España puesta bajo asedio

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El desatado independentismo en Cataluña, el que en las comunidades autónomas vasca y navarra calibra el momento y la ocasión de dar su golpe u otros separatismos emergentes y de nuevo cuño, como los que están eclosionando en Valencia y Mallorca.

Una izquierda radical extremadamente fuerte. Empoderada en ayuntamientos, comunidades autónomas y parlamentos. Omnipresente en los medios de comunicación. Enquistada en el ámbito de la enseñanza y la docencia. Que marca el paso de la opinión pública a su antojo. Cómplice del independentismo y que azuza, allí donde le es posible, su consustancial rencor con el objetivo de pulverizar todos los elementos y señas de identidad que, durante casi dos milenios, nos han caracterizado como pueblo.

La inmigración que acecha a nuestras endebles fronteras y la crisis demográfica que amenaza con convertirnos en un país de españoles viejos y de inmigrantes jóvenes. Una inmigración que recibe los cantos de sirena de la patronal, de los mercados y de todos aquellos que la demandan. Feminismo, síndrome de Peter Pan y “millennials” para vaciar nuestro país de niños españoles.

España está rodeada y sometida a asedio. Cada día la embestida procede de uno u otro frente o, de forma simultánea, de varios o de todos a la vez. A este continuo abofeteo los separatistas lo denominan diálogo. Al proceso de demolición la izquierda le puso el nombre de cambio.

Ni Mariano Rajoy, en estado de choque, o Albert Rivera, que ofrece poco más o menos que lo mismo, parecen ser los hombres que vayan evitar el colapso de España. Un hundimiento, el territorial, que si no se ha producido ya no ha sido por la pírrica aplicación el artículo 155, sino por una Unión Europea que no puede, de momento, permitir que un Estado del oeste del continente de desplome como un castillo de naipes.

Y todo asedio cuenta con traidores que quieren abrir las puertas al enemigo -ahí están Cintora, Évole, Ignacio Escolar, La Sexta, Público, etc.-. Como también el hambre y las enfermedades son elementos que no faltan a este tipo de situaciones críticas. Se trata de esas condiciones que merman la moral de la población, que hacen preguntarse a muchos si no será mejor rendirse. Precarización del mercado de trabajo, parcialidad en la contratación, abaratamiento del despido, descuelgues y convenios de empresa draconianos, quiebra del sistema público de pensiones, subida de los precios de la vivienda, deslocalización, tasas universitarias, copagos sanitarios y tantas otras penurias a las que se ha venido a denominar, con muy poca vergüenza, “reformas”.

Quienes tienen la responsabilidad de articular una fuerza política que levante el asedio que sufre España no deberían perder un minuto más porque ya se han perdido décadas. La historia de nuestro país cuenta con ejemplos épicos de ciudades que resistieron al asaltante. Pero en esta ocasión no se trata de legar ejemplo de dignidad y heroísmo, que ya no será reconocido por nadie, sino de sobrevivir.

 

Fuente Redaccion DESPIERTAINFO, 13 mayo 2018

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