Continúan de moda las empresas militares privadas en el mundo, un “elegante” disfraz de las grandes potencias para eludir su responsabilidad directa en sus guerras por la conquista de los mercados, característica básica de las guerras del siglo XXI (y de finales del XX). Con esta particular y tercerizada forma de hacer la guerra los gobiernos no tienen que rendir cuentas a sus parlamentos, mucho menos a la ciudadanía.
Por descontado, este artículo no es ninguna novedad, ha sido tratado infinidad de veces por diversos medios y en diferentes idiomas; mas, la relevancia del tema es que permanece vigente e impoluto a ojos de las grandes potencias mundiales por constituir un eficiente medio que disimula el intervencionismo en conflictos por todo el orbe. Por esa razón, en la segunda parte de este reportaje vamos a recordar un artículo que lleva más de una década de haber sido publicado, no obstante, al presente las denuncias sobre el tema no han variado un ápice, salvo los nombres de sociedades, políticos y empresarios involucrados (la gente se jubila, muere o cambia de ocupación, pero el negocio perdura).
El empleo de mercenarios es una práctica tan vieja como la guerra, los antiguos imperios, llámese Imperio Romano o modernos como el Británico, actuales como los Estados Unidos de América, sin descartar la Federación Rusa (apoyando al gobierno sirio), los han utilizado para consolidar sus posiciones geoestratégicas. Por ejemplo, la guerra de independencia de los EEUU presenció el masivo uso de tropas mercenarias provenientes de Alemania para apoyar a los británicos, los hessianos, naturales de la región de Hesse-Kassel, una especie de estado libre, pero sometido al Sacro Imperio Romano Germánico, se calcula en 30.000 los mercenarios hessianos que operaban a órdenes del imperio británico contra los revolucionarios estadounidenses, ya lo habían hecho en otros conflictos europeos para sofocar insurrecciones.
Contratistas privados (mercenarios) junto a tropas estadounidenses en Irak.
Bien, en la actualidad, los servicios de las compañías militares privadas se ofrecen libremente al interesado, pueden ser gobiernos, empresas privadas, personas particulares con fuertes intereses económicos, hasta grupos u organizaciones criminales. Emplean miles de ex soldados en la desocupación, deseosos de aventuras y, por supuesto, dinero. La “diplomacia” operará a continuación, allí donde hay una crisis.
El negocio consiste en dar vida jurídica a empresas privadas de seguridad, dotarles de un vistoso nombre como compañía de asesoría y seguridad o contratistas de defensa, enmarcarlas dentro del marco jurídico que regulan las actividades de la “seguridad privada” estableciendo cláusulas que les permita su accionar dentro o fuera de un país determinado. Es lógico que se presentarán inconsistencias y vacíos legales en las legislaciones nacionales del país que contrate este tipo de “seguridad”, ya sea una institución o una persona particular, eso es algo que puede subsanarse, no siempre lícitamente.
Queda la duda sobre la nacionalidad de los componentes de esas empresas privadas militares, legalmente pueden ser contratados personas sin distingo del país de origen. “Blackwater” operaba mayoritariamente con ciudadanos estadounidenses con estatus de civil (no militares), nadie les podía impedir que por su voluntad aceptaran ir a Irak y con ello tampoco nadie podía responsabilizar al gobierno de los Estados Unidos por sus asesinatos selectivos y todo tipo de acciones inconfesables que el gobierno no podía hacerlo directamente.
Quién los contrata, necesita de ellos, es evidente, y eso es algo que no está al alcance de cualquiera, sino del poder, ya sea estatal o privado; también puede ser una imposición forzosa de un país a otro (generalmente el fuerte contra el débil) en que la “seguridad” se vuelve imprescindible en el intercambio de las relaciones “diplomáticas”. La fórmula clásica es simple, los mercenarios no suelen acordar de forma directa con un Estado (salvo excepciones), pactan con civiles que dirigen o trabajan para una empresa privada con fuertes intereses y concesiones en la economía de un país, con ello no se someten a las duras regulaciones legales si se tratara de una negociación con el gobierno.
