El humo de la sinagoga – por Lawrence Erickson

Published 31/03/2024 · Updated 31/03/2024

“Por alguna grieta ha entrado el humo de Satanás en el templo de Dios”

Las palabras involuntariamente apropiadas de Pablo VI en su homilía de 1972 han formado la base de muchas especulaciones por parte de los católicos sobre qué es exactamente este humo de Satanás y cómo se conecta con los asuntos de la Iglesia, los escándalos y la disminución de la reverencia presenciada en la mayoría de las parroquias. ¿Desde el Concilio Vaticano II? Pablo VI, como partidario del Vaticano II, no señaló en este caso ninguna infiltración específica en la Iglesia, sino más bien el hecho de que el Vaticano II no tuvo el efecto deseado. Más adelante en su homilía, Pablo VI dice: “Se creía que después del Concilio vendría un día soleado para la historia de la Iglesia. En cambio, ha llegado un día de nubes, tormentas, oscuridad, búsqueda e incertidumbre”.[1]Sin embargo, sólo porque el Vaticano II no produjo el efecto esperado por Pablo VI, no significa que no produjo el cambio que alguien más pretendía. Para saber quién podría ser esa persona, es útil empezar con el famoso primer principio para identificar sospechosos: ¿Cui Bono? (¿Quién ganó?) The Atlantic publicó recientemente un artículo de un escritor judío liberal que describe la era de la posguerra, hasta ahora, como la “Edad de Oro de los judíos estadounidenses”. El escritor describe cómo esta era fue de ascendencia cultural para los judíos estadounidenses y, por supuesto, esto sucedió junto con el reconocimiento legal y el ascenso del Estado de Israel. Si bien el escritor pinta un cuadro de influencia judía supuestamente benigna en las artes, el entretenimiento y la política, aquellos que miran más profundamente encontrarán que este mayor poder se ha desplegado de una manera mucho más oscura, como en el atentado con bomba en el hotel King David o el caso Lavon, ataques de falsa bandera israelíes contra sus aliados occidentales. Una victoria menos notable para el pueblo judío se produjo en la revisión de la visión de la Iglesia Católica sobre su fe como parte del Vaticano II. Después de dos mil años de tensión y hostilidad mutuas, la Iglesia revirtió dramáticamente su actitud histórica y comenzó una era de relaciones amistosas con poderosas organizaciones judías, sin ninguna concesión por su parte. ¿Siguió la Iglesia simplemente el espíritu de la época y se rindió al “poder blando” judío en los medios y la cultura? ¿O fue una influencia de tipo más directo, frecuentemente empleada por la inteligencia israelí en el siglo XX?

La Iglesia de la posguerra ha sido testigo de una serie de acontecimientos aparentemente inofensivos pero notables. Juan XXIII se convirtió en el primer Papa en 624 años en tomar el nombre de Juan, que se había evitado debido a la asociación con el antipapa Juan XXIII del siglo XV. Juan Pablo I sufrió una muerte repentina inmediatamente después de su elección y se convirtió en el Papa con el reinado más corto en 373 años.

Juan Pablo II, de Polonia, se convirtió en el primer Papa no italiano en 455 años.

El Papa Benedicto XVI se convirtió entonces en el primer Papa en dimitir en 598 años. En un intento por dar sentido a estos acontecimientos, lo que sigue será un examen de los hechos, sin un juicio definitivo, en aras del respeto al cargo que ocuparon estos hombres. Sin embargo, como dice Santo Tomás de Aquino, “si la fe está en peligro, el súbdito debe reprender a su prelado, incluso públicamente”.[2]Debemos confiar en que los buenos sacerdotes de la Iglesia presten atención a esas palabras.

La trampa del chantaje

“No se puede ser católico y antisemita”

Después de recibir reacciones violentas por sus posiciones vehementemente projudías, el obispo Robert Barron escribió este breve artículo sobre su posición obviamente errónea que lo puso en desacuerdo con los Padres de la Iglesia Primitiva, innumerables Papas y santos, y muchos concilios ecuménicos. Esto generó preguntas sobre quién podría haber estado detrás del obispo Barron, que pasó de una relativa oscuridad a convertirse en una celebridad menor, que ha dado charlas sobre religión en Amazon, Facebook y Google, y ha establecido una enorme y lucrativa presencia en las redes sociales. Si bien esta es una afirmación subjetiva, no parece que Barron sea especialmente talentoso. En 2022, los seguidores de Barron se sorprendieron cuando un escándalo de agresión sexual agitó su ministerio “Palabra en llamas”.[3]Sin embargo, The National Catholic Reporter, una publicación importante, no parecía dispuesta a abordar la evidencia sustancial de conducta homosexual que involucra a Barron, expuesta en este artículo vinculado, del cual publicaré el resumen:[4]

“Entonces, para responder a la pregunta, ¿Barron es un homosexual activo? Bueno, realmente no lo sabemos y afirmar esto nos haría pecar. El hecho, basado en la evidencia presentada aquí, es que a Barron siempre le gusta tener hombres blancos más jóvenes, musculosos y tatuados a su alrededor y les paga salarios inusualmente altos que parecen sobornos para mantenerlos cerca. Esto nos parece inquietante y muy cuestionable, por decir lo menos”.

Independientemente del motivo, Barron fue trasladado de su destacada posición en Los Ángeles al exilio efectivo en Winona-Rochester. El caso de Barron es uno de los muchos casos de inquietante conducta sexual inapropiada que se han revelado tanto en la Iglesia como en el Estado en los últimos tiempos, los cuales se han vuelto abrumadoramente amigables con las organizaciones judías y el Estado de Israel. Después de que se revelara el gran escándalo de abuso sexual en la Iglesia hace unos 20 años, muchos preguntaron qué tenía la Iglesia que estaba creando tal problema con la pedofilia en altos niveles, y algunos culpaban al celibato clerical. Sin embargo, el reciente escándalo de Jeffrey Epstein demostró que este problema no se limita a la Iglesia, sino que también se ha vuelto endémico entre la élite gubernamental. El reciente escándalo de los cuernos de Jerry Falwell Jr. muestra que esto también se extiende a protestantes prominentes.[5]Si bien algunos han especulado que simplemente estar en el poder hace que uno sea más propenso a convertirse en un desviado sexual o pedófilo, no parece haber ninguna razón clara de por qué este sería el caso, y también está el hecho de que muchos de estos escándalos comenaron antes de que los individuos involucrados alcanzaran un poder significativo.

Ron Unz ofrece una explicación más plausible en su análisis de Epstein y la conspiración pedofílica del Pizzagate.[6]En última instancia, todo se reduce al chantaje, y Unz ofrece una variedad de ejemplos históricos sobre el papel del chantaje en la política. Un chantajista que sabe que alguien es un pedófilo y puede ocultárselo le da control total sobre la carrera de la persona, tal vez incluso sobre toda su vida. Si el chantajista también tiene riqueza significativa o influencia mediática/política, puede usar esa influencia para empujar al pedófilo a una posición de poder, y entonces efectivamente tendría un control total y garantizado sobre esa posición de poder.

El trabajo de Jeffrey Epstein era simple: se juntaba con los ricos y poderosos, y luego intentaba involucrarlos en una situación comprometedora con una niña menor de edad. Sin embargo, acumular este chantaje no fue sólo para enriquecerse. Alexander Acosta, fiscal de Epstein en un caso de 2007, describió cómo le hizo a Epstein un trato de no procesarlo porque “le habían ‘dicho’ que retrocediera, que Epstein estaba por encima de su nivel salarial”. Dijo: “Me dijeron que Epstein ‘pertenecía a la inteligencia’ y que lo dejara en paz”.[7]Entonces, ¿a qué agencia de inteligencia “pertenecía” Epstein? Se encuentra una pista de la cómplice de Epstein, Ghislaine Maxwell. El padre de Ghislaine era Robert Maxwell, un propietario de un medio judío sospechoso de ser un espía extranjero. El gobierno británico se mostró reacio a decir para quién estaba espiando, pero se puede deducir fácilmente del hecho de que recibió un funeral de héroe en Israel.[8], y “Seis jefes y ex jefes de los servicios de inteligencia israelíes asistieron al funeral de Maxwell en Israel, mientras que el Primer Ministro israelí Yitzhak Shamir lo elogió y declaró: “Ha hecho más por Israel de lo que hoy se puede contar”.[9]El caso Epstein no fue la primera vez que Israel recopila información de inteligencia de esta manera. El famoso espía israelí Eli Cohen utilizó una estrategia similar. El New York Times cuenta cómo “se hizo amigo de altos funcionarios sirios, a quienes atraía a su apartamento con fastuosas fiestas donde repartía licores y prostitutas”.[10]La Liga Antidifamación de B’nai B’rith, la organización activista judía más grande de los Estados Unidos, hizo que investigadores de San Francisco allanaran dos oficinas de California en 1993, y descubrieron que la ADL mantenía archivos sobre “más de 10.000 nombres”. de individuos y cientos de grupos políticos, sociales y empresariales, incluidos algunos que habían trabajado estrechamente con la ADL”.[11]El artículo del Washington Post también describe cómo “La prueba del intercambio de información de la ADL con el gobierno israelí es en gran medida histórica. En 1961, el ex director nacional de la ADL, Benjamin R. Epstein, escribió a un funcionario de B’nai B’rith que la ADL estaba siguiendo a diplomáticos y activistas árabes en Estados Unidos y compartiendo su información con los gobiernos de Israel y Estados Unidos”. Teniendo todo esto en cuenta, parece casi indiscutible decir que no es casualidad que nuestra élite esté plagada de pedofilia y desviación sexual, y que estas personas hayan sido colocadas allí intencionadamente, por intereses poderosos que ejercen este chantaje, entre los que se encuentran las organizaciones judías y la inteligencia israelí es la principal culpable.

