Lo que quieren ocultar Facebook y Google: el Estado profundo devuelve los golpes – por Ron Unz

Después de varios meses de tráfico récord, nuestra revista de medios alternativos sufrió un fuerte golpe cuando fue repentinamente purgada por Facebook a finales de abril. No sólo nuestra rudimentaria página de Facebook fue eliminada, sino que todos los intentos subsecuentes de los lectores para publicar nuestros artículos en la red social más grande del mundo produjeron un mensaje de error describiendo el contenido como “abusivo”. Nuestra página web entera se encontró prohibida.

Facebook publica un informe mensual que cataloga sus acciones para eliminar el “contenido inapropiado”, y aunque nuestra publicación es probablemente una de las más grandes y populares jamás proscritas, la explicación proporcionada fue notablemente superficial, con nuestro nombre mencionado en sólo dos frases dispersas a lo largo del documento de 47 páginas. He aquí las dos frases:

Nuestra investigación vinculó esta red con VDARE, un sitio web conocido por publicar contenido anti-inmigración, y con individuos asociados con un sitio web similar The Unz Review.

Aunque las personas detrás de esta operación intentaron ocultar su coordinación, nuestra investigación vinculó esta red con VDARE, un sitio web conocido por publicar contenido anti-inmigración, y con individuos asociados con un sitio web similar The Unz Review.

Como he discutido previamente, caracterizar nuestra publicación en medios alternativos como un sitio web “anti-inmigración” “similar” a VDare parecía totalmente extraño considerando que sólo alrededor del 0,2% de nuestro contenido de 2020 fue republicado de esa fuente y habían pasado muchos meses desde la última vez que presentamos un artículo sobre inmigración. Así que sospeché fuertemente que la afirmación sólo servía como una excusa.

Yo no uso Facebook u otras redes sociales, y noté una pequeña reducción en nuestro tráfico diario después de esa purga, lo que parecía subrayar nuestra falta de confianza en los medios sociales. Pero una semana más tarde, esto cambió abruptamente, y nuestro número de lectores diarios cayó en un significativo 15-20%, apenas un golpe paralizante pero bastante angustioso, deteniendo brutalmente muchos meses de crecimiento previo.

Esto me desconcertó. ¿Por qué la prohibición de Facebook tuvo un impacto inicial tan limitado pero de repente se volvió algo mucho más serio? De paso descubrí que un segundo gigante de Internet aún más poderoso también nos había prohibido, lo que explicaba la fuerte caída. Todo nuestro sitio web y todos sus muchos millones de páginas de contenido serio habían sido silenciosamente desaparecidos por Google, eliminando así casi todo nuestro tráfico entrante de los resultados de búsqueda. Unas cuantas comprobaciones rápidas confirmaron esta desafortunada situación, que se ilustra mejor con un ejemplo especialmente llamativo.

Hace poco más de una década, yo había publicado un importante artículo titulado “El mito de la criminalidad hispánica“, y durante diez años dicho artículo siempre había ocupado un lugar muy destacado en las búsquedas de Google, generalmente ocupando el segundo lugar entre los 52.000.000 de resultados sobre el tema “delincuencia hispana” y también el segundo lugar entre los 139.000.000 de resultados, si uno tecleaba “delincuencia latina”. El impacto de mi análisis en el acalorado debate público también ha sido bastante considerable, y hace unos años un destacado especialista académico me pidió incluso que publicara su libro sobre ese tema. Pero mi artículo había desaparecido de todas esas búsquedas en Google.

Aunque Google tiene un abrumador monopolio en las búsquedas web en todo el mundo occidental, existen productos comparables que utilizan una tecnología similar, como Bing y DuckDuckGo, y éstos siguen colocando mi artículo cerca de la cima de sus resultados, con Bing en el número 2 para las búsquedas sobre “crimen hispano” y “crimen latino”, mientras que DuckDuckGo lo coloca en el número 4 en cada uno. Pero nadie lo encontraría nunca usando Google.