Allí donde existe una crisis, un conflicto de intereses económicos entre grupos privados y la población, minerales preciosos sin explotación legal, “catástrofes humanitarias”, plantaciones y cultivos de amapola y de coca, probablemente contarán con la protección que brindan las modernas corporaciones de “soldados de fortuna”, perdón… empresas militares privadas. Por último, aquellos países en guerra u ocupados por potencias internacionales que explotan sus recursos energéticos, suelen dotarse de contratistas privados armados.
Contratistas privados (mercenarios) en Afganistán.
En el presente los mercenarios se emplean masivamente en África y conflictos de Oriente Próximo; en Latinoamérica, donde no existe una guerra abierta -salvo el caso de Colombia- suelen operar como miembros de seguridad de poderosas empresas internacionales o de ricos industriales locales, tampoco es raro encontrarlos brindando sus servicios a los barones de la droga u otras actividades ilícitas. En Afganistán es común encontrarlos escoltando los transportes de heroína.
Recuerdo haber leído algo interesante en alguna ocasión (lamento no ubicar la fuente) refería a que si en la época de Ronald Reagan se hubiese contado con empresas de mercenarios como “Blackwater”, no hubiese sido necesario involucrar a la CIA y a los traficantes de droga colombianos para armar y financiar la Contra nicaraguense o hasta intentar asesinar a Fidel Castro.
La Administración en Washington se percató que incurría, angustiosamente, en el derroche de ingentes recursos económicos que salían de las arcas fiscales y de los impuestos del simple ciudadano, por lo que el margen (comisión) de ganancia era bajo. Como buenos “patriotas” y comerciantes llegaron a la conclusión que si en economía se ahorraba mucho tercerizando la industria, lo mismo podía hacerse en los conflictos armados, contratando a terceros o financiando conflictos a través de la industria de la droga S.A., la “tercerización de la guerra” ya era una realidad, además de constituir un lucroso negocio que si les dejaba buenos dividendos y un salvavidas para la reputación del gobierno, evitándose enviar ejércitos de jóvenes soldados a miles de kilómetros.
Quiénes está detrás de estas empresas militares privadas?
Privatizar la seguridad pública, que es una obligación fundamental del estado, tiene un solo objetivo, crear un colosal negocio en beneficio de empresas privadas. La trampa es ya evidente, simular una actividad legal ocultando su real propósito y a sus auténticos accionistas. Su vocación no es solo la seguridad, brindan entrenamiento militar y hasta dedican su valioso tiempo a “loables” actividades como asistencia en caso de “tragedias humanitarias” (guerras). Poseen arsenales de igual calidad que las fuerzas armadas, sus integrantes están bien entrenados y gozan de amplia experiencia, no solo son ex militares, también suelen enrolarse ex funcionarios de las agencias de inteligencia como la CIA.
Efectivos de “Blackwater”
No cabe duda que tras ellas, de forma oculta se encuentra el poderoso aparato militar industrial estadounidense, que necesita vender y probar su producción, es decir armas, hay demasiado dinero en juego, muchos dólares que ganar, grandes territorios y recursos naturales por el mundo que deben ser “protegidos” (asegurados para su beneficio).
La máxima es que los privilegios e intereses de otros pueden ser defendidos y protegidos por fuerzas ajenas al estado.
Blackwater, Dyncorp, Halliburton, Carlyle, KBR, fueron, entre otras, en su momento, las primeras beneficiadas de la privatización de la “seguridad nacional” de los EEUU en el exterior, se favorecieron con grandes y multimillonarios contratos con el gobierno y las autoridades de ocupación estadounidenses en Irak. Irak constituyó un gran ensayo simbiótico entre los intereses estatales y privados (ya se lo había hecho antes, pero nunca a esa escala). Poderosos inversionistas acudieron prestos, destacaba la firma Halliburton, relacionada con el poder político vigente, sus accionistas eran, entre otros, el entonces vicepresidente de los EEUU, Dick Chenney; el secretario de defensa, Donald Runsfield; y, la jefa de la diplomacia estadounidense, Condoleezza Rice, por citar algunos conocidos.