Esta historia de Epstein y sus antecedentes parece condenatoria para nuestro gobierno actual, pero ¿podría haber sucedido algo similar en la Iglesia Católica? Parece que sólo hay dos formas en que no podría haber sido así. Ya sea porque los funcionarios de la Iglesia son mucho menos susceptibles a la desviación sexual, o porque las organizaciones judías están menos preocupadas por ganar influencia en la Iglesia. Ambas proposiciones son claramente absurdas. Como es bien sabido, la Iglesia ha sufrido numerosos escándalos sexuales recientemente, incluido un sacerdote de alto nivel en la USCCB que fue sorprendido usando la aplicación de citas gay Grindr de forma regular.[12]La idea de que a las organizaciones judías simplemente no les importe la Iglesia también es claramente ridícula, dado el papel central que el cristianismo, especialmente el catolicismo, desempeñó en la marginación de los judíos que rechazaban a Cristo antes del siglo XX. El sitio web del Museo del Holocausto tiene una página web dedicada a la “persecución cristiana”, que se remonta a la Iglesia primitiva.[13]Es bien sabido que históricamente la Iglesia Católica impuso muchas restricciones al poder y la influencia judíos, como prohibirles totalmente ocupar puestos de poder durante el Cuarto Concilio de Letrán.

Esta ansiedad judía por el antisemitismo cristiano ha llevado a la ADL a mostrar un interés significativo incluso en cuestiones oscuras de la Iglesia, como el uso de la Misa en latín. Después de que el Papa Benedicto XVI levantara las restricciones a la Misa en latín, la ADL publicó una extensa queja, incluidas referencias a los “2.000 años de historia de antisemitismo” de la Iglesia y al “gran sufrimiento y dolor impuesto a los judíos por la Iglesia a lo largo de los siglos”, y finalmente resumido afirmando cómo “El uso más amplio de la Misa en latín dificultaría la implementación de las doctrinas del Vaticano II y del Papa Juan Pablo II, e incluso podría poner en movimiento fuerzas retrógradas dentro de la iglesia en relación con los judíos, ninguna de las cuales beneficia ni a la iglesia ni al pueblo judío. .”[14]Como exploraremos más adelante, las organizaciones judías estuvieron activas en el Vaticano II, y una de esas organizaciones, B’nai B’rith, se ha reunido con todos los Papas desde Juan XXIII.[15]No es difícil encontrar huellas de tácticas utilizadas que evocan a Epstein y Cohen, como el caso de la “niña del Vaticano”.

La chica del Vaticano

El 22 de junio de 1983, Emanuela Orlandi, residente del Vaticano de 15 años, desapareció misteriosamente en Roma mientras caminaba a casa desde la escuela de música. Pronto siguieron mensajes amenazantes de los supuestos secuestradores, exigiendo la liberación del posible asesino de Juan Pablo II. Se creía ampliamente que fue secuestrada como parte de un complot terrorista internacional, una creencia que el propio Juan Pablo II amplificó. Sin embargo, los mensajes pronto cesaron y todas las investigaciones sobre el asunto conducen a callejones sin salida. Luego empezó a parecer que los mensajes servían para desorientar a los investigadores,[dieciséis]y al igual que con otras tragedias de alto perfil, surgieron una amplia gama de teorías de conspiración, la mayoría de las cuales fueron expuestas en un documental reciente de Netflix sobre el caso. Al igual que con el 11 de septiembre y el asesinato de Kennedy , la teoría más simple y con mayor evidencia es la que no se puede mencionar, mientras que la especulación descabellada se desboca. Entre las muchas teorías presentadas, una sugerencia del exorcista principal de Roma designado por Juan Pablo II, el padre Gabriele Amorth, parecería descabellada para la persona promedio, pero tiene un extraño parecido con los casos que discutimos anteriormente. “Este fue un crimen con motivo sexual. Se organizaron fiestas y un gendarme del Vaticano actuó como “reclutador” de las niñas. La red involucraba a personal diplomático de una embajada extranjera ante la Santa Sede. Creo que Emanuela acabó siendo víctima de este círculo”.[17]En una entrevista, el cardenal Silvio Oddi dio un relato similar: “el cardenal dijo que había oído que Emanuela había regresado en coche al Vaticano, atribuyendo la pista a un escándalo de naturaleza sexual o de tráfico de mujeres blancas”.[18]

Esto fue respaldado además por una declaración de un amigo de la infancia de Orlandi que afirma que Orlandi le dijo que había sido abusada sexualmente por un clérigo del Vaticano poco antes de su desaparición.[19]Las declaraciones de Amorth y Oddi tienen mucho peso, ya que ambos son sacerdotes de alto nivel que estaban directamente relacionados con el Vaticano. La prolífica pedofilia de Marcial Maciel y Theodore McCarrick practicada bajo el papado de Juan Pablo II también apuntan a esta como la explicación más plausible, junto con el hecho de que otra niña de 15 años desapareció 40 días antes.[20]. Esta teoría recibió mucho crédito durante el “escándalo de filtraciones del Vaticano” de 2012, cuando el Papa Benedicto XVI ordenó una investigación sobre una filtración de documentos confidenciales y supuestamente descubrió una red de homosexuales en el Vaticano que organizaban fiestas sexuales y eran chantajeados desde fuera. Esta red incluía altos prelados. The Atlantic resume el informe:

“El Vaticano tiene una Mafia de Terciopelo, y la Mafia de Terciopelo está siendo chantajeada. El expediente alega que existe un lobby gay dentro de la Iglesia y que tiene algún tipo de control sobre las carreras de quienes están en el Vaticano. El expediente también alega que este grupo no es tan encubierto como cree y fue chantajeado por personas externas. “[21]

El Vaticano no negó el informe y luego hubo otra filtración de comentarios privados del Papa Francisco, confirmando que el informe era cierto.[22]El artículo de Atlantic también relata cómo “en 2010, Ghinedu Ehiem, un clérigo nigeriano que formaba parte de uno de los prestigiosos coros del Vaticano, fue despedido después de que las escuchas policiales lo descubrieran negociando para prostitutos masculinos”. Sin embargo, más intrigante que la naturaleza sexual de la desaparición de Orlandi en sí es la afirmación de Amorth de que el personal relacionado con una embajada extranjera era el que organizó estas fiestas sexuales para miembros del Vaticano. No hace falta mucha imaginación para descubrir de quién era la embajada extranjera. La naturaleza estridentemente anticomunista del papado de Juan Pablo II excluye a cualquier país del bloque comunista, a menos que su infiltración esté lamentablemente fracasando. Además, esta red de chantaje continuó mucho después del colapso de la URSS. Por otro lado, el papado de Juan Pablo II fue notablemente projudío, lo que describiremos en detalle más adelante en este artículo, y esto incluyó el reconocimiento legal y el establecimiento de relaciones diplomáticas con Israel en 1993. Se podría señalar que el caso Orlandi sucedió antes de que se estableciera la embajada de Israel ante la Santa Sede en 1993. Sin embargo, las embajadas ante la Santa Sede no están en realidad en el Vaticano, sino en Roma, al igual que las embajadas en Italia (la embajada de Israel ante la Santa Sede hoy está en el mismo edificio como su embajada en Italia), por lo que para un testigo de segunda mano como Amorth, sería bastante difícil diferenciar entre el personal de una embajada ante la Santa Sede y el personal de una embajada en Italia. Todas las pruebas apuntan a un patrón continuo de comportamiento por parte de la inteligencia israelí y, como era de esperar, la capital de la cristiandad no escapó de su vista.

