El nazismo y el fascismo, junto con los otros movimientos patológicos revolucionarios del siglo XX, se originaron en la izquierda.
Aunque Trump esperaba que la publicación del tan esperado informe del Inspector General el 14 de junio lo exonerara y condujera a investigaciones reales sobre verdaderos criminales, lo que reveló en su lugar fue una tibieza que condujo a que algunos comentaristas concluyeran que el Inspector General “no sólo tiene miedo” del FBI, sino que “no está seguro de que Trump vaya a ganar la guerra” que los políticos internos están librando en su contra.
La última crisis de separación familiar a lo largo de la frontera es una parte integral de esa guerra. Sin duda fue el momento oportuno para robarle titulares a la publicación del informe del IG. Desde su publicación, los medios de comunicación, los demócratas y los grupos progresistas han acaparado esos titulares y han llevado la guerra contra la Administración Trump a un nivel completamente nuevo.
Desde la elección de Donald Trump se han establecido numerosos grupos ‘Antifa’ con el objetivo principal de ‘luchar contra el fascismo en Estados Unidos’. Son infames por
atacar a los manifestantes,
acechar a la gente que llaman “fascista”, cometer actos
vandálicos, interrumpir
eventos anuales y, en general, por ser cuadrillas de camisas pardas.
En su libro Liberal Fascism: The Secret History of the American Left from Mussolini to the Politics of Meaning (“Fascismo Liberal: La historia secreta de la izquierda estadounidense desde Mussolini hasta la política del sentido“), el autor Jonah Goldberg define al fascismo de la siguiente manera:
El fascismo, en su esencia, es el punto de vista de que todos los rincones de la sociedad deben trabajar juntos en unión espiritual hacia las mismas metas supervisadas por el estado. “Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado”, así lo definió Mussolini.
Como argumenta Goldberg, mientras que la izquierda afirma estar en una guerra contra los fascistas de derecha, la realidad es que el nazismo y el fascismo, junto con los otros movimientos patológicos revolucionarios del siglo XX, se originaron en la izquierda. ¿Por qué? Porque los de izquierda son los primeros que abandonan la tradición, recurren a la violencia colectiva y exigen la injerencia del Estado en la vida privada para rehacer la sociedad sobre la base de una utopía ilusoria. Lo vemos en la campaña feminista para redistribuir la riqueza de los hombres a las mujeres, en la debacle de los pronombres de género que legisla el discurso, y en el constante ingreso del estado a la vida sexual privada de hombres y mujeres. Y lo vemos con más crudeza hoy en día en el ascenso de Antifa.
Una encuesta de 2017 encontró que la mayoría de los demócratas (71%) estaban de acuerdo con su lógica: que la campaña de Trump contenía un “matiz fascista” y que él era racista. Al repetir que “Trump es racista” y “Trump es Hitler” como su mantra, todo el Partido Demócrata se ha alineado con el movimiento Antifa, y ha abrazado su peculiar “lógica”. Esa “lógica” es la siguiente:
- Trump es Hitler.
- Por lo tanto, hará lo que hizo Hitler.
- Debe ser detenido antes de que eso suceda.
- Cualquier cosa que promueva ese fin no sólo es moralmente correcta, sino que es moralmente necesaria.
Ésa es su lógica pero, a falta de evidencia, subsiste primariamente a partir de la propaganda cargada emocionalmente y los paramoralismos aportados por los medios masivos de comunicación. Con el tema de la separación familiar en la frontera, los medios de comunicación tuvieron el “gancho” que muchos de estos adictos ansiaban como excusa para enfurecerse en todo el país.
Comenzó con imágenes falsas de niños llorando, imágenes de niños enjaulados (algunas durante la presidencia de Obama) y un audio de bebés llorando. Después de que el informe del IG fue publicado, se volvió más sugestivo, con la publicación de artículos de Laura Bush, la publicación de la revista Times de julio y el colapso nervioso de Rachel Maddow. En todo momento la narrativa fue clara: Trump está separando a bebés y niños de sus padres y convirtiendo a la nación en el equivalente moral de la Alemania nazi. Como dice la edición de julio de la revista Times:
“Sin una frontera, no se tiene un país”, escribió el presidente el 19 de junio. Todo el mundo lo sabe. La pregunta es, ¿qué clase de país?
La pregunta es absurda, pero el punto está en la sugerencia (una sugerencia que se repite en los principales medios de comunicación) de que nos estamos convirtiendo en la Alemania nazi bajo Trump.
Un momento de reflexión debería disipar la propaganda. En realidad, la separación de los niños inmigrantes de sus “familias” por parte de la administración Trump es en sí misma una reacción al hecho de que los inmigrantes ilegales utilizan a los niños (ni siquiera necesariamente a los suyos) para acceder fácilmente a la sociedad estadounidense. Como afirmó Jeff Sessions:
La administración anterior no procesaba a los extranjeros ilegales que entraban al país con niños. Era una frontera abierta de facto.