Hoy, las empresas de mercenarios más conocidas en el mundo son: Academi; G4S (Reino Unido con más de medio millón de empleados, aunque no participa en guerras, su actividad de seguridad se realiza en territorios hostiles como Israel y Cisjordania); Defion Internacional con sede en Perú, con oficinas en Emiratos Árabes e Irak, se dedica a contratar mercenarios latinoamericanos para misiones por todo el mundo, contaba con alrededor de 3.000 hombre en Irak; Aegis Defense Services, con sede en Inglaterra, participa en misiones militares en muchos países, contratada por gobiernos y hasta por la ONU, tiene oficinas en EE.UU., Afganistán y Bahréin; Triple Canopy, grupo de veteranos de las fuerzas especiales de EE.UU. mantiene contratos con Washington para Irak y otras regiones del mundo con el despliegue de miles de soldados, incluso protegen algunas instalaciones nucleares: DynCorp, con numerosas misiones en Haití, Bosnia, Afganistán, Irak y Colombia (supuestas operaciones contra el narcotráfico), está última asumió las funciones de las tropas estadounidenses después de su retirada de Irak; Unity Resources Group, su sede principal se encuentra en Dubái, con oficinas por todo el mundo, tres de ellas en Irak.
Quizá todavía hay gente inocente e incauta, que no se percata del profundo y nauseabundo olor de estos detalles. Las máximas autoridades de la política exterior de los Estados Unidos tenían y siguen conservando profundos intereses en explotar en su beneficio las guerras de Irak y otros lugares que ellos mismos coadyuvan a desatar.
En Irak se apreció el trabajo de “Blackwater“, la empresa fue contratada por el gobierno de los Estados Unidos para custodiar a los diplomáticos estadounidenses e infraestructuras vitales, sin embargo, como lo hemos dicho, se involucraron en acciones de combate y en represión de civiles iraquíes, ciertas acciones fueron calificadas como “crímenes de guerra”. Al, tratarse de una fuerza de ocupación, es decir los Estados Unidos en suelo iraquí, no cabía la posibilidad de responsabilizar al estado iraquí por contratar mercenarios, era una fuerza extranjera quien imponía la autoridad tanto civil como militar, luego se dedicarían a formar las nuevas fuerzas del orden del estado iraquí.
No siempre son éxitos y victorias, Siria y Yemen constituyen el más reciente fracaso para la ex “Blackwatar”, bajo la denominación de “Academi” concurrió presta a los campos de batalla, debido a las grandes bajas sufridas estaba obligada hacer frente a costosos seguros de vida de sus combatientes caídos, sus accionistas votaron que el negocio de la guerra no era rentable en esos países y abandonó la tarea de “dar seguridad”… a quién?. Por otro lado, cuando los contratistas privados comenzaron a caer en Irak el gobierno pudo desvincularse de ellos, no eran tropas de los Estados Unidos, eran simples ciudadanos particulares, ese tipo de bajas no se contabilizan dentro de sus filas y la opinión pública, así como la prensa no “dramatiza” las pérdidas como si ocurre cuando se trata de miembros del Army. No obstante, está demostrado que las fuerzas militares estadounidenses en Irak desataron grandes campañas de represalia cuando sus colegas mercenarios eran abatidos o ejecutados por la resistencia iraquí.