El Ayuntamiento

Las reformas del Vaticano II son hoy una parte tan importante de nuestra vida diaria como católicos que a veces olvidamos que fue una gran sorpresa cuando Juan XXIII convocó este enorme concilio ecuménico, apenas tres meses después de su papado. Fue una sorpresa no sólo para los laicos, sino también para los propios cardenales,[23]quienes lo habían elegido principalmente como un candidato de compromiso del que no se esperaba que hiciera gran cosa debido a su avanzada edad.[24]Juan XXIII daría más tarde la impresión de que la idea de este importante concilio ecuménico se le ocurrió por capricho, poco después de su elección.[25]Además de eso, The Cambridge History of Christianity informa que el concilio tuvo “un tiempo notablemente corto para prepararse, pero luego Juan comenzó a sentir los estragos de la edad y estaba ansioso por ponerlo en marcha”. La rareza de convocar un concilio ecuménico sorpresa y luego aparentemente apresurarlo, lo que resultó en una serie de cambios drásticos en la Iglesia, dejó a muchos católicos con la sensación de haber presenciado más un golpe de estado que un concilio. Como de costumbre, se han propuesto varias teorías sobre lo que ocurrió aquí, pero el principio de Cui Bono (¿A quién le benefició?) nos ayudará nuevamente aquí, y Juan XXIII ni siquiera hizo mucho esfuerzo por ocultar su intensa preocupación por la Gente judía. NPR proporciona un resumen útil:

“Juan XXIII, también conocido como “El Buen Papa Juan”, tenía casi 77 años en su coronación y, debido a su avanzada edad, era ampliamente considerado como un Papa “provisional” que no iba a causar problemas. En lugar de ello, convocó al Concilio Vaticano II, que promulgó una de las reformas más controvertidas y de mayor alcance en la historia de la Iglesia Católica Romana. Incluso antes del Concilio Vaticano II, como se conoce formalmente al Vaticano II, mostró propensión a cambiar las cosas. En uno de sus primeros actos como Papa, Juan XXIII tomó medidas para disociar a la Iglesia de sus problemáticas relaciones pasadas con los judíos. Su predecesor, el Papa Pío XII, había seguido un camino frecuentemente controvertido durante la Segunda Guerra Mundial: mantener relaciones con la Alemania nazi mientras criticaba la guerra, aunque los historiadores no están de acuerdo sobre los detalles. Los acontecimientos durante la guerra, especialmente el Holocausto, llevaron a Juan XXIII a eliminar la descripción de los judíos como “pérfidos” en la liturgia del Viernes Santo y a confesar la historia de antisemitismo de la iglesia.[26]

Un artículo de Inside the Vatican que ensalza los logros de Juan XXIII para el pueblo judío ofrece una visión más detallada de cuán devoto era él a su causa.[27]El artículo es extenso, pero relataré algunos momentos destacables:

-“El corresponsal de la revista Time en el Vaticano, Robert Blair Kaiser, contó otra historia más del Papa Juan y su sensibilidad hacia los judíos. La historia fue contada a Kaiser por Mons. Loris Capovilla, secretario privado del Papa Juan. «Un joven judío conoció a Giuseppe Roncalli cuando era cardenal-arzobispo de Venecia. El joven quería hacerse católico, pero Roncalli lo postergaba. ‘Mira’, dijo, ‘eres judío. Sé un buen judío. Convertirse en católico matará a tus padres”.

-“En septiembre de 1959, el Papa Juan abordó puntos litúrgicos que consideraba que contribuían a sentimientos negativos hacia los judíos. Un ritual católico de bautismo contenía la siguiente fórmula de abjuración: “Aborrecemos la incredulidad judía (en Cristo) y rechazamos el error hebreo (según el cual el Mesías aún no ha venido)”. El Papa ordenó que esas palabras fueran eliminadas de la oración bautismal”.

-“Quizás fue la fuerza de la costumbre, o quizás fue un olvido, pero en abril de 1963, el obispo que celebraba la liturgia del Viernes Santo en la Basílica de San Pedro de Roma recitó el antiguo texto, ‘pro perfidies Judaeis’ [por la conversión de los judíos impíos]. El Papa Juan detuvo silenciosamente el servicio e hizo que el celebrante volviera a leer desde el principio las nuevas oraciones de intercesión.”

-“Israel respondió con genuino entusiasmo a la elevación de Juan al Trono de San Pedro… A la ceremonia de coronación asistió el embajador israelí Eliahu Sasson, quien fue designado para la ocasión como ‘Delegado Especial del Gobierno de Israel’”.

-“También destacó sus buenas relaciones con los diplomáticos israelíes y expresó la esperanza de que pronto mejoren las relaciones entre el Vaticano e Israel”.

-“En una conversación con Maurice Fisher, miembro del cuerpo diplomático israelí, el Papa Juan expresó claramente sus sentimientos. “Si se me permitiera escuchar mi corazón, reconocería al Estado de Israel aquí y ahora”. El 27 de marzo de 1963, el rabino Abraham Joshua Heschel y el rabino Marc Tanenbaum, ambos líderes del diálogo entre católicos y judíos, se reunieron con el cardenal Bea en Boston. A ellos se unieron el cardenal Willebrands y el padre Schmidt, dos estrechos colaboradores del incipiente movimiento ecuménico. Bea fue muy cauteloso y expresó la esperanza de que la reunión con el grupo fuera confidencial para que los “enemigos acérrimos de los judíos en Roma” no la utilizaran en contra de sus esfuerzos. Bea sorprendió a sus invitados al hacer una pregunta; ¿Qué pensarían si el Vaticano reconociera el Estado de Israel? Los sorprendidos rabinos respondieron que los judíos de todo el mundo estarían encantados con tal medida. La muerte de Juan XXIII tres meses después puso esa esperanza en suspenso por otros 30 años. El reconocimiento del Vaticano fue finalmente concedido en 1993”.

Juan XXIII también permitió una profunda participación de organizaciones e intelectuales judíos en la redacción de la nueva política de la Iglesia hacia los judíos. El intelectual judío más destacado involucrado, Jules Isaac, incluso sugirió algo que suena mucho a reescribir la Biblia, junto con una siniestra “comisión” dedicada a monitorear las relaciones católico-judías:

“Judíos y cristianos coinciden en que un momento crucial en la historia de la Iglesia y de los judíos ocurrió el 12 de junio de 1960, cuando Julio Isaac se reunió con el Papa Juan XXIII… En medio de la guerra, comenzó a investigar los orígenes del antisemitismo, y entendió que el pogromo de Hitler era la culminación de una larga historia de cristianos que odiaban a los judíos… En las páginas de su obra maestra, Isaacs comparó línea por línea los textos reales de los Evangelios con comentarios católicos y protestantes ampliamente establecidos y aceptados. Su objetivo era demostrar que las distorsiones eran responsables de sentar las bases del odio, la vituperación y la intolerancia que habían plagado las relaciones entre católicos y judíos a lo largo de los siglos. Más que eso, quería que esos textos interpretativos fueran eliminados permanentemente y que los textos corregidos fueran utilizados en el proceso de enseñanza y comprensión del Nuevo Testamento… Se había reunido con los cardenales Tisserant, Ottaviani y Bea. Isaac preparó cuidadosamente un memorando para presentarlo al Papa Juan. Sugirió que se estableciera una comisión para estudiar las relaciones entre la Iglesia y el pueblo judío”.[28]

Juan XXIII parece haber tomado muy en serio la idea de la comisión y probablemente la habría implementado si no fuera por la resistencia conservadora:

“En lo que respecta a los judíos en particular, el pensamiento de Juan fue influenciado por una entrevista con el francés Jules Isaac (el 13 de junio del mismo año) en la que Isaac le presentó un largo expediente sobre las relaciones judeo-cristianas y, entre otras cosas, le pidió que creara una secretaría especial para ocuparse de esas relaciones. En parte como resultado de esta entrevista, John determinó que, si no una secretaría, la Iglesia debería encontrar otros medios institucionales concretos mediante los cuales judíos y católicos romanos pudieran entablar relaciones de conocimiento y estima mutuos, que el Concilio debería emitir una declaración sobre los judíos y el judaísmo, y que se debería invitar a observadores judíos a asistir a las sesiones del Consejo. Sin embargo, en noviembre las circunstancias habían impuesto varias modificaciones a estos planes. El elemento conservador en el Vaticano –que domina la Curia– no quiso oír hablar de una secretaría especial para el judaísmo; lo vieron como el extremo delgado de una cuña que abría la puerta a una mentalidad ajena y, en última instancia, al reconocimiento diplomático de Israel. Por lo tanto, Juan XXIII decidió que lo mejor sería asignar la responsabilidad de redactar un documento sobre las relaciones judeo-cristianas a la nueva secretaría de Bea”.[29]

El cardenal Bea, elegido por Juan XXIII para preparar los nuevos documentos sobre judíos, parece haber subcontratado en gran medida este trabajo a un destacado rabino del Comité Judío Americano.

