El fabuloso negocio de los recién paridos (tercer capitulo) – por Maria Poumier
La Doctora María Poumier (profesora en la Universidad de París) nos hace el inmenso favor de publicar en nuestro sitio partes de su próximo libro sobre los vientres de alquiler (gestación subrogada), que es de una actualidad ardiente. Aquí el tercer capitulo. RI
El fabuloso negocio de los recién paridos (tercer capitulo)
por Maria Poumier
Cada día se desvela más descaradamente el proyecto que nos quiere imponer la tecnocracia, actual rostro de la voluntad de poder absoluto, alentado por la confiscación de extraordinarios recursos financieros, que permiten experimentos sin límite. Por supuesto, no hay límite nacional o geográfico para la aplicación del plan. Esto no quiere decir que la resistencia sea imposible, al contrario, se asienta en la realidad territorial; la guerrilla es la expresión de la tierra, y gana con cada nuevo brote de insurgencia. Ahora bien, la confianza absoluta de los que quieren derrocar la reproducción natural descansa en un axioma, desgraciadamente poderoso, al cual se le ha dado el nombre del físico Lucien Gabor : « todo lo que sea técnicamente posible se concretará, tarde o temprano ». De hecho, hay una aceleración vertiginosa en todos los inventos relativos a la reproducción artificial. Se le sigue llamado “asistencia médica” a lo que es cada vez más multiplicación de caprichos de ricos : que nazcan ninios exclusivamente a la medida de sus deseos individuales, y no dejar que los demás puedan seguir concibiendo y pariendo “a la buena de Dios”. Para esto se está usando el diagnóstico pre implantatorio, la cosecha de millones de células sexuales seleccionadas por su superioridad racial, la fabricación de millones de embriones, de los cuales se elegirá una ínfima minoría para autorizarlos a convertirse en recién nacidos, mientras que el sobrante se venderá a laboratorios o se tirará a la basura. Se da una contradicción central y sistemática: por una parte, se justifican todos los experimentos con la idea de “curar” a un embrión, que lleve algún gene defectuoso o dañado, y ya hay resultados alentadores. Por otra parte, se asesina a sangre fría a infinidad de potenciales hermanos suyos con menos suerte. ¿Hasta dónde llegará la insania de las sociedades supuestamente más avanzadas? Se considera ilegal la pena de muerte, salvo para los más desprotegidos. Los partidarios de la libertad legal para el aborto suelen decir que hasta tal o cual etapa de su desarrollo, el feto no es persona todavía. ¿Por qué, en tal caso, a algunos se les da terapia génica? En Estados Unidos, se acaba de votar una ley que permite el infanticidio, es decir que extiende el “derecho al aborto” hasta después del parto, si así lo desea la madre. El único criterio es “el proyecto” de los que encargan, las ganas de una mujer o de un hombre para comprarse o tirar a la basura un hijo así o asá. Es la ley del más fuerte, aplicada al más débil.
Para nuestros legisladores, las protestas de los católicos, de los sicoanalistas, de los juristas, de los filósofos no tienen la más mínima importancia: son simples arcaísmos, sobrevivencias de cosas de antes. El único problema del que quieren ocuparse es de buscar la manera para que el negocio no se dispare en la ilegalidad, sino que adquiera cierta formalidad. No se plantea, en las esferas dirigentes, la prohibición de este trasiego de mínimos seres humanos, pero a veces se les escapa a nuestros propagandistas entusiastas una confesión: el problema es que hay cada vez más niños gestados naturalmente con anomalías. No sólo la esterilidad se extiende de manera incontrolable, sino los abortos espontáneos, y las malformaciones. Nos quieren vender hijos con garantía, que no puedan ser enfermos de nacimiento. Lo más probable es que la brutalidad “científica” con la cual fueron manipulados desde la misma concepción, a partir de células a su vez previamente torturadas, favorezca la aparición de nuevas enfermedades. El cáncer infantil ya está creciendo de manera exponencial. Pero es un tema que no interesa a los mercaderes de recién nacidos. Les venden a los compradores el sueño de una tierra despoblada de hambrientos, de pobres que paren como ratas, libre de enclenques y minusválidos: un paraíso sólo para pudientes, libres de frenos morales o simples dudas.