Una muchedumbre mató, incineró y colgó sobre un puente los cadáveres de varios contratistas privados estadounidenses en Irak
Siguiendo con el ejemplo de
“Blackwater”, aquellos sujetos que hacían la guerra bajo esa denominación, prefirieron mudar de nombre por dos ocasiones. Como el agua estaba muy negra (blackwater) pasaron a identificarse como
“Xa Services”, ese nombre no decía nada, así que otra empresa –
USTC Holdings– la compró y la rebautizó como
“Academi”, muy activa en Ucrania, sobre todo en la lucha contra la región separatista del Donbass.
Como sabemos, “un holding es una organización de tipo económico integrada por diferentes empresas con una función principal, garantizar el control de distintos factores comerciales dentro de un mismo sector”. Investigadores sagaces descubrieron que tras USTC Holdings se hallaba una firma de capital de riesgo “Forté Capital Advisors”.
En este caso, las guerras son apreciadas como un negocio de las grandes corporaciones armamentistas que garantizan su control. En el caso del ejemplo, USTC Holdings a través de una de sus empresas comerciales “Academi”, está muy presta a brindar variados servicios, desde sobornos a jefes tribales africanos hasta ofrecer protección (a lo mafioso) en la explotación de las minas de diamantes sangrientos u otro mineral precioso e, incluso, vigilar los campos de cultivo de la droga en Afganistán y velar por su transporte seguro a los mercados; en general, garantizar intereses que merezcan su invaluable “esfuerzo de sacrificio” por “nobles causas” alrededor del mundo.
Jeremy Scahill, publicó un libro que causó escándalo “Blackwater: The Rise of the World’s Most Powerful Mercenary Army“ (2007) (Blackwater: El ascenso del ejército mercenario más poderoso del mundo). Scahill denunció a la empresa involucrada en varios conflictos internacionales, eso no era lo grave, lo principal era denunciar la concesión de contratos millonarios por parte del gobierno de los Estados Unidos y el involucramiento directo de esa empresa con las agencias de inteligencia.
“Desde el momento que comenzó la concentración de tropas estadounidenses para la invasión de Irak, el Pentágono integró a los contratistas privados con las operaciones. Aún cuando el gobierno aparentó públicamente que buscaba soluciones diplomáticas, Halliburton ya hacía preparativos para una operación masiva. Cuando los tanques estadounidenses entraron a Bagdad en marzo de 2003, los acompañó el ejército de contratistas privados más grande de los tiempos modernos. Al terminarse el mandato de Donald Rumsfeld a fines de 2006, se calcula que había más de 100,000 contratistas privados en Irak, lo que representa una proporción de casi uno a uno con los soldados estadounidenses en servicio activo”.
No me prolongaré más, otros hechos pueden consultarse en las excelentes referencias que constan como pie de página.
A continuación un viejo relato que data de abril y mayo del 2007, tiene la particularidad que si no señalo la fecha de su publicación, el lector seguramente creerá que ha sido escrito en estos días. De la mano del investigador Daniel Estulin se analizan otras famosas empresas de los Estados Unidos que exportan su “producto” al mundo.
II parte
USA: Blackwater, Grupo Carlyle y Compañías Privadas Militares
Lo que hace tiempo se llamaba soldados de fortuna y mercenarios hoy día se llaman Compañías Privadas Militares, (CPM), Corporaciones S.A. repletas de accionistas, consejos de administración y oficinas centrales ubicadas en algunos de los lugares más lujosos y llamativos del mundo. Estos conglomerados internacionales ofrecen a sus clientes servicios profesionales de seguridad, actuando de vez en cuando como consultores logísticos mientras en otras ocasiones directamente trabajan como combatientes activos.
Por sus servicios estas empresas privadas de seguridad cobran mensualmente lo que los soldados del ejército estadounidense, el mejor pagado del mundo, cobran en un año. En algunos de los casos, los servicios también incluyen una parte pagada en derechos de minas de oro, lo que les proporciona una riqueza potencial que supera, en algunos casos el PIB nacional.