Las demás páginas de nuestro sitio web han sido igualmente puestas en una lista negra, efectivamente eliminadas de todas las búsquedas en la web, cortesía del monopolio de información de Google. Esto incluso afecta la biblioteca de contenido periódico que había construido durante la década de 2000, que contiene los archivos casi completos de cientos de las publicaciones más influyentes de América de los últimos 150 años. Millones de estos importantes artículos no están disponibles en ningún otro lugar, y su desaparición representa una tremenda pérdida para la erudición académica.

Google todavía contiene todas estas páginas, y si se añade el especificador adicional “unz” a la búsqueda, los resultados aparecen, pero para cualquiera que no sepa dónde buscar, todo nuestro sitio web y todo su contenido han desaparecido por completo. Esto explica nuestra repentina reducción del 15-20% del tráfico regular.

La ley de Internet es obviamente bastante turbia, pero parece una gran pena que Google haya decidido usar su monopolio de software para manipular severamente los resultados de búsqueda y ocultar deliberadamente mucha información importante. El hecho de que Google “desaparezca” un sitio web entero y todo su material es señal seguro de peligros. ¿Debería permitirse a los ejecutivos de Google “desaparecer” a cualquier político o candidato que no les guste? ¿Deberían individuos ricos o grupos poderosos poder pagar o presionar a Google para que sus críticas sean eliminadas de todos los resultados de búsqueda?

Durante 2018 los propios empleados de Google adoptaron una postura pública muy firme precisamente sobre estas cuestiones, protestando por la voluntad de su propia empresa de producir una versión “censurada” de su motor de búsqueda para su uso en China, una controversia que llegó a los titulares nacionales y que pronto obligó a los ejecutivos a abandonar el proyecto. Pero aunque la censura de Google sobre cierto contenido dentro de China sigue siendo un tema incendiario, la censura de Google de contenido americano se ha vuelto ahora aparentemente tan rutinaria y aceptada que me tomó más de una semana descubrir que todo nuestro sitio web había sido arrojado al “agujero de la memoria” orwelliano.

Siempre me había enorgullecido que mi artículo sobre el crimen hispano se mantuviera una década entera en el segundo lugar entre los casi 200 millones de resultados de Google sobre ese importante tema, y estaba consternado de que Google lo “desapareciera”. Pero para ser justos, debo admitir que los individuos que les resultan desagradables a las élites políticas gobernantes a veces sufren represalias mucho peores. Por ejemplo, mis periódicos de los sábados por la mañana publicaron los últimos acontecimientos en la desafortunada historia de Jamal Khashoggi, el periodista saudí disidente cuyos escritos críticos en el Washington Post irritaron tanto a su gobierno que lo mandaron a matar y descuartizar con una sierra para  huesos. Comparado con eso, el hecho de que Google desaparezca mis artículos no parece dar lugar a una queja importante.

Durante años nuestro sitio web ha venido publicando una gran cantidad de material extremadamente controversial, y muchos lectores están probablemente mucho más sorprendidos de que Google y Facebook tardaran tanto en purgarnos.

Considere, por ejemplo, mi propia serie de Pravda Americana, que junto con artículos relacionados suma 280.000 palabras y ha atraído cerca de 3 millones de visitas a la página, mientras que atrae más de 25.000 comentarios que contienen otros 3,5 millones de palabras. Muchos de estos artículos abordan con franqueza algunos de los aspectos más controvertidos del asesinato de JFK, los atentados del 11 de septiembre y la historia de la Segunda Guerra Mundial, temas tan delicados que hace un par de años el temible Israel Shamir me describió como el “Kamikaze de California” y sugirió, junto con muchos otros observadores, que nuestro sitio web podría ser aniquilado pronto como consecuencia de ello. Pero aparte de una reprimenda bastante deslucida del usualmente feroz ADL, no pasó absolutamente nada malo.