La ideología maltusiana es eugenista
El pánico ante el crecimiento demográfico justificó las campañas para apartar a las mujeres de la maternidad, volcarlas al mercado laboral. Se supone que una mujer moderna aumenta la mano de obra y abarata los precios, pero además vuelve al hombre más dócil y razonable, menos salvaje. Todo se justificaba por la aplicación del razonamiento maltusiano. Y el maltusianismo se impuso en los organismos internacionales a partir de 1920. Según Malthus (1776-1834), que observaba cómo cundían los hijos y a la vez la miseria en el campo irlandés en el siglo XIX, la población crece mucho más rápido que los recursos básicos que requiere el ser humano, y es una distorsión tan planetaria como inexorable. En realidad, si bien la población se multiplicó por siete desde 1900, también se ampliaron las clases medias, los recursos energéticos y agrícolas, y la demanda de trabajadores. Por supuesto, el maltusianismo sólo atrae, como programa para el futuro, a los que quieren garantizar que no les restrinja a ellos su espacio vital; como señores feudales, se sienten dueños del mundo, y temen la competencia de otras razas. El maltusianismo es el principio activo de todos los que dictaminan e implementan guerras de agresión de tipo colonial, contra pueblos indefensos; desde el punto de vista del colonizador, son inferiores y excesivamente fecundos, por brutos.
Es conocido el monumento donde se autocelebran los que pretenden así solucionar los problemas de relaciones entre naciones ricas y pobres, estrechando físicamente, concretamente, el horizonte de los muertos de hambre. El monumento se llama la Guidestones (piedras guía) y se encuentra en Georgia, USA; el que lo mandó a edificar en 1980 quiere permanecer oculto. Pero todos sabemos cuánta gente encumbrada aplaude al programa explícito de reducir la población mundial a 500 millones. Estos ilustres no tienen más ganas de morirse que los pobres, quieren quitárselos de encima, nada más. Esta misma gente se considera autorizada, por alguna superior inteligencia, a decidir quién tiene el derecho a vivir y quién no.
Se nos suele decir, cuando vemos a poblaciones enteras sufrir de alguna plaga: “¡pobre gente, cómo sufren! Más valdría para ellos no haber nacido, o pasar cuanto antes a un mundo mejor”. Ahora bien, si se les preguntara a dichos seres más sufridos que otros, si desean que se les ayude a abreviar definitivamente sus sufrimientos, ¿cuántos lo aceptarían? La eutanasia la promueven los ricos para que algunos puedan dejar este mundo con solemnidad y aplausos para ellos mismos, pero también para liberar más camas en los hospitales, evacuar en primer lugar a aquellos que además de incurables, carecen de familia o recursos que los protejan, y para ahorrar gastos de salud al país. En realidad, cuanto más sufre el ser humano, más se aferra a la vida. Como dice nuestro poeta Boris Vian, con una carcajada triste, “la vida es una muela que atormenta, sacártela es el único remedio.” Con la ilusión de no morirse nunca, hay quien intenta sacarle la vida a la mayor cantidad posible de gente…
Pero hoy en día, el esquema maltusiano ya no tiene por qué imperar. Hay manera de alimentar mejor a la población humana. Lo primero sería abandonar la industria ganadera, que usurpa tierras para producir la soja, que a la vez alimenta a las vacas con enorme despilfarro de agua y petróleo y empobrece la tierra. Y son los países ricos lo que consumen esa carne carísima para el resto del mundo, y la consumen de manera muy excesiva según las normas de la salud. Ya es tiempo de frenar esa dinámica del absurdo. Que las tierras buenas produzcan cereales y granos, la base de la alimentación sana tradicional, y alcanzará para todos. Ya la población mundial ha reducido mucho su ritmo de reproducción, y en cuanto desaparece la amenaza de hambruna, las familias limitan espontáneamente su crecimiento, pues ya no necesitan tantos hijos para asegurar su sobrevivencia. En realidad, las previsiones catastróficas de los demógrafos no se han realizado, y la curva de los nacimientos sigue bajando. Ya nada justifica que unos decidan en lugar de otros pueblos que deben reducirse con medidas autoritarias “por su propio bien”, pero sobre todo para holganza de la clase mundial adinerada.
