Una libra de carne – por Jose Francisco Fernández Bullón

Uno recuerda que cuando estalló el gran circo de la falsa pandemia y se decretó el confinamiento o arresto domiciliario de los ciudadanos sanos e inocentes y esa especie de toque de queda que señalaba la guerra que habían emprendido los gobernantes extranjeros de todos los países contra sus propios siervos (convertidos de la noche a la mañana en siervos de la gleba), los establecimientos que cerraban más tarde eran los burdeles; los dictadores liberales o neoliberales abrían la mano con sus compañeras de oficio o miraban para otra parte. Occidente se parece cada vez más a la república de Weimar gobernada por los banqueros jázaros que se paseaban ufanos por un país en ruinas mientras algunas alemanas tenían que vender su cuerpo a los financieros especuladores a cambio de una libra de carne. Si los banqueros occidentales convirtieron a Alemania o su capital en un inmenso burdel (un burdel que ahora pretenden global) es comprensible el puritanismo extremo adoptado por los nazis que reaccionaron con una estricta moralidad intolerante con el vicio. ¿Pero porqué ese empeño por parte de los globalistas de convertir el mundo en un inmenso burdel? Porque en los burdeles es donde exhibe el dinero sin tapujos y sin el menor disimulo su inmenso poder.

Europa no se regenerará hasta que se le haga justicia a Alemania.  Alemania fue el único país que tuvo la osadía de enfrentarse decididamente a la banca satánica y pagó un alto precio por ello. Algunos estiman que unos 30 millones de alemanes fueron exterminados por inanición tras la segunda guerra mundial, ya fuera en los campos de la muerte de Eisenhower o al ser expulsados por la fuerza de sus tierras ancestrales. Los crímenes de los nazis palidecen comparados con los de los aliados que provocaron una auténtica hecatombe en el continente.

No pretendo hacer una apología del nazismo, sino explicarlo y situarlo en su contexto. Algunos de sus rasgos nos desagradan, rasgos que curiosamente compartían con sus enemigos, como la práctica de la eugenesia. La eugenesia no nació en Alemania, sino en Inglaterra y nunca dejaron de abogar por ella.

Quién quiera leer una análisis verdaderamente imparcial y objetivo de la Alemania Nazi no tiene más que descargar el libro de John Wear “Germany’s War” del siguiente sitio web.

https://www.unz.com/book/john_wear__germanys-war/

Verdaderamente es un milagro que Alemania sobreviviera a las espeluznante represalia de los banca masónica, pero ¿sobrevivió realmente Alemania como nación? ¿Qué queda de su rica cultura? ¿Qué queda de su identidad como pueblo? Pero al mismo tiempo, ¿Qué queda de Inglaterra? ¿Qué queda de Francia? ¿Qué queda de Rusia? Millones de esclavos sin rostro o con el rostro digitalizado, (y no hay olvidar que digitalizar quiere decir numerar o sea convertirse en un número. Probablemente el 666). Esclavos con los que no se puede hablar porque no tienen nada que decir o no se atreven a decir ni a escuchar la verdad, es decir: a enfrentarse a ella. La digitalización persigue muchos objetivos y el más importante es probablemente distanciar a los siervos de sus líderes. Los dirigentes no quieren dar la cara frente a sus siervos, no quieren mirarles a la cara, salvo quizás cuando los sacrifican de forma cruenta. Quieren esconderse detrás de una máquina. Tan sólo se dignan a hablarle a las cámaras.

Hay que precisar en cualquier caso que el Nacional Socialismo no se propuso una regeneración religiosa en Alemania, era un movimiento ultra nacionalista cuyo objetivo era salvaguardar la nación alemana del ataque inmisericorde de la banca sabatea o illuminati. Aunque los nazis no eran anticristianos y no estorbaron la prácticas religiosa de católicos o protestantes, en las filas de sus ejércitos militaban hombres de todas las religiones incluyendo la judía. Que hubiera numerosos judíos en el ejército nazi es uno de los muchos hechos significativos que se han ocultado celosamente por lo que respecta a dicho movimiento. Se trataba de un ejército muy poco ario engrosado por soldados de todas las razas incluyendo la negra. Un libro como “Black Nazis, Ethnic Minorities and Foreigners in Hitler’s Armed Forces” de V K Clark arroja una luz inusitada sobre ese período histórico y su lectura dejaría boquiabiertos a más de uno.

