¿Por qué se ha frenado la ofensiva siria sobre Idlib?

Ayer Putin anunció un acuerdo con Erdogan para crear, antes del 15 de octubre, una zona desmilitarizada bajo su control en la región de Idlib, el último bastión terrorista de Siria.

“Hemos decidido crear una zona desmilitarizada de 15 a 20 kilómetros de ancho a lo largo de la línea de contacto a partir del 15 de octubre de este año“, dijo el Presidente ruso tras una reunión de más de cuatro horas con su homólogo turco en la localidad rusa de Sochi.

“El ejército turco y las unidades de la policía militar rusa controlarán” la zona desmilitarizada, continuó Putin, añadiendo que las armas pesadas de todos los grupos deberán ser evacuadas de Idlib antes del 10 de octubre.

Según el Presidente ruso, este acuerdo presenta “una solución seria” que permite “avanzar en la solución del problema” y Erdogan aprovechó la ocasión para apuntarse al carro de las preocupaciones humanitarias:

“Estoy convencido de que con este acuerdo hemos evitado que se produzca una grave crisis humanitaria en Idlib”, dijo. “Rusia tomará las medidas necesarias para garantizar que no se produzcan ataques contra la zona de desescalada de Idlib”, añadió.

Se veía venir. En la cumbre de Teherán celebrada el 7 de septiembre, Rusia y Turquía no pudieron ponerse de acuerdo porque están en momentos diferentes y con estrategias también diferentes.

Moscú gana tiempo porque considera que el reloj juega a su favor. En el otoño hay elecciones en Estados Unidos y los rusos esperan que la crisis en sus relaciones con Turquía se agudicen aún más.

Turquía compra cerca de la mitad de sus importaciones de petróleo crudo de Irán y ha declarado que no cumplirá con las nuevas sanciones impuestas por Washington, lo que seguirá tensando las relaciones entre ambos países.

Si esas previsiones se verifican, Ankara no podrá añadir una crisis con Rusia cuando tiene dificultades con Estados Unidos; no le quedará más remedio que arrojarse en los brazos de Putin.

Además de aniquilar a la resistencia kurda, la estrategia de Erdogan en Siria quiere reforzar sus posiciones en Idlib, para lo cual debe reforzar las posiciones de las milicias turcomanas bajo su control, ahora denominadas “Frente Nacional de Liberación”.

Pero dichas milicias son minoritarias. El 60 por ciento de la región de Idlib está controlada por el grupo yihadista Hayat Tahrir Al-Sham, la antigua rama de Al-Qaeda en Siria.

Turquía quiere desarmar a ese grupo para sustituirlo por sus peones turcomanos y, una vez controlada la región, podría instalar en ella a los refugiados sirios y tendría un peso mucho mayor en la mesa de negociaciones posterior a la guerra.

El plan comprende también evacuar a los pistoleros Al-Qaeda de Idlib para llevarlos a Afrin y Jarablus, donde se intregrarían en la Operación Escudo del Éufrates, es decir, que se convertirían en la fuerza de choque contra los kurdos.

Pero los planes de Turquía son como el cuento de la lechera. No les va a resultar fácil sacarlos adelante. Siria no está dispuesta a admitir el control de Idlib por Erdogan, ni el de Afrin, ni el de Jarablus.

Al-Qaeda tampoco. Acaban de publicar una “fatwa” contra la presencia de los militares turcos “apóstatas” en Idlib.

Dado que, tras las presiones de Rusia, Erdogan tuvo que declarar a Hayat Tahrir Al-Sham como organización terrorista, en febrero se produjo otro reagrupamiento rocambolesco para cambiarle el nombre, que ahora se llama Tanzim Hurras Al-Dine, o sea, “Organización de los Guardianes de la Religión”.

Fuente, 18 septiembre 2018

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Se pospone la batalla de Idlib

 

Durante un encuentro bilateral en Sochi, los presidentes de Rusia y de Turquía decidieron, el 17 de septiembre de 2018, la creación de una franja desmilitarizada alrededor del territorio de la provincia siria de Idlib que aún se mantiene bajo control de diferentes grupos armados.

Desde su encuentro anterior, que tuvo lugar el 7 de septiembre en Teherán –en ocasión de la cumbre tripartita Irán-Rusia-Turquía–, la Federación Rusa había elevado el tono de sus declaraciones al señalar por primera vez el carácter ilegal de la presencia militar turca en la región siria de Idlib y subrayando que esa presencia militar de Turquía en suelo siria tiene que terminar.

En Sochi, el presidente ruso Vladimir Putin y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan firmaron –en primer lugar– una serie de acuerdos de cooperación económica sobre la construcción del gasoducto Turkish Stream y la central nuclear civil turca de Akkuyu, acuerdos particularmente oportunos para Ankara, ante el brusco derrumbe de la economía turca.

En cuanto a la zona ocupada actualmente en Siria por los yihadistas y por el ejército turco –zona que corresponde más o menos a los límites de la provincia siria de Idlib–, Rusia y Turquía acordaron ofrecer una nueva posibilidad a la “oposición armada siria” para que se separe de los yihadistas.

En el pasado ya se concluyeron, con Estados Unidos y con Turquía, varios acuerdos similares de desescalada que incluían la región de Idlib así como otras regiones de Siria, pero al no producirse la separación estipulada entre los llamados “rebeldes moderados” y los yihadistas, aquellos acuerdos acabaron cayendo por su propio peso al cabo de 6 meses. En todo caso, esos acuerdos han permitido comprobar en la práctica que los yihadistas y los rebeldes supuestamente moderados son en realidad los mismos individuos –más mercenarios que militantes. A lo largo de los 7 años de conflicto, la gran mayoría de esos individuos han sido miembros de diferentes grupos, pasando frecuentemente de uno a otro, en función de las oportunidades económicas que se les ofrecían.

Por su parte, la República Árabe Siria ya había anunciado que consideraba prudente posponer la liberación de Idlib hasta después de las elecciones legislativas estadounidenses del 6 de noviembre ya que un ataque químico británico bajo bandera falsa habría bastado al Reino Unido para forzar el presidente estadounidense Donald Trump a atacar Siria en medio de la campaña electoral.

El presidente turco Erdogan presenta a los turcos el acuerdo que acaba de concluir con Putin como una doble victoria en la que salva a la población civil de Idlib obteniendo a la vez ventajosos contratos para Turquía.

El hecho es que Turquía está muy lejos de hallarse en posición de fuerza para negociar con Rusia, un enemigo histórico convertido recientemente en aliado temporal, ya que la economía turca depende actualmente de la afluencia de turistas rusos, y Moscú ya ha demostrado que puede llevárselos tan fácil y rápidamente como los trae.

Los resultados del encuentro entre Putin y Erdogan son los siguientes:

- Los acuerdos económicos con Rusia alejan un poco más a Ankara de la OTAN.

- Será instaurada una línea de demarcación, de aquí al 5 de octubre, entre la zona que aún queda bajo control yihadista y el resto de Siria. A partir de esa línea de demarcación se creará una franja desmilitarizada bajo control conjunto de Rusia y Turquía. Las tropas turcas tendrán que retroceder varios kilómetros hacia el interior de la región de Idlib donde hoy se encuentran para permitir a la parte siria liberar la autopista Damasco-Alepo.

En resumen, Rusia aleja a Turquía de las potencias occidentales, evita que su aliado sirio se exponga al peligro y sigue liberando territorio sirio sin tener que combatir.

Voltairenet, 18 septiembre 2018

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