Más que nunca, pues, la ideología del maltusianismo conlleva el eugenismo, el proyecto de mejorar la raza humana, eliminando el desecho, que somos nosotros, la mayoría sobrante, a ojos de los que pretenden ejercer el gobierno mundial. Por supuesto, nadie elige tener un hijo enfermo de nacimiento, deforme, incapacitado, todos rezamos porque no nos toque ese tipo de desgracia. Pero ¿es esto motivo para promover la desaparición de los seres disminuidos que nos molestan, o de poblaciones enteras con el pretexto de que su cociente intelectual los pone por debajo de otros?
Si buscamos antecedentes políticos a la altanera preconización de la reducción selectiva de la especie humana, hay un modelo reciente y nítido, el del nazismo. Gran parte de los científicos encumbrados por los nazis fueron admitidos en EEUU después de la guerra, según el plan de la llamada “Operación Paperclip”.
Esto se conoce en lo que se refiere a la aeronáutica y la armamentística, pero también vale para los que trabajaban en programas de ingeniería genética. Es una injusticia no concederle el mismo desprecio y el mismo odio que al hitlerismo a nuestros partidarios de la liquidación de la humanidad supuestamente inferior, a favor de otra, científicamente cocinada para ser superior.
De hecho, a diferencia de la generación de Hitler, todavía creída en la omnisciencia y omnipotencia del poder blanco colonial, hoy en día los que se creen dueños, amos y señores de los demás saben de los métodos consensuales “soft” y “stealth” (suaves y furtivos) que se deben implementar si se quieren evitar reacciones indeseables como el violento rechazo por los declarados sobrantes: son los mismos métodos de la ganadería, métodos de selección natural y control férreo de la reproducción, pero disfrazados de “derechos humanos”.
Nadie está en contra de la ganadería y su larga experiencia en materia de control genético para mejorar las razas. Pero nadie tiene por qué aceptar ser considerado como secuela de una raza inferior a la cual conviene erradicar, para ampliar el territorio de otra, superior. No nos engañemos, a esto hay que llamarlo ideología canibalística. No está el pretexto de que los destinados al exterminio sean agresivos, no es una guerra entre naciones con intereses rivales, sino que los fuertes, minoritarios, se abalanzan contra los que cargan con la simple culpa de existir sin que los primeros se lo hayan autorizado.
La tecnología de la procreación artificial permite seleccionar genes, y las agencias ofrecen catálogos de hombres que venden su semen, mujeres que venden sus óvulos, y mujeres que alquilan su útero.
Los vendedores de sus gametos, es decir células sexuales, son jóvenes seleccionados por hermosos, saludables, y dotados de capacidades intelectuales superiores al promedio. Se paga mucho por el esperma de estudiantes de medicina, por ejemplo. En varios Estados de la América norteña, es legal elegir el sexo, el color de los ojos y más detalles, para cada encargo de un recién nacido.
Pero a la hora de firmar el contrato para alquilar un vientre en alguna agencia, los compradores tienen que volver a las limitaciones de la realidad: hay que elegir según el presupuesto, y unos encargan un bebé “Premium”, mientras otros se conforman con uno “low cost”… El contrato “win/win” no convierte en iguales a clientes y “mujeres vajilla”, como se dice en España…Todos salen ganando, nos dicen, pero a costa de nuestra conciencia.
Para las que alquilan su útero, ya no importan su belleza ni su inteligencia, sino su buena salud, pues el embrión que le implantan no lleva, en teoría, nada de su potencial genético personal, todo es de otros, ellas son simples contenedores. Pero se les exige que ya hayan parido, que lleven una vida de sexual estable, y para mayor precaución, en muchos casos se les prohíbe tener relaciones sexuales durante el embarazo. Para garantizar esta castidad es por lo cual existen las famosas granjas de madres de alquiler, que son cárceles, en la India por ejemplo, con el pretexto de que se les alimentará cuidadosamente, y recibirán atención médica (claro, sólo mientras dure el embarazo).
