El día que el mundo pasó a ser propiedad de los cobardes – por Jose Francisco Fernández-Bullón

 

 

Dicen que el mundo pertenece a los audaces, pero el demonio puede brindárselo a los cobardes en bandeja de plata si les ciega su miedo, su vanidad y su afán de vanagloria, y están dispuestos a venderle su alma. Son los que sigue a toda costa el lema de que “Viva el que Vence”. Sin principios ningunos por los que estén dispuestos a sacrificarse, se pliegan en todo momento a la autoridad vigente por ilegítima que sea.

Y ése, me temo, que es el caso del antipapa Bergoglio. Se habla mucho últimamente de su supuesto comunismo, y digo supuesto porque no creo que Bergoglio profese sinceramente ningún tipo de credo o ideología en particular. Gira como una veleta con el viento de cada doctrina que impere en cada momento particular. No tuvo ningún problema en colaborar con los generales supuestamente fascistas de Argentina y se le acusa de haber delatado a un par de compañeros jesuitas. Si lo hizo, estoy convencido que lo hizo simplemente por miedo.

Lo del supuesto fascismo de hombres como Videla hay que recalcarlo mucho, porque está claro que detrás de sus maniobras se encontraban organizaciones como la logia masónica Propaganda Due dirigidas en última instancia por hombres como Edmond de Rothschild, David Rockefeller (íntimo amigo del “comunista” Fidel Castro) o Henry Kissinger, que son fascistas o comunistas según les convenga. El fascismo prebélico fue el mayor enemigo de la masonería y el comunismo. Pero los fascismos postbélicos son otra cosa. Son la máscara que asumió la masonería para atraer a los incautos de “derechas” en una falsa lucha contra el comunismo que habían perdido de antemano.

Los regímenes autoritarios de “derechas” y recalco las comillas, financiados por la banca globalista comunista extirparon de cuajo las ansias de libertad de los pueblos latinoamericanos y lo mismo sucedió en Europa con la Red Gladio dirigida por los satanistas de la logia P2, que no luchaban contra el comunismo, sino contra la pluralidad, el diálogo y la democracia y desde luego y por encima de todo, contra el Cristianismo.

Si tenemos en cuenta que el mayor colaborador de la KGB soviética no fue otro que Victor Rothschild el líder de los Cinco de Cambridge, una red de espionaje británica al servicio del KGB soviético cuya traición al Reino Unido quedó completamente impune, es fácil deducir que esta familia siniestra juega a dos bandas y gobierna con mano de hierro todo el espectro político en Europa, y me temo que en el resto del mundo. Han prostituido el lenguaje y todo lo demás, han vaciado de sentido todas las palabras y ya sólo reina un partido en el mundo: el globalista o para ser más exactos: el satanista. Los gerifaltes de izquierda, de centro o de derecha son sus peones, son simples marionetas.

Estos dos artículos son de lectura obligada para cualquiera que quiera desvelar los entresijos de la vida moderna o postmoderna:

 

Propaganda Due (P-2) – Masons, Mossad and the Mafia

 

https://christiansfortruth.com/how-a-jewish-socialite-protected-kgb-spy-kim-philby-and-his-handler-victor-rothschild/

La masonería se ha infiltrado en la cúpula de todas las instituciones, de todos los ejércitos y yo diría que de todas las religiones, de ahí el éxito de la operación psicológica de terror de masas que supuso la falsa pandemia.

Desde luego se infiltró en las altas jerarquías de la iglesia católica que era el último bastión contra esta organización criminal.

Resulta obvio que el anti papa Bergoglio es un masón y por tanto apóstata y hereje,, (es miembro honorario, o lo que es lo mismo; deshonrado, del masónico Club Rotario y todas las sandeces que salen de su boca apestan a masonería). Pero la cosa viene de lejos. El Concilio Vaticano II que dio lugar al novus ordo “católico”, fue orquestado por la masonería. Los antipapas masones y otras lumbreras luciferinas con capelo que lo organizaron ni siquiera se molestaron en ponerle un nombre al nuevo orden o más bien desorden que no se pareciera tanto al novus ordo seclorum de los masones. Su desfachatez nos asombra.

El cardenal Sebastiano Baggio, cuyo nombre en clave masónico era SEBA, fue secretario de estado bajo el papa Juan Pablo II y prefecto de la nada sagrada congregación de los obispos, una organización que juega un papel fundamental en la elección de los mismos. No tenemos la menor duda de que la mayoría de obispos que “consagró” eran masones.

Hay documentos que prueban que el cardenal Angelo Roncalli, más conocido como el antipapa Juan XXIII, fue un masón que se sentaba en la logia codo con codo con Edouard Herriot, secretario de los Socialistas Radicales,

Cuando detentaba el cargo de Nuncio Papal en París visitaba la Gran Logia de esa ciudad vestido de civil todos los jueves por la noche, según testificaron varios miembros de la policía francesa designados para custodiarlo. Él fue quien inauguró el masónico concilio Vaticano Segundo concluido por el anti papa Pablo VI del cual mejor no hablamos.

No debemos descartar que muchos obispos ingresaran en las logias masónicas presionados, coaccionados, los mafiosos masones disponen de argumentos muy persuasivos para convencer a sus víctimas que no tienen nada que ver con la razón sino con las navajas traperas y las pistolas.

