Licencia para matar – Jose Francisco Fernández-Bullón
Si queremos desvelar la verdadera naturaleza de los servicios secretos occidentales como el MI5, el MI6, la CIA o el Mossad, basta con examinar la monstruosa figura de Aleister Crowley, apodado muy justamente “La Bestia”. Un calificativo del que, para su eterna condenación, se enorgullecía.
Crowley dejó tras de sí un reguero de cadáveres incriminatorios de los que nadie se cuidó lo más mínimo. Su impunidad nos asombra. Está bien claro que, como el famoso agente 007, Crowley tenía licencia para matar. Y no para matar a cualquiera, sino a los miembros más indefensos de la sociedad: a las mujeres y los niños. Los primeros que deberían abandonar supuestamente un barco que se hunde, que no es otro que el mundo en que mal vivimos.
Que un hombre semejante trabajara para los servicios secretos británicos dice mucho acerca de los mismos.
Los que se ocupan de su escalofriante figura a menudo pasan por alto el hecho de que la Bestia fingió abogar por todas las causas hostiles a los intereses del Reino Unido, (aunque más bien cabría hablar del estado independiente de la City de Londres, el centro financiero del mundo cuyo intereses en todo momento sirvió). Y me refiero a causas como la de los independentistas irlandeses o la de los alemanes durante la primera guerra mundial y también la segunda. Era sin la menor duda un topo. Un topó que sembró de topos los estados que se oponían al estado profundo luciferino dirigido por los Rothschild y con sede en el centro financiero de la City de Londres.
No cabe la menor duda a la luz de los acontecimientos presentes que el patriarca de los Rothschild selló un pacto con el demonio en el siglo XVIII, y a ello y no a ninguna otra cosa se debe el inmenso poder que esa familia detenta en lo que respecta a los asuntos mundiales.
El satanismo, la verdadera religión de los líderes masones y globalistas, profesado hasta ahora en secreto por dichos líderes, se está volviendo cada día más público y manifiesto conforme su poder se afianza, como pudimos comprobar recientemente en la apertura de los últimos juegos de la Commonwealth; y uno de los pilares de dicha religión es el abuso, la tortura y asesinato ritual de niños inocentes.
Fue el propio Aleister Crowley quién dejó bien clara con sus propias palabras la razón de esta preferencia:
“Para que nuestros esfuerzos espirituales rindan sus mayores frutos, uno debe elegir aquella víctima que contiene la fuerza más grande y más pura. Un niño varón de perfecta inocencia y de notable inteligencia es la víctima más satisfactoria y adecuada”.
Uno de los libros fundamentales para desvelar los entresijos de la espantosa red criminal que se lucra y deriva su poder del tráfico y asesinato de menores inmolados a Satanás, no es otro que “Programed to kill: the politics of the serial murder” de David mc Gowan, un análisis demoledor y exhaustivo de la ola de asesinatos en serie que arrasó Estados Unidos a partir de los años 60. Uno acaba su lectura atónito acerca de lo arraigado que se encuentra el abominable culto satánico en esa gran nación. Es un libro que debería leer todo aquel que quiera conocer las espantosas consecuencias que entraña para la sociedad la práctica del satanismo y el horror que desencadena.
Tras su investigación, no cabe duda de que la proliferación de asesinos en serie en USA a partir de la segunda mitad de siglo XX fue la consecuencia de la ola de satanismo que se apoderó de aquel país y que dichos asesinos no actuaban en solitario, sino que formaban parte siempre de bandas de satanistas que operaban en grupo. Con frecuencia los crímenes eran atribuidos a individuos inocentes o a miembros sin importancia dentro de la secta satánica cuyo rol en los crímenes fue siempre más bien marginal. Fueron los chivos expiatorios que desviaron la atención de los verdaderos culpables protegidos por jueces y policías corruptos conectados con dichos grupos satánicos. El perfil del asesino en serie como individuo perturbado que actúa en solitario no es más que un mito difundido ad nauseam por las producciones de Hollywood cuyos ridículos guiones son supervisados por agentes de la CIA expertos en desinformar a las masas y en el encubrimiento de todo tipo de criminales con conexiones con las “altas” esferas.
En todo lo que concierne a este escalofriante asunto, es preciso también mencionar la figura del ex jefe del FBI Ted Gunderson que trabajó incansablemente hasta su muerte en 2011 para alertar a la población de su país de que operaba y opera en el mismo una red secreta y extendida de sectas satánicas que secuestran a niños y los someten a todo tipo de abusos rituales satánicos. Aquí les remito el vínculo de una de sus conferencias (en ingles):
https://www.youtube.com/watch?v=EqjNa-Jpsf0
Tras escuchar testimonios como los mencionados, resulta evidente que la tortura y asesinato (y no el mero abuso sexual) de niños indefensos constituye la piedra fundacional del nuevo orden mundial satánico que se pretende instaurar definitivamente en todas partes con la falsa epidemia de coronavirus, que nos han enmascarado a todos y ha desenmascarado final y completamente a los líderes mundiales, comprados con el dinero falso de la City o la Reserva Federal.
Con respecto a la red global de pedofilia, el asunto Dutroux-Nihoul destapó el cubo de la basura en los Países Bajos, y aunque altos funcionarios cuya venalidad está fuera de toda duda boicotearon la investigación, los testimonios de las víctimas proporcionaron pruebas sólidas que apuntaban a la participación de altos dignatarios de dicho país en una red de abusos y asesinatos de menores y distribución a gran escala de “películas snuff”. Todos esos financieros y políticos masónicos están podridos hasta la médula y tras hincarles el diente a algunos de los niños que secuestraron acabarán devorándose unos a otros en una de las fiestas caníbales organizadas por Marina Abramovich.
