Fue divulgado que Pablo Escobar Gaviria, quien fuese el narcotraficante más famoso de la historia (incluso más famoso que el actual chapo Guzmán) en realidad trabajaba para la CIA. ¡Qué sorpresa!
Muchos recuerdan a Pablo directamente. Lo vieron en las noticias, escucharon hablar de él en mitos y leyendas de dinero en cantidades imposibles de contar. Millones de dólares perdidos a manos de ratas que se comían el dinero donde se encontraba guardado. Era dueño de una montaña entera, tenía un zoológico privado y tenía la capacidad de invitar al equipo nacional de fútbol a jugar con él sin que ellos se rehusaran.
También lo recordarán por lo sanguinario de su accionar. Asesinatos, secuestros, carros bomba, etc. Diputados, periodistas y candidatos a la presidencia fueron sus víctimas. Ciudades enteras se sentían en alerta constante cuando el estaba vivo.
Algunos lo tendrán en sus recuerdos como un santo, un Robin Hood colombiano. Que construyó barrios enteros para personas sin hogar, canchas de fútbol para niños de zonas marginales y mantenía la delincuencia bajo control. Aquí hablamos de control bajo su puño de hierro, no de una reducción de la misma.
En fin, una leyenda tan grande, que pudo subyugar al pueblo colombiano, con ejército y gobernantes incluidos; situación que, por cierto, obligó al gobierno colombiano a aceptar la ayuda de Estados Unidos e Israel. Este punto será clave como veremos más adelante.
Fue tal su poder y popularidad que llegó a ser elegido como diputado de la cámara de representantes. Tan férrea era su oposición a la extradición que, al combinarla con sus recursos, pudo contratar a un experto del español ETA con el fin de entrenar a un grupo armado de guerrilla en Colombia para tomar por la fuerza el palacio de justicia donde se encontraban todos los registros de antecedentes criminales de posibles “extraditables”.
Este mítico y legendario enemigo público número uno del mundo civilizado en la década de los 80, fue, según nuevas revelaciones, un peón más de la agencia de inteligencia central de Estados Unidos (CIA).
Su hijo, Juan Pablo Escobar (conocido hoy como Sebastián Marroquín), reveló recientemente en su último libro titulado Pablo Escobar, mi padre lo siguiente:
“Mi padre trabajó para la CIA vendiendo cocaína para financiar la lucha en contra del comunismo en América Central. […] El no ganaba dinero solo. Las agencias de EEUU le permitían acceso a este dinero. Sostenía relaciones directas con la CIA”.
Y aquí lo tenemos, al mejor estilo de Osama bin Laden, Escobar obtuvo un poder inmenso para cumplir un propósito en vida del que él era participe y testaferro, sólo para póstumamente justificar de manera pública más intervencionismo imperial en la región.
Tal y como Osama fue la pieza clave para lanzar la guerra contra el terrorismo en Medio Oriente, el colombiano sería la pieza clave para lanzar la guerra contra las drogas en América Latina.
Aparentemente, ambos tenían el mismo fin en su momento y se podría decir que sus historias tuvieron el mismo desenlace. En Afganistán, Osama recibió apoyo logístico, armamento y dinero de parte de agencias norteamericanas para luchar contra el comunismo de la Unión Soviética. Escobar recibió acceso a inimaginables cantidades de dinero por medio del narcotráfico que la CIA permitía fluir, para luchar contra el comunismo en Latinoamérica.
Una vez que su utilidad llegó a su fecha de caducidad, ambos fueron sacrificados públicamente y se lazó una cacería en su contra. Todos sabemos como culminó la historia de Osama Bin Laden en Medio Oriente: una guerra perpetua en contra de un terrorismo que el mismo Washington apoyó (y apoya) financieramente.
En Latinoamérica, esta misma injerencia tomó el nombre de la Guerra antidrogas. Parte esencial de la misma fue el Plan Colombia, puesto en marcha sólo 5 años después de la muerte de Escobar. Éste comprendía la “asistencia” militar y de inteligencia por parte de Washington al gobierno colombiano para “luchar” en contra de los carteles de la droga. Muchos no saben que las bases militares en Colombia resultantes de este plan son una de las razones de la discordia entre Venezuela y Colombia. Ningún país progresista en la región se sentiría cómodo sabiendo que Colombia era una plataforma desde donde el ejército de Estados Unidos tenía la capacidad de iniciar operaciones regionales.
¿Qué más tienen en común estos dos legendarios personajes? Ambos llegaron al poder en la década de los 80. Ambos tuvieron lazos muy cercanos con las agencias de inteligencia norteamericana. Ambos ostentarían un carisma único entre sus contemporáneos. Y ambos fueron el inicio del legado de dos guerras diseñadas para nunca terminar.
En Medio Oriente, a pesar de 15 años de guerra contra el terrorismo, el ejército más poderoso y sofisticado del mundo no ha podido hacer ningún tipo de progreso. La mayoría de las personas se acostumbraron a que éste era simplemente el modo como se libraba esa guerra. Y si no fuese por la intervención rusa en Siria, ninguno de nosotros tendríamos muestra de qué tan eficaces son las guerras cuando en realidad existe un propósito de victoria.
En Latinoamérica, a pesar de 16 años de guerra contra las drogas, el ejército más poderoso y sofisticado del mundo no ha podido hacer ningún tipo de progreso. El negocio continúa creciendo y la oferta de estupefacientes nunca ha disminuido. El narcotráfico, así como los terroristas, son fantasmas que por alguna razón continúan apareciendo. Y hoy se hace más evidente que nunca que éste es un problema que muchos apuestan a que jamás sea solucionado.
Osama Bin laden se convirtió en Daesh, y Pablo Escobar se convirtió en el Chapo Guzman.
¿Cuál es el punto? ¿Qué estoy intentando comunicar con esta breve alocución? Mi punto es que las intenciones de la CIA en la década de los 80 contra el comunismo siguen vivas hoy en día, lo cual deja bien en claro que verdaderamente nunca fue en contra del comunismo. La CIA y demás agencias norteamericanas tienen una agenda a favor de sí mismas. Para poder llevar a cabo este plan, necesitan un enemigo que justifique su presencia en todo el planeta. El fantasma del comunismo/terrorismo/drogas es simplemente otra de sus creaciones.
Para ellos el mundo es un tablero de ajedrez sobre el que pretenden tener completo control. Para tal fin, nunca dudarán en inventar un día un héroe del pueblo para transformarlo mañana en enemigo público, de modo tal que pasado mañana, tras asesinarlo luego de una cacería “justiciera”, podrán justificar la persecución de otro enemigo que ellos mismos inventaron. Tristemente, para cuando todo esto salga a la luz, décadas enteras habrán pasado y mucho daño se habrá hecho.
Alejandro Rodríguez, 6 marzo 2017
Fuente
Alejandro es un editor de SOTT desde el 2014, Diseñador de profesión pero su curiosidad lo ha llevado a investigar y aprender sobre todo lo que se pueda encontrar en la web, una de sus frases favoritas es “si no lo puedes explicar de manera simple, no lo has entendido completamente” que explica su inclinación a entender de la manera mas completa el planeta que todos compartimos.