Al hundimiento del gobierno de Macri no lo salva el FMI
Se suceden en el último período en América Latina cambios rápidos y a veces hasta sorprendentes, pero el gran suceso de significación fue el anuncio del acuerdo de Argentina con el Fondo Monetario Internacional por 50.000 millones de dólares. El “salvataje” fue interpretado ligeramente por los analistas del establishment como ‘ un fuerte respaldo” al gobierno argentino.
Es que hasta hace solo semanas éste era considerado un gobierno-modelo promercado admirable, surgido por las urnas tras prometer un futuro venturoso y una nueva era de crecimiento.
Mauricio Macri, el neoliberal presidente argentino, fue el ícono del neoliberalismo en el 2015, Ahora, tras 30 meses de gobierno, ha sido desalojado del podio luminoso y va siendo una sombra que hunde al país, señala Luis Bruschtein. Tuvo tiempo para realizar un desastre financiero que desemboque en un futuro de rodillas. Pese a tantas loas, el FMI nos le perdonará ni un dólar a la Argentina. Le impuso condiciones imposibles, aunque concedió un plazo de gracia insólito que protege a Macri hasta las elecciones del 2019.
¿Cómo se llegó a esta situación de tener que acordar con el FMI? Se ha llegado cediendo la soberanía al aceptarse decisiones de ese organismo internacional regenteado por el lobby de grandes banqueros y los países llamados centrales (Grupo de los 7, con clara preeminencia de los EEUU). Éste prestará plata bajo condiciones draconianas incumplibles de reducción del gasto público, de intromisión en la legislación nacional y de obligar a mantener una salvaje liberalización el tipo de cambio. Esto último pese a que la escasez de divisas ha llevado solo en pocos días, y puede llevar aún más, a golpear salvajemente las condiciones de vida de la mayor parte de los argentinos.
Es como si, aun ante el desastre ya provocado por tanta irresponsabilidad e impericia, la ley de la oferta y demanda se debiera cumplir estrictamente. No se considera siquiera la significación fundamental de la cotización de la moneda en una época de alta inestabilidad e incertidumbre como la actual, en tanto no solo relaciona todos los precios (salarios, tarifas, interés, bienes, servicios, demás factores, etc.) con los del resto del mundo.
Es como si la dura experiencia vivida por Argentina con el fin del gobierno de Antonio de la Rúa en 2001 no hubiera sido aprendida. Entonces el FMI, luego de quitar apoyo a la “convertibilidad” del peso (cotización garantizada de 1 peso = 1 dólar) obligó al gobierno de Eduardo Duhalde, que asumió la presidencia en pleno caos económico y social en enero de 2002, a liberar el valor del dólar.
En el marco de un “corralito” financiero, se impuso un control cambiario estricto y la cotización del dólar pasó ser de casi de un peso a cuatro pesos. Hubo millones de perdedores que habían confiado en los “mercados abiertos y estables” que proclama hoy el FMI, pero que ayudó centralmente entonces a desestructurar, erosionando el valor de las tenencias de los pequeños ahorristas.
Se ha arribado al nuevo “stand-by” del FMI porque el gobierno de Macri se ha impuesto otra vez priorizar -como entonces el repudiado superministro Domingo Cavallo- compromisos de una deuda pública que se ha generado por especulación financiera de corto plazo, mientras se permite la continuidad de una fuga gigantesca de capitales. En tanto siguen la corrosión y turbias maniobras caen vertiginosamente el consumo de la población, se reduce el gasto público en gastos corrientes e inversión y se frena la economía toda.
Los que prevalecen son los negocios de los nichos que manejan pocos “amigos” (grandes negociadores de commodities, energía, sistema financiero y cambiario). La combinación k conlleva una fuerte caída del poder adquisitivo del salario y de las jubilaciones y pensiones, y con ello los menores ingresos paras las actividades que dependen del mercado interno que en conjunto representan más del 70% del PIB argentino, analiza el economista Horacio Rovelli.
Y advierte que el problema es que cuando no se cumple con lo firmado viene el castigo y es cambiar deuda por los activos más preciados que tenemos que son las acciones del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS y el yacimiento de hidrocarburos de Vaca Muerta, en primer lugar, para seguir con el litio, las reservas de agua potable, etc.
