A propósito del submarino argentino ARA San Juan – por Diego Pappalardo

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Para nosotros, lo realmente importante no es la dilucidación de si el submarino implosionó o si explotó, sino lo siguiente:
1) Argentina no es ningún Poder y, al no serlo, es un sistema de configuración abierta que actúa en función de los objetivos, metas, intereses y agendas de los centros que sí son poderes. Si un país no es un Poder está a la merced de otros poderes que,  en el caso de la Argentina, se constituyó en activo principalmente del British Power.
El país no es un jugador geopolítico porque padece de:
a) ausencia de fuerzas militares para ejecutar guerras  globales, regionales y locales -ni siquiera pudo hallar por sí mismo a su submarino-.
b) ausencia de un sistema financiero- económico con un alto grado de independencia y relevancia en el mundo.
c) ausencia de un conjunto de recursos de identidad propia que lo proyecte a escala internacional.
2) La decapitación de la capacidad militar de Argentina es un hecho que, bajo el actual Sistema, es irreversible.
3) Si un país no es  un Poder en sí, los órganos de ese  “estado” no trabajarán para el Bien Común Patrio. Por consiguiente, no hay que esperar que las instituciones estatales beneficien de forma general y sistemáticamente a la gente que no pertenece a las élites dominantes. Hoy es pueril consumir el discurso que habla de que existe el poder popular y el pueblo es soberano ya sea con el oficialismo y/o oposición de la Industria Política en una institucionalidad política subordinada al globalismo financierista.
Hablar incesantemente en Twitter y en Facebook del ARA San Juan en nada influirá porque ya se logró amortiguar el repudio y la indignación por el hundimiento.
Por el ARA San Juan, no pasará ningún evento ni habrá cambios en los tiempos inmediatos y mediatos.
Está claro que no todo está totalmente perdido, pero hay que hacer una nueva Nación Argentina con integrantes que  mayoritariamente compartan el mismo Ser y Estar en el mundo, los mismos objetivos y los mecanismos de operar contra el enemigo histórico y geopolítico, con la previa y clara identificación de él.
Diego Pappalardo, 20 noviembre 2018
Fuente original: Red Internacional

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