Sin embargo, ahora que hemos sido casi simultáneamente prohibidos por Google y Facebook, los principales guardianes de la Internet en los Estados Unidos, no parece probable que esa acción concertada haya sido una coincidencia, especialmente al llegar como lo hizo después de años de aparente ecuanimidad. Entonces, ¿qué ha provocado esta repentina purga?

Creo que la respuesta obvia fue mi más reciente entrega en la serie Pravda Americana, que atrajo más interés de los primeros lectores y de los medios sociales que cualquier otra cosa que hubiera escrito anteriormente, y que apareció justo ocho días antes de la prohibición de Facebook.

Mi artículo señalaba algunos hechos importantes que son menos conocidos de lo que deberían ser, y son bastante embarazosos tanto para nuestro propio gobierno como para los periodistas “main stream” demasiado serviles.

Durante décadas, los medios de comunicación estadounidenses han venido denunciando regularmente al gobierno chino por su notoria matanza de 1989 de los estudiantes que protestaban en Tiananmen; y han avergonzado a sus dirigentes por seguir negando rotundamente esa supuesta realidad histórica, siendo las demandas de China de censura acerca de la masacre una de las principales fuentes de conflicto con Google. Sin embargo, señalé que hace más de 20 años el ex jefe de la oficina de Beijing del Washington Post, que había cubierto personalmente los acontecimientos, publicó un largo artículo en nuestra revista periodística más prestigiosa, en el que admitía que la infame “Masacre de la Plaza Tiananmen” nunca había ocurrido realmente, y que no había allí más que una mezcla de periodistas incompetentes y propagandistas deshonestos. Sin embargo, durante décadas, la promoción de esa estafa desacreditada por nuestros medios de comunicación de élite ha continuado sin disminuir.

Otro ejemplo, señalé que en 1999 nuestros aviones de guerra habían bombardeado la embajada china en Belgrado, matando o hiriendo a docenas de diplomáticos chinos. En ese momento, nuestros medios informaron uniformemente acerca del ataque como un trágico accidente, al tiempo que ridiculizaban al gobierno de China por alegar lo contrario. Sin embargo, sólo unos meses después, muchos de los principales periódicos de Gran Bretaña y del resto del mundo revelaron que el bombardeo había sido efectivamente deliberado, citando a tal efecto numerosas fuentes de inteligencia de la OTAN. Pero desde que los medios de comunicación estadounidenses boicotearon completamente esta importante historia internacional, muy pocos estadounidenses han descubierto que los chinos habían estado diciendo la verdad todo el tiempo mientras nuestro propio gobierno seguía mintiendo.

Aunque estos artículos históricos fueron notables, sólo prepararon el escenario para un análisis mucho más explosivo. La mayor parte de mi artículo de 7.400 palabras presentaba la considerable prueba circunstancial de que nuestro actual desastre nacional del Coronavirus fue algo completamente autoinfligido, siendo el efecto boomerang involuntario de un ataque extremadamente imprudente en el terreno de la bioguerra americana contra China (e Irán), presumiblemente organizado por los Neoconservadores del Estado Profundo o por otros elementos canallescos de nuestro alto mando en cuestiones de seguridad nacional.

Esta epidemia de enfermedad en curso ya ha matado a 100.000 estadounidenses y destrozado nuestra economía, por lo que podemos entender fácilmente por qué los culpables decidieron hacer todo lo posible por impedir que esta información se difundiera en general, presionando a Google y Facebook para que suprimieran las pruebas cruciales. Dado que mi largo artículo ha sido prohibido por los gigantes de Internet de América, voy a repetir algunos puntos más importantes del mismo:

A medida que el coronavirus comenzó a extenderse gradualmente más allá de las propias fronteras de China, ocurrió otro acontecimiento que multiplicó enormemente mis sospechas. La mayoría de estos primeros casos se habían producido exactamente donde cabría esperar, entre los países de Asia oriental lindantes con China. Pero a finales de febrero, Irán se había convertido en el segundo epicentro del brote mundial. Lo que es aún más sorprendente es que sus elites políticas se vieron especialmente afectadas, ya que un 10% de todo el Parlamento iraní se infectó rápidamente y al menos una docena de sus funcionarios y políticos murieron a causa de la enfermedad, incluidos algunos de bastante alto rango. De hecho, los activistas neoconservadores de Twitter comenzaron a notar con alegría que los odiados enemigos iraníes estaban cayendo como moscas.