Hoy día, más que nunca, los CPM actúan como consultores en el campo de seguridad trabajando al servicios de grandes multinacionales como Halliburton, BP, Royal Dutch Shell, Texaco, General Electric en algunas de las zonas más conflictivas del mundo, protegiendo los oleoductos, trabajadores en los campos petrolíferos, proyectos en vías de desarrollo en Medio Oriente, África, Asia Oriental y América Latina.
Una de las principales ventajas en contratar a los CPMs en zonas de guerra se debe a que son inmunes a la vigilancia del Congreso americano y al Departamento del Estado. También permita a los gobiernos en cuestión, violar abiertamente sus propios embargos de armas, suministrando a través de los CPMs armas a los combatientes.
Las principales empresas estadounidenses, CPM son: Dyncorp, MPRI, Kellogg, Brown & Root (subsidiario de Halliburton. El mayor accionista privado de Halliburton es Dick Cheney, Vice Presidente del país), Air Scan, Aviation Development Corporation, Eagle Aviation Services and Technology, Vinnell Corporation, The Carlyle Group, Armor Group, Diligence (liderada por Richard Burt, un consultor del grupo Carlyle y anterior embajador Americano en Alemania; y Joseph Allbaugh, anterior jefe del FEMA, gobierno paralelo del país en situaciones de crisis institucional y nacional), New Bridge Strategies, Century Arms, Maytag Aircraft Corporation, Science Applications International Corporation, Sytex, Ronco, Parsons Corporations, Logicon, Blackwater, MZM, Inc., Titan, US Investigation Services, EOD Technology, Cochise Consultancy, Zapata Engineering, Vance International, Vitginia Electronics, Betac, Custer Battles, International Charter, Inc., CACI, Tetra Tech, Sayeret Group, Triple Canopy, Critical Internvention Services, Trojan Securities International, Ground Zero USA, and Phoenix Consulting Group. Todas estas empresas se han convertidos virtualmente en una extensión del ejercito norteamericano.
Con los puntos de tensión rompiéndose a lo largo del globo y los gobiernos posicionándose para defender sus territorios en la edad de escasez de los recursos naturales, los CPMs se han convertido en el elemento clave de la nueva doctrina de la política exterior de los Estados Unidos.
Algunos de los mercenarios tienen la distinción de haber trabajado con Air América y Southern Air Transport en Indochina y América Latina, protegiendo grandes cantidades de la droga que se movían entre los países como Laos, Vietnam, Colombia y Panamá hacia los Estados Unidos. Por ejemplo, en Colombia, los empleados de Dyncorp han sido acusados por narcotráfico, entre ellos cocaína, heroína y anfetaminas.
En otro caso parecido, en marzo de 2005, las autoridades colombianas arrestaron cinco paramilitares americanos por haber intentado transportar 25 kilos de cocaína de Colombia a los Estados Unidos en uno de los aviones militares. La revista colombiana Semana refirió a los paramilitares americanos como “basura criminal”.
En Bosnia, los empleados de Dyncorp han sido procesados por su participación en compra-venta de esclavos blancos y prostitución infantil. Sin embargo, las autoridades del país no han podido hacer nada por respeto a los “Acuerdos de Dayton”, negociado por Richard Holbrooke, existe una cláusula que exculpa a todos los CPMs americanos de actos criminales cometidos en el país. Dyncorp, en vez de meterse en líos, simplemente despidió a los cinco. Tres de los cinco, unos años más tarde, aparecieron en Irak trabajando con otra empresa de mercenarios. Uno de los cinco participó en el infame caso de matanza de una familia iraquí donde murieron 24 miembros de la familia y de la niña de 14 años que fue violada repetidamente por todos los miembros del equipo antes de ser asesinada con un disparo en la cabeza.