“El emisario del AJC, el gran rabino Abraham Joshua Heschel, tuvo posteriormente una audiencia con el Papa Juan XXIII y fue convocado con frecuencia por el Cardenal Augustin Bea para consultas durante el Concilio Vaticano Segundo. En nombre del AJC, el rabino Heschel preparó varios memorandos de antecedentes esenciales para la redacción del nuevo documento revolucionario sobre las relaciones católico-judías”.[30]

Después de la muerte de Juan XXIII, el cardenal Bea puso la siguiente oración en el escritorio de todos los que iban a votar sobre el nuevo documento judío, afirmando que fue escrito por Juan XXIII poco antes de su muerte. Más tarde se reveló que la oración era una falsificación, y el propio Vaticano lo confirmó en 2008.[31]

“Hoy somos conscientes de que muchos, muchos siglos de ceguera han envuelto nuestros ojos de modo que ya no podemos ver la belleza de Tu Pueblo Elegido ni Reconocer en sus rostros los rasgos de nuestros hermanos privilegiados. Nos damos cuenta de que la Marca de Caín está sobre nuestras frentes. A lo largo de los siglos, nuestro hermano Abel ha yacido en la sangre que sacamos o derramamos las lágrimas que provocamos al olvidar Tu Amor. Perdónanos por la maldición que le asignamos falsamente a su nombre de judíos. Perdónanos por crucificarte por segunda vez en su carne, porque no sabíamos lo que hacíamos…”

No está claro por qué el cardenal Bea no tuvo ningún problema con una oración que equipara al pueblo judío moderno con el mismo Señor Jesucristo. Sin embargo, es interesante que la “Casa Cardenal Bea” de la Universidad Gonzaga, durante tres décadas, “sirvió como casa de retiro para al menos 20 sacerdotes jesuitas acusados de conducta sexual inapropiada”.[32]

La implicación de Juan XXIII con el pueblo judío se extendió más allá de su afecto personal por él. Durante la Segunda Guerra Mundial, Juan XXIII (entonces P. Roncalli) había empezado directamente con agentes de inteligencia clandestinos de lo que hoy es Israel. La “Agencia Judía para Israel”, la organización con la que trabajó, también está directamente relacionada con la “Organización Sionista Mundial”.[33]Slate transmite los hechos de estos eventos:

“Ahí fue donde Hirschmann empezó a confiar en Roncalli. En una serie de intercambios ese verano, la Junta de Refugiados de Guerra, en colaboración con la Agencia Judía, una red de agentes clandestinos vinculados a las autoridades judías en Palestina, hizo arreglos para transferir paquetes de certificados de inmigración a Roncalli, quien luego los enviaba a través de redes eclesiásticas a las comunidades judías en Hungría”.[34]

Al final del artículo de Slate sobre el trabajo de Roncalli con estas agencias hay otra observación intrigante:

“Había estado en el extranjero durante mucho tiempo, con poco conocimiento interno del funcionamiento de Roma y las redes de poder que le permitirían convertirse en una voz importante de la reforma entre los príncipes de la Iglesia. Por lo tanto, fue una sorpresa cuando, tras la muerte del Papa en 1958, sus compañeros cardenales lo elevaron aún más. Pronto tomó el nombre de Juan XXIII”.

Todo esto plantea una pregunta importante. ¿Fue simplemente una cuestión de suerte para los judíos que Roncalli, probablemente el cardenal más projudío, que había trabajado directamente con sus agencias de inteligencia, saliera de la nada y ascendiera a la sede de Pedro? Sin duda, provocaría mucha ira y conspiraciones por parte de los conservadores si un cardenal que había trabajado con la KGB y tenía un historial de simpatía con el comunismo, rápida y sorprendentemente se convirtiera en Papa, y luego procediera a dedicarse a asegurar un cambio drástico en la actitud de la Iglesia hacia el comunismo. Cualquier situación análoga que involucrara a los masones u otros grupos ampliamente despreciados habría generado una respuesta similar. Sin embargo, los conservadores parecen haber ignorado en gran medida lo que sucedió exactamente con la religión cuyas autoridades sentenciaron a Cristo a muerte y han sido definidas por su rechazo de Cristo durante dos mil años. Como era de esperar, las extrañas irregularidades con el cónclave de 1958 sugieren que la elección de Juan XXIII fue más que una simple coincidencia conveniente para el pueblo judío.

El primer día de las elecciones de 1958, el New York Times informó que tanto la multitud como la radio del Vaticano habían sido engañadas dos veces haciéndoles creer que se había elegido un Papa. Dos veces el humo se volvió blanco, indicando que se había elegido un Papa, pero luego el humo se volvió negro y el Vaticano afirmó que se habían cometido errores técnicos.[35]P. Charles-Roux hizo el siguiente comentario en Inside the Vatican: “Hubo ciertas irregularidades en la elección durante ese cónclave de 1958, como el propio cardenal Tisserant ha reconocido. Unos dicen que fue elegido Agagianian, otros Siri, otros algún otro cardenal, y que el camarlengo anuló entonces la elección. En cualquier caso, estoy bastante seguro de que Juan XXIII eligió su nombre, el nombre de un antipapa [del siglo XV], de forma muy consciente, para demostrar que había sido elegido de forma irregular”.[36]

La afirmación de Charles-Roux está respaldada por una entrevista al cardenal Siri realizada por el periodista francés Louis Hubert Remy.[37] Remy afirma que se vio impulsado a buscar esta entrevista después de leer la siguiente afirmación del Príncipe Scotersco, primo alemán del Príncipe Borghese, Presidente del Cónclave de 1963. “Durante el cónclave, un cardenal [Tisserant] salió de la Capilla Sixtina, se reunió con los representantes de B’nai B’rith y les anunció la elección del cardenal Siri. Ellos respondieron diciendo que las persecuciones contra la Iglesia continuarían de inmediato. Al regresar al Cónclave, hizo elegir a Montini”. Scotersco se refiere al cónclave de 1963, pero afirma que también hubo interferencia en 1958.[38]Es muy posible que Scotersco haya mezclado algunos detalles al escuchar la historia de segunda mano, y en la entrevista, el cardenal Siri refuta la afirmación de que un cardenal abandonó el cónclave de 1963. Sin embargo, Siri no aborda el Cónclave de 1958 ni la posibilidad de que la interferencia haya ocurrido sin que un cardenal se haya ido (por ejemplo, a través de una llamada telefónica), o la posibilidad de que las advertencias se hayan dado a ciertos cardenales antes del cónclave. También existe la posibilidad de que esto haya sucedido sin el conocimiento de Siri. Sin embargo, el tono de Siri cambia cuando se le pregunta si fue elegido Papa. Dice: “Estoy atado por el secreto. Este secreto es horrible. Tendría libros para escribir sobre los diferentes cónclaves. Han pasado cosas muy graves. Pero no puedo decir nada”. Los involucrados en un cónclave tienen prohibido revelar al público cualquier cosa que haya sucedido en ellos. Siri volvió a insinuar una interferencia en una declaración de 1972:

“La segregación del cónclave es aún más necesaria; con medios modernos, con tecnología moderna, sin una segregación absoluta no sería posible salvar unas elecciones de la presión de potencias externas. Hoy las superpotencias (y también las menores) tienen demasiado interés en tener de su lado, por condescendencia o por debilidad, a la máxima autoridad moral del mundo. Y harían todo aquello en lo que son tan buenos. Las presiones para revocar la esencia de la ley del cónclave podrían estar impulsadas por la voluntad de obtener precisamente este resultado”.[39]