El anunció a apoyo del FMI del 7 de junio es mucho mayor que el esperado inicialmente (de entre 20 y 30 mil millones). Trata de un “blindaje” de emergencia similar al brindado por el FMI a la Argentina al gobierno de De la Rúa a principios 2001 (entonces de U$S 40.000 millones), poco meses antes de su caída en el marco de la mayor crisis del país en su historia. .
Fin del discurso del gradualismo
a) La vía de ajuste que se plantea es una recesión enorme. Se terminó la sanata (el verso) del “gradualismo” que fue el discurso recurrente del gobierno de Macri desde diciembre de 2015. No son comprensibles las referencias reiteradas a que la economía argentina tendrá solo “un menor impulso” en 2018 y 2019 (crecimiento del PBI 1,4% este año, y entre 1,5% y 2,5% en 2019). La estrategia que se plantea apunta a una fuertísima caída de la actividad económica, el empleo y los niveles salariales. No se sabe si los pronósticos que comparten el gobierno, el FMI son sólo una expresión de deseos (wishful thinking) o un ocultamiento perverso.
b) Apuntan a un cambio de precios relativos, con una caída de ingresos reales de la mayor parte de la población, al plantear que ellos queden muy atrasados en relación a la devaluación y la inflación. Se apunta a un descenso que sea mucho más severo que el que ya se produjo ya en las últimas semanas.
El programa no apunta como objetivo central a bajar la inflación, pese a así clamarlo los voceros gubernamentales. El destino de las entregas en cuotas del FMI apunta sólo a cubrir pagos financieros inmediatos ya comprometidos. No tendrán como destino el cubrimiento el grave déficit de la balanza de pagos corriente mientras continua de gigantesca fuga de capitales
El paquete del FMI sólo alcanza para el cubrimiento (blindaje) de compromisos financieros de una deuda pública en moneda extranjera. Se abandona la intervención del Banco Central para anclar expectativas a la cotización del dólar. Habrá que ver cómo desarman el globo de las Letras del Banco Central (Lebac) -endeudamiento de corto plazo en pesos que aun significan casi 50.000 millones de dólares equivalentes no contemplados en la protección del FMI sin mayor corrida al dólar, pero sobre todo, sin que se desmorone el gobierno.
c) Los analistas de Wall Street prevén aun una mayor devaluación del peso, dudan si se podrá imponer el ajuste, teniendo en cuenta condiciones y antecedentes (2001).
La crisis que vendrá
Aunque no podemos anticipar el ritmo futuro de la crisis económica y social y sus derivados políticos, en Argentina como en el resto de los países de América Latina, seguirá presente un interrogante lógico en la sociedad – no solo entre los economistas-, el de si hay alternativas a los ajustes regresivos “exigidos por los mercados” .
El desarrollo de una alternativa en contracara a ajustes y/o manos duras dependerá centralmente del nivel de movilización y oposición que se genere en el próximo período. De todas formas, en esta perspectiva será esencial que se supere la etapa de lamentos depresivos por “lo malos que son en el FMI” o “por la insensibilidad del neoliberalismo” para proponer propuestas alternativas consistentes y plausibles, que no pueden estar basada en meras consignas idealistas, sino en una interpelación radical.
Decía el expresidente uruguayo José Mujica: “No me gusta un carajo el FMI. Para qué desafiarlo si no podés. Déjalo ahí, pero más vale que nunca lo tengas que usar, ése es el asunto. En mi país en su momento logramos pagarle y agradecerle los servicios. No sé qué tiene que hacer la Argentina, y es problema de los argentinos. Lo que quiero decir es que ninguna institución va a resolver los problemas de fondo que tenemos. Eso depende de nosotros.”
Hay mucho en juego. Es urgente intensificar la batalla cultural para poner en evidencia el engaño presentado por el acuerdo, de que “con este programa continuaremos recorriendo un sendero de crecimiento sostenido, creación de empleo y reducción de la pobreza”. Pero no solo denunciando lo que se está acordando, sino también planteando un nuevo horizonte y propuestas alternativas consistentes. Hay que hacerlo inmediatamente ya que la regresividad económica y social, la confusión y el desconcierto son enormes.
Esto no es novedoso: ha ocurrido a lo largo de toda la historia de América Latina, con sus repetidas crisis de la deuda. Lo primero a definir es cuáles son las prioridades y tomar la iniciativa.
Jorge Marchini, 11 junio 2018
(Profesor Titular de Economía de la Universidad de Buenos Aires. Coordinador para América Latina del Observatorio Internacional de la Deuda (OID-IDO) Investigador del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Vicepresidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana y colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la ))