Han pasado dos años ya – por Israel Shamir

Han pasado dos años desde aquella memorable incursión matutina, cuando los combatientes de Hamás hicieron realidad la fantasía más descabellada de nuestro tiempo y escaparon con alas de águila de la prisión de Gaza. Sobrevolaron las alambradas y los campos minados donde los crueles guardias los mantuvieron encarcelados durante quince largos años, y atacaron a los carceleros. Esta fue la hazaña más valiente y noble de los guerreros de Hamás. Repasemos rápidamente el destino de Gaza antes de aquél fatídico día.
El destino de Palestina es el más amargo, violando todas las normas. La Tierra santa está gobernada por Israel, que no permite a sus habitantes vivir en paz, entrar ni salir, ni usar el aeropuerto, además de que sus propios aeropuerto y puerto marítimo han sido destruidos, por el propio Estado judío. A los palestinos se les asesina a diario sin motivo alguno; siempre aparece una justificación y una explicación para el asesinato. Si la explicación se desmorona, hay un «¡Uy!», pero nunca restitución, ni mucho menos justicia. Palestina es una anomalía, la única colonia en nuestra época donde la población local se encuentra bajo una opresión colonial total. Los intentos de descolonizar Palestina han fracasado, y quienes buscan justicia, en el mundo entero, no pueden aceptar esta situación.
Gaza es la parte más desafortunada de Palestina. Es un bantustán bastante pequeño, rodeado por el territorio israelí y Egipto, una dependencia de Israel. La ciudad, ubicada en la costa mediterránea, no puede tener puerto propio, a pesar de que este mismo puerto existía allí mil años antes del nacimiento de Cristo. Ptolomeo, Herodoto y Estrabón escribieron sobre él. Era uno de los principales puertos del Mediterráneo Oriental, conocido en todo el mundo antiguo. Allí se traía incienso del sur de la Península Arábiga: olíbano y mirra, populares en la antigüedad, así como otros aceites aromáticos y especias. Así, a la vez que la vida era ajetreada, el comercio florecía.
Gaza fue escenario de una gran batalla. De marzo a noviembre de 1917, los británicos lucharon por Gaza y la tomaron con gran dificultad. En 1948, los judíos no pudieron tomarla, y no por falta de intentos, pero lograron expulsar a Gaza a miles de palestinos residentes de pueblos y ciudades al sur de Jaffa.
Por cierto, esta es la razón por la que, cuando Yasser Arafat acordó con el primer ministro israelí, Yitzhak Rabin, la “coexistencia pacífica” de ambos pueblos (los llamados Acuerdos de Oslo, firmados en 1993), los israelíes aseguraron que Gaza se convertiría en la principal metrópoli de Palestina. Desafortunadamente, esto no ocurrió. Es muy difícil negociar con los israelíes. Si no les gusta un acuerdo, es un “mal acuerdo” y no se consideran obligados a cumplirlo. Esto vale no solo en política, sino también en los negocios, y de hecho en cualquier otro ámbito. Y tiraron los Acuerdos de Oslo por la ventana, así de simple.
En 2006, se celebraron elecciones generales en toda Palestina. Para entonces, los palestinos estaban profundamente decepcionados con Fatah, su principal partido político y movimiento de liberación. Desde que Yasser Arafat fue envenenado por los judíos en 2004, Fatah había priorizado la complacencia israelí en lugar de cuidar de su propio pueblo. En estas elecciones libres y justas, los palestinos votaron por la principal oposición, Hamás, el partido islámico moderado que incluía a algunos diputados cristianos. El Fatah de Mahmud Abás, se negó a ceder el poder, y el ejército israelí lo apoyó. Sin embargo, en la Franja de Gaza, gracias a su separación de la mayor parte de los territorios palestinos, Hamás logró llegar al poder.