Malachi Martin es una figura cuestionable que ha sido acusada de ser un agente del Comité Judío Americano. Sin embargo, estuvo profundamente involucrado con el Concilio Vaticano II, sirviendo como secretario del cardenal Bea. Martin es otra fuente que afirma que Siri fue elegido en 1963, pero se negó, y que hubo comunicación entre un cardenal y “un emisario de una organización internacional” sobre la candidatura de Siri.[40]Muchos han acusado a Martin de buscar atención y promover el sensacionalismo, pero es digno de mención que, a pesar de esto, Martin no menciona qué organización internacional fue responsable, aunque hacer referencia a B’nai B’rith u otra organización prominente ciertamente atraería más atención. a él mismo. Esto parece sugerir que Martin está diciendo la verdad, pero temía parecer un antisemita. El ex consultor del FBI, Paul L. Williams, también afirmó que tenía fuentes en el FBI que afirmaban que Siri fue elegido en 1958, pero el resultado fue bloqueado por los cardenales franceses que supuestamente temían la persecución de los católicos en el Bloque del Este.[41]Esto sería completamente coherente con el relato de Scotersco de que B’nai B’rith amenazaba con nuevas persecuciones contra la Iglesia. Los judíos estaban muy sobrerrepresentados en la élite de los partidos comunistas que se habían apoderado de países como Polonia y Checoslovaquia después de la Segunda Guerra Mundial, por lo que no habría sido difícil para B’nai B’rith cumplir su promesa.[42]

En 1960, Juan XXIII se convirtió en el primer Papa en reunirse con B’nai B’rith.[43]No está claro cuáles fueron los motivos de Juan XXIII para tomar el nombre de un antipapa que había sido evitado durante casi 600 años, pero si no hubiera nada irregular en esto, agregaría una coincidencia más a una notable serie de coincidencias que involucran a Juan XXIII. Su sorprendente ascenso de la oscuridad al poder, las anomalías en su elección, sus creencias personales excepcionalmente projudías, su historia con la inteligencia israelí y su impactante anuncio de un concilio ecuménico que se centró esencialmente en reescribir la actitud de la Iglesia hacia los judíos, constituyen una de las cosas más increíblemente afortunadas que le hayan sucedido al pueblo judío en la historia, si no estuvieran involucrados de ninguna manera. Sin embargo, parece bastante claro que esto fue más habilidad que suerte. Además de eso, examinaremos a continuación cómo esta influencia no se detuvo después de Vaticano II.

La Marcha de los neoconservadores sobre Roma

La impactante y decisiva victoria de Israel en la “Guerra de los Seis Días” de 1967 resonó en toda la diáspora judía y trastocó las alianzas tradicionales de izquierda. Los judíos habían sido firmes partidarios de las revoluciones sociales de izquierda de la década de 1960, pero pronto se vieron alienados cuando la izquierda se volvió contra lo que consideraban el opresivo y colonial Estado de Israel, ocupando cruelmente a sus vecinos árabes. Esta alienación se amplió cuando la Unión Soviética apoyó a los árabes contra Israel en la “guerra de Yom-Kippur” de 1973, lo que provocó una desilusión con el comunismo entre judíos prominentes, muchos de los cuales anteriormente se habían identificado con él. De hecho, muchos de los enemigos árabes de Israel eran vistos simplemente como “estados-clientes” de la URSS.[44]A pesar de apoyar inicialmente a Israel, la URSS reconoció la estrecha relación entre el Estado judío y el gobierno estadounidense, y pensó que podría dañar a su superpotencia rival de esta manera clandestina. Si bien la mayoría de los judíos estadounidenses seguían siendo de izquierda a pesar de esto, una minoría se separó y formó el movimiento “neoconservador”, un movimiento de intelectuales casi en su totalidad judíos que eran en gran medida indiferentes a la política interna, pero que estaban ferozmente comprometidos a que Estados Unidos enfrentara la URSS y protegiese las “democracias” en el extranjero, particularmente el Estado de Israel. El reciente artículo de Atlantic, “La edad de oro de los judíos estadounidenses está terminando” resume lo que sucedió:

“Después de 1967, el momento anterior de profundo abandono político, la comunidad judía estadounidense comenzó a considerar su propia reinvención radical. Un círculo de intelectuales desilusionados, agrupados en torno a un puñado de revistas y grupos de expertos de pequeña circulación, giró bruscamente hacia la derecha, creando el movimiento neoconservador. Entre los activistas, la energía que alguna vez se había dirigido a los Viajes por la Libertad se invirtió en la causa de los judíos soviéticos, que se convirtió en una obsesión política definitoria de muchas sinagogas en los años 1970 y 1980”.[45]

Habiendo logrado en gran medida todo lo que habían auspiciado de las revoluciones de los años 1960, muchos judíos influyentes llegaron a desarrollar una fijación con la lucha contra la URSS, con el fin de garantizar la seguridad de Israel y también para proteger a los judíos contra la supuesta opresión en el Bloque del Este. Si bien los judíos fueron un impulsor fundamental de la revolución bolchevique y proporcionaron una base importante de apoyo comunista, Joseph Stalin y los líderes soviéticos posteriores llegaron a temer que los judíos estuvieran actuando como una “quinta columna” después de la Segunda Guerra Mundial, y comenzaron una serie de purgas.[46]La indignación judía por las acciones soviéticas contra Israel y la población judía soviética llevó a los neoconservadores a ser cada vez más influyentes a lo largo de la década de 1970, y esta influencia culminó con la elección de los “guerreros fríos” Ronald Reagan en 1980, y Margaret Thatcher en 1979. El destacado neoconservador judío Norman Podhoretz describe el apoyo neoconservador a Reagan en un artículo del New York Times de 1982:

“La noche que Ronald Reagan fue elegido Presidente de los Estados Unidos, vi los resultados en compañía de un grupo de intelectuales que estaban tan jubilosos ante la noticia del creciente y aplastante triunfo que un extraño que pasaba podría haberlos tomado por activistas profesionales del Partido Republicano o quizás fervientes conservadores ideológicos.

De hecho, sin embargo, la mayoría de ellos eran demócratas registrados… ¿Por qué entonces, menos de cuatro años después, había tantos de ellos aplaudiendo a Ronald Reagan?… La etiqueta que se le ha dado a la gente de la que hablo –y yo soy, de hecho, uno de ellos – es “neoconservador”… El segundo punto en el que hay poco desacuerdo es que la influencia de los neoconservadores contribuyó a la elección de Ronald Reagan”.[47]

Como todos los neoconservadores, Reagan y Thatcher eran en general socialmente conservadores, aunque lejos de ser tradicionales o retrógrados, e hicieron pocos esfuerzos por hacer retroceder cualquiera de las revoluciones sociales de los años sesenta. Estaban mucho más empeñados en enfrentar a la Unión Soviética y también eran proisraelíes. En lo que superficialmente parecería ser otro notable golpe de fortuna para el pueblo judío, la Iglesia Católica seleccionó a un líder muy similar en las elecciones de 1978, el Papa Juan Pablo II. Su elección se produjo después de que su predecesor muriera repentinamente, después de sólo un mes en el poder. Quizás aún más extrañamente conveniente sea el hecho de que Juan Pablo II era de Polonia, el primer Papa no italiano en 455 años. Se ha escrito mucho sobre cómo Juan Pablo II y su apoyo al movimiento polaco de “Solidarnosc” ayudaron a marcar el comienzo del fin del régimen comunista en una Polonia fuertemente católica y al eventual colapso de la URSS. Dada la herencia polaca de Juan Pablo II y sus opiniones estridentemente anticomunistas, sería difícil imaginar un candidato más adecuado para desestabilizar el Pacto de Varsovia y el gobierno soviético. El neoconservador judío Charles Krauthammer, en un artículo para el Washington Post, describe la naturaleza milagrosa de la elección de Juan Pablo II por el neoconservadurismo:

“No soy muy creyente, pero me resulta difícil no sospechar que alguna mano providencial estaba en juego cuando se levantó el humo blanco en el Vaticano hace 27 años y el cardenal polaco fue elegido para dirigir la Iglesia católica. Precisamente en el momento en que Occidente más lo necesitaba, nos enviaron un campeón…

Y, sin embargo, precisamente en el momento de esta retirada y el gran desorden del mundo libre, ocurre un milagro. La Iglesia católica, rompiendo casi 500 años de tradición, se pone en manos de un oscuro no italiano: un polaco que, comprendiendo profundamente la difícil situación de Europa del Este, ascendió hasta convertirse, junto con Roosevelt, Churchill y Reagan, en uno de los grandes libertadores del siglo XX…

No es casualidad que Solidarinosc, la vanguardia de la revolución de Europa del Este, naciera apenas un año después de la primera visita del Papa. Al desplegar una diplomacia brillantemente sutil que nunca desafió abiertamente al sistema soviético, sino que alimentó y justificó cada tendencia de oposición, a menudo dentro del seno de la iglesia local, Juan Pablo II se convirtió en la figura fundamental de las revoluciones del poder popular en Europa del Este”.[48]

Si a esto le sumamos la muerte extrañamente repentina del primer Juan Pablo, tenemos un conjunto de circunstancias muy convenientes para el Estado de Israel y los neoconservadores judíos que llegaron a dominar la política exterior de Estados Unidos, unas circunstancias que recuerdan los muy convenientes acontecimientos que ocurrieran para el pueblo judío en los años 1960, cuando Juan XXIII fue elegido.

