El largo cautiverio de Julian Assange – por Israel Shamir
Estos largos días de verano son buenos para dar caminatas por el bosque o para nadar; por la noche, leo algunos clásicos con mi hijo de 10 años quien, de lo contrario, pasa demasiado tiempo jugando videojuegos. En esta ocasión, nos tocó la Odisea (el poema que traduje hace unos 25 años) cuyo Canto IV ayer leía, cuando Menelao se lamenta sobre la caída de sus compañeros en Troya o en el peligroso camino de regreso a casa.
Y para mí fue el momento de llorar por mis queridos compañeros de armas que han sufrido las adversidades de la vida. Muchos de ustedes, que lucharon contra la bestia, están ahora muertos, o exiliados, o encarcelados, como mi editor español don Pedro Varela y el investigador estadounidense Barrett Brown. O despedidos de sus empleos, como Julio Pino, profesor de la Universidad Kent State.
Y entonces Menelao dijo: “Y aunque lloro por todos mis hombres, no me duele ninguno tanto como el caso de éste, Ulises, por años prisionero de la ninfa Calipso en la isla de Ogigia”.
Me hizo recordar el destino de Julian Assange, este Odiseo moderno, detenido por años en la lujosa prisión de Knightsbridge. De hecho, por un total de seis años, puesto que hoy, al escribir yo este artículo, se cumple el sexto aniversario de su encarcelación en la Embajada de Ecuador.
¡Hay tantos apelativos homéricos en la descripción del Rey de Ítaca que le quedan como anillo al dedo a Julian! Es sabio y noble, capaz e ingenioso, astuto y hábil, brillante y resuelto, pero también es desdichado.
Su nombre todavía asusta al enemigo y da ánimos al amigo. Aunque nacido en las antípodas, Julian se volvió famoso en el norte de Europa, donde este alto varón, lozano y delgado, juvenil y de cabello platinado, alzó la bandera de su rebelión. Hace ocho años, lo comparé con el Neo de Matrix, el hombre destinado a romper la matriz de mentiras y liberarnos:
“Las Increíbles Aventuras del Capitán Neo en Tierra de Rubios, así es como se conocerán las aventuras de Julian Assange en Suecia, tan pronto como esta historia caiga, inevitablemente, en manos de algún director excéntrico de Hollywood, digamos Robert Zemeckis o Mel Brooks, o tal vez Stephen Herek, director de La magnífica aventura de Bill y Ted. Andy Wachowski sería el más indicado porque podría hacer por Julian Assange lo que ya hizo por Keanu Reeves.
Imposible imaginar un mejor guión que éste. Es una historia perfecta para los tabloides, aunque podría convertirse en algo que ningún intelectual se negaría a leer. Esta última aventura, típica de la literatura barata, llena de espías de Langley, hackers informáticos, locas feministas, policías con dos pies izquierdos y viles periodistas de quinta ¡en el femenil reino de Suecia!
Julian Assange es un personaje que bien podríamos sacarlo de Matrix: de cabellera metálica y larguirucho, se mueve por el ciberespacio como un superman. Cuando rara vez se le ve en el mundo real, es para hacer sus ejercicios de Kung Fu. Casi nunca come o bebe. Por lo regular, podemos verlo sentado enfrente de una MacPro o dos, mientras que su alter ego digital viaja y calcula, luchando contra el sistema en un fantástico combate virtual. Como Neo, es un hacker nato que se dedicaba a piratear porque se le daba la gana hasta que descubrió la Matrix. Ya poseía cientos de logros extraordinarios en este campo cuando en 1992 se reconoció culpable de 22 de estos. Quiero pensar que algún día, con el correr del tiempo, se vuelva una especie de ángel guardián de los hackers, o quizás el dios griego del ciberespacio con su teclado de oro, navegando por siempre en la web”.
Esta comparación la ha retomado recientemente el valiente Jonathan Cook, el hombre de Nazaret, una comparación que le sienta bien, así como a muchos de nosotros, entre quienes está el redactor del “American Pravda”, Ron Unz, porque todos nosotros luchamos por la liberación del espíritu y del discurso.
A comienzos de su actividad política, Julian era idolatrado por los medios de comunicación y por la sociedad. Consideraban a Wikileaks como la cosa más novedosa de todo el universo. Se movía de fiesta en fiesta, admirado por los escandinavos, desde Reykjavik hasta Estocolmo.
