Un poco de teatro político en Vilnius – por Philip Giraldi

Un Presidente Zelensky quejumbroso se va a casa sin casi nada, pero aun así podría empezar la 3ª Guerra Mundial

Es una suerte que el Sindicato de Actores se haya declarado en huelga, ya que dará al presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, la oportunidad de desempolvar sus credenciales de actor y buscar un nuevo trabajo cuando los rusos acaben derrocando a su gobierno. Hollywood y Las Vegas competirían sin duda por un joven judío tan simpático para revivir su antigua rutina cómica en la que tocaba un piano con el pene. Por cierto, sin desvestirse, Zelensky fue inevitablemente la estrella de la recién terminada Cumbre de la OTAN, de dos días de duración, celebrada en Vilnius, Lituania, los días 11 y 12 de julio, en la que también intervino como orador el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien aportó un cierto tipo de contexto al declarar que «¡Rusia podría poner fin a esta guerra mañana mismo si… cesara sus inhumanos ataques contra Rusia!».

Zelensky lloriqueó y se pavoneó durante los dos días, quejándose de que la admisión instantánea por la vía rápida de Ucrania en la alianza de la OTAN era su derecho para poder derrotar a los invasores rusos. Cuando se le ofreció, en cambio, un proceso de colaboración por el que Ucrania se «prepararía» para la entrada mediante la necesaria reconstrucción de su ejército junto con reformas institucionales para combatir la corrupción y fortalecer la democracia, Zelensky calificó el retraso de «absurdo» y «débil» por parte de sus anfitriones. Y lo hizo en las redes sociales para asegurarse de avergonzar a todos los implicados. Zelensky tampoco ayudó a su causa desfilando con su raído uniforme verde de combate, como su presencia en la recepción de gala de la primera noche, antes de una foto de grupo en la que se le observó de pie y solo, siendo ignorado por la bien vestida multitud de delegados y cónyuges cercanos que le habían dado la espalda tanto metafórica como físicamente.

Todo ello no significó que la Cumbre no fuera, al menos retóricamente, un acto de animación para los valerosos defensores ucranianos frente a las hordas rusas. La delegación estadounidense recalcó que Washington estaría allí con lo que hiciera falta para apoyar a los ucranianos hasta «el final», cuando la guerra estuviera «ganada», fuera lo que fuera lo que se pretendiera decir con ello. Esto ha sido descrito por algunos medios de comunicación estadounidenses como un «modelo Israel», en el que uno suministra dinero y armas a sus protegidos antes de mirar hacia otro lado cuando realmente los utilizan de forma «agresiva y unilateral», a menudo en contra de sus propios intereses. Y mientras tanto, la OTAN se mostró firme en su apoyo a la exigencia de que todo el territorio ucraniano vuelva a estar bajo control de Kiev, incluida Crimea, lo que rompe por completo el acuerdo si alguna vez existe la posibilidad de una solución negociada del conflicto, por lo que parece que la guerra continuará.

Los observadores de la Cumbre opinaron que el consenso entre los participantes en la reunión fue arrojar algunas migajas a Zelensky, evitando al mismo tiempo cualquier compromiso que pudiera aumentar el riesgo de escalada hacia una guerra nuclear. La decisión de no meterse en la cama con un Zelensky desesperado reconocía en parte que era y es imprudente y que haría todo lo posible por provocar una ampliación de la guerra si se le diera la posibilidad de hacerlo. Más allá de eso, la mayoría de los jefes de Estado reunidos en Vilnius reconocieron que, desde una perspectiva política interna, sus respectivos compatriotas están cada vez más cansados de la guerra a medida que ésta se alarga y trae consigo consecuencias económicas negativas. Y se acercan elecciones, no sólo en Estados Unidos, a finales de este año y en 2024.

Sin embargo, Washington estaba ciertamente al tanto de los esfuerzos para asegurarse de que Zelensky tuviera las herramientas y el apoyo político que necesitaría para iniciar la Tercera Guerra Mundial, aunque ello requiriera un poco de disimulo. Biden concluyó el jueves su visita relámpago a Europa en Finlandia, nuevo miembro de la OTAN, elogiando la fortaleza de la alianza de la OTAN y expresando su delirio de que no hay ninguna posibilidad de que Rusia gane la guerra contra Ucrania. Dijo, sin tartamudear, que «Putin ya ha perdido la guerra. Putin tiene un verdadero problema. ¿Cómo se mueve a partir de aquí? ¿Qué hace?».

Muchos creen, de hecho, que es Rusia la que ya ha ganado la guerra y, dejando a un lado el sabio comentario de Biden, parece saber exactamente lo que está en juego. Los miembros de la Cumbre aceleraron los esfuerzos para rearmar las fuerzas aéreas ucranianas, en gran parte destruidas, con F-16 de fabricación estadounidense con capacidad nuclear, una escalada que se hizo notar especialmente en Moscú, donde el ministro de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, comentó en términos explícitos cómo «sólo un ejemplo de un giro extremadamente peligroso de los acontecimientos son los planes de Estados Unidos de transferir aviones de combate F-16 al régimen de Kiev. Hemos informado a las potencias nucleares, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia, de que Rusia no puede ignorar la capacidad de estos aviones para transportar armas nucleares. De nada servirán las garantías. En el curso de las operaciones de combate, nuestros militares no van a averiguar si cada avión concreto de este tipo está equipado para transportar armas nucleares o no. Consideraremos el mero hecho de que las fuerzas armadas ucranianas dispongan de tales sistemas como una amenaza de Occidente en el ámbito nuclear. Estados Unidos y sus satélites de la OTAN están creando riesgos de un choque armado directo con Rusia, y esto está cargado de consecuencias catastróficas. Las condiciones para el uso de armas nucleares por parte de Rusia están claramente definidas en nuestra doctrina militar. Son bien conocidas, y no voy a repetirlas una vez más».