Ahora bien, los propios médicos que lograron las primeras inseminaciones “in vitro” a partir de 1984 pegan un grito de alarma. El doctor René Frydman, autor intelectual del primer bebé probeta en Francia, la famosa Amandina nacida en 1982, se indigna. Los médicos juran cuando se reciben por la promesa de Hipócrates, que les obliga a limitar la aplicación de sus conocimientos a mejorar la salud, y nunca para matar. La práctica del aborto ya es una primera infracción; la fabricación de niños para satisfacer una demanda consumista es otra contravención problemática, pues ya no se trata de mejorar la salud de nadie. El profesor Testard explica que la hiperselección del material genético empobrece el tesoro natural de la biodiversidad, tanto entre los vegetales y los animales como en los humanos. Además subraya que a la vez que se realizan proezas para que un hombre pueda ser padre, con la manipulación de sus espermatozoides, muchas veces el remedio contra la esterilidad les abre el camino a niños con deficiencias genéticas serias; es decir que la naturaleza, al impedir que algunos se reproduzcan, muchas veces estaba realizando una selección natural que elimina a los menos dotados, y los experimentadores que logran contrarrestar esto lo que hacen es reactivar genes malignos, como la mucoviscidosis o fibrosis quística, enfermedad degenerativa mortal. Así pues como la agricultura industrial, con uso y abuso de modificaciones genéticas, está esterilizando la tierra y reduciendo el número de especies resistentes, lo más probable es que nuestros manipuladores de la genética humana nos estén llevando al mismo trágico empobrecimiento, a la misma fragilización del Homo Sapiens. El profesor Testard concluye instando a las mujeres a dejar de entregarse de cuerpo y alma al poder médico. El lobby medicinal quisiera confiscarnos nuestra soberanía sobre nuestro cuerpo. Además promueve a demagogos que prometen solución para todo, pero que son irresponsables. Los siquiatras están entre los que más avisan sobre los peligros de los experimentos en la reproducción; la salud mental de las madres está vulnerada, pero la de los hijos producto de manipulaciones en su historia prenatal también.
El charlatanismo impera en los debates sobre bioética. Lo que se nos quiere imponer es una nueva definición de la persona humana. Ya cualquiera deja de ser, según ellos, un ser humano digno de vivir: los infradotados, los nonatos y los inservibles por viejos, según algunos filósofos de nuestra post-antropología que se justifican apelando a las proezas de la biotecnología, no tienen por qué ser considerados gente, personas cabales. Según ellos, la gente con Alzheimer puede perder del día a la mañana la sensatez y la voluntad, es decir la categoría de persona, y por lo tanto debería reconocerse que se puede ser humano provisionalmente, o no ser reconocido como tal en absoluto. Para aportar remedio a ciertos defectos del ADN, desde 2015 apenas, la ciencia permite fabricar un niño con tres padres, injertando en el ovocito mitocondrias del ovocito de otra mujer o hacer ese tipo de trasvase en el embrión… Y la mutación genética así obtenida se transmitirá a las generaciones siguientes, con lo cual se adelanta en el clonaje para experimentos terapéuticos, y la creación de embriones transgénicos.
En todas las manipulaciones que se realizan hoy, algunos embriones se salvarán, según el capricho de sus padres espirituales, es decir médicos, traficantes y clientes, otros no, porque sólo tienen uso limitado, no se les reconoce de antemano la dignidad de un ser humano en devenir, no corresponden a lo que se planificó para ellos. Como se dice en inglés, hay vidas “convenientes”, y otras, “inconvenientes”. Y sin embargo no son cosas, ni pertenecen a otra especie animal, sino que son imprescindibles para dar vida a otros seres humanos, quiérase o no.