En Wikipedia (controlada por Israel) se puede leer lo siguiente: «En 2005, Israel retiró sus fuerzas de Gaza y permitió que la Autoridad Palestina tomara el control. A pesar de la retirada, Israel aún mantiene un control externo directo sobre la vida cotidiana en Gaza, así como sobre el espacio aéreo y marítimo del territorio, la mayoría de sus cruces terrestres, el suministro de electricidad y agua, y otros servicios públicos.[49][50][51] Según Human Rights Watch (HRW), los palestinos en Gaza siguen estando protegidos por los artículos de los Convenios de Ginebra .[33]
Tras las elecciones palestinas de 2006 , Hamás tomó el control total de Gaza. Esta toma de control llevó a Israel y Egipto a imponer un bloqueo terrestre, aéreo y marítimo sobre Gaza . [Para que Egipto aceptara cumplir con los planes israelíes, recibió una cuantiosa subvención de Estados Unidos. Estados Unidos ha proporcionado a Egipto más de 50 000 millones de dólares en ayuda militar y 30 000 millones de dólares en asistencia económica, según el Departamento de Estado]. Egipto se convirtió en el segundo país, después de Israel, en recibir ayuda estadounidense en la zona. Como resultado, la economía de Gaza se ha desplomado, y muchos habitantes del territorio carecen de acceso a productos básicos, según Wikipedia.
Entonces empezaron las invasiones periódicas a Gaza, a lo que llaman “cortar el césped”. Cuando el ejército israelí entró en Gaza el día de Navidad de 2008, el conflicto resultó en la muerte de unos 1.400 palestinos y 13 soldados de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI). Esta proporción es simbólica: la vida de un ciudadano israelí vale la vida de mil palestinos, a ojos judíos. En 2014, tras matar a dos mil palestinos, Israel ofreció una tregua. El gobierno de Gaza exigió que se levantara el bloqueo, y mientras el tribunal deliberaba, se acordó una tregua de tres días para enterrar a los muertos. La gente salió a las calles para recuperar el aliento después de dos semanas de bombardeos continuos. Entonces, los aviones israelíes atacaron la casa del comandante de Gaza Muhammad Deif, matando a su esposa de 27 años y a su hijo de siete meses.
Los israelíes habían calculado acertadamente que el comandante volvería a casa con su esposa e hijos durante la tregua, y llevaban tiempo queriendo matarlo. (Posteriormente, se le describió como el organizador de la represalia del 7/10/23). En su juventud, Deif fue actor y director, y escenificó una obra teatral en el campo de refugiados donde creció; su pueblo natal había sido capturado por Israel en 1948. Gracias a su experiencia teatral, escapó de sus perseguidores cambiando fácilmente de apariencia. Los israelíes intentaron asesinarlo varias veces; resultó herido más de una vez, pero, con la resistencia de un gato, regresó a la lucha.
En aquel momento, el gobierno israelí afirmó que Hamás había violado el alto el fuego al disparar tres cohetes contra Beersheba y que solo después fue que decidieron bombardear la casa del comandante Deif. Sin embargo, nadie vio tales cohetes. Hamás, que siempre informa con orgullo sobre los lanzamientos de cohetes, no hizo tal declaración. La mentira sobre la violación de la tregua por parte de los palestinos fue desenmascarada por el exjuez del Tribunal Supremo israelí y fiscal general retirado Michael Ben-Meir. Según él, “Israel mintió sobre la violación del alto el fuego para deshacerse de Mohammed Deif”, informó el periódico israelí Maariv .
Los verdugos alados (no quiero llamarlos aviadores) cometieron una doble traición: violaron la tregua y asesinaron a la esposa y al bebé del comandante enemigo. Gengis Kan ejecutaba a sus oficiales por tales actos. Incluso durante la terrible Segunda Guerra Mundial, los nazis no enviaron sicarios par acabar con la vida de la hija de Stalin ni de los hijos de Roosevelt, ni asesinaron a las jóvenes esposas de los comandantes soviéticos.
Y después de eso, Israel continuó bombardeando Gaza de vez en cuando. En 2018, 2019, 2020, 2021, 2022… Además, Israel disparó ametralladoras y tanques contra manifestantes desarmados que se acercaban a la alambrada. Cientos de palestinos pacíficos murieron de esta manera. En Gaza, el Domingo Sangriento se celebra todos los años, a veces incluso dos veces al año.