Y luego están las municiones de racimo, prometidas por Biden hace dos semanas tras lo que debieron de ser consultas con su astrólogo, y de las que se dice que al menos algunas armas fueron entregadas el jueves pasado. Las municiones de racimo están prohibidas en más de 100 países del mundo, incluida la mayoría de las naciones miembros de la OTAN, y muchos consideran que su uso es un crimen de guerra. Son especialmente letales cuando se utilizan en zonas civiles, ya que dispersan múltiples cargas explosivas pequeñas en una amplia zona que a veces no detonan y matan muchos años después cuando se encuentran por accidente. Se utilizaron ampliamente durante la guerra de Vietnam y siguen matando a campesinos en Camboya, Laos y el propio Vietnam. Irónicamente, Estados Unidos acusó a Rusia de utilizar bombas de racimo el año pasado después de que invadiera Ucrania, calificándolas de arma ilegal, pero ahora se las está entregando a un psicópata que sin duda tratará de utilizarlas dentro de Rusia para crear una escalada masiva que espera que traiga a la OTAN de lleno a la guerra de su lado. La Tercera Guerra Mundial evoluciona entonces inevitablemente.

Las agresivas medidas de Washington para armar a Ucrania se suman a las adoptadas recientemente por Gran Bretaña para suministrar a Kiev proyectiles de uranio empobrecido que contaminan las zonas circundantes con polvo radiactivo durante y después de su uso. Las pruebas obtenidas en zonas como Faluya (Irak), donde Estados Unidos y Gran Bretaña dispararon un gran número de estos proyectiles, indican que la contaminación puede provocar durante décadas un aumento de los casos de cáncer y de malformaciones congénitas.

Y luego está el último gesto de Biden para lograr la paz en la Tierra, que tuvo lugar mediante una orden de la Casa Blanca emitida al día siguiente de finalizar la Cumbre de la OTAN. En ella se afirma que: «Por la presente determino que es necesario aumentar las Fuerzas Armadas activas de los Estados Unidos para la conducción efectiva de la Operación Atlantic Resolve en y alrededor del área de responsabilidad del Mando Europeo de los Estados Unidos… para no exceder un total de 3.000 miembros en cualquier momento, de los cuales no más de 450 pueden ser miembros de la Reserva Individual Preparada, según consideren necesario, y dar por terminado el servicio de aquellas unidades y miembros ordenados al servicio activo». Aunque los números no son grandes y el lenguaje es gubernamental, se trata de una orden para enviar más soldados a Europa con el fin de aumentar los recursos disponibles para un posible combate contra los rusos. Puede que sea la primera de una serie de órdenes de este tipo, ya que, al parecer, la OTAN ha asegurado a Zelensky que la alianza aumentaría a 300.000 sus denominadas fuerzas de alta disponibilidad (listas para desplegarse en 30 días o menos). En estos momentos, el número de tropas estadounidenses en toda Europa es de aproximadamente 100.000, más unos 100 oficiales de la CIA y personal de operaciones especiales sobre el terreno en la propia Ucrania. No es de extrañar que el primer grupo de soldados se dirija a Polonia, país fronterizo con Ucrania, Bielorrusia y Rusia, donde ya se ha producido una importante concentración militar que incluye tropas de la 101ª División Aerotransportada y de la 3ª División Blindada enviadas al país para «adiestramiento» el año pasado.

También hay informes de que la Casa Blanca ha trasladado bombarderos B-52 de sus bases en el territorio continental de EEUU a bases en Alaska, más cerca de Rusia, para que sirvan de advertencia. Sólo cabe esperar que, de algún modo, se ponga fin a esta locura. Elegimos a nuestros líderes con la esperanza de que nos mantengan a salvo, no de que participen en juegos de guerra con armas nucleares. Si se trata de una estratagema preelectoral para reelegir a Joe Biden el año que viene haciéndole aparecer como una especie de presidente fuerte y belicoso, alguien debería desenchufarlo ahora mismo y decirle a Joe que es hora de retirarse. Que te vaya bien a ti, Joe, y a los imbéciles que te están asesorando, que probablemente sean Antony, Jake y Victoria. Vais camino de matarnos a todos en vano.

 

Philip Giraldi, 18 de julio de 2023

 

 

Philip M. Giraldi, Ph.D., es Director Ejecutivo del Council for the National Interest, una fundación educativa deducible de impuestos 501(c)3 (Número de Identificación Federal #52-1739023) que busca una política exterior estadounidense en Oriente Medio más basada en los intereses. Su página web es councilforthenationalinterest.org, su dirección es P.O. Box 2157, Purcellville VA 20134 y su correo electrónico es inform@cnionline.org.

Fuente: https://www.unz.com/pgiraldi/a-bit-of-political-theater-in-vilnius/

Traducido por ASH para Red Internacional

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