Otro debate complementario se ha abierto en torno la definición de la muerte; antes, el último soplo, el del último latido del corazón, era el postrer momento. Ahora ya no, porque la medicina aprovecha o provoca la muerte cerebral antes de este momento último, para poderle sacar al muerto en vida o vivo cadáver, los órganos que interesan para injertárselos a otros, que los aguardan desesperadamente para no morir. El invento de la muerte cerebral permite sacarle ganancia a un individuo y descuartizarlo a partir del momento en que la ley acepta que ya no es gente, ya no es persona. Es un invento tecnológico y jurídico imprescindible para poder practicar trasplantes, pues si el fallecido está muerto del todo, entonces sus órganos ya no se pueden revivir en otro cuerpo. Así el ser humano puede perder su condición de tal, para ser simple reserva de materia prima útil, desde la concepción hasta el penúltimo suspiro.
La industria del aborto, variante en el tráfico de órganos
Al individuo con características que parecen recomendables para la reproducción, los científicos los consideran como simples yacimientos de tesoros: espermatozoides, óvulos, úteros. Y al embrión lo tratan igual, como un tesoro que se puede capturar, trasladar, comprar, vender o destruir, como cualquier parte del cuerpo. ¿Acaso se puede contemplar que el embrión sea algo más que una “commodity”, una mercadería provechosa para el bienestar de los que lo puedan costear? Hay incoherencias en la legislación, pero de hecho, los embriones ya se venden a los laboratorios, por ejemplo en Francia se los compra en Israel para fines “de investigación”, legalmente.
Examinemos las incoherencias que circundan al tratamiento del nonato. Si el nonato es algo más que una cosa cualquiera, entonces el aborto debería considerarse un crimen, mientras que en las sociedades modernas es más bien un precepto, pues es el acto de más honda significación para que una mujer demuestre su autonomía en relación con cualquier autoridad superior. Al decidir abortar, una mujer se empareja verdaderamente con el hombre arquetípico, el varón, el que va a la guerra y es capaz de matar, el que manda y pone las reglas del juego. Al abortar por voluntad propia, la mujer demuestra que lo puede hacer mejor que él, ya que se supone que su acto sea libre, legítimo y legal, mientras que en las sociedades modernas, el hombre ya no mata impunemente, y está abolida en muchos países la pena de muerte. Se podría añadir que el crimen femenino legal es a la vez el más fácil, pues la víctima es inocente, indefensa y minúscula. Es insoportable seguir este razonamiento que hace de una de cada tres mujeres (en Francia por lo menos) brutales asesinas, volvamos a la creencia subyacente en nuestro mundo, según la cual el niño no nacido no es gente, no es persona, y por lo tanto se le puede eliminar sin culpa.
Probemos estudiar el caso desde otro ángulo, conformándonos con un enfoque práctico : hasta que no nazca, el niño no tiene conciencia ni voluntad propia, porque no tiene autonomía, es un apéndice dentro del cuerpo que lo alberga, es como un órgano más, de manera transitoria.
Está vivo, nadie lo niega, cumple una función y sirve un proyecto de la naturaleza, pero no puede decidir nada por sí mismo, es un pedazo y ya. Uno tiene derecho a sacarse una muela para curarse, una mujer tiene derecho a sacarse un hijo que la estorba, nos dicen. Pero entonces, ¿está permitido amputarse de otros órganos, de cualquier pedazo de su propio cuerpo? Un hermano le puede donar un riñón a su hermano, para salvarlo. ¿Pero podríamos cortarnos una pierna, o sacarnos un ojo para venderlos? Hay jefes de familia, en zonas de guerra, que venden así un riñón de su cuerpo porque con eso podrán pagarse un pasaje para otras tierras donde con su trabajo podrán alimentar a su familia… Esto nos parte el alma y nos parece un sacrificio inmenso, justificado solamente por la miseria extrema, y la voluntad desesperada de salvar a su gente, a la carne de su carne, y sangre de su sangre. En los campos de batalla, bajo cobertura de organismos humanitarios, hay equipos de saqueadores de cuerpos heridos o moribundos, que tienen los equipos para cosechar órganos gratis y mantenerlos en óptimas condiciones para futuros trasplantes en cuerpos enfermos de gente que los puedan pagar.
No es más lícito matar a un órgano en camino a volverse hijo antes que se pueda defender y expresar su voluntad de vivir.