Es curioso que tras la revolución masónica en la iglesia que supuso el concilio Vaticano II, los sacerdotes dejaran de advertirnos de la existencia del infierno desde sus púlpitos y que el demonio pasara a dejar de existir oficialmente o quedara relegado a un discreto segundo plano. Curioso porque los prelados masones satanistas deben de conocerlo mejor que nadie; suele frecuentar sus logias. A partir de entonces las iglesias se vaciaron. ¿Para qué iba a ir uno a misa si resulta que el infierno no existe y que todo el mundo se va al cielo por muy perro que se sea? Pero el cielo que nos pintaban con tristes colores los curas del novus ordo (diríamos que así como al pastel) se parecía más bien al limbo, que no existe, y en el que ellos viven a pesar de todo, como si fuera un alojamiento virtual o digital. Una insulsa fantasmagoría.

Es posible que el demonio les haya prometido a todos estos prelados renegados un paraíso para crápulas de eternas borracheras y comilonas a base de” bocattos di cardinale”, a cambio de su silencio y de que prediquen el evangelio gnóstico de Judas Iscariote; e igual se tragaron el cuento, en razón de que tienen la mayoría los sesos reblandecidos por la molicie. Pero la masonería o la cábala gnóstica ya se había impuesto en la mayoría de las conciencias a finales del siglo XIX, era el culto inconsciente de prácticamente todos, en especial de los filósofos pero también de los artistas; y el Vaticano era ya una atalaya completamente sitiada.

Abundaban ya a principios del siglo XX, o quizás más bien a mediados, los curas sin fe, que a algunos como Unamuno les parecían una figura muy trágica cuando yo la encuentro simplemente patética. Recuérdese al protagonista de la novela o nivola “San Manuel, Bueno, Mártir” que no era ni santo, ni mártir, ni bueno. Era, como Unamuno y la mayoría de los filósofos modernos, un ser sin intuición, sin entrañas, sin intestinos, sin hígado, ni riñones. Puro cerebro, pura materia gris como las conciencias de tantos. Como esos cerebros que aparecen en las películas de ciencia ficción conservados en formol y que hablan como por arte de magia negra.

Por eso les encanta su propia verborrea y encuentran tan elegante y seductor no creer en absolutamente nada. Para ellos lo único real son sus jaquecas y las jaquecas que provocan en nosotros con sus interminables disertaciones o conferencias.

El creer que la menguante razón humana pueda alcanzar la verdad absoluta con sus elucubraciones calenturientas era una creencia propia de los gnósticos premodernos que eran mucho más ilusos que los modernos y creían a pie juntillas en las conclusiones a que llegaban con sus propias masturbaciones mentales. La razón humana es menguante como la luna, mengua rápidamente con el paso de los años, y ya puede decirse que desde el triunfo de la gnosis el hombre es cuanto más viejo, más necio. Uno sólo puede esperar alguna idea brillante de la imaginación de los párvulos. Porque es la imaginación y no la razón la que puede proporcionarnos alguna imagen convincente del universo y del mundo. La única que puede orientarnos un poco por el laberinto que es la vida.

Numerosos intelectuales gnósticos del siglo diecinueve murieron de fiebre cerebral que es la enfermedad que se inventaron los matasanos de entonces. Ahora mueren de covid que es una fiebre más bien nasal o anal; y es que los intelectuales gnósticos modernos piensan con el culo y se les neutraliza agarrándolos de las narices que les crecen de tanto mentir como a Pinocho. Es aterradora la reverencia que sienten los líderes del tercer mundo por los matasanos y pseudo científicos de Occidente a los que adoran como la nueva divinidad. Es una reverencia de consecuencias letales: y así hemos oído que una princesa tailandesa está en coma después de haberse inyectado la falsa vacuna contra la falsa epidemia. La pseudo ciencia cabalística es la nueva religión de numerosos musulmanes, cristianos, hinduistas y budistas… Todos han caído como peces en las redes de los masones.

Muchos de los masones deben de estar aterrados del éxito de sus intrigas y habrán desesperado de que surja un nuevo orden del caos que han provocado. La civilización se hunde en todas partes como el Titanic a causa de sus sucios sabotajes y cada cual corre como loco buscando su particular bote salvavidas.

Los masones son demasiado locos y desaprensivos como para planificar o planear una sociedad o una empresa que verdaderamente funcione y lo único que saben hacer es desbaratar los planes sensatos de los no masones. Sólo saben destruir y no construir. Las ciudades que maquinan son espejismos en el desierto y por eso han cautivado tanto a los jeques de Arabia Saudita o de Dubai que se pierden por las quimeras. Un hombre como Ciorán aseguraba que la Iglesia no le exige ningún mérito a sus miembros, pero la masonería tampoco lo hace; el mérito es tabú para ella. Ahora eso sí, les exige terminantemente a sus adeptos que carezcan completamente de escrúpulos y que estén dispuestos a comerse el hígado de su propio hijo si hace falta. No en balde es Saturno la estrella a la que rinden tributo y que han convertido en su enseña.

Jose Francisco Fernández-Bullón, 10 de febrero de 2023

Publicado originalmente por Red Internacional

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