DynCorp, Fue la fuerza mercenaria que reemplazo a “Academi” en la vigente guerra de Yemen (marzo 2016), Los mercenarios de Academi (antes Blackwater) fueron cayendo ante las combatientes de Ansarulá y militares fieles al ex presidente Saleh. Emiratos Árabes Unidos pagó a DynCorp 3 000 millones de dólares por el envío de nuevos mercenarios para luchar en Yemen. DynCorp, un ejército privado, es propiedad del fondo de inversiones “Cerberus”, dirigido por Steve Feinberg y el ex vicepresidente de Estados Unidos, Dan Quayle. En febrero del 2016 “Blackwater” decidió retirar sus fuerzas del frente de Al Amri, en la provincia yemení de Taiz, luego de sufrir fuertes bajas en hombres y equipos (incluidos helicópteros Apache y Typhoon). Informes señalaban un descontento entre los mercenarios, incluyendo los colombianos, por las continuas bajas y la dureza de los combates. El gobierno de EAU envió cinco aviones a Adén para retirar las fuerzas de “Äcademi”. Aunque se desconoce el número exacto de muertos entre los mercenarios occidentales, solo en lo que iba a enero del 2016, un misil Toshka yemení alcanzó una concentración de fuerzas saudíes en la base militar de Al Anad, provincia de Lahiy, matando a 200 mercenarios sudaneses que trabajaban para “Academi”, junto a su nuevo comandante, el coronel estadounidense Nicolas Petras. El fracaso de los mercenarios en Yemen (contratados por Arabia Saudi y EAU) se debe a que no son apropiados para este tipo de guerra y carecen de motivación, no desean exponer sus vidas (Nota del editor del blog, que toma como fuente al diario libanés Al Manar).
Los empleados de Titan y CACI han sido implicados en la tortura y violaciones de los prisioneros de Abu Ghraib en Bagdad. Según informe secreto del ejército americano preparado por General Antonio Taguba, los prisioneros estaban obligados en llevar a cabo actos homosexuales con otros prisioneros mientras que los soldados les estaban grabando. Contacto sexual entre hombres musulmanes es uno de los peores pecados imaginables. En uno de los casos, cuando uno de los prisioneros se negó, los mercenarios le abrieron el ano y le dispararon dentro con un M-16.
El Complejo Industrial-Militar
Poco tiempo después de que los EEUU lanzaron su guerra contra Irak, en marzo de 2003, el ejercito indonesio (TNI) atacó a los aliados de “Free Achen Movement” al norte de Sumatra. Uno de los ideólogos de esa guerra lejana fue Paul Wolfowitz, ex embajador americano en el país. No cabe duda, las acciones de personas como Wolfowitz están plenamente relacionadas con los intereses financieros. En Indonesia, Wolfowitz representaba a los intereses de Exxon Mobil, que de forma secreta apoyaban a la represión brutal militar del TNI contra los separatistas locales de Achen. En una de las operaciones, Exxon pagó más de $11 millones de dólares para comprar una pequeña guerra contra los separatistas que impedían sus exploraciones energéticas. Además, en febrero de 2003, Ship Analytics, una división de MPRI ganó un contrato por el valor de $53.8 millones de dólares para montar seis escuelas de entrenamiento de alto tecnología para el ejército. El contrato, financiado a través del banco Export-Import fue apoyado personalmente por el representante del gobierno Israelí en los EEUU, el senador Joseph Lieberman, un aliado de Wolfowitz y por el representante de Connecticut, Rob Simmons, un ex agente secreto de la CIA.
La foto corresponde a contratistas privados en Afganistán.
Sin embargo, las CPMs no solamente se dedican a proteger. Desde el 11-S, empresas como Blackwater, Carlyle, Kellogg, Brown & Root y Vinnell también se dedican a entrenar ejércitos extranjeros. Nunca en la historia de los Estados Unidos, los civiles americanos tenían derecho a entrenar a los ejércitos profesionales. Todo eso cambió con el 11-S. El contrato de Vinnell con el gobierno Saudita, negociado y amarrado por el ex presidente Bush padre y varios otros miembros de su administración abrió puertas a otras empresas de seguridad para buscar acuerdos similares con naciones independientes.
