España: Palma de Oro del Progresismo

“Son los más europeístas, tolerantes y protestones de los grandes países de Europa. También los que más ayudas exigen al Estado. En plena crisis global del progresismo, la ‘España Bambi’ es el último bastión de la socialdemocracia.”

sdfgsdfgdsg

Cuentan que fue Alfonso Guerra, tan aficionado a los motes, quien llamó Bambi a Zapatero por primera vez. Eran las formas de la vieja guardia socialista para despreciar aquello del talante, el optimismo antropológico del ex presidente, la izquierda amable, la alianza de civilizaciones, los cafés a 80 céntimos y eso de que la Tierra no pertenece a nadie salvo al viento. Si uno busca buenismo en wikipedia, aparece Zapatero. En serio.

Pero… ¿Y si en realidad todos somos un poco ZP? Un poco Bambi, vamos. ¿Y si los españoles somos irremediablemente de izquierdas?

La Fundación BBVA presentó ayer la primera parte de su estudio internacional sobre valores y actitudes en Europa acerca de la esfera pública y el retrato que traza de los españoles dibuja un panorama casi enternecedor. Los españoles somos más solidarios que nadie, más empáticos que nadie, más generosos y tolerantes que nadie, más europeístas que nadie y, sí, más de izquierdas que nadie.

España es el país con más ciudadanos situados ideológicamente en el extremo izquierdo del espectro político (un 20% frente al 10% de Francia o Alemania, el 11% de Reino Unido o el 8% de Italia). Los ciudadanos que se declaran claramente de izquierdas duplican en nuestro país a los de derechas, justo al contrario de lo que ocurre en países como Italia.

“Esta autodefinición ideológica no es un indicador directo del voto”, advirtió durante la presentación del informe el director de la Fundación BBVA, Rafael Pardo. “Sino que encapsula un modo de ver y estar en el mundo”.

Y resulta que nosotros, tras el boom de las políticas neoliberales de los años 80, con la socialdemocracia en el diván, en pleno auge global de los movimiento de extrema derecha y con PSOE y Podemos disfrazados de Pimpinela desde hace meses, aún vemos el mundo desde la izquierda. ¿Por qué?

Ignacio Urquizu, profesor de Sociología en excedencia en la Universidad Complutense y alcalde socialista de Alcañiz publicó este año ¿Cómo somos? Un retrato robot de la gente corriente, una radiografía del hombre medio en España que ya buceaba en los anclajes ideológicos de nuestra sociedad. “El español medio es progresista”, dice su libro, publicado justo antes de las últimas elecciones generales, las que dieron un amplia (e insuficiente) mayoría al PSOE de Pedro Sánchez, favorito en todas las encuestas en caso de inminente repetición electoral.

“En España, la memoria histórica ha desempeñado un papel muy importante en la conformación de los principios y valores de nuestra sociedad y la ideología no es algo que cambie de año a año”, advierte Urquizu a Papel. “La ideología tiene un fuerte componente emocional que racionalizamos a posteriori, es decir, la gente decide a quién votar y luego busca los argumentos que justifiquen su decisión. Y aquí el vínculo con el pasado es más fuerte que en otros países porque no hace tanto que vivimos la Guerra Civil, la última guerra romántica ideológica del siglo XX”.

El trabajo de la Fundación BBVA ha recopilado las respuestas de 1.500 personas de más de 18 años de cada uno de los cinco países más poblados de la Unión Europea: Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y España. Sus conclusiones no son nuevas, pero ayudan a situarnos en tiempos de tormenta. Desde la Transición, cuando arrasaban los cómics de la editorial Bruguera, siempre ha habido más españoles que se reconocían de izquierdas, incluso cuando gobernó la derecha. Así lo ratifican todas las series del CIS, independientemente de lo que después pasara en las elecciones.

“Que los indicadores de izquierda-derecha mantengan cifras similares a pesar de los cambios (de Gobierno) podría explicarse si los atributos asignados por el conjunto de la sociedad a la izquierda fueran considerados mejores valores, con mayor preferencia moral que los asignados a la derecha, de tal forma que cada individuo tienda a considerar esos valores cercanos a sí mismo y a sus preferencias morales”, escribía el profesor Manuel Herranz Montero en un estudio publicado en 2014 bajo una pregunta: ¿España es un país de izquierdas?.

