Los Estados Unidos se hunden en la noche virtual – por Israel Shamir

A los 78 años, tras una prolongada enfermedad y sin recobrar el conocimiento, Joe Biden sucumbió a la Presidencia de Estados Unidos. Las últimas esperanzas de los últimos creyentes en QAnon se desvanecieron como el humo en la noche, con Biden asumiendo el poderoso trono de los Estados Unidos. Este es realmente un día oscuro para Estados Unidos y para el mundo, ya que el ejemplo de Estados Unidos lo seguirán muchos más. También es un adiós al mundo real en el que nos hemos criado. El nuevo mundo es virtual, como la mayor parte de la inauguración. Es virtual y oscuro, gobernado por empresas digitales dirigidas por políticos viejos y cansados.

La espeluznante voz de Biden, la voz de un viejo verde que ofrece caramelos a un niño de nueve años, pronunció algunos lugares comunes. Biden fue saludado por los muertos -por las banderas que representaban a los que murieron de Covid-, todo muy simbólico: fue elegido por los muertos, así que está en deuda con ellos. Dicen que un hombre estaba tan molesto porque sus suegros votaron a Biden que dejó de visitar sus tumbas. El Rey de los Muertos, un personaje salido de Juego de Tronos, vino a gobernar América en nombre de las máquinas sin vida.

El frágil anciano dirigirá a otras viejas más. Juntos, son la Banda de los Cuatro: Harris, de 56 años, Pelosi, de 80, Clinton, de 73. Sus primeros días, sus primeros actos fueron siniestros. Se puso la máscara, un atributo de la Muerte, y obligó a todos los funcionarios federales y a los empleados públicos a llevar máscaras. Invitó a América Latina a invadir los Estados Unidos. Abrió las puertas a los inmigrantes de Oriente Medio. Promovió el cambio de sexo de niños y niñas. Volvió a meter a EE.UU. en el desastre inminente del cambio climático reintegrando el Acuerdo de París. Envió más tropas a Siria. Inició una nueva campaña contra Rusia y envió buques de guerra al Mar de China Meridional.

Al mismo tiempo, Pelosi eliminó las palabras madre, padre, hijo, hija, marido, esposa del vocabulario del Congreso por considerarlas “sexistas”. Un lenguaje tan depurado nunca permitiría una traducción al inglés de la milagrosa profecía de Virgilio (Incipe, parve puer, risu cognoscere matrem, “entra, niño pequeño, en la vida conociendo a tu madre por la sonrisa”), ni de ningún otro texto sagrado. No importa mucho; en el mundo Covidiano, ya no habrá iglesia de todos modos, ni matrimonio, ni mujer ni hombre; en lugar de hacer hijos localmente, se importarán los nuevos americanos. De hecho, si todo lo demás se externaliza, ¿por qué detenerse en la reproducción?

El régimen de Biden no es más que una fachada del poder del Big Data, de los cinco gigantes que destituyeron a Trump e instalaron a Biden en la Casa Blanca. Veremos pronto si los políticos sedientos de poder se conforman con la fachada del poder real. Trump era el último estadista totalmente humano al frente de la República, y fue derrotado por el voto a distancia, por correo.

Cada vez que Trump se quejaba de que esto abría las puertas al fraude, el Washington Post de Bezos chillaba: “El presidente Trump ha vendido afirmaciones falsas o amenazas imaginarias sobre el voto por correo”. Tres días después de la destitución de Trump, Amazon (propiedad del mismo Bezos) rechazó el voto por correo para sus empleados sindicalizados, ya que el voto por correo es notoriamente poco fiable. “Creemos que el mejor voto para unas elecciones válidas, justas y exitosas es el que se lleva a cabo manualmente, en persona, lo que facilita su verificación”, dijo Amazon. El voto por correo para la Presidencia era una necesidad debido a la pandemia, pero no hay ningún brote cuando los empleados de Amazon intentan unirse a un sindicato [supuestamente dócil a los dueños de Amazon].

Asimismo, los saqueos de BLM fueron “en gran medida pacíficos”, pero los selfies en el Capitolio fueron obra de “terroristas internos”. Los vencedores son tan deshonestos que siento lástima por Trump, y por todos nosotros.

Siento lástima por Donald Trump, aunque sus últimos días en la Casa Blanca fueron de todo menos inspiradores. No se atrevió a indultar a la gente que marchó por él al Capitolio, no indultó a Assange ni a Snowden, pero sorprendentemente indultó a un montón de tramposos judíos. El Jerusalem Post publicó la lista de judíos prominentes que indultó. En la lista hay un corredor de espías israelí, Aviem Sella, que fue responsable de Jonathan Pollard; el resto son macher deshonestos como Sholam Weiss (que robó 150 millones de dólares, condenado a 850 años) o Eliyahu Weinstein (robó hasta 200 millones de dólares, condenado a 24 años). Véase también un análisis detallado aquí. Devoto creyente en el poder demoníaco de los judíos, Trump había pensado en reconciliarse con ellos para evitar su ira. En vano: ya hay muchas causas contra él, desde un posible fraude fiscal hasta acusaciones de agresión sexual. Se está gestando una tormenta legal y es posible que el Sr. Trump no pueda capearla como lo ha hecho en el pasado, dicen los fiscales federales de Estados Unidos.

Tendrá suerte si evita la cárcel, a menos que le pida a Putin que le preste su excelente palacio de Gelenjik, aunque no esté terminado. Pensándolo bien, quizá el palacio se construyó exactamente para una ocasión así.

Los judíos no lo necesitan a Trump: tienen posiciones muy fuertes en la nueva administración, mientras que la gratitud no suele ser un rasgo judío reconocido. La agencia de noticias judía JTA se jactó de los logros de la Tribu: el Departamento de Estado, la CIA, la Inteligencia Nacional, la Seguridad Nacional, la NSA, el Tesoro y además “hay nueve judíos en el nuevo Senado (incluido el nuevo Líder de la Mayoría) y 25 en la Cámara de Representantes, lo que representa más del 6% del total del Congreso. Eso es más del triple del porcentaje de judíos en la población general. También hay dos judíos entre los nueve jueces del Tribunal Supremo de Estados Unidos”.

Esto no es buena señal: los judíos son buenos cuando se alían con los oprimidos. Entonces utilizan su energía para promover la causa de los oprimidos. Mientras están en la cima, oprimen más vigorosamente que nadie; pregúntenle a los palestinos, si tienen dudas.

Eso sí, no suscribo la idea de la supremacía judía y del coeficiente intelectual masivamente descollante. El país totalmente judío de Israel está devastado por tres períodos de confinamiento, por la mayor campaña de vacunación del mundo (el 86% de la población ya está vacunado), por una guerra civil en curso del poder sionista contra los judíos ortodoxos que se niegan al encierro y a la vacunación; por las próximas cuartas elecciones nacionales, mientras los liberales intentan incesantemente destituir al primer ministro Bibi Netanyahu diciendo que es el Trump de Israel. Esta semana, el único aeropuerto internacional que quedaba abierto en Israel fue cerrado; se dijo a la gente que nadie saldría al menos hasta el verano. En este pequeño país, con su enorme densidad de población y sus pobres viviendas, cualquiera se siente demasiado como metido en un gueto para estar cómodo.

Si los judíos fueran tan inteligentes como se creen, no se meterían en esta guerra del Covid que no tiene salida. El camino sueco sigue siendo el único modo de afrontarla, como ha demostrado un estudio reciente más allá de toda duda posible. Los judíos israelíes han sido azotados en tal grado por la histeria covídica que no hay manera de salir de ella. Ahora, a ellos y a los británicos se les ha dicho que “vacunarse contra el coronavirus no es permiso para abandonar el encierro”. Aunque todos se vacunen, las máscaras, los encierros y el distanciamiento social estarán con nosotros para siempre, si la gente que decide ahora sigue en el poder, porque el Covid es sólo una justificación para el Gran Reset, o la Revolución Digital, o el Mejor de los mundos, Mundo Feliz o como se llame. Los judíos se convencieron y convencieron a otros, y ahora los están jodiendo como a todos. Si el confinamiento  es un castigo impuesto por la fuerza global, como dice C J Hopkins, tal vez sea la jubilación de Netanyahu lo que quieren obtener.

La causa judía funciona bien cuando se alía con los deseos del poder real. Lograron destituir a Jeremy Corbyn por su supuesta tolerancia del antisemitismo porque los jefes odiaban sus planes de mejorar la suerte de los trabajadores y recortar el gasto militar. Pero los judíos tienen que callarse o incluso apoyar a Alexei Navalny, el cual había expresado su aversión a los judíos justo antes de aprender a mantener la boca cerrada sobre ciertos temas.

En esta captura de pantalla de su respuesta en 2007, el Sr. Navalny prohíbe a alguien por ser “un cabrón y un judío”. Sin embargo, los judíos le apoyaron cuando se lo ordenaron sus superiores. Ni siquiera mencionaron sus verdaderos prejuicios antijudíos porque temían (razonablemente) que las masas rusas vieran más bien este rasgo como una vistosa pluma en su sombrero. Los judíos están en línea con el oscuro poder real, y tienen que seguir sus exigencias, como los bufones ante el rey. Los planes de Covid para el reseteo mundial son más importantes para los Amos que los sentimientos judíos, y los líderes judíos lo reconocen y acatan.

El régimen de Biden considera a Rusia su enemigo número uno. Rusia está en una situación relativamente buena. Los rusos están saliendo de la histeria de masas covidianas. Han comenzado a desmantelar las medidas Covídicas. Las normas siguen ahí, pero la gente las sabotea como saboteaba los dictámenes de Brezhnev. También tienen su propia vacuna Sputnik-V, que es una vacuna de estilo antiguo sin modificación genética, a diferencia de gran parte del material occidental. No creo que sea necesaria para la salud, pero podría ayudar a los ciudadanos bajo el hechizo del Covid a recuperarse y olvidar la pesadilla del encierro.

Las cosas empezaron a moverse muy rápido después de que Biden se instalara en la Casa Blanca. Después de un año de retrasos causados por las sanciones de EE.UU., el lunes 25/01/2021 el buque ruso de colocación de tuberías Fortuna reanudó sus trabajos frente a las costas de Dinamarca en el gasoducto submarino Nord Stream 2 para vender gas ruso directamente a Europa evitando la última colonia de EE.UU., Ucrania. Estados Unidos quiere que Alemania detenga el proyecto y compre en su lugar gas estadounidense (más caro). Esto haría a Rusia más vulnerable. A pesar de las sanciones, Alemania se negó a detener el proyecto. Al mismo tiempo, los rusos empezaron a suministrar gas a Serbia creando una nueva línea que evitaba a Ucrania. En ese momento, fue cuando el régimen de Biden sacó la carta de Navalny.

El regreso de Alexei Navalny a Rusia forma parte de un plan para socavar a Rusia. El inmenso poder del Big Data y sus redes sociales promovieron su regreso como el nuevo salvador. Pero de alguna manera el plan no funcionó. En lugar de las decenas de miles que se esperaban, sólo aparecieron en el aeropuerto uno o dos mil seguidores, menos que para un cantante de pop. Fue rápidamente detenido y procesado durante treinta días. Esto él lo había anticipado, y su gente publicó su nueva película sobre el Palacio de Gelenjik junto con su llamamiento a manifestar el 23/01.

La Internet rusa se había saturado, con YouTube empujando a la gente a verlo. El vídeo se había ofrecido sin cesar, una y otra vez, y el número de espectadores supuestamente llegó a los miles de millones. Era básicamente una operación psicológica de Google (el propietario de YouTube) contra Putin. Pero, nuevamente, esto no funcionó.

Fui testigo de la manifestación del sábado 23/01, y no fue especialmente impresionante. Al ser un día libre, con mucha gente caminando por las calles y prácticamente nadie llevando un cartel o un lema, es difícil estimar cuántos estaban manifestando realmente, pero fueron unos pocos miles, por lo que pude ver. La policía se comportó bien; nada de la justicia brusca que vemos en París o Ámsterdam, y mucho menos en Washington. Los activistas de Navalny también fueron bastante pacíficos, salvo algunas figuras marginales que fueron rápidamente arrestadas.

Parece que los rusos no son tan tontos como los planificadores occidentales esperaban que fueran. En 1990, ellos, o sus padres, escucharon los llamamientos de Yeltsin para deshacerse de los privilegiados gobernantes comunistas porque ellos, los gobernantes, la pasaban muy bien con coches, dachas, productos occidentales. Pagaron esta respuesta con diez de los años más terribles que ha vivido nuestra generación. Ahora es improbable que ellos y sus hijos destrocen su Estado y su vida sólo porque su presidente tenga (o no) un palacio. Veremos qué hará el Estado ruso contra los inevitables asaltos futuros.

Putin es un estadista prudente. No quiere agravar las relaciones con el régimen de Biden, pero los gigantes digitales no le dejan muchas opciones. Una empresa rusa echó una mano a la red social Parler, que fue deplorada por Amazon, y volvió a nacer. Otra red social rusa, Vkontakte, empezó a atraer a usuarios occidentales. Y Rusia no está sola: El turco Erdogan golpeó a Twitter, Pinterest y Periscope con prohibiciones publicitarias después de que se negaran a seguir a Facebook y a nombrar a un representante local para retirar las publicaciones polémicas; lo hizo en virtud de una nueva ley que pretende pasar el derecho de censura de las redes al Estado turco. Rusia tiene previsto seguir a los turcos. China tiene sus propias redes y es inmune a la presión de los Cinco Grandes GAFAM.

Ahora está la reunión anual del Foro Económico Mundial en línea, donde los vencedores decidirán cómo proceder con su Gran Reset. Trump no está invitado. En unos días, sabremos más sobre sus planes, y si hay alguna fuerza a la que podamos esperar y vitorear. De momento no parece que las haya. A pesar de sus múltiples desacuerdos, están de acuerdo contra nosotros, así que todos nosotros podemos estar en desacuerdo con ellos.

Israel Shamir, 26 enero 2021

*

Contactar a Israel Shamir : adam@israelshamir.net

Original: https://www.unz.com/ishamir/america-descends-into-virtual-night/

Traducción: María Poumier para Red Internacional

Print Friendly, PDF & Email