Vinnell fue propiedad del grupo Carlyle (en ese tiempo un grupo ultrasecreto) desde 1992 hasta 1997. En 1997, TRW compró Vinnell. Las relaciones del grupo Carlyle con el gobierno de Bush serán presentadas más adelante.
Sin embargo, por encima de todas las demás empresas de mercenarios, “Blackwater USA” fue la más grande y poderosa, un autentico y temible ejército privado al servicio del poder, cuyos efectivos están presentes hoy día no solamente en Irak y Afganistán, sino también en las calles de Nueva Orleans, controlando los disturbios en las universidades estadounidenses, en las barriadas más conflictivas del país, como Harlem de Nueva York, barrios negros de Los Angeles, Houston, Chicago, Philadelphia y Florida. Su conducta militar no está sujeta al Código de la Justicia Militar, lo que supone que cualquier asesinato por parte de contratistas militares contra los civiles conlleva algún tipo de castigo. Lo que es aún más difícil de entender es la protección férrea que el mismísimo gobierno estadounidense les ofrece en todo momento.
Para las empresas privadas de seguridad, no existe ningún sistema de control y vigilancia llevada a cabo por el Congreso americano porque los CPMs trabajan para el Departamento de Estado y no para el Pentágono. No son soldados del ejército sino mano de obra.
Las empresas de seguridad se han convertido en la Guardia Pretoriana de los gobiernos, no solamente en los Estados Unidos, sino también en México, Canadá, Colombia y Costa Rica. La CIA utiliza a los CPMs en sus operaciones ilegales y asesinatos selectivos. La relación de los CPMs con el negocio de la droga también es un secreto muy bien conocido y trataremos este punto en un reportaje especial.
Avión de transporte CASA C-212 de Blackwater lanzando suministros a soldados estadounidenses en Afganistán (2013).
Blackwater se fundó en 1996 por Eric Prince, miembro de los Navy SEALs, soldados de élite creados inicialmente para luchar en la guerra de Vietnam. Prince esta estrechamente vinculado con la extrema derecha fundamentalista Cristiana, es decir una copia del Opus Dei. Después de los atentados del 9-11, Blackwater se convirtió en el brazo ejecutor de la guerra del gobierno Bush “contra el terror”. Para esa fechas Blackwater tenía contratados más de 2,300 empleados en nueve países con unos 20.000 mercenarios preparados para actuar en cualquier parte del mundo.
Para entender la envergadura de los mercenarios, cabe recordar que solamente en Irak (2007), hay más de 100,000 mercenarios luchando codo a codo con más de 150,000 soldados americanos. Entre los 100,000 mercenarios en Irak, 48.000 fueron miembros de las Fuerzas Especiales. Blackwater tiene a su servicio una flota de 20 aviones, medio centenar de helicópteros, además de una división privada de inteligencia. Los aviones de Blackwater, a menudo en el pasado fueron utilizados en el traslado de prisioneros a los campos de concentración.
Existen varios razones del por qué el Pentágono favorece a los CPMs.
(1) Las consecuencias de los paramilitares muertos no conlleva las mismas connotaciones políticas que la muerte de un soldado del ejército.
(2) El contrato de las CPMs puede definirse como “información privilegiada de la empresa”, evitando de esa forma las investigaciones de parte del Congreso de los EEUU, de las ONGs y medios de comunicación. El problema con esa filosofía es la creación de un auténtico ejército de asesinos.
(3) Permita al gobierno entrar en una guerra de forma subrepticia, donde el trabajo del ejército, con reglas muy definidas, será llevado a cabo por mercenarios fuera del control. Además, todo corre a cargo de los contribuyentes americanos, una clarísima violación de los deseos de los Padres Fundadores del país.