Los resultados no fueron sorprendentes. Más y más extranjeros ilegales empezaron a aparecer en la frontera con niños. Para ilustrar, en 2013, hubo menos de 15.000 unidades familiares detenidas al cruzar ilegalmente nuestra frontera entre los puertos de entrada. Cinco años después, eran más de 75.000, es decir, cinco veces más en cinco años. Ni siquiera tenían que ser sus hijos, podría ser cualquiera. Pueden imaginarse los horribles abusos resultantes.
La política de Trump también traslada la jurisdicción de estos juicios a la corte criminal y los deja fuera de la corte de inmigración, en la cual un juicio puede tomar años mientras los inmigrantes construyen vidas y familias dentro de EE.UU. En el sistema penal, los migrantes típicamente son sentenciados a un tiempo de detención y luego son transferidos al ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE.UU.), donde permanecen hasta su deportación, a menos que sean delincuentes reincidentes, en cuyo caso son castigados con penas más severas.
Y por último, Trump mismo se ha lamentado de esta política pero, al final, está tratando de hacer lo que prometió hacer cuando fue elegido: proteger las fronteras estadounidenses. Ése es su mandato. La incapacidad total del público para comprender esto es una consecuencia directa de hasta qué punto la propaganda ha sido “catapultada”.
Es ciertamente irónico que muchos estadounidenses supuestamente implacables vayan a la guerra por los fascistas en nombre de Antifa.
El mismo día de la publicación del informe del IG, MoveOn.org, respaldada por Soros, y otros “grupos progresistas” movilizaron una manifestación masiva dedicada a fomentar la indignación moral por la separación de las familias de Trump en la frontera. El movimiento, llamado
Families Belong Together (
Las familias deben estar unidas),
afirma que 150.000 personas se comprometieron a “entrar en acción” en las primeras 36 horas de su organización.
Un organizador dijo que el movimiento “[resonó] con este sentimiento profundo y visceral de indignación que la gente siente. Esto no puede ser lo que somos como país, no podemos seguir por este camino”. En otras palabras, la propaganda está funcionando.
Pocos días después, el domingo 17, nació un nuevo movimiento de Occupy cuando una docena de activistas rodearon las instalaciones de ICE en Portland, impulsados por el momentum que otorgaron las protestas a nivel nacional.
Direct Action Alliance: ¡Esto sucederá esta noche en el centro de detención del ICE en Macadam! Muchos de nuestros vecinos y amigos en nuestra comunidad se han comprometido a MANTENER VÍGILIA TODA LA NOCHE frente a las instalaciones del ICE, para solidarizarse con todas las familias que han sido desgarradas. ¡Por favor, sal si puedes! Hay que tener en cuenta que existen riesgos, especialmente con las fuerzas del orden. Pero si puedes, ¡por favor muestra tu apoyo!
El lunes, el número de manifestantes frente a las instalaciones del ICE había aumentado a unos 70. Por la noche, la situación se asemejaba a una toma de rehenes, ya que la policía pedía a los activistas de Antifa que permitieran a los empleados del ICE regresar a casa con sus familias. Naturalmente, el cerebro de los copos de nieve casi se derritió ante esta propuesta.
Indignados por la posibilidad de que los ciudadanos estadounidenses quisieran volver con sus familias, los manifestantes gritaron: “Oh, ¿necesitan volver a casa con sus familias? ¿Qué hay de las familias a las que retienen?” Los manifestantes rodearon el edificio, negándose a permitir que los empleados se fueran, gritando “irán a casa cuando los niños se vayan a sus casas”. No fue hasta el martes por la noche cuando la policía de Portland llegó para ayudar a evacuar a los empleados de ICE.
Al describir cómo se produjo la protesta, el Washington Post la resumió de la siguiente manera, como si fuera un cuento de hadas:
Comenzó como una vigilia con velas por los niños inmigrantes que habían sido separados de sus padres mientras cruzaban a Estados Unidos. Una docena de manifestantes se reunieron frente a las instalaciones del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) en el suroeste de Portland el 17 de junio.
Después de que se apagaran las velas, algunos de los manifestantes decidieron quedarse y encontraron con una forma más efectiva de protesta basada en un razonamiento sencillo: El ICE no puede deportar personas si los jueces, abogados y litigantes de inmigración no pueden entrar físicamente a sus oficinas.
Lo anterior evoca imágenes de mujeres ancianas que caminan cautelosamente en apoyo de los débiles y oprimidos, aunque por supuesto eso es muy diferente a los izquierdistas rabiosos que conforman el movimiento Antifa. Enfrentados al hecho de que Trump había anulado su política de separación familiar desde entonces, los manifestantes escribieron que no se detendrán hasta que el ICE sea completamente abolido, ya que “el ICE es una organización supremacista blanca que sigue las órdenes de una administración supremacista blanca” y la única razón por la que existe es para “Preservar el poder de la mayoría blanca que está decreciendo rápidamente”.
El alcalde de Portland, Ted Wheeler, apoyó firmemente a los que mantenían como rehenes a los agentes federales, afirmando lo siguiente:
“Quiero dejar muy claro que no quiero que la Policía de Portland se involucre o se vea envuelta en un conflicto, particularmente cuando se trata de una agencia federal que creo que está en el camino equivocado y que no ha cumplido plenamente con los valores estadounidenses de inclusión, y que además es una agencia en la que el ex jefe sugirió que las personas que lideran las ciudades que son ciudades santuario como ésta deberían ser arrestadas”. [Las ciudades santuario en Estados Unidos ponen en práctica políticas para limitar su colaboración con las autoridades federales de inmigración.- NdeT]
No estaba solo. El representante Mark Pocan declaró: “Desafortunadamente, el presidente Trump y su equipo de nacionalistas blancos, incluyendo a Stephen Miller, han abusado tanto del ICE que la agencia ya no puede lograr sus objetivos de manera efectiva”. Los congresistas Earl Blumenauer, Jim McGovern y Pramila Jayapal pidieron la abolición total del ICE. Y la loca Maxine Waters pidió a sus partidarios que hostigaran a los funcionarios de la administración Trump y, por extensión lógica, a cualquiera que apoyara a dichos funcionarios.
La situación recuerda a las “protestas” en el Evergreen College. Allí el presidente del colegio hizo todo lo posible por acomodar a los manifestantes, incluso elogiando sus acciones histéricas y violentas como “virtuosas”. Y, al hacerlo, los alentó y permitió que se difundieran. Pronto estuvieron vagando por el campus y haciendo peticiones; mientras lo mantenían a él, a los estudiantes y a los profesores como rehenes.
El lunes 25 el movimiento Occupy ICE se extendió a Detroit, donde un activista de la Red de Acción Política de Metro-Detroit declaró: “Pudimos detener la actividad genocida que se emula en la oficina del ICE“. El grupo planea quedarse hasta el 30 de junio, y la policía ha apoyado su derecho a protestar, aunque los manifestantes dicen que no descansarán hasta que Detroit sea reconocida oficialmente como una ciudad santuario. La Red de Acción Política Metro-Detroit y Great Lakes AntiFa también se unieron.
Activistas pertenecientes al Consejo Coordinador Anarquista Metropolitano también paralizaron audiencias de inmigración en una corte de inmigración de la ciudad de Nueva York:
El grupo dijo a Gothamist que su objetivo era impedir que los agentes del ICE salieran del edificio o trasladaran a los inmigrantes a cárceles fuera de la ciudad. Un organizador dijo que un manifestante había sido arrestado después de intentar bloquear una camioneta del ICE.
Washington, Los Ángeles, Utah y Chicago, entre otros, han visto asentamientos similares. Y, por supuesto, eso no es todo. Las noticias están repletas de la violencia de la izquierda regresiva. Estos son algunos de los titulares más sensacionales:
- Los manifestantes de Antifa abuchearon a la Secretaria de Seguridad Nacional Kirstjen Nielsen mientras cenaba, gritando “¿Cómo te atreves a pasar la noche aquí comiendo, ya que eres cómplice de la separación y deportación de más de 10.000 niños separados de sus padres?”.
- Los empleados del Departamento de Seguridad Nacional han reportado un aumento drástico en el hostigamiento tanto en Internet como a nivel local (incluyendo haber encontrado cadáveres de animales quemados y decapitados en sus pórticos).
- Antifa publicó una base de datos que contiene la información personal de 1.500 empleados del ICE, como su lugar de residencia, su cargo y sus nombres completos. La persona responsable de compilar esta base de datos y de hacerla pública fue el profesor adjunto de la Universidad de Nueva York, Sam Lavigne.
- La loca de Maxine Waters exigió que los activistas se aseguraran de que no dar “ni descanso, ni paz” a los funcionarios de Trump.
- El escritor de izquierda Hamilton Nolan lanzó una amenaza de bomba contra los funcionarios de Trump, advirtiendo: “Todo esto se va a poner más extremo. Y así debería ser. Vivimos en tiempos extremos”.
Por lo tanto, cuanto más tiempo esté Trump en el cargo y mayor sea la propaganda que se divulgue sobre él, más inclinada estará la gente a hacer “todo lo posible” para evitar que “se convierta en Hitler”.
La vigilancia ilegal de la campaña de Trump y su infiltración por el FBI, la falsa investigación contra Hillary Clinton, la clara operación de inteligencia contra el personal de Trump para que pareciera que estaba trabajando para “Rusia”; cada una de estas revelaciones de la verdadera actividad fascista han sido puestas a un lado por una de dos técnicas de propaganda diferentes: “Trump es Hitler”, o “Trump coludió con Rusia”. Si bien la segunda continúa perdiendo legitimidad, la primera continúa incitando a la insurgencia en una población condicionada por el posmodernismo.
Así que no se sorprendan si la izquierda alberga el mismo tipo de grupos disidentes revolucionarios que el Estado Profundo ha organizado en otras partes del mundo. ¿Qué mejor manera tienen los verdaderos criminales/fascistas de la sociedad para seguir evadiendo la justicia que instigar y conducir un falso antifascismo propio?