Pero el enemigo preparaba su trampa. Una feminista amiga de la CIA se metió en la cama con él usando un plan infame: le ofreció quedarse en su pequeño departamento diciendo que se iría de la ciudad por unos días, y cuando él aceptó y se mudó, ella regresó de repente y le propuso compartir la única cama que había. Él no sabía que ella había llevado a cabo una misión de la CIA en Cuba, de saberlo habría sido más cuidadoso. O tal vez no: era fácil seducir a un hombre tan viril como él. Al día siguiente, ella chismeaba en facebook con sus amigos sobre la hazaña de compartir las luces de la gloria con esta celebridad. Días más tarde, acudió a la policía a levantar una denuncia contra Assange, alegando que se había metido con ella sin usar protección, lo que en la Suecia feminista se traduce en delito de violación de segundo grado. Una segunda acusación se sumó, la de otra chica, porque estaba triste de que Julian no le hubiera llamado al día siguiente de un encuentro amoroso. Marianne Ny, una fiscal sueca y con vocación de odio hacia los hombres, fue la encargada de seguir en la cacería a Julian, a la vez que los periódicos suecos descargaban sus titulares: “Violador Prófugo”. De forma inmediata, Julian perdió todo su séquito de admiradores. El Imperio conocía bien la vulnerabilidad de su público.
Sin embargo, después de unos días se cerró el caso y Julian quedaba libre de dejar Suecia. Se fue a Inglaterra, donde preparó su gran publicación Cablegate, una vasta colección de cables diplomáticos del Departamento de Estado y de las Embajadas de EUA en todo el mundo. Robados por Manning, estos cables nos mostraron la verdadera cara de las relaciones del Imperio con otras naciones. Escribí lo siguiente:
“Unos 250 mil cables secretos y confidenciales de las embajadas estadounidenses esperan ser lanzados al ciberespacio. Golpearán en el sensible punto flaco del imperio, al conocerse los convincentes engaños que sostienen los ejércitos imperiales. Tal vez esto baste para cambiar el curso de la batalla por recuperar nuestras libertades confiscadas.
Estos amenazadores cables diplomáticos echan luz sobre las políticas oscuras del Imperio estadounidense, sus métodos de recopilación de información, su forma de conseguir que se ejecuten órdenes, de subvertir políticos y robar a las naciones. Pero antes de caer en un complaciente y reaccionario anti-americanismo, no olvidemos nunca que esta revelación de actos criminales (la más grande en la historia), sólo fue posible gracias a la valentía y la honestidad de estadounidenses dispuestos a jugarse la vida para filtrar la verdad.
La tensión se torna extrema cuando nos oponemos al impresionante poder de la Matrix. Es imposible no admirar a Julian Assange. Es amable en todo momento, tranquilo, gentil y hasta algo tímido; como el Tao, dirige sin dirigir y da instrucciones, no órdenes. Nunca alza la voz; casi no necesita hablar y el camino se allana: nuestro Neo se guía por el ideal de la transparencia social. Una luz esclarecedora es la mejor arma contra las conspiraciones”.
El Imperio respondió haciendo que Suecia reabriera el caso y emitiera una orden de arresto. Inglaterra tomó el relevo y, desde ese momento, Julian perdió su libertad. Se quedó por un tiempo en la región inglesa del “East Anglia”, en casa de un amigo, y después se mudó a Londres, con una pulsera electrónica en el brazo y bajo supervisión policial constante. Cuando estuvo en peligro de que lo deportaran a Suecia a un largo aislamiento en una celda para después ser extraditado a los EUA y al paraíso tropical de Guantánamo, aceptó un ofrecimiento salvador y pidió asilo en la Embajada de Ecuador en Londres, después de haber escuchado la promesa del entonces presidente de Ecuador, Rafael Correa. Esto pasó en junio de 2012 y, desde aquel entonces, Assange sigue encerrado entre las paredes de la Embajada.
Mientras tanto, Suecia había cerrado el caso definitivamente, pero las autoridades inglesas todavía no le permiten salir. La ONU lo consideró como víctima de detención arbitraria, pero ni siquiera eso ayudó al hombre desafortunado. Ecuador le otorgó la ciudadanía y le dio un pasaporte diplomático, pero Inglaterra se negó a respetar su estatus. Recientemente, EUA empezó a cortejar al nuevo presidente de Ecuador, Lenin Moreno, quien terminó cortando toda comunicación posible entre Julian y el resto del mundo. Ya no le dejan recibir visitas, ni hacer llamadas, ni acceder a internet. Si lo hubieran deportado a una isla lejana no estaría más aislado de lo que está ahora.
Mirando retrospectivamente, Julian hizo grandes cosas desde la publicación del Cablegate:
*Salvó a Edward Snowden, encaminándolo de Hong Kong a Moscú. Había enviado a la maravillosa Sarah Harrison para poner en marcha este milagroso escape. Yo lo apoyé en esta y en otras empresas, escribí que Rusia era el único lugar seguro para un fugitivo e informante de tal categoría. Snowden creía encontrar un refugio seguro en Cuba o en Venezuela, pero ninguno de estos países latinoamericanos era lo suficientemente fuerte para resistir a la presión de EUA. Cuba se negó a acogerlo, y Venezuela no pudo aceptar a Snowden por otras razones. Hasta la poderosa China se negó a darle asilo e intentó enviarlo a EUA. Irán tampoco mostró entusiasmo en recibirlo. Rusia, a pesar de todos sus defectos, es por ahora el único Estado plenamente independiente del Imperio en la tierra.
