Gaza: la Gran Marcha del Retorno y la lenta gestación del ‘Estado Unico’ desde la base del pueblo
Todavía es prematuro predecir el destino de la Gran Marcha del Retorno, que es una creación de activistas principalmente jóvenes que lograron, con gran éxito, involucrar a todo el espectro político en la Franja de Gaza en una resistencia civil desarmada. La marcha es vista por muchos como un desarrollo notable y excepcional que, si se mantiene, podría abrir un nuevo horizonte político y estratégico para los palestinos, así como para los israelíes que critican el opresivo apartheid de Israel, para lanzar una campaña seria para una visión alternativa y camino de lucha.
Dos factores principales hacen que esta asombrosa movilización de Gaza cerca de la valla del apartheid sea distintiva. El primero es el surgimiento de jóvenes vanguardias para motivar a todo el sistema político palestino a participar plenamente en esta actividad civil. Durante más de un año seguí los escritos de una de las jóvenes figuras destacadas del movimiento, Ahmad Abu Rtema; él también ha seguido mis escritos. Charlamos varias veces antes de que él, junto con sus compañeros, ayudara a convertir la idea de la marcha en acción. Estaba claro que Ahmad representaba un pensamiento nuevo y creativo entre la generación joven y estaba ansioso por seguir aprendiendo. Lo que más me atrajo fue su discurso civil hacia el público israelí, su apoyo a un solo Estado democrático en la Palestina histórica donde los árabes palestinos, incluidos los refugiados, y los judíos israelíes pueden vivir juntos como iguales, es parte de sus convicciones políticas.
El segundo factor es el respaldo de Hamás y otras facciones en Gaza a la Marcha del Retorno. Esto indica un cambio en el pensamiento político de estas organizaciones, que podría resonar en la sociedad palestina y en todo el mundo. El apoyo inmediato de Hamás a la idea de la Marcha estuvo en parte motivado por las graves crisis humanitarias y políticas que enfrentan el movimiento y la población total de Gaza. Estas incluyen tensiones internas crecientes y presiones externas, agravadas por la implacable agresión israelí, el antagonismo de los gobiernos occidentales y los regímenes árabes, y las últimas sanciones impuestas por el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, que han añadido un insulto a la herida.
Manifestantes palestinos durante la Marcha del Retorno de Gaza. 20 de abril de 2018. (Mohammed Zaanoun / Activestills.org)
De hecho, en los últimos años, Hamás ha intentado, sin éxito real, reformar su plataforma política y su discurso para hacerlo más aceptable para la comunidad internacional y ha citado su apoyo a la lucha popular en numerosas ocasiones. El respaldo del movimiento a la Marcha del Retorno está en línea con esta intención. Sin embargo, el partido que tiene más interés en frustrar tal cambio es Israel, que quiere mantener la imagen de Hamás como una organización terrorista y la imagen de Abbas como un objetor de las negociaciones. La ejecución de manifestantes palestinos a lo largo de la valla de Gaza también refleja la frustración de Israel con este tipo de lucha, porque no puede hacer frente a su naturaleza moral y no violenta. Esto se demuestra además por la admisión de Israel de que perdió la guerra mediática sobre Gaza en las últimas semanas.
Dado que no está interesado en comenzar una cuarta guerra con Hamás, particularmente debido a la situación en la frontera norte con Siria, Israel puede optar por silenciar la resistencia civil en Gaza a través de un acuerdo que aliviaría temporalmente la crisis humanitaria, sin ofrecer ninguna solución importante a la crisis estructural ni política. Las noticias sobre los esfuerzos de Israel para lograr un acuerdo de tan corto plazo preocupan a los organizadores de la Marcha, porque podría socavar sus objetivos políticos estratégicos más importantes: la eliminación total del bloqueo de Gaza y el impulso creciente del derecho de los palestinos al retorno.
Dos signos de esperanza
En medio de estas difíciles realidades han surgido dos procesos en los últimos años que ofrecen importantes signos de esperanza. El primero es la creciente voz entre palestinos y aliados que trabajan fuera de las estructuras partidarias tradicionales que, como Ahmad, piden un Estado democrático único en la Palestina histórica como alternativa a la partición, el apartheid y el colonialismo. Estas voces incluyen a prominentes intelectuales, académicos, activistas y organizaciones palestinas y judías israelíes.
El segundo es la renovación de la lucha popular palestina y la creciente convicción entre los palestinos de que este método de resistencia debe ser ampliamente promovido y priorizado por todas las facciones y movimientos. Aunque la resistencia popular y la desobediencia civil siempre han sido parte integral de la lucha palestina (y siempre han enfrentado la represión a manos de la fuerza militar de Israel), en los últimos seis años los palestinos en Jerusalén y sus aldeas vecinas, así como otros lugares en el Cisjordania, han sido testigos de “intifadas” pequeñas pero notables. La más inspiradora fue la intifada de 11 días contra los detectores de metales en Haram al-Sharif (Monte del Templo), que logró su objetivo específico de eliminar los dispositivos electrónicos de la zona.