Al igual que Reagan, el papado de Juan Pablo II tuvo muchos logros geopolíticos y pocos logros para sus partidarios conservadores. A pesar de haber estado en el poder durante 27 años, no quiso tener en cuenta el uso generalizado de la Misa en latín, mientras que el Papa Benedicto XVI lo reconoció apenas dos años después de su papado. Pero la Misa en latín permaneció en gran medida en cuarentena dentro de una variedad de pequeños grupos, como la finalmente excomulgada FSSPX. Para comprender por qué pudo haber sido esto, es útil volver a una cita de la ADL que mencioné anteriormente, luego de que Benedicto XVI levantara las restricciones a la Misa en latín: “El uso más amplio de la Misa en latín hará que sea más difícil implementar las doctrinas del Vaticano II y del Papa Juan Pablo II, e incluso podrían poner en movimiento fuerzas retrógradas dentro de la iglesia en el tema de los judíos, ninguna de las cuales redunda en interés ni de la iglesia ni del pueblo judío”.[49]Juan Pablo II también fue bastante amigable con el “Movimiento Carismático”[50] al cual se le echa la culpa ampliamente por traer influencias protestantes e irreverencia general a la Misa. En el lado más positivo, Juan Pablo II defendió las enseñanzas de la Iglesia sobre temas como el aborto, la anticoncepción y la ordenación de mujeres. Sin embargo, esto no es tan encomiable dado que el Papa liberal Francisco también se opone al aborto y a la anticoncepción, y ha rechazado la posibilidad de ordenar mujeres.[51]

Además de ayudar a derrocar a un importante enemigo de Israel, los logros de Juan Pablo II son mucho más sustanciales cuando se trata de lo que Israel y el pueblo judío obtuvieron de su papado. Como ocurrió con Juan XXIII, la lista es larga:

Primer Papa en visitar oficialmente una sinagoga.[52]
Primer Papa en visitar el “Muro de las Lamentaciones” en Israel, donde los judíos van a lamentar la destrucción del Segundo Templo. Esta visita incluyó una oración que contenía una disculpa por la persecución de los judíos.[53]
Primer Papa en visitar Auschwitz, y lo hizo en el primer año de su papado.[54]
Reconoció formalmente a Israel diplomáticamente.[55]Estados Unidos tuvo que pagar a otras naciones miles de millones de dólares para incitarlas a hacer esto. No parece que el Vaticano haya recibido nada a cambio.
Obligó a un grupo de monjas carmelitas a sacar su convento de Auschwitz,[56] después de que un rabino irrumpiera en el convento y les gritara “antisemitas nazis”,[57]en lo que algunos describieron como un intento de agresión física.
Canonizada presunta víctima del Holocausto, Edith Stein, con sólo un milagro reportado en lugar de los tres habituales. El único milagro fue atestiguado por un médico judío.
Hay desacuerdo sobre si Juan Pablo II se opuso a la creencia cristiana histórica, claramente establecida en la Biblia (Hebreos 8:13), de que el cristianismo ha reemplazado y deslegitimado al judaísmo como religión. Sin embargo, sus comentarios fueron suficientes para que la ADL afirmara que sí.[58]

En un entusiasta homenaje tras su muerte, la ADL declaró: “Durante su mandato como Papa, Juan Pablo II revolucionó las relaciones católico-judías. Se puede afirmar que se produjeron más cambios positivos durante sus 27 años de papado que en los casi 2000 años anteriores”.[59]

Nos encontramos nuevamente ante la pregunta recurrente. ¿Fue simplemente una suerte casual o fue un ejemplo de interferencia directa de la inteligencia israelí y de organizaciones judías? La evidencia favorece esto último. Como comentamos anteriormente, la presencia de pedófilos en posiciones de poder es un fuerte indicador de que un interés externo los ha empujado allí para que se les pudiese chantajear. El caso de Theodore McCarrick parece ser un ejemplo tomado de un manual de esto: en 2000, Juan Pablo II nombró a McCarrick como arzobispo de Washington DC. Dado que Washington DC es la capital de la nación más poderosa del mundo, este puesto es probablemente uno de los más poderosos que podría tener un sacerdote católico. El hombre en esta posición estaría estrechamente relacionado con nuestros muchos políticos nominalmente católicos, y de hecho McCarrick fue descrito como un “agente de poder” de Washington por el New York Times.[60]Además de eso, puede dejarse a la imaginación lo que un político particularmente comprometido podría hacer con un sacerdote igualmente comprometido. En 2018, se descubrió que McCarrick había sido un pedófilo practicante y homosexual durante casi 50 años. The Associated Press resume la situación:

“Cuando se abrió el puesto de arzobispo de Washington DC, el entonces arzobispo de Nueva York, el cardenal John O’Connor, advirtió al Vaticano en una carta del 28 de octubre de 1999 que nombrar a McCarrick sería un error, según los documentos descubiertos.

En ese momento, las acusaciones contra McCarrick incluían: una carta de 1994 escrita por un sacerdote al obispo de Metuchen, Nueva Jersey, brindando testimonio de McCarrick y otros seminaristas participando en actos sexuales durante un viaje de pesca, y las propias afirmaciones del sacerdote de que McCarrick intentó manosearlo a él. También incluía cartas anónimas enviadas a varios cardenales estadounidenses que “acusaban a McCarrick de pedofilia con seminaristas, así como afirmaciones de que McCarrick se acostaba con hombres jóvenes en su residencia oficial, y con seminaristas en su casa de la playa. O’Connor citó esa información y dijo que el riesgo de escándalo sería demasiado grande si McCarrick fuera trasladado a Washington.

Juan Pablo encargó al embajador del Vaticano en Estados Unidos que investigara. Su informe confirmó que McCarrick se había acostado con seminaristas, pero no encontró “certeza” de que hubiera incurrido en conducta sexual inapropiada. Los hallazgos no explican qué hacían juntos McCarrick y los seminaristas en la cama. En cambio, culparon a los obispos a quienes se les pidió que proporcionaran información al embajador, diciendo que “tres de los cuatro obispos proporcionaron información inexacta e incompleta”.

Las dudas, sin embargo, fueron suficientes para persuadir a Juan Pablo II de que abandonara a McCarrick como candidato. Eso habría sellado su destino, pero McCarrick hizo un último llamamiento que parece haber hecho cambiar de opinión al papa. El prelado estadounidense envió una nota escrita a mano a través del secretario privado de Juan Pablo, el entonces arzobispo Stanislaw Dziwisz, el 6 de agosto de 2000, jurando que “nunca había tenido relaciones sexuales con ninguna persona, hombre o mujer, joven o viejo, clérigo o laico”.

Tocó la fibra sensible del Papa polaco, que había experimentado de primera mano cómo los sacerdotes eran injustamente desacreditados por acusaciones falsas bajo el régimen comunista, y nombró a McCarrick para el cargo”.[61]

El argumento de que la negación de McCarrick le recordó a Juan Pablo II las falsas acusaciones de los comunistas parece increíblemente fatua. Estas afirmaciones no procedían de un funcionario comunista ni de un periodista de izquierda, sino de un cardenal que Juan Pablo II había nombrado personalmente. Además de esto, el informe que él mismo había encargado confirmaba que McCarrick se acostaba con seminaristas, pero proporciona la excusa absurda de que no estaba claro qué hacía McCarrick en la cama con estos seminaristas. McCarrick simplemente lo negó, y esto fue suficiente para que Juan Pablo II le otorgara uno de los puestos más poderosos de la Iglesia. La debilidad de esta defensa ha llevado a algunos a culpar a la enfermedad de Parkinson, que en el caso de Juan Pablo II fue diagnosticada dos años después. Sin embargo, dado que Juan Pablo II pronunció más de doscientos discursos públicos en 2000 y 2001,[62]parece que habría sido bastante obvio si ya estuviera sufriendo un deterioro cognitivo significativo y, sin embargo, no parece haber ningún informe al respecto. De hecho, en 2001, un destacado neurólogo de ABC News informó que, si bien Juan Pablo II había comenzado a mostrar signos físicos de la enfermedad, no había señales de que su mente hubiera sido afectada, y el informe continúa afirmando cómo “los observadores en La conferencia del Vaticano de esta semana también dicen que el pensamiento del Papa parece ser más claro que nunca. Informan que todavía está desafiando a sus cardenales con nuevas ideas y pidiéndoles que enfrenten asuntos complejos de la iglesia”.[63]

