Aborto: “Si no se tiene un concepto de la vida humana como sagrada, se opta por el práctico expediente de deshacerse de ella cuando no se ve” – por Candela Sande

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El Senado argentino ha dicho “no” a la Cultura de la Muerte y me ha parecido como ver un río yendo del mar al monte, dado la vuelta. Me faltan las palabras, pero intentaré explicar por qué.

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Es imposible fingir que los defensores de la Cultura de la Vida, los partidarios de la familia natural y otros principios básicos que son los pilares de nuestra civilización, no llevamos ya muchas décadas librando una guerra defensiva.No hay victorias, solo derrotas aplazadas: eso era lo que debíamos deducir de lo que ha pasado en los últimos cincuenta años, en los que el ‘progreso’ ha dejado de ser un término relativo para convertirse en un absoluto: progresar es, definitivamente, avanzar hacia una ampliación de la muerte: la muerte antes de nacer, la muerte del enfermo o el incapacitado, la muerte del anciano ‘inútil’, la muerte de la familia, la muerte de la relación natural entre hombres y mujeres.

La opinión provida crece sin parar en ese país, aunque no sea un dato que a la prensa le guste destacar

Los medios nos lo decían a todas horas; todo su mensaje subliminal dirigido a los provida -en su sentido más amplio- era: no podéis ganar, apenas podéis retrasar mínimamente nuestro avance, somos el futuro, somos la dirección correcta e inalterable de la historia.
Mea culpa. Pese a escribir en un medio de HazteOír, confieso que he desesperado, que desespero a menudo. Por eso aún contemplo asombrada la victoria de Buenos Aires.

Recuerdo ahora, de esos mensajes ‘motivacionales’, que en general me dan bastante alipori por lo cursis que son en su mayoría, una foto con mensaje, uno que muestra una flor que ha crecido en una grieta en el asfalto, acompañada por la leyenda: “La vida se abre siempre paso”.

Eso es lo que está ocurriendo: la vida se abre paso.

Cuando, tras la fatídica sentencia del Supremo americano en Roe vs Wade, se aprobó en el país más poderoso de la tierra el aborto como ‘derecho constitucional’ y, por tanto, intocable, los opinadores de nómina sentenciaron que el debate estaba ya cerrado, que la opinión provida iría eclipsándose hasta desaparecer o volverse absolutamente marginal, porque el consenso era inminente.
Lo que sucedió fue exactamente lo contrario. La opinión provida crece sin parar en ese país, aunque no sea un dato que a la prensa le guste destacar. En las elecciones locales, en igualdad de condiciones gana el candidato que se proclama provida, en las encuestas de opinión aumenta de año en año la proporción de quienes se oponen al aborto o, al menos, desean limitarlo.

No hay nada tan irresistible como una idea cuyo tiempo ha llegado, escribió Victor Hugo, en una sentencia que la izquierda ha hecho suya y con la que ha querido hacernos tragar su miserable hegemonía.

Pues bien, el mundo está dando la vuelta, y desde aquí me atrevo a anunciarlo. La opinión ‘progresista’ es ya un pensamiento ajado, baqueteado por la experiencia, añoso y polvoriento, fallido, triste.

Entiendo que si no se tiene un concepto de la vida humana como sagrada, se opte por el práctico expediente de deshacerse de ella cuando no se ve

Nuestro tiempo ha llegado, aunque solo sea porque las fantasías distópicas de nuestros enemigos han llegado a un callejón sin salida, y porque la gente corriente, esa que se ha tragado hasta ahora sus consignas, empieza a astragarse con la fetidez de tanta muerte.
Están desconectados de toda realidad. La prestigiosísima revista americana TIME titula: “El voto sobre el aborto en Argentina revela el miedo de la Iglesia al deseo femenino”. Porque, naturalmente, nada deseamos más las mujeres que aniquilar a nuestros hijos cuando están en el vientre. ¿Cómo se puede ser tan retorcido, tan manipulador, tan genuinamente malvado?

Entiendo ser abortista. Entiendo que si no se tiene un concepto de la vida humana como sagrada, se opte por el práctico expediente de deshacerse de ella cuando no se ve. Pero, al menos, después de cientos de miles de marchas, consignas, artículos, discursos y debates, se espera de ellos que sepan por qué nos negamos al aborto, y no es por ningún temor al deseo. ¿No creen que sea una vida humana, al menos no una merecedora de protección legal? Perfecto, ese es un debate que estamos dispuestos a dar. Pero no creo que sea difícil de entender que quienes nos oponemos al aborto lo hacemos por pensar exactamente eso, que se trata de un individuo humano y único y que no podemos disponer de su vida a nuestro antojo.

No, no es difícil. Y ese titular de TIME huele a desesperación, porque es imposible que crean lo que dicen, o ignoren algo tan simple. Y ese titular es tan repulsivo, manipulador e insultante como si alguien defendiese la violación alegando que quienes se oponen a ella “odian que los jóvenes se diviertan”.

Vendrán nuevas derrotas, y sería ingenuo creer que esto es el principio del fin, pero creo que ya podemos decir, con la frase de Churchill, que es el fin del principio.

Candela Sande, 9 agosto 2018

Fuente: ACTUALL

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