“Siempre ha sido así y no es algo que salga de la nada. La forma de ser progresista de los españoles es coherente con lo que piensan ante distintas cuestiones y con cómo articulan esos pensamientos”, apunta la socióloga Belén Barreiro, presidenta del CIS entre 2008 y 2010 y autora del libro La sociedad que seremos, un ensayo que decía, entre otras cosas, que la crisis económica nos ha hecho más empáticos y mejores personas. “Cuando se pregunta en las encuestas por asuntos que tengan que ver con la redistribución o con el apoyo al estado del bienestar, siempre salen posiciones más socialdemócratas que en otros países, incluso entre gente que dice votar a la derecha. Hay una tradición de solidaridad en España incluso entre los más conservadores, quizás por los valores católicos y por esa visión más compasiva de la sociedad que marca nuestra forma de pensar. También somos más abiertos y tolerantes en todo lo que tenga que ver con los estilos de vida. El apoyo al matrimonio homosexual, por ejemplo, es bastante transversal porque colocamos nuestras formas de vida por encima de los prejuicios”.

Volvamos a nuestro retrato robot. Los españoles no sólo somos más de izquierdas que los ingleses, los alemanes, los franceses o los italianos, sino que la diferencia entre nuestros jóvenes y los jóvenes de los otros países es aún mayor. Casi cuatro veces mayor. El 31% de los españoles de entre 18 y 24 se sitúa en la extrema izquierda, frente al 8% del resto de países. Y la identificación con esta ideología crece conforme es mayor el nivel educativo: el 44% de los ciudadanos que estudiaron hasta al menos los 20 años son progresistas.

Somos los europeos que menos representados se sienten por los partidos políticos tradicionales, los más hartos de la corrupción (junto a los italianos), los menos activistas pero a la vez los que acuden a más manifestaciones y secundan más huelgas, los que apuestan con mayor convicción por la responsabilidad del Estado y su intervención para garantizar la cobertura sanitaria de todos los ciudadanos, las pensiones, el control de los precios y los salarios y hasta los beneficios de las empresas. Y nos apartamos del promedio también al sostener que los ingresos de los españoles deberían ser más equilibrados, al margen de la formación de cada uno.

“A diferencia de lo que ocurre en otras sociedades europeas, en España las personas que se definen de derechas también defienden la igualdad“, sostiene Barreiro.

También somos los más europeístas. El 63% de los españoles valora de forma positiva o muy positiva la pertenencia a la Unión Europea, 15 puntos por encima del promedio del resto de países. “En este aspecto somos más racionales que emocionales”, apunta Urquizu. “No es que seamos europeístas convencidos, es que en Europa nos ha ido bien, nos ha beneficiado mucho“.

“Sentimos que dentro estamos mejor y que Europa nos da más de lo que damos”, sostiene Barreiro. “Pero es verdad que la tradición europeísta en nuestro país siempre ha sido fuerte, al menos hasta la crisis, que debilitó ese sentimiento”.

¿Nos preocupa la inmigración? Pues tampoco mucho. Al menos no tanto como a nuestros vecinos. En plena metástasis de los discursos xenófobos y los proyectos para levantar un muro en cada esquina, los españoles decimos que nos preocupa más un ciberataque (7,4 sobre 10) que la inmigración (6,7).

“Es curioso porque nosotros tenemos la frontera más desigual del mundo. Sólo nos supera Corea”, dice Urquizu. El PIB per cápita de España es casi diez veces mayor al de Marruecos. “Sin embargo nuestros valores de tolerancia se han impuesto siempre”.

Según el informe de la Fundación BBVA, el 49% de los españoles cree que el Gobierno debería permitir la libre entrada de las personas que buscan oportunidades en nuestro país siempre y cuando haya puestos de trabajo disponibles. El 15% aboga, incluso, por la libre entrada de inmigrantes. Ningún otro país de nuestro entorno llega a esas cifras y casi todos apuestan mayoritariamente por establecer cupos de entrada, una opción que en España sólo defiende un 25% de los encuestados.

“La idea de los cupos no está presente entre los españoles, pero la población sí espera que la entrada de inmigrantes no comprometa el mercado laboral, así que no se defiende mayoritariamente una apertura indiscriminada”, matizó ayer Rafael Pardo.

La encuesta también nos dice que España es el país más abierto a los refugiados. Estamos mayoritariamente de acuerdo con recibir a las personas que huyen de territorios en guerra, personas que huyen de una persecución política, étnica o religiosa e incluso a quienes huyen de la pobreza, un motivo que genera mucho más recelo en el resto de estados. Ningún otro país cree con tanta convicción que acoger refugiados es “un deber moral” y “enriquece a la sociedad”.

Qué nos preocupa entonces. Principalmente el cambio climático, quizás el asunto que mejor nos retrata. Somos el país más alarmado por el calentamiento global y el más crítico con la responsabilidad del ser humano, pero también el más optimista al respecto. ¡Qué narices! El 44% de los españoles aún cree que el cambio climático es reversible.

¿Ingenuos? La España Bambi es así.

Fuente: https://elmanifiesto.com

Reopuboicado por Red Internacional

Print Friendly, PDF & Email