Que el satanismo se propapagara en Holanda como lo hizo no es de extrañar si tenemos en cuenta que la casa de Saxe Coburg y Gotha, rebautizada como Windsor en Gran Bretaña y gran protectora de los Illuminati, se hizo con el trono en Bélgica y que los Rothschild dominan las finanzas en ambos países. De hecho la Unión Europea no es otra cosa la trampa que hurdieron estos últimos para atrapar a todas las naciones del continente en sus nefastas redes. La masonería ha convertido el abuso y asesinato de niños en el “último grito” en todas partes y da cobijo y protección a los delincuentes involucrados en tan atroz crimen. Esto es algo que no tiene nada de extraño, el sacrificio de los inocentes es el “sacramento” supremo del satanismo. De hecho, los Grandes Maestres Masones han exigido sin la menor duda a todos aquellos que deseaban ascender a lo más alto de la escala o de la pirámide social la práctica de la pederastia, o su apologia al menos, como condición indispensable para entrar en el nada selecto club de los todopoderosos. Esto los convierte en fáciles víctimas del chantaje, y por lo tanto los mantiene bajo el control de los Rothschild y de los psicópatas satanistas que los rodean.
Bruselas, la capital de la Unión Europea es o fue también la capital de la pedofilia mundial y no solo de la pedofilia, sino del asesinato de niños inocentes sacrificados en inmundos rituales satánicos.
Como afirmaba, no hace mucho, Joaquim Hagopian: “Al ser Bruselas la capital o la sede de la Unión Europea, y el cuartel general de la tercera región de la OTAN, Bélgica representa un punto de poder geopolítico estratégico clave en la tierra, y en especial en todo lo que ataña al establecimiento y predominio del Nuevo Orden Mundial. No nos sorprende, por lo tanto, que también sirva como la encrucijada principal que conecta la red más importante del tráfico de niños en el ámbito europeo o incluso mundial”. En la actualidad, tal encrucijada se ha trasladado con toda probabilidad a Ucrania, el estado pseudo mafioso controlado por los globalistas y los matones del batallón Azov, que los primeros tienen a sueldo, y que no son nazis como dicen algunos, sino meros satanistas (tanto si lo saben como si no) al servicio de los globalistas satánicos y pedófilos.
Cuando la prensa alternativa menciona que los nacionalistas ucranianos reivindican y exaltan la figura de Stepan Bandera, al que erróneamente califican de nazi, se olvidan de mencionar un hecho fundamental: Que Bandera nació en el seno de una familia de sacerdotes católicos griegos, en la región de Galicia y Lodoremia, que era parte del Imperio austrohúngaro en ese momento, que su alianza con los nazis fue más bien circunstancial y que terminó trabajando para los servicios de inteligencia británicos. Está claro que el origen de la feroz animosidad de algunos ucranianos hacia los rusos, eslavos como ellos, se encuentra en el eterno y vergonzoso enfrentamiento entre cristianos católicos y ortodoxos, un enfrentamiento incomprensible, fruto del sectarismo más ciego, que volvió a cubrir de sangre no mucho tiempo después, los Balcanes y cuyo verdadero responsable no es otro que la Curia romana y su determinación de convertir a Roma en el centro de la Cristiandad. Determinación que ha terminado por convertirla en uno de los centros más importantes del más abyecto satanismo.
Toda esta sangrienta confontración podría haberse evitado si los téologos católicos hubieran hecho una precisión fundamental en lo relativo al credo cristiano: que el papa no es el obispo de Roma, como algunos declaran, sino el sucesor de san Pedro, y que su sede no tiene por qué residir en Roma sino allí donde el espíritu de Dios decida.
Resulta patético que los nacionalistas ucranianos acusen a los gobernantes rusos de ser los herederos de los comunistas soviéticos que provocaron la terrible hambruna conocida como Holodomor (cosa que son verdaderamente: Es el suyo un comunismo jázaro reciclado, disfrazado de cristianismo ortodoxo) cuando ellos mismos están siendo financiados por los comunistas globalistas de Wall Street o la City de Londres. Si verdaderamente aspiraran a liberarse de la tiranía comunista soviética deberían dirigir sus misiles a la City de Londres, Washington o Peking y no sólo a Moscú que no es más que una colonia de la City y de los Rothschild. Si no me creen, no tienen más que leer este vínculo (en ingles):
Y examinar la página de la compañía (Resolution) a la que los títeres globalistas rusos han encomendado la tarea de marcar a los ciudadanos rusos como si fueran ganado.
En realidad, los nacionalistas ucranianos tendrían que enfrentarse al mundo entero. El único aliado con el que podrían contar es posiblemente Brasil, si la contrarrevolución antiglobalista y anti comunista liderada por Bolsonaro se alza con el triunfo finalmente en dicho país. Pero Ucrania no es una nación. Son dos. Dos hermanas gemelas enfrentadas en una lucha cainita que no puede acabar sino con la muerte de Abel.
Así mientras rusos y ucranianos se exterminan mutuamente en una guerra sin sentido, los huérfanos ucranianos o rusos siguen siendo traficados por las redes pedófilas satanistas que proliferan en Europa y en Estados Unidos.
Jose Francisco Fernández-Bullón, 24 de diciembre de 2022
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Publicado originalmente por Red Internacional