Cuando descubrimos que los fetos abortados se les venden a los laboratorios para hacer experimentos e introducirlos en productos farmacéuticos, especialmente cosméticos para rejuvenecer la piel, entendemos mejor que nos engañan, cuando nos dicen que los nuevos actos autorizados por la ley significan un aumento de nuestra libertad. No, en realidad nos hacen esclavos de determinadas mentiras de alto rendimiento, no para nosotras, sino para otros, que son traficantes de carne humana, sea a pedazos, en devenir, o muertos, o destinados al matadero, por los que de todas formas algunos se quedarán con alguna ganancia. Es cuestión de lógica, y es tan pavoroso el encadenamiento de los sofismas que preferimos mirar para otra parte.
Conviene precisar que las mayores instituciones financiadas para que trabajen por la protección de la salud están involucradas en el negocio de los fetos: la ONG Planned Parenthood (madre de cada instituto nacional de planificación familiar en el mundo) está muy comprometida. El informe ordenado por el Congreso establece que PP viola no menos de 11 artículos de la ley. La ganancia de PP se valora 23 millones de dólares por año. El precio de los órganos crece más con la edad y el grado de desarrollo del nonato, y se procura extraer los fetos del cuerpo de sus madres sin lastimarlos, enteros, par descuartizarlos después. Incluso se han encontrado pedazos de niños nacidos ya. Las pruebas son aplastantes: se han descubierto los catálogos con los precios de riñones, hígados, cerebros, pulmones, páncreas.
Y, con cámara oculta, se pudo filmar la venta de un diminuto corazón, en unos $100 La empresa vendedora se llama Stem Express. Ahora, desde que se descubrió el escándalo, los precios han subido, la discreción también es mayor…
No va a ser fácil invertir la propaganda oficial a favor del aborto, pues los embriones y fetos no sólo sirven para fabricar cosméticos, sino también medicinas. Tienen auténticas propiedades rejuvenecedoras, como lo sabían las brujas medievales, que los tenían de componentes para sus ungüentos mágicos. Se experimenta su uso en el tratamiento de enfermedades degenerativas. Ahora bien, las mismas propiedades las tiene el cordón umbilical, se puede prescindir del sacrificio de los nonatos para ello, repiten los especialistas… Con células de adultos también se pueden hacer muchos remedios pero “son más difíciles de conseguir”, confiesan los abortistas.
En 2012, estalló un escándalo en Corea del sur, pues se descubrieron cargamentos de píldoras afrodisíacas a base de fetos importados de China. Mal machacadas, contenían pedazos de uñas, sexos, y pelos identificables. Se trataba de mercado negro; pero donde existe un mercado negro también existe otro, oficial, más caro. Así se puede perseguir a Pepsi cola, que introduce productos derivados de fetos como aromatizantes, procesados por la firma SENOMYX desde 2010. La gente, el pueblo todo, ¡son los que financian esta industria, al pagar los impuestos que se invierten en “la investigación médica”! Ninguna objeción de conciencia es posible a nivel individual.
Es probable incluso que el reciclaje de los cuerpos abortados con fines medicinales se haya previsto desde los primeros pasos de la legalización del aborto, en los años 1970. El fundador del Congreso Judío mundial, Edgar Bronfman, padecía enteritis ulcerante y provocante de necrosis de varios tejidos (la enfermedad de Crohn), enfermedad genética; afecta esta enfermedad especialmente a los descendientes de jasaros por la endogamia típica entre judíos. Bronfman estaba entre los más entusiasmados por la expansión legal del aborto.
A pesar del peso de los intereses, en EEUU el presidente Trump ha logrado imponer en enero del 2017 una ley que prohíbe la utilización de fondos públicos para financiar las asociaciones que promueven el aborto, y ha reafirmado ruidosamente, un año después, su interés en la defensa de la vida. Quiere restablecer la libertad de conciencia del personal médico, medida saludable.
Se puede observar además que las mujeres pobres abortan más que las ricas. En EEUU, las estadísticas raciales arrojan resultados que ni siquiera los dirigentes negros conocen: la población negra representa el 12% de la población, pero el 35¨% de los niños abortados son negros; de modo que la población negra se ha reducido en un 25% en 40 años. No se nos quita de la mente la idea de que para algunos, el proyecto implementado con la banalización del aborto es la “limpieza étnica”, por una supuesta necesidad de disminuir, no la pobreza, sino el número de los pobres.