Hay que dejar bien claro que lo que estamos viviendo en la actualidad en Occidente es una batalla entre dos religiones: la cristiana y la gnóstica representada por comunistas y liberales o neoliberales, en este último bando habría que incluir a los neo conservadores norteamericanos que ni son nuevos ni conservadores, sino los jázaros revolucionarios de siempre de religión pseudo judía, si gustan de exhibir semejante etiqueta es para confundir al personal que ya no sabe qué significan nada. Esos conspiradores camaleónicos han acabado con el sentido del lenguaje. Hemos caído todos como moscas en una sopa de letras radiactiva.

Desde su mismo origen el liberalismo revela su carácter religioso que intentó ocultar presentándose como laico. Liberales y masones herederos del humanismo dan siempre culto o adoran un simple mortal corruptible, adoran a la criatura en lugar del creador. El panteón cristiano poblado de santos y de ángeles con Jesucristo a la cabeza fue reemplazado por conceptos o ideas abstractas divinizadas como la Razón, la Libertad, la Justicia ideas o conceptos platónicos que han desencadenado lo contrario de lo que se supone que representan. Esto no tiene nada de extraño la gnosis tiene su remoto origen en el neoplatonismo. Un neoplatonismo remozado por medio de la religión del Antiguo Egipto, pero es la gnosis reelaborada por los cabalistas la que ha llegado hasta nosotros y nos “ha comido el coco”. Lo único que diferencia a las constituciones liberales de otros acuerdos políticos es que eliminan a Dios de la ecuación. La constitución liberal implicaba darle la espalda a Dios, pero darle la espalda a Dios conlleva inevitablemente darle la cara al demonio que procede a suprimirla. No hay territorio neutral, no existe un término medio; o estás con uno o estás con otro, conscientemente o inconscientemente.

La nueva sociedad obra de prestamistas manifestó de forma creciente su naturaleza crematística. Ya para Rousseau el orden social era consecuencia de un contrato, un termino comercial típico de mercaderes. Ya no se habla de alianza entre Dios o los hombres (que hemos roto) o entre estamentos o naciones, ni siquiera de pacto entre caballeros simplemente de un contrato. Rousseau fue también el inventor del mito “pelagiano” del buen salvaje que ha ido saltando de un sitio a otro, unos querían encontrarlo en la selva amazónica, otros en la sabana africana y otros en la Patagonia. Hasta que se reveló que el buen salvaje es en realidad un caníbal.

Los liberales, que eran por así decirlo la versión moderada de la gnosis, han dejado de serlo al convertirse en neo liberales, y se han revelado como los más feroces defensores del gran reinicio y la agenda 2030, esa irrealidad distópica que estaría poblada de androides sin conciencia con el ADN modificado y patas de cabra. Son además los más hipócritas puesto que se presentan como “demócratas” y dicen defender la libertad al tiempo que nos están robando todas las libertades. Sin embargo en Oriente son los comunistas los que están implementando dicha agenda a todo trapo. Ese entendimiento mutuo, su manifiesta connivencia no deja lugar a dudas. Neoliberalismo y comunismo son lo mismo, las dos caras de la misma moneda o la misma religión “materialista”: la gnóstica.

Los dictadores gnósticos cabalistas de la Comisión Europea elegidos a dedo por la banca ya han decidido enviar 50 billones de euros más al matadero ucraniano con la ridícula escusa de salvaguardar la libertad y la democracia en dicha región que no país, porque nunca lo ha sido y probablemente nunca lo será.

La palabra democracia ha sido invocada tantas veces por todo tipo de malhechores que ya no significa nada para nosotros; quizás sería más conveniente hablar de representatividad: un parlamento que nos representara (los actuales sólo representan a los banqueros y las corporaciones) se parecería mucho a los parlamentos medievales. Figurarían en él los diferentes sectores económicos, sucesores de los gremios, con sus líderes elegidos democráticamente, los municipios y la iglesia o las diversas religiones en los países multi confesionales como el Líbano. Los banqueros serían simples funcionarios, los contables de las finanzas del país o la nación (evito intencionadamente el odioso concepto convertido en un absoluto del estado), el prestigio de que gozan actualmente sólo se explica si tenemos en cuenta que vivimos en sociedades materialistas o si lo prefieren marxistas.

No es la democracia sino la kakistocracia lo que quieren defender los políticos títeres europeos como que de ello depende que conserven sus escaños, sus regalías y sus astronómicos salarios. La democracia es inviable en nuestro tiempo (si es que fue viable alguna vez) porque los pueblos ya no aman la libertad, los pueblos, al menos los modernos, en realidad no aman nada, como no sea el objeto de sus apetitos, no la persona, el objeto. Tiene que ser un objeto, ni siquiera un concepto (eso se queda para los filósofos). Tiene que ser una cosa, un ídolo. Los bárbaros que han conquistado el mundo, abanderados del progreso, han impuesto la religión más primitiva que nunca existió. Lo único que han liberado los liberales son los bajos instintos que son los que nos gobiernan. La sexualidad que propugnan los abanderados de la liberación sexual es una sexualidad bestial, genital, espasmódica, de tintes sadomasoquistas; impersonal, anónima, donde no caben sentimentalismos de ninguna clase, ni cortejo o galanteo previo alguno, completamente desprovista de refinamiento. ¿Quién defendería ahora una sexualidad trovadoresca? ¿Quién escribiría “El Collar de la Paloma?”.