Consideremos las implicaciones de estos hechos. En todo el mundo, las únicas élites políticas que han sufrido pérdidas humanas significativas han sido las de Irán, y murieron en una etapa muy temprana, antes de que se produjeran brotes significativos en casi cualquier otro lugar del mundo fuera de China. Así pues, tenemos a Estados Unidos asesinando al principal comandante militar del Irán el 2 de enero y luego, sólo unas semanas más tarde, el 10% del Parlamento iraní se infectaron con un nuevo virus misterioso y mortal, y muchos de ellos murieron pronto como consecuencia de ello, incluyendo dos personas de alto rango. ¿Podría cualquier individuo racional considerar esto como una mera coincidencia?

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Por razones obvias, la Administración Trump se ha mostrado muy ansiosa por destacar los primeros pasos en falso y los retrasos en la reacción china ante el brote viral en Wuhan, y presumiblemente ha animado a nuestros medios de comunicación a dirigir su atención en esa dirección.

Como ejemplo de ello, la Unidad de Investigación de Associated Press publicó recientemente un análisis bastante detallado de esos primeros acontecimientos, supuestamente basado en documentos chinos confidenciales. Provocativamente titulado “China no advirtió al público de la probable pandemia durante 6 días clave”, la pieza fue ampliamente circulada, apareciendo en forma abreviada en el New York Times y en otros lugares. Según esta reconstrucción, el gobierno chino se dio cuenta por primera vez de la gravedad de esta crisis de salud pública el 14 de enero, pero retrasó la adopción de cualquier medida importante hasta el 20 de enero, un período de tiempo durante el cual el número de infecciones se multiplicó enormemente.

El mes pasado, un equipo de cinco reporteros del Wall Street Journal produjo un análisis muy detallado y minucioso de 4.400 palabras sobre el mismo período, y el NYT ha publicado una útil línea de tiempo sobre esos primeros eventos también. Aunque puede haber algunas diferencias de énfasis o desacuerdos menores, todas estas fuentes de los medios de comunicación estadounidenses están de acuerdo en que los funcionarios chinos se enteraron por primera vez del grave brote viral en Wuhan a principios o mediados de enero, la primera muerte conocida ocurrió el 11 de enero, y finalmente implementaron nuevas e importantes medidas de salud pública a finales de ese mismo mes. Aparentemente nadie ha discutido estos hechos básicos.

Pero con las horribles consecuencias de nuestra propia inacción gubernamental posterior, algunos elementos dentro de nuestras agencias de inteligencia han tratado de demostrar que ellos no eran los que se habían quedado dormidos. A principios de este mes, un reportaje de ABC News citó cuatro fuentes gubernamentales distintas para revelar que ya a finales de noviembre, una unidad especial de inteligencia médica dentro de nuestra Agencia de Inteligencia de Defensa había producido un informe advirtiendo que una epidemia de enfermedades fuera de control estaba ocurriendo en el área de Wuhan en China, y distribuyó ampliamente dicho documento entre los altos mandos de nuestro gobierno, advirtiendo que se debían tomar medidas para proteger a las fuerzas estadounidenses con base en Asia. Después de que se difundiera la historia, un portavoz del Pentágono negó oficialmente la existencia de aquél informe de noviembre, mientras que varios otros funcionarios de alto nivel del gobierno y de los servicios de inteligencia se negaban a hacer comentarios. Pero unos días después, la televisión israelí mencionó que en noviembre la inteligencia americana había compartido efectivamente tal informe sobre el brote de la enfermedad de Wuhan con sus aliados de la OTAN y de Israel, pareciendo así confirmar de manera independiente la completa exactitud de la historia original de ABC News y sus varias fuentes gubernamentales.