Al fin y al cabo, el uso de las empresas privadas militares tiene más que ver con las consideraciones políticas que con el tema financiero, sin olvidar que las personas que más se benefician de los contratos con empresas privadas de seguridad, son los mismos miembros del gobierno o sus colaboradores cercanos como Bush (Carlyle), Cheney (Halliburton), James Baker III (Carlyle), Frank Carlucci (Carlyle), Joseph Allbaugh (Diligence), Prince (Blackwater).
Por ejemplo, desde 1994, el Pentágono firmó 3,061 contratos con 12 de las 24 CPMs basados en los EEUU. El valor total de los contratos superó los 300 mil millones de dólares. Obviamente, sin algún sistema de control, los dirigentes de las CPMs están mucho más interesados en prolongar guerras, vendiendo armas y mantequilla a todos los combatientes en el campo. Eso también forma parte de la Empresa Mundial, S.A.
Diversidad étnica en Blackwater
Sin embargo,
sería un error pensar que los paramilitares solamente provienen de los Estados Unidos. En la guerra de Irak, las principales CPMs han contratado comandos del
SAS británico, los miembros de servicios especiales de Israel, de la división de interrogación de prisioneros –
Unidad 1391 y, a veteranos blancos de las guerras secretas en Sudáfrica; así como paramilitares y asesinos chilenos de Pinochet, contratados para defender el aeropuerto de Bagdad.
Otras empresas de mercenarios salieron a la luz tras la muerte de Alexander Litvinenko. Compañías como Erinys y Meteoric Tactical Solutions recibieron su bautismo mediático no deseado durante la muerte sufrida del traidor ruso. En mi libro (Los señores de las Sombras) (2007), explicaré como nadie en el mundo lo ha hecho, hasta ahora, para quien trabajaba Litvinenko, su papel en organizaciones ocultas y sus relaciones con el tráfico de armas nucleares. A propósito, el jefe de seguridad de las reuniones Bilderberg es el antiguo miembro de los SAS británico. Su nombre es Brian. Es un tipo culto con un acento falso. (Nota del editor del blog: Respecto al caso Litvinenko, y tomando como referencia el citado libro de Daniel Estulin, presenté un excelente reportaje titulado De Rusia con amor. Quién envenena a ex espías? )
Incluso con el uso de las CPMs existen, a nivel del gobierno americano, una agencia de inteligencia paralela y una unidad de servicios paramilitares paralelos donde participan la elite de la elite de los servicios especiales. Estas unidades secretas están ubicadas dentro del aparato del Pentágono, concretamente dentro de la Oficina de Inteligencia del Subsecretario de Defensa y la Oficina de Planificación Estratégica Especial, respectivamente. La razón principal de estos organismos super ocultos está relacionada con los planes de los neoconservadores americanos liderados por Wolfowitz, Perle, Cheney y Rumsfeld, a menudo llevan completamente la contraria a los intereses del Congreso, del Departamento del Estado y de las leyes federales del país. Rumsfeld, a propósito, siguió ejercitando un papel clave en la toma de las decisiones dentro del Pentágono, contratado como consejero de interés nacional, una decisión incomprensible sabiendo su pasado.
Cabe recordar que las Compañías Privadas Militares en su mayoría están muy vinculados a la extrema derecha de los Estados Unidos, concretamente con el ala más fanática y conservadora del Partido Republicano y sus tropas de choque de fundamentalismo cristiano. Utilizando a Jesucristo de la misma manera que McDonalds utiliza los arcos de oro – como logo corporativo, para justificar el acceso de esa gente a los más altos esferas del poder, tanto gubernamental como empresarial. Su devoción fantasmagórica a Jesús tiene poco que ver con la religión y todo que ver con repartir influencias políticas y económicas, mientras reconstruyen el mundo en preparación al dominio cristiano que, según ellos, durará 1.000 años. Lo de 1.000 años, nos suena, ¿verdad?
Como ha dicho un intimo amigo mío, un alto cargo del Pentágono, “Esa Hermandad Cristiana no tiene nada que ver con Dios o con Jesucristo, es un culto capitalista.” Amen.