de miles de maridos y padres, antes siquiera de que un juez empiece a pedir pruebas, pues la ley argentina acalla de antemano al que es objeto de una denuncia, sobre todo si es una mujer la querellante, mientras ella aprovecha para pegar el grito ante cualquier micrófono. La acusación de supuestos abusos sexuales son el arma principal para destruir parejas, familias, hombres, mujeres, y de paso, a los niños espantados. Las falsas denuncias son un delito impune hasta ahora, y se están utilizando de manera creciente en guerras familiares, simplemente para hacer daño. La violencia de género está en auge, y por supuesto sí hay casos muy reales de violencia sexual, que se debe castigar o remediar, pero no con la publicidad y la incitación al odio dentro de la familia. La Pasionaria de la manifestación es la joven Andrea Guacci, esposa de un entrenador de fútbol femenino, que perdió su trabajo por un “escrache” de mujeres del club. Las denunciantes no aportaban pruebas, no acudieron a los tribunales, y Diego Guacci quedó al fin libre de toda culpa, pero toda la familia padeció su “injusta deshonra”. Las manifestantes se encadenaron al obelisco, nada menos, junto con varios hombres jóvenes, cada cual con un cartel explicando su caso en particular; las consignas eran: “! Basta de falsas denuncias, vivimos en libertad condicional! ¡Abajo la dictadura de généro”. Los pueblos son fieles, son gente de fe.
María Poumier, 30 junio 2023
Publicado originalmente por Red Internacional
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