El caso de McCarrick tampoco fue un caso aislado. Juan Pablo II era un allegado muy cercano de Marcial Maciel y promovía con entusiasmo a éste, quien también era un homosexual practicante y pedófilo. En 1998, el Secretario de Estado de Juan Pablo II, el cardenal Sodano, presionó al cardenal Ratzinger para que archivara una investigación sobre Maciel, después de que nueve hombres lo acusaran públicamente de abuso sexual, incluidos ex sacerdotes.[64]Ratzinger no reabrió el caso hasta que Juan Pablo II estuvo al borde de la muerte, y Ratzinger destituyó a Sodano de su cargo después de convertirse él mismo en Papa. Sodano también bloqueó una investigación de 1995 sobre el cardenal Groer, del cual más tarde también se demostró que era un pedófilo homosexual.[sesenta y cinco]¿Actuaba Sodano por orden de Juan Pablo II? Es difícil decirlo, pero es indiscutible que Juan Pablo II estaba al tanto de las acusaciones creíbles contra Groer, Maciel y McCarrick, y las ignoró (aunque Groer fue investigado tres años después de llamamientos públicos de dirigentes de la Iglesia en Austria).[66]La naturaleza claramente sexual de la desaparición de Orlandi antes mencionada es otro ejemplo más de conducta sexual inapropiada desenfrenada a altos niveles durante el papado de Juan Pablo II. Además de eso, un documental polaco informó recientemente que Juan Pablo II, siendo obispo de Cracovia, sabía que tres sacerdotes eran abusadores sexuales y ayudó a encubrirlos.[67]El Irish Times describe algunos de los documentos descubiertos:

“En una carta de 1971 a un sacerdote condenado por violación oral de niñas, Wojtyla describe el abuso como un ‘crimen’ pero lo reincorpora al trabajo parroquial, donde vuelve a abusar. En otro caso, Wojtyla escribió una carta personal de recomendación para un sacerdote abusador –un amigo personal– para un nuevo puesto en Austria, sin mencionar sus antecedentes penales”.[68]

Este documental ha provocado un feroz debate y debemos tener cuidado de no confiar en las investigaciones de los medios, pero “donde hay humo, hay fuego”. El documental enfoca un largo patrón de abusadores que no enfrentaron consecuencias bajo Juan Pablo II. Tener un Papa dispuesto a hacer la vista gorda ante los abusadores sexuales es un activo invaluable para los grupos externos que han atrapado a esos abusadores con chantaje. Es digno de mención que el primer Juan Pablo había degradado al cardenal Baggio, quien jugó un papel decisivo en el ascenso de McCarrick.[69]Juan Pablo I aparentemente murió de un ataque cardíaco, pero nunca se realizó una autopsia y el Vaticano dio versiones contradictorias sobre cómo se descubrió su cuerpo.[70]El Catholic Herald informa cómo “el hecho de que el entonces Pontífice fuera encontrado sonriendo, sentado en la cama y sosteniendo material de lectura ha alimentado teorías de conspiración, dado lo improbable que sería que alguien después de sufrir un ataque cardíaco fatal tuviera ese aspecto y porte”.[71]

La elección de Juan Pablo II proporcionó al gobierno de Estados Unidos y al Estado de Israel algo que vale mucho más que los miles de millones de dólares gastados en tanques y bombas cada año. Al alimentar las tensiones entre los católicos polacos y el gobierno soviético, Juan Pablo II ayudó a derribar la URSS sin disparar un solo tiro. La muerte repentina de Juan Pablo I y los pedófilos de alto nivel que inundaron el papado de Juan Pablo II sugieren que, como ocurrió con el concilio Vaticano II, alguien estaba impulsando estos eventos de manera más directa de lo que parecía. El único grupo que se benefició inmensamente tanto del Vaticano II como del papado de Juan Pablo II es, por supuesto, el pueblo judío. Mientras jugaba fútbol cuando era niño en Polonia, Juan Pablo II estaba “siempre dispuesto a jugar en el equipo judío”.[72]Este comentario casual puede haber contenido una presciencia notable.

La chispa de la contrarrevolución

“Cuánta inmundicia hay en la iglesia, especialmente entre aquellos que, en el sacerdocio, se supone que le pertenecen totalmente a Cristo”.[73]

Habiendo sido obstaculizado en sus intentos de investigar a Groer y Maciel, el recién elegido Papa Benedicto XVI probablemente estaba consciente de un problema significativo con los homosexuales y pedófilos en los altos niveles de la Iglesia, cuando se refirió a esta inmundicia en el sacerdocio, pero probablemente estaba sin saber exactamente la extensión del avispero que estaba a punto de pisar. Con frecuencia retratado en los medios como un rigorista severo y poco carismático, Benedicto XVI ni siquiera quería ser Papa, y oró a Dios: “Por favor, no me hagas esto”, al darse cuenta de que estaba a punto de ser elegido. A pesar de su avanzada edad y sus reticencias respecto a su nuevo cargo, Benedicto XVI pronto lanzó una serie de desafíos directos contra lo que se había convertido en un dominio judío sobre la Iglesia, fuera o no consciente de esta situación. Tras su dimisión, la ADL emitió la siguiente amonestación resentida:

“Hubo obstáculos en el camino durante este papado: la reescritura de la antigua oración del Viernes Santo para los judíos haciéndola más problemática para los judíos, el inicio de negociaciones con el grupo antisemita de la Sociedad de San Pío X y el traslado del Papa de la Segunda Guerra Mundial. Pío XII está un paso más cerca de la santidad mientras los Archivos Secretos del Vaticano aún están en secreto”.[74]

Ya hemos discutido cómo el levantamiento de las restricciones a la Misa en latín por parte de Benedicto XVI provocó una respuesta furiosa de la ADL, y es irónico que presenten a Benedicto XVI como “reescribiendo” la oración del Viernes Santo, a pesar de que fue reescrita por el Vaticano II en el primer lugar. Junto con las quejas sobre las fuerzas “retrógradas” en la Iglesia que mencionamos anteriormente, la ADL hizo pocos esfuerzos por ocultar que veían esto como una amenaza directa a su influencia en la Iglesia:

“La razón principal para estar preocupados por el regreso de esta oración aprobada por el Vaticano es que amenaza con socavar los fundamentos conceptuales de todo lo que ha sucedido durante 40 años: la declaración elocuentemente expresada por el Papa Juan Pablo II de que el judaísmo es “el hermano mayor”. del cristianismo; que tiene legitimidad y validez propias; que tiene un pacto inquebrantable con Dios. Es este avance conceptual, que ha proporcionado el marco para que surjan todos los pasos positivos y específicos, lo que ahora está siendo cuestionado”.[75]

En 2009, Benedicto XVI también levantó las excomuniones de cuatro obispos del grupo FSSPX, un gesto que es ampliamente considerado antisemita, y uno de estos obispos había negado el Holocausto [Mons. Williamson]. La decisión provocó ira entre los líderes judíos y el Gran Rabinato de Israel rompió los lazos oficiales con el Vaticano en protesta por la decisión del Papa.[76]La decisión de Benedicto XVI aquí puede haber sido un mea culpa sobre su propio papel para lograr la excomunión de la FSSPX. Es bien sabido que las agencias de inteligencia identificarán a los extremistas amenazantes e intentarán instigarlos a actuar ilegalmente para que puedan ser arrestados. Si bien el acto de desobediencia del Arzobispo Lefebvre fue claramente incorrecto según el Derecho Canónico de la Iglesia, la presión del Vaticano puede haberlo provocado intencionalmente a tomar esta medida imprudente, que convenientemente desembocó en la eliminación de los “antisemitas” de la Iglesia.

Más tarde ese año, Benedicto XVI pronunció un discurso sobre el Holocausto en Israel que fue ampliamente criticado por organizaciones judías por parecer forzado y banal, insuficientemente condenatorio hacia Alemania y los nazis, e insuficientemente apologético dado que Benedicto XVI había sido miembro de las juventudes hitlerianas.[77]Asimismo, la oración que Benedicto XVI colocó en el “Muro de las Lamentaciones” fue un llamado relativamente genérico a la paz, en contraposición a la disculpa a los judíos que colocara Juan Pablo II.[78]Benedicto XVI también se negó a visitar el importante museo del Holocausto Yad Vashem debido a su retrato irrespetuoso del Papa Pío XII.[79]Pío XII es frecuentemente retratado como un villano por organizaciones judías, debido a lo que dicen fue su insuficiente acción durante el supuesto Holocausto. Cuando Benedicto XVI declaró venerable a Pío XII, acercándolo a la santidad, esto también provocó una oleada de ira entre judíos prominentes.