Por lo tanto, parece que ciertos elementos de la Agencia de Inteligencia de Defensa estaban al tanto del mortal brote viral en Wuhan más de un mes antes que cualquier funcionario del propio gobierno chino. A menos que nuestras agencias de inteligencia hayan sido pioneras en la tecnología de precognición, creo que esto puede haber sucedido por la misma razón que los pirómanos son los que tienen el conocimiento más temprano de incendios por desatarse.

Aunque la crítica a los medios de comunicación viene siendo el tema central de mi serie  Pravda americana, siempre paso al menos un par de horas cada mañana leyendo cuidadosamente nuestros principales periódicos, que considero como fuentes inigualables de información importante siempre que sus artículos sean tratados con la debida precaución y rigor. Descubrí que la mayor parte de las pruebas decisivas que sugieren un ataque de guerra biológica americana estaba escondida a plena vista en fuentes de noticias tan eminentemente respetables como el NYT, el WSJ, y ABC News.

A medida que nuestra confrontación global con China se iba acalorando, mi New York Times matutino siguió proporcionando información invaluable para cualquiera que esté dispuesto a leer cuidadosamente.

Por ejemplo, el Secretario de Estado Mike Pompeo posiblemente sea el más prominente Neoconservador del Estado Profundo en la Administración Trump, y es un arquitecto líder de nuestra confrontación con China. La semana pasada rompió la cuarentena para hacer un viaje a Israel y mantener importantes conversaciones con el Primer Ministro Benjamín Netanyahu, como se informó en un artículo del NYT de 1.600 palabras. Aunque la mayoría de su discusión se refería al apoyo americano al proyecto de anexión de la Cisjordania  palestina, surgió un serio desacuerdo sobre los crecientes lazos económicos de Israel con China, y el artículo señalaba que el Estado judío había “antagonizado” a Washington permitiendo a las empresas chinas hacer grandes inversiones en infraestructura, algunas de ellas en lugares sensibles. Según los periodistas del Three Times, Netanyahu se mantuvo firme en su postura, decidido a no “retroceder” ante las repetidas advertencias de Pompeo y se negó a reconsiderar la política de su gobierno respecto a China.

Pero sólo un par de días más tarde, el Times informó que Du Wei, el embajador chino en Israel, de 57 años de edad, había sido encontrado muerto en su casa, habiendo caído repentinamente víctima de “problemas de salud no especificados”. La pieza enfatizaba que se había convertido en un importante crítico público de las políticas actuales de EEUU hacia China, y la yuxtaposición de estos dos artículos consecutivos del NYT me hizo plantearme todo tipo de preguntas… obvias.

Según las tablas de mortalidad estándar, un hombre americano de 57 años tiene menos de un 1% de posibilidades de morir en un año determinado, y dada la similitud en la esperanza de vida general, lo mismo debe ser seguramente cierto para los hombres chinos. Es probable que los embajadores chinos recientemente nombrados gocen de una salud razonablemente buena y no estén padeciendo las últimas etapas de un cáncer terminal, pero dichas etapas, junto con lesiones obvias y visibles, representan más de la mitad de todas las muertes a esa edad. Por lo tanto, la probabilidad de que el diplomático chino de 57 años de edad muriera naturalmente en ese lapso de dos días era probablemente mucho menos de 1 por 50.000. Los rayos a veces caen en las circunstancias más improbables, pero no muy a menudo; y creo que las muertes inexplicadas de embajadores durante enfrentamientos internacionales suceden con una frecuencia semejante, pero no entran en la misma categoría.

Por lo tanto, parece excepcionalmente improbable que la repentina desaparición del Embajador Du no estuviera de alguna manera directamente relacionada con la acalorada disputa entre Pompeyo y Netanyahu sobre los vínculos de Israel con China, que había ocurrido sólo dos días antes. Los detalles exactos y las circunstancias son totalmente oscuros, y sólo podemos especular. Pero como la especulación aún no ha sido prohibida por un edicto del gobierno, se nos viene a la mente una interesante posibilidad.