Se dice que Assange era cómplice de los rusos, que lo guiaron y que le dieron todo el material que ellos mismos habían hackeado, y hasta que “Wikileaks es una fachada para los servicios de inteligencia rusos”. De hecho, los rusos dudaron muchísimo en intervenir en cualquier asunto relacionado con Assange. No creían que existiera alguien como él. Me dijeron: “¿eres tan ingenuo como para no ver que se trata de una trampa de la CIA? Una persona así no existe”.
Es un problema de mentalidad de los rusos: como regla general, no comprenden ni confían en los disidentes occidentales de la misma clase que Assange. Quieren que sus simpatizantes occidentales sean gente comprada para hacer lo que hacen. Los agentes libres son sospechosos bajo su óptica. Dios sabe que en Occidente hay mucha gente que más o menos comparte los puntos de vista de los rusos; pero los rusos preferirían comprar a un periodista listo para usar. Es por eso que RT ha tenido bastantes desertores, más de la cuenta, presentadores que denunciaron a RT y que se fueron a los grandes medios occidentales.
Ocasionalmente, he defendido a Julian en los programas de televisión rusos. Mis oponentes suelen decir: Assange es un instrumento de los servicios de inteligencia occidentales. Pues esperen un poco que pronto publicará algo muy desagradable sobre Rusia. Los años han pasado pero esta desconfianza no ha disminuido. De modo que, para bien o para mal, la poderosa Rusia no defendió ni defiende a Julian, quien fue y sigue siendo rey de sí mismo.
Por otro lado, Julian no tiene ninguna preferencia especial hacia Rusia. Geopolíticamente, es un hombre bastante occidental. Incluso cuando defiende a Rusia, lo hace desde un punto de vista occidental. Se pronunció en contra de la expulsión de diplomáticos rusos durante el caso Skripal, porque “ayudaría al Kremlin a intensificar el discurso según el cual Rusia sufre un asedio complotista por parte de EUA”. En otras palabras, esta acción era perjudicial para Occidente y reforzaba las sospechas rusas sobre la existencia de una agenda occidental anti-rusa.
*Assange fue quien publicó los documentos de la Convención Nacional Demócrata, los correos de Podesta y de Hillary Clinton, ayudando así a los electores estadounidenses a decidir por quién votar en estas últimas y fatídicas elecciones. En mi opinión, el presidente Trump tiene una gran deuda con Assange.
*Su Wikileaks reveló los mecanismos usados por los hackers de la CIA y la NSA, sus programas de vigilancia, su interferencia en elecciones extranjeras, como por ejemplo, en las recientes elecciones francesas.
*Fue él quien nos permitió echar un vistazo a la correspondencia secreta de los saudíes y los sirios, de los rusos y los franceses, de los turcos, del FMI y de otros más.
*Fue Assange quien divulgó la conspiración de los diputados del Partido Laborista contra Jeremy Corbyn.
*Sus opiniones expresadas en sus tuits fueron de gran utilidad. En medio de la campaña Skripal, Assange nos recordó que “mientras que Theresa May considera razonable ver al Estado ruso como el principal sospechoso, hasta hoy la evidencia es circunstancial y la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas todavía no ha presentado ninguna confirmación independiente, lo que permite al Kremlin proseguir, domésticamente, con la idea de que a Rusia se le acosa y persigue”.
Él y su organización aportaron puntos de vista e información especializada sobre Corea del Norte durante la cumbre Kim-Trump, publicando la declaración confidencial de Clinton según la cual EUA no quiere la unificación de la península coreana, además de cientos de documentos confidenciales y secretos sobre las pruebas nucleares de Corea del Norte.
Me encantaría verlo libre porque lo admiro. No es una fuerza agotada, y todavía puede contribuir mucho al bien común de la humanidad. Y los buenos, nuestros compañeros de armas, lo saben bien y luchan por su libertad.
Roger Waters, del grupo Pink Floyd, quien siempre ha apoyado la causa palestina, exhibió un mensaje de apoyo a Julian Assange en un concierto en Berlín. Muchos periodistas del sitio web “Disobedient Media” están organizando una vigilia en línea bajo el lema de #ReconnectJulian. Sí, hay que reconectarlo, por todos los medios, pero sobre todo ¡hay que liberarlo! Esto es lo ás importante y urgente. Seis años de prisión son demasiados para un inocente.
Y que Hermes, el Mensajero de Zeus, bajo la apariencia de algún asociado de Trump o de un asistente de Corbyn, llegue hasta Theresa May y le diga al oído, como le dijo a la ninfa Calipso: “Mantienes cautivo al más infeliz de los hombres, pero su destino no es morir aquí, ¡libéralo de una vez!”.
Israel Shamir, 21 de junio de 2018
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Traducido por: Jesús Daniel Osuna Aguirre
Artículo original en inglés publicado en The Unz Review
Publicado originalmente en español el 29 julio 2018 por Red Internacional
Puedes contactar a Israel Shamir en adam@israelshamir.net