El periódico informa de que el director general de Comercio de la UE, Jean-Luc Demarty, el viceministro canadiense de Comercio Internacional, Timothy Sargent, su homólogo japonés en Asuntos Exteriores, Kazuyuki Yamazaki y el subsecretario de Estado mexicano de Comercio Exterior, Juan Carlos Baker se vieron en un lugar secreto de la ciudad de Ginebra. Junto a un representante coreano desconocido, los países productores de automóviles decidieron “compartir puntos de vista sobre eventuales medidas a tomar”, habría dicho Baker al final de la reunión según Tribune de Genève.
Nadie invitó a ningún representante de Estados Unidos a la reunión, pero todos los actores de esta alianza circunstancial aún quieren creer que es posible llegar a un acuerdo para evitar los aranceles al automóvil, por lo que domina la cautela. Aun así, están “preparados para el peor escenario”, según una fuente surcoreana consultada por el periódico suizo. Por ello, todavía no han decidido tomar ninguna medida concreta, aunque se abordaron diferentes opciones como una denuncia conjunta contra Washington antre la Organización Mundial del Comercio (OMC) e incluso represalias comunes contra el país americano, recoge el medio que ha publicado la noticia.
Oficialmente nadie habla de una cumbre antiestadounidense, pues solo son conversaciones sobre asuntos vinculados al libre comercio en las que el director general de la OMC, el brasileño Roberto Azevedo, también habría participado. Incluso así, Tribune de Genève considera la reunión como una “cumbre de crisis” ante el nerviosismo generalizado en el sector del automóvil frente a los aranceles, que el presidente ya anunció hace un tiempo.
Pese a la tregua alcanzada entre Trump y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, las potencias mundiales tienen miedo de las acciones que pueda emprender Washington en un futuro. Los asistentes a esta reunión han estado pendientes de si el presidente estadounidense activaba la sección 232 de la Constitución del país, que permite cerrar las fronteras si la seguridad nacional está en peligro.
Trump ya autorizó mediante la sección 232 los aranceles a las importaciones de acero y aluminio. Además, el pasado 26 de julio, frente a la tregua entre Estados Unidos y la UE, el secretario de Comercio americano, Wilbur Ross, dijo que continuarían con su “investigación sobre si las importaciones representan una amenaza para la seguridad nacional”. Es decir, las potencias de esta reunión secreta no descartan que haya cambios y solo pueden esperar.
Es normal que los países fabricantes de automóviles tengan miedo. En 2015 los diez estados europeos punteros en la producción de coches exportaron más de 57.000 millones de euros de dólares a Estados Unidos. Las consecuencias pueden ser muy graves para la Unión Europea.
El tema no acaba en los aranceles, pues existen otras circunstancias que también ponen nerviosos a los fabricantes de automóviles: la guerra comercial entre Washington y Pekín, el Brexit, las homologaciones, los controles de emisiones, la crisis del diésel… Grandes empresas como General Motors o Ford ya han notado los efectos y han rebajado sus objetivos. La alemana Daimler o la franconipona Nissan han rebajado ganancias y han perdido volumen de negocio. Harley-Davidson, que aunque no fabrique coches sí que produce motos, anunció que sacaría parte de su producción de Estados Unidos. Son muchos los contratiempos que hoy tienen saturado al sector.