Reparto geopolítico del mar Caspio: Trump empuja a Irán a los brazos de Rusia – por Alfredo Jalife-Rahme

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Después de dos décadas, los cinco países ribereños del mar Caspio consiguieron un histórico acuerdo sobre el reparto de sus pletóricos yacimientos de hidrocarburos, sin la presencia militar de la OTAN, lo cual constituye en su conjunto un resonante triunfo geopolítico de Rusia, que aprovecha que EEUU ha empujado a Irán a sus brazos.

El mar Caspio representa uno de los máximos tesoros de hidrocarburos del planeta. En su superficie de 370.000 km cuadrados —que constituye el equivalente de Japón o Alemania— ostenta 8,4 billones de m3 de gas, equiparables a la reserva entera de EEUU y 50.000 millones de barriles de petróleo, equiparables a la tercera parte de las reservas de Irak y por las que Baby Bush emprendió su enajenante guerra destructiva.

Además, el mar Caspio constituye uno de los vértices del triangulo marítimo euroasiático con el golfo Pérsico y el mar Negro.

Después de la reincorporación de Crimea, el mar Negro es ya primordialmente un mar ruso que se conecta con la parte oriental del mar Mediterráneo. Además, con el acuerdo pentapartito de los países ribereños —Rusia, Azerbaiyán, Irán, Turkmenistán y Kazajistán—, el mar Caspio constituye de facto un mar donde predominan las fuerzas navales de Rusia.

En cuanto al golfo Pérsico —de alrededor de 250.000 km cuadrados: es decir, 1,5 veces menor que el mar Caspio—, se pudiera aducir que todavía está controlado por las fuerzas navales de tres potencias nucleares de la OTAN —EEUU/Reino Unido/Francia—, y en donde Irán ostenta la costa más larga: de 1,176 km.

La costa de 740 km de Irán con el mar Caspio es 1,6 veces menor a la que ostenta con el golfo Pérsico, conformado por 8 países.

Olgu Okumus se pregunta si se trata del “más importante acuerdo geopolítico de 2018” de los cinco países ribereños del mar Caspio cuando “todos los Estados litorales tendrán libertad de acceso más allá de sus aguas territoriales”, mientras que Rusia garantizó su presencia militar en la cuenca entera y no aceptará la presencia de las fuerzas de la OTAN.

A mi juicio, la presencia militar/naval de Rusia en el mar Caspio, sin la OTAN de por medio, otorga a Moscú una gran ventaja geoestratégica frente a la presencia de la OTAN en el golfo Pérsico —compartida con la antagónica presencia menor de Irán—. Sin hablar del Mar Negro, donde Rusia prevalece desde 2014 por encima de las fuerzas navales de la OTAN.

El cronograma longitudinal que he realizado desde hace 14 años (en)marca el gran juego de ajedrez entre la OTAN y Rusia en los tres vértices del triángulo marítimo estratégico euroasiático: mar Negro/golfo Pérsico/mar Caspio.

Ya a finales de 2004 reseñé que “detrás de Chechenia” se encontraba “el control de Daguestán y el mar Caspio”. En ese momento los intereses petroleros de EEUU e Israel intentaban amarrar navajas “sobre el reparto del mar Caspio entre Rusia e Irán “.

En 2007, llamó la atención la presencia simultánea de Vladímir Putin en el mar Caspio —considerada por el periódico libanés An-Nahar como la tercera región más importante de petróleo del planeta— y la del entonces vicepresidente de EEUU, Dick Cheney, en el golfo Pérsico.

​La presencia del “zar geoenergético global” Vladímir Putin exhibía “su musculatura en la región del mar Caspio”, donde desafió “la influencia europea y estadunidense”, mientras Dick Cheney amenazaba desde el golfo Pérsico en el portaviones USS John Stennis con aniquilar nuclearmente a Irán. En ese momento aduje que Vladímir Putin empezaba a posicionarse en el mar Caspio y en el golfo Pérsico —mediante su acercamiento a Irán—.