En 2018, jóvenes palestinos, inspirados por las ideas de Gandhi y Martin Luther King, probaron la desobediencia civil y la no violencia. Se congregaron en grandes grupos y marcharon hacia la valla que rodeaba su enclave. Los judíos se burlaron de ellos y los ametrallaron. Cientos de ciudadanos pacíficos que participaban en la Gran Marcha del Retorno fueron masacrados. Por eso, el 7 de octubre se volvió inevitable. ¿Cuál fue la razón inmediata?
Los palestinos necesitaban interrumpir el acuerdo de Estados Unidos con Arabia Saudita. Los estadounidenses querían que los saudíes normalizaran las relaciones con Israel ignorando a los palestinos, lo que habría mantenido a estos últimos bajo una subyugación colonial. Sin embargo, tras el bombardeo israelí de Gaza, Riad suspendió oficialmente las negociaciones sobre este asunto. Por supuesto, no se ha descartado por completo la posibilidad de que los líderes saudíes acepten dicho acuerdo en el futuro, pero es improbable que su pueblo lo acepte. El rey Salman ibn Abdulaziz Al Saud lo entiende perfectamente, por lo que cedió sin esperar a que estallara la ira popular. El “gran acuerdo” planeado por Trump y Bibi —entre Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos e Israel— ignorando a los palestinos, se derrumbó. Si este acuerdo se hubiera concretado, la causa palestina habría zozobrado. Cuando el colonizador ya se sentía relajado, confiado en un dominio eterno sobre Palestina, con la ayuda de Estados Unidos y Arabia Saudita, en ese momento, tras 16 largos años de bloqueo, las fuerzas combatientes de Gaza asestaron un duro golpe a los judíos complacientes. Sobrevolaron la alambrada en sus alas Deltas y atacaron a sus verdugos. Destruyeron bases del ejército israelí alrededor de Gaza y se llevaron a cientos de prisioneros para intercambiarlos por sus propios cautivos.
Y entonces los israelíes comenzaron una masacre: decenas de miles de palestinos fueron asesinados, miles de niños y bebés, miles de mujeres… No escatimaron ninguna táctica despreciable: obligaron a los palestinos a huir hacia el sur por una carretera específica y los bombardearon mientras se retiraban. La hambruna también se utilizó como arma: en Gaza, el antiguo granero de Palestina, los niños mueren de hambre. No hay comida; todo ha sido bombardeado. Se han lanzado más bombas sobre Gaza que sobre Dresde y Hamburgo, y sobre Hiroshima y Nagasaki. Han convertido a Gaza de un campo de concentración en un campo de exterminio. Y mintieron profusamente sobre el 7 de octubre, ya que se convirtió en su justificación favorita para la matanza.
El estilo de Israel es el mismo de siempre y no cambia. Primero, inventan una fantasía sádica y descabellada: cuarenta cabezas cortadas, un bebé horneado, violaciones y asesinatos masivos. Aunque pronto quede claro que todo esto es mentira: hasta el ejército israelí admite que no ocurrió nada de esto. No pudieron encontrar ni una sola mujer que hiciera una demanda por violación. ¡Ni una sola! Y en cuanto a bebés, no se encontraron cuarenta, ni siquiera un bebé torturado. La invención pronto se derrumbó, pero la propaganda continuó. Este es un elemento básico de la forma judía de librar una guerra. De niño, me contaban historias de que los alemanes hacían jabón con grasa judía y les arrancaban la piel para fabricar pantallas de lámparas. Más tarde, estas leyendas se disiparon, pero el oscuro mito persistió.
Aunque la simpatía de los pueblos de Oriente Medio, Europa y América está con Palestina, las autoridades de la mayoría de los países intentan no enfadar a Israel. La mayor sorpresa para mí fue que Rusia defendiera a Palestina. Una delegación de Hamás fue recibida en Moscú. Mucho antes de la reciente reunión en Pekín de representantes de 14 facciones palestinas, todos los grupos palestinos se reunieron en Moscú. El presidente Putin fue uno de los primeros en condenar el genocidio que perpetraban los judíos en Gaza. Rusia se solidarizó con Sudáfrica, el país que había erradicado el apartheid, con Irlanda, la colonia británica centenaria y rebelde, y con China y Brasil, socios de Rusia en el BRICS. La semana pasada, el presidente Putin mencionó a Hamás como una de las partes con las que había que hablar antes de formarse una opinión sobre el plan de