En el próximo capítulo, mostraremos que hay todo un sistema de pensamiento metafísico detrás de estos cínicos cálculos: una auténtica ontología materialista sustitutiva de la tradicional, asentada en la lógica. Y un monoteísmo del mercado, en lugar de la trascendencia.
María Poumier, 18 marzo 2019
Publicado originalmente por: Red Internacional
contactar a la autora: maria.poumier@orange.fr
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Los otros capitulos:
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Libros dela autora:
Mercancía de la vida humana (París 2015) ed. Volver a las raíces, 340 p. ( ISBN 9782355120701 )
Marchandiser la vie humaine (Paris 2015) éd. le Retour aux sources, 340 p. (ISBN 9782355120701)
- en francés
- Contribución al estudio del bandolerismo social en Cuba: la historia y el mito de Manuel García, “Rey de los Campos de Cuba”, 1851-1895, 459 p. (11 ediciones publicadas entre 1982 y 1987), ( ISBN 2-85802-755-2 ) : 1982 y ( ISBN 9782858027552 ) : 1986.
- Un día como tantos otros (traducción de “Un día en la vida” por Manlio Argueta), El Harmattan, 144 p., 1985, ( ISBN 2858027552 y 9782858027552 ) .
- Ifigenia (prefacio) ediciones Indigo / Lado-mujeres, 438 pp, 1995 Lado-mujeres. ( ISBN 2-907883-91-7 ) y la UNESCO ( ISBN 92-3-203171-X ) .
- Calle Peña Pobre (prefacio y traducción) por Cintio Vitier, ediciones L’Harmattan, 1992
- Vengeance (1992) (prefacio, traducción y elección de textos de Enrique Medina), ed. El Harmattan
- The American Expression (prefacio, traducción y notas al texto de José Lezama Lima), ed. El Harmattan 2001 ( ISBN 2-7475-1202-9 )
- Poemas de mi estatura (2005) (Prefacio, traducción y elección de textos de Tony Guerrero) Ediciones L’Harmattan ( ISBN 2-7475-9156-5 )
- Lucía Jerez (2003) (prefacio, notas y traducción de la novela de José Martí), Editions Patiño
- La poesía salvadoreña del siglo XX , ediciones Patino, p 422, ( 1 st abril de 2002) ( ISBN 288213035X y 978-2882130358 )
- Las claves del sótano (2008) (prefacio, traducción y elección de textos de David Escobar Galindo), ediciones L’Harmattan
- “La aparición de la cultura cubana” (2007), (prefacio, traducción y notas del ensayo de Walterio Carbonell), ediciones Menaibuc
- En confianza. Entrevista con “The Unknown” , entrevistas con Robert Faurisson , ediciones Pierre Marteau, 78 p., 1 st de abril de 2009 ( ISBN 2917749032 y 978-2917749036 )
- NEG , BookSurge, 165 pp., 25 de octubre de 2009, ( ISBN 1439261415 y 978-1439261415 )
- La batalla de la palabra, BookSurge, 2008 (selección de textos de Israel Shamir)
- La Batalla de Rusia (2014) (Prefacio, traducción y elección de textos de Israel Shamir), ediciones de Kontrekulture
- Mercancía de la vida humana (París 2015) ed. Volver a las raíces, 340 p. ( ISBN 9782355120701 )
- en español
- Apuntes sobre la vida cotidiana en Cuba en 1898 (1975)
- Quizás tu número salve: antología bilingüe de la poesía salvadoreña (1992)
- Poetas para El Salvador (Poema paseo coral), San Salvador, ed. Delgado (2008)
- Diálogo entre Oriente y Occidente (1998) (traducción de textos de [[Roger Garaudy]) ed. el Almendro, Córdoba.
- Taquechel Juan López, 1908-2002, y el movimiento obrero en Santiago de Cuba el testimonio de su dirigente, por María Poumier no Taquechel Rafael , ed / Alfabarre, París, 2008
- La tabu tabu, el pensamiento negro cubano, 1840-1961, ed. idea, Tenerife, 2007, 400 p.