Cinco meses más tarde, siempre en 2007, Putin asistió en Teherán a una Conferencia del mar Caspio, lo cual ya era meta-histórico porque “desde Iósif Stalin, hace 64 años, un mandatario ruso no visitaba Irán, su vecino en el mar Caspio, con la tercera reserva mundial de petróleo”. El “zar geoenergético global” Putin “acudió a la capital iraní, en visita histórica, a la segunda conferencia pentapartita sobre el mar Caspio con el fin de delimitar sus nuevas fronteras tras la disolución de la URSS en 1991″. En ese momento EEUU/la OTAN anhelaban “usar a Azerbaiyán como plataforma de ataque de los bombarderos de EEUU contra Irán”.

En la conferencia de marras, “Putin fustigó los oleoductos patrocinados por EEUU, Reino Unido e Israel (sin citarlos) para balcanizar el mar Caspio y sus alrededores: otro punto de convergencia geoestratégica de Moscú y Teherán”.

Ya hace tres años aduje que Rusia conectó “la costa siria a los mares Caspio y Negro”, lo cual indicaba “otro jaque a la supremacía marítima de EEUU” en esa zona. En ese momento recalqué que “el lanzamiento de los 26 letales misiles crucero Kalibr” contra “los bastiones yihadistas sunitas en Siria sorprendió a EEUU y hubo eliminado la legendaria supremacía global de la armada estadunidense”, a grado tal que EEUU retiró dos días después su portaviones USS Theodore Roosevelt del superestratégico golfo Pérsico.

Podemos regresar desde el túnel del tiempo geopolítico y su cronograma desde 2004 al acuerdo pentapartito en el mar Caspio 14 años después para capturar su dimensión geoestratégica.

Olgu Okumus aduce que, mediante el flamante acuerdo pentapartito, “Rusia colocará sus barcos de guerra en las costas del mar Caspio, elimina a la OTAN de la ecuación e incrementa el abastecimiento energético no-occidental” en forma directa o indirecta “dentro de la esfera geopolítica de influencia de Rusia”.

Olgu Okumus comenta que “Irán parece haber ganado mucho menos que sus vecinos” debido a que “tiene la costa menor en el mar Caspio”, pero beneficia a sus principales ciudades norteñas —Teherán, Tabriz y Mashhad—, que están más cercanas al mar Caspio que al golfo Pérsico.

Olgu Okumus arguye que Irán cedió lo que no había hecho durante dos décadas en sus negociaciones referentes al Mar Caspio debido a que la fuerte presión de las sanciones de EEUU —que han vapuleado su economía y han propiciado una magna devaluación de su divisa, el rial— lo orillaron a acercarse más a Rusia.

Turkmenistán sale beneficiado con el proyecto de construcción del oleogasoducto trans-Caspio que conecta sus recursos con el proyecto conjunto TANAP de Azerbaiyán y Turquía y su conectividad con Europa. También se beneficia Turkmenistán con el proyecto de vender su gas a Pakistán mediante su tránsito por Irán, que ganaría regalías tan necesitadas ahora.

A mi juicio, uno de los triunfos radica en haber sacado a Azerbaiyán, firmante de acuerdo, de la proyectada plataforma de la OTAN e Israel, que son expulsadas virtualmente del mar Caspio.

Otro punto nodal que habría que sopesar se centra en que el acuerdo pentapartito consolida la Ruta de la Seda terrestre encabezada por China que, a su vez, requiere de grandes recursos energéticos y donde Kazajistán jugaría un rol primordial de bisagra, al unísono de los cuatro otros países signatarios.

También destaca que Rusia afianza por la vía energética el bloque de la Unión Económica Euroasiática que preside y que cada vez más se complementa con China.

Quizá la guerra comercial de Trump contra China, sus sanciones contra Irán y Rusia, no se diga su guerra económica y de divisas contra Turquía, aceleraron el pentapartito acuerdo histórico del mar Caspio: uno de los máximos acuerdos geopolíticos en Eurasia.

Alfredo Jalife-Rahme, 17 agosto 2018

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