Para aumentar su lista de ofensas, Benedicto XVI también pidió el fin de la invasión israelí de Gaza en 2009, pocos días después de que comenzara. Un alto funcionario del Vaticano se refirió a Gaza como un “campo de concentración”, lo que provocó otra condena por parte de Israel.[80]

Si bien estas medidas enojaron a las organizaciones judías y al Estado de Israel, la acción más amenazante de Benedicto XVI llegó en la forma de su combate contra el abuso sexual, una acción que potencialmente podría haber sacado del poder a los sacerdotes chantajeados y controlados de Israel, poniendo fin al sometimiento judío a la Iglesia. Benedicto XVI rápidamente destituyó a Marcial Maciel del ministerio y destituyó al Cardenal Sodano como Secretario de Estado. McCarrick también fue destituido como arzobispo de Washington DC y “mandado a pasear” por Benedicto XVI, antes de encontrarse “de nuevo con las manos en la masa y más ocupado que nunca” tras la elección del Papa Francisco.[81]El Sydney Morning Herald describe los agresivos intentos de Benedicto XVI de expulsar a los abusadores sexuales:

“Bajo la dirección de Ratzinger como cardenal y Papa, el Vaticano autorizó procedimientos administrativos rápidos para expulsar del sacerdocio a atroces abusadores. Los cambios en la ley de la iglesia permitieron que se renunciara caso por caso al plazo de prescripción del abuso sexual; elevó la edad de consentimiento a 18 años; y amplió las normas que protegen a los menores para cubrir también a los “adultos vulnerables”. Los cambios tuvieron un impacto inmediato: entre 2004 y 2014 (el papado de ocho años de Benedicto más un año en cada extremo) el Vaticano recibió alrededor de 3.400 casos, expulsó a 848 sacerdotes y sancionó a otros 2.572 con penas menores, según las únicas estadísticas del Vaticano jamás publicadas. Casi la mitad de las expulsiones ocurrieron durante los dos últimos años del papado de Benedicto”.[82]

Al final, Benedicto XVI fue demasiado lejos. Recordemos lo que comentamos en el apartado anterior sobre la desaparición de Orlandi:

“En 2012, el Papa Benedicto XVI ordenó una investigación sobre una filtración de documentos confidenciales y supuestamente descubrió una red de homosexuales en el Vaticano que organizaban fiestas sexuales y eran chantajeados desde el exterior. Esta red incluía altos prelados. The Atlantic resume el informe:

“El Vaticano tiene una Mafia de Terciopelo, y la Mafia de Terciopelo está siendo chantajeada. El expediente alega que existe un lobby gay dentro de la Iglesia y que tiene algún tipo de control sobre las carreras de quienes están en el Vaticano. El expediente también alega que este grupo no es tan encubierto como se cree y fue chantajeado por personas externas. ”

El Vaticano no negó el informe y luego hubo otra filtración de comentarios privados del Papa Francisco, confirmando que el informe era cierto. El artículo de Atlantic también relata cómo “en 2010, Ghinedu Ehiem, un clérigo nigeriano que formaba parte de uno de los prestigiosos coros del Vaticano, fue despedido después de que las escuchas policiales lo descubrieran negociando para prostitutos masculinos”.

Poco después de que Benedicto XVI tropezara con este insondable pozo de corrupción, comenzó a recibir amenazas de muerte anónimas, y el Cardenal Romeo predijo que estaría muerto dentro de los próximos doce meses.[83]

También vale la pena mencionar que las amenazas de muerte son sólo las que se hicieron públicas, las amenazas privadas contra la Iglesia pueden haber sido sustancialmente peores. Después de todo, se alegó que el B’nai B’rith prometió persecuciones masivas contra la Iglesia en el Bloque del Este durante el Cónclave de 1963, y cuando Elon Musk aflojó la política de censura de Twitter, la ADL lideró un boicot de anunciantes que redujo los ingresos de Twitter en un 60%, lo que llevó al hombre más rico del mundo a verse obligado a realizar un viaje humillante a Auschwitz. Las organizaciones judías y la inteligencia israelí probablemente prometieron una guerra relámpago total contra la Iglesia en caso de que Benedicto continuara con dichas investigaciones. Benedicto XVI tenía 84 años en ese momento y probablemente no se creía capaz de combatir con éxito este enorme ataque, que podría incluir la destrucción de la reputación de Juan Pablo II, y es posible que ni siquiera supiera quién estaba en el origen del mismo. Cualquiera que fuera su razonamiento, Benedicto XVI puso el asunto en manos de Dios y dimitió. El recién elegido Papa Francisco no parece haber hecho más intentos de investigar esta red de chantaje homosexual, a pesar de ser muy consciente de su existencia.

Cuando nos preguntamos qué hay detrás de la profunda corrupción, los numerosos acontecimientos extraños y la nueva fe diluida con textos aguados que se ha producido en la era de la posguerra, una cita del Independent en un artículo sobre los “topos” del Vaticano dice: “Del papa se cree que sus propuestas a la extremista y antisemita Sociedad de San Pío X, con la que comparte el amor por la misa católica tradicional, han enojado a muchas figuras de la iglesia”.[84]¿Por qué exactamente las figuras de alto nivel de la Iglesia católica están tan profundamente preocupadas por el antisemitismo? La respuesta a esto aparentemente es que tienen que serlo, no sea que las organizaciones judías revelen sus secretos y los lleven a prisión por pedófilos o deshonrados por ser homosexuales. Este método de infiltración ha demostrado ser increíblemente eficaz para Israel cuando utiliza agentes como Epstein en el gobierno de Estados Unidos o Eli Cohen en el gobierno sirio. Como era de esperar, no quitaron los ojos de encima a la Iglesia católica, un enemigo que los ha perseguido desde la crucifixión de Nuestro Señor Jesucristo. Si bien podría transmitir nuevamente el inmenso interés que el pueblo judío tiene en la Iglesia Católica y cuán inmensamente se han beneficiado de los cambios que han tenido lugar desde el Vaticano II, creo que es mejor dejar que lo digan ellos con sus propias palabras, en Los Ángeles Times:

“Mientras millones de católicos romanos se regocijan con la noticia de que dos papas están siendo rápidamente canonizados, muchos judíos se sonríen con ello. El Papa Francisco aprobó a Juan XXIII y a Juan Pablo II para el honor supremo de la Iglesia en un proceso que aceleró el protocolo. Los judíos, por otro lado, recordarán a estos dos hombres por tomar medidas que tardaron un milenio en gestarse.

A lo largo de los siglos, el antisemitismo inspirado por la Iglesia católica generó la demonización y el asesinato de innumerables judíos. En toda Europa y dondequiera que llegaran las enseñanzas de la Iglesia, a los fieles se les enseñó que los judíos no tenían lugar entre los seres humanos decentes, que el pacto del pueblo judío con el Todopoderoso había sido anulado por el cristianismo y que los judíos estaban maldecidos, condenados a la tribulación eterna por haber crucificado. Jesús. Debido a que a los europeos se les habían enseñado estos tropos durante generaciones, Adolf Hitler (que no era un devoto religioso) y los nazis podían confiar en el apoyo que recibirían en todo el continente cuando desataran su Solución Final de la “cuestión judía”: el genocidio de un pueblo…

Durante la última enfermedad de Juan Pablo II, los responsables del Centro Simon Wiesenthal solicitaron una audiencia con él. El Vaticano respondió que ya se habían reunido con el Papa en una ocasión anterior. “Sí”, respondió el rabino Marvin Hier, “pero esta vez solo queremos darle las gracias”.[85]

De hecho, muchas gracias deberían provenir de estas organizaciones judías. Un agradecimiento a su aparato de inteligencia, que atrapó en su red a funcionarios corruptos y depravados de la Iglesia. Otro agradecimiento a ese aparato, que parece haber utilizado a esos funcionarios para instalar a Juan XXIII, para convocar y luego manipular el concilio Vaticano II, para deshacerse de Juan Pablo I e instalar a Juan Pablo II, y finalmente para forzar la renuncia de Benedicto. Sin embargo, sería imprudente por su parte dar demasiados agradecimientos. Cuando las autoridades judías del Sanedrín condenaron a Cristo a muerte, ellas también disfrutaban de poder y confianza. Sin embargo, cuando murieron, fue en medio de los escombros de su Templo y su famoso pacto hecho pedazos. No importa cuánto se refuercen las puertas del infierno, siempre se romperán ante Jesucristo y Su Iglesia.

Lawrence Erickson, 20 de marzo de 2024

https://www.unz.com/article/the-smoke-of-the-synagogue/