En agudo contraste con los líderes electos de los estados vasallos de América en toda Europa y Asia, el Primer Ministro israelí Netanyahu apenas se considera en deuda con el gobierno americano. Es un individuo poderoso y arrogante que recuerda las interminables ovaciones de pie que disfrutó cuando se dirigió a nuestra propia Cámara y Senado, recibiendo el tipo de adulación pública bipartidista que sería inimaginable para un Donald Trump, quien sigue siendo profundamente impopular en la mitad de nuestro Congreso y la nación. Así que ante las demandas de un enviado de Trump de que sacrificara los intereses de su propia nación cancelando importantes proyectos económicos chinos, aparentemente hizo caso omiso de las advertencias de Pompeo y le dijo que se fuera al diablo.

La clásica película de 1972 El Padrino ocupa el segundo lugar en la base de datos de películas de la IMDb, y una de sus escenas más famosas se refiere a un conflicto entre un poderoso y arrogante magnate del cine de Hollywood y un visitante que representa a la familia Corleone. Después de que las educadas peticiones de estos últimos se ven desatendidas, el magnate del cine se despierta y descubre la cabeza ensangrentada de su preciado caballo de carreras en su propia cama, lo que demuestra la seriedad de la advertencia que había recibido, con aclaraciones de que no debía ser desatendida. Pompeo había sido recientemente director de la CIA, y sospecho que pidió algunos favores a elementos del Mossad israelí y procuró que se tomaran ciertas medidas letales para convencer a Netanyahu de que nuestras demandas de que reevaluara sus vínculos con China iban en serio, no eran para ser tratadas a la ligera. Sospecho que las controversiales empresas económicas chino-israelíes pronto serán reducidas o abandonadas.

Nunca había oído hablar del desafortunado embajador chino antes de su repentina desaparición, y en circunstancias normales cualquier noción de juego sucio americano podría ser descartada como absurda. Pero consideremos que sólo unos meses antes habíamos asesinado públicamente a un alto dirigente iraní después de que fuera atraído a Bagdad para las negociaciones de paz, un acto mucho más importante que la negación plausible de que un diplomático de mediana edad fuera encontrado muerto en su propia casa por causas desconocidas.

Unos días más tarde, mi Wall Street Journal publicó un artículo titulado “Los diplomáticos chinos ‘Guerreros Lobo’ van a luchar”, que empezaba en primera plana y tenía 2.200 palabras, o sea, de lejos el artículo más largo que apareció en la edición de ese día. Sin embargo, aunque el difunto embajador Du había estado al frente de esta campaña china en curso para desafiar la influencia americana, tanto en Israel como durante su anterior destino en Ucrania, y la repentina muerte de este particular “diplomático guerrero lobo” era seguramente conocida por los periodistas, el nombre de Du no aparecía en ninguna parte del texto, lo que me lleva a preguntarme si había sido extirpado deliberadamente para evitar levantar obvias sospechas en los lectores del WSJ.

Durante cientos de años desde el Tratado de Westfalia, las vidas de los diplomáticos han sido casi siempre tratadas como sacrosantas, y una respuesta típica a la ruptura de tales convenciones internacionales podría ser una represalia estilo “ojo por ojo”. Los dirigentes de China tienden a ser notablemente pragmáticos y reconocen que su fuerza nacional está creciendo rápidamente, cuando nuestra propia sociedad decae y se deteriora, por lo que tal vez renuncien a cualquier reacción de ese tipo, al menos por el momento. Pero si algunos  diplomáticos americanos u otros funcionarios de alto rango comienzan a sufrir extrañas muertes, la explicación puede no ser tan misteriosa, aunque Google y Facebook ciertamente harán todo lo posible para que así parezca.

Ron Unz, 24 mayo 2020

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Publicacion original en Ingles: https://www.unz.com/announcement/what-google-and-facebook-are-hiding/

Publicacion original en Espanol: Red Internacional, Traducción : Maria Poumier

 

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