Los neoliberales globalistas han liberado al hombre o a la mujer de cintura para abajo y lo han atado con férreas cadenas de cintura para arriba. La parte superior de todos los sexos incluyendo el tercero ha sido borrada, erradicada. El sexo que proponen es un sexo de individuos encapuchados o enmascarados. El que ellos practican en sus orgías del Bohemian Grove.

Por lo demás la liberación sexual nunca me resultó tan excitante como la liberación de los sentimientos o la libertad de amar que nadie defiende; pero ésa es demasiado utópica para nuestro mundo. La libertad plena de amar sólo se alcanza en el cielo, en el otro mundo, de la misma forma que en el infierno todos están condenados irremediablemente a odiar.

Estamos viviendo pues una especie de guerra híbrida donde se destacan por encima de todo dos bandos: el conservador y el progresista, términos que en realidad a mí no me convencen y sólo inducen a la confusión. Está claro que si triunfaran las intrigas de los progresistas nos veríamos obligados a volver a la era de las cavernas; se han rebelado pues como los más retrógrados del mundo. Lo único que se refina y progresa con su progreso son los instrumentos técnicos de vigilancia de masas, los alimentos tóxicos, y los engendros de laboratorio de ADN modificado. Es evidente que quieren enmendarle la plana a Dios. Todos sus pensamientos son blasfemos y todos sus actos sacrílegos. Pretenden convertir el mundo en una inmensa cárcel poblada por humanoides y homínidos o mejor dicho: monos; porque eso es lo que eran todos los homínidos o eslabones perdidos: monos embellecidos por medio de la pluma de un “artista”.

En cuanto a los que se consideran o son considerados como conservadores o anti globalistas  en realidad no forman un grupo homogéneo. Están aquellos que son fieles a su religión tradicional, o sea: el Cristianismo, que son los que cuentan y con los que contamos y los que son meramente fieles a sus prejuicios o a sus costumbres ancestrales que pueden ser en muchos casos precristianas. Hay usos, normas y costumbres que no tienen que ver nada con el dogma y que se pueden y quizás se deban abolir. Muchos de los que engrosan las filas de lo que se entiende por conservadurismo son en realidad neo paganos o incluso gnósticos; éstos últimos son los más patéticos pues defienden una doctrina que es la que está destruyendo sus naciones y su cultura. Son los que desdeñan lo que ellos llaman la iglesia organizada. Criticar a la iglesia porque se organice es ridículo, cualquier institución que pretenda perpetuarse está obligada a organizarse de lo contrario se desintegra y disgrega. Por lo demás la iglesia organizada prácticamente no existe, tanto la iglesia católica como la ortodoxa están bastante desorganizadas y cunde en ellas el desorden. El final caótico del paradigma gnóstico que estamos presenciando lo sacude y conmueve todo.

A aquellos que pretenden confeccionar una religión a su medida como quien confecciona un traje así como con retales de esta o aquella doctrina, habría que recordarles que el valor que tenga una religión procede de que constituye la revelación de un ser superior omnisciente. ¿Qué valor pueden tener para mí las elucubraciones de un mero mortal? ¿Qué garantía me ofrecen de nada? Ninguna. En el mejor de los casos son mera gimnasia mental. Históricamente siempre fue así: todas las religiones premodernas se consideraban las depositarias de oráculos divinos; sólo con el advenimiento de la modernidad la religión pasó a considerarse la consecuencia del capricho o la fantasía del hombre, porque eso precisamente y no otra cosa era y es la gnosis.

Vivimos ciertamente tiempos convulsos que anuncian el final de una era. Cuando se establecerá un nuevo orden anti gnóstico es algo que ignoro. Pero los acontecimientos se precipitan y todo parece anunciar un colapso inminente. El orden o desorden masónico hace agua por todas partes y sólo los que salten del barco a tiempo podrán salvarse.

Y es que al paso que vamos los usureros que nos tiranizan no nos van a pedir como aval de sus préstamos una libra de nuestra carne, nos van a pedir, nos están pidiendo ya que empeñemos nuestras almas.

 

Jose Francisco Fernández Bullón, 10 de febrero de 2024

Publicado originalemente por Red Internacional

 

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