El vuelco radical – por Israel Shamir
Un barco enorme y pesado, cargado hasta el borde, está dando la vuelta en un angosto estrechosen medio de aguas peligrosas. Así, el mundo está realizando un raro vuelco radical bajo la audaz capitanía de Donald Trump y sus vertiginosos compañeros Elon Musk y JD Vance. No podrían haberlo hecho más rápido: ya sentimos el aliento de nuestra perdición. Ya sea que el peligro tomase aspecto de hongos nucleares o pandemias creadas en los laboratorios biológicos del Pentágono, o algún otro colapso totalmente imprevisto inventado por Schwab y sus secuaces, nuestro nuevo capitán parece tener claros la identidad de los dos abismos Escila y Caribdis. Nuestra frágil vida estaba a punto de derrumbarse cuando los jóvenes programadores de DOGE se sumergieron en profundos sótanos desbordantes de datos ocultos y descubrieron las perlas: millones de dólares destinados a Haití que sirvieron para construir una casa de ensueño para Chelsey Clinton; millones de cheques de seguridad social que se enviaban a beneficiarios de 150 años o más; millones destinados a cambios de régimen en distintos países, para castrar a niños y niñas, para sembrar tempestades y cosechar tormentas en todo el mundo. Y después de esta breve pero tempestuosa obertura, por encima de los furiosos estruendos de la batalla, sonó el teléfono; la llamada telefónica del capitán Trump al capitán Putin.
Dios reveló su misericordia y su tierno cuidado hacia nosotros, calmando la tormenta en el último momento. Es una repetición perfecta de la Crisis de los Misiles de Cuba multiplicada por cien. Las voces que pedían un holocausto nuclear global se habían vuelto cada vez más frecuentes y estridentes últimamente. Ahora podemos esperar que sean relegadas a un segundo plano. Las delegaciones de Estados Unidos y Rusia, reunidas de forma inédita en Riad, han acordado restablecer la rutina diplomática civilizada normal: nombrar embajadores, abrir misiones, multiplicar por diez el personal de las embajadas. Desde los días de Obama, las embajadas habían sido reducidas al mínimo indispensable.
Inmediatamente, The Economist y otros periódicos similares intentaron aguar la fiesta. La crisis ucraniana aún no se ha resuelto, la guerra continúa, gritan. No se puede confiar en Trump, se enfadan impotentes. Siempre confío en The Economist como un barómetro inverso perfecto; digan lo que digan, podemos considerarlo pura hasbará enemiga . Muestran a Trump hablando con Putin con el texto “La peor pesadilla de Europa”. Para mí, la peor pesadilla serían las ruinas de Gaza o los desechos nucleares de Hiroshima, mientras que para ellos, la paz sería la peor.
Nuestros enemigos no quieren que nos alegremos nunca, pero estos son los días en que podemos y debemos alegrarnos. La guerra de Ucrania es un acontecimiento menor en comparación con un cambio tectónico mundial de tal magnitud. Occidente ha tratado de aislar, desmembrar y consumir a Rusia durante muchos años, una vez que se dio cuenta de que Putin no es un nuevo Yeltsin, que es un líder testarudo y de voluntad fuerte, un hombre como Hamlet: aunque se le puede acosar, con él no se juega. Y desde entonces, durante muchos años, Rusia ha sufrido en aislamiento, mientras toda la prensa mundial culpaba a Putin e incitaba a legiones de perros diminutos desde Estonia hasta Ucrania a morderlo. Semejante conflicto era inevitable porque Rusia y Occidente tenían diferentes interpretaciones de lo que pasó en 1991. Para Occidente, era la derrota final de la independencia rusa. Para Rusia, fue una lección aprendida. Nunca más Rusia intentará jugar según las reglas occidentales. Entonces, ¿cómo podría alguien resolver una divergencia de opinión tan intratable? Bastó una llamada de Donald Trump.
La guerra en Ucrania es una nimiedad en comparación con la enormidad del cambio: Rusia quiere un lugar en la mesa con los grandes, quiere estar segura, no sitiada. Rusia quiere tropas y armas occidentales tan lejos de sus fronteras como le prometió a Gorbachov, lo caul es importante. La guerra en Ucrania terminará a su debido tiempo mediante negociaciones diplomáticas entre adversarios civilizados, como debe ser. La política de guerra de la OTAN ha revelado que la mayoría de los estados europeos, gobernados por enemigos de Trump, también son enemigos de la democracia. J. D. Vance tenía razón: olvidaron que debían escuchar a sus pueblos en lugar de dictarle órdenes.
En el Reino Unido, el líder popular Jeremy Corbyn fue destituido bajo la falsa acusación de antisemitismo y reemplazado por un primer ministro extremadamente projudío y antirruso. Por supuesto, es partidario de la guerra. También detiene a cientos de miles de sus ciudadanos por el terrible delito de publicar un mensaje en una red social, manifestarse en la calle o, peor aún, rezar en silencio. En Inglaterra, rezar en silencio en casa propia también es un delito. Francia sigue siendo gobernada por Macron, un exbanquero de los Rothschild, también (por supuesto) belicoso. En Alemania, hay elecciones próximamente, pero los políticos alemanes tradicionales son todos liberales de izquierda y, por supuesto, partidarios de la guerra. En la Alemania liberal, la cárcel espera a cualquiera que cruce la línea roja. Al brillante y audaz abogado Horst Mahler lo encarcelaron y le amputaron las dos piernas por un simple gesto. Sin embargo, el viento fresco de la revolución populista de Trump también sopla sobre Alemania.
No sólo el partido ultraderechista AfD pide la paz, sino también el partido ultraizquierdista BSW. La asociación de la sociedad civil alemana Kulturtreff celebró dos manifestaciones en Berlín y Frankfurt bajo el lema «¡Ningún voto a los vasallos de la OTAN, paz inmediata para Europa!». Los manifestantes exigieron negociaciones de paz inmediatas, el fin de la guerra en Ucrania, el cese del suministro de armas al Estado ucraniano y el restablecimiento de la cooperación económica y política entre Alemania y Rusia. Kulturtreff afirma que «el actual principal partido de la oposición, la CDU/CSU, quiere, al igual que la coalición liberal de izquierdas gobernante, que la guerra en Europa continúe. Los principales partidos políticos de Alemania no tienen ni una sola solución nueva en su programa». Los oradores apoyaron el punto de vista del vicepresidente estadounidense Vance en la Conferencia de Munich, quien señaló que la élite política de Europa está profundamente desconectada de los intereses reales de los pueblos europeos.
En Múnich se ha celebrado una gran manifestación organizada por los seguidores del socialista griego Yanis Varoufakis, llamados DiEM25, que también piden la paz y la amistad con Rusia.
Tengan en cuenta que en Europa están prohibidos todos los llamamientos a la paz; si uno busca en Google “manifestaciones por la paz en Alemania”, le aparecerán manifestaciones por el clima, o manifestaciones a favor de los inmigrantes, o alguna manifestación contra una versión local de Donald Trump; pero no se mostrará ninguna manifestación por la paz, a menos que esté llena de pancartas azules y amarillas que exijan más guerra. En el Reino Unido y Alemania, uno puede recibir la visita de la Gestapo local si hace clic en un cauteloso *me gusta* en una publicación contra la guerra en su red social. En Suecia, un ministro explicó por qué no se permite a la gente decidir su estatus en la OTAN: “La membresía en la OTAN es un tema demasiado importante como para pedirle a la gente que la apruebe”. Un periodista sueco escribió en Facebook:
En Rusia, la oposición anti-Putin y pro-Occidente, como Navalny y otros, se trasladó al extranjero alegando su odio a la guerra. Pero no pudieron mantener esa apariencia por mucho tiempo. Al principio, apoyaron la guerra de Israel contra el pueblo palestino, y esto fue importante porque alrededor del 70 por ciento de los opositores rusos que abandonaron Rusia después de febrero de 2022 aterrizaron en Israel. Obviamente, se consideraban judíos, e Israel los reconoció como judíos. Puede ser cierto que no todos los que se oponen a Putin son judíos, pero en gran medida era cierto y en gran medida los judíos siguen financiando y alimentando organizaciones anti-Putin en Rusia. Y ahora, con la primera visión del deshielo internacional de Trump y la posibilidad de terminar la guerra en Ucrania, estos emigrados han llamado colectivamente a más guerra. Este fue el fin del movimiento contra la guerra en el mundo ruso, en el archipiélago de las comunidades de habla rusa: parece que las contraélites de Rusia no se sentirán felices hasta que vean al ejército ruso derrotado. Sueñan con tanques norteamericanos Abrams circulando por la Plaza Roja, con Putin ejecutado como Saddam Hussein, pero en lugar de eso son los tanques Abrams (30 o 31 entregados a Zelensky) los que arden en los campos de Novorossia, muy lejos de Moscú.
Sin embargo, muchas personas, incluidos en primer lugar los padres de los adolescentes rusos, se mostraron entusiasmadas con el llamamiento de Trump a la paz, ya que la guerra en Ucrania ha sido un gran baño de sangre tanto para los rusos como para los ucranianos. Aunque los combatientes rusos son todos voluntarios bien pagados, no hay duda de que el pueblo ruso estará feliz cuando esta guerra concluya.
Para los dirigentes rusos, el objetivo más importante se definió en el llamado “Ultimátum de Putin” de diciembre de 2021 (escribí sobre él extensamente aquí: To Make Sense of War [traducción automática al español: cliquear sobre la banderita arriba a la derecha] . El borrador del tratado de Putin exigía el fin inmediato de la campaña de la OTAN Nach Osten , manteniendo todos los ejércitos y armas occidentales fuera de las ex repúblicas de la URSS. Ahora parece que este objetivo finalmente se logrará.
Parece que estamos al borde de un gran cambio. El presidente Donald Trump ya nos ha dado un cesto de bendiciones. Hay una canción que los judíos cantan en Pésaj: si Él nos diera solo esto, sería suficiente, Dayeinu . Es perfectamente adecuada en este caso. Si Trump solo nos salvara de la Tercera Guerra Mundial, sería suficiente. Si solo revelara los oscuros secretos de USAID, sería suficiente. Pero no olvidemos darle las gracias, aunque sea solo por un momento mientras pensamos en lo que queremos a continuación. Un gran problema es su política hacia Palestina. Esperemos que no pase de unas cuantas declaraciones tontas.
La revista The Atlantic nos da motivos para tener cierta esperanza: afirma que Trump está formando el gabinete más antisemita en décadas. Sin duda, tiene menos judíos que el gabinete de Biden, y la beligerancia baja, donde hay menos judíos.
Israel Shamir • 20 de febrero de 2025
https://www.unz.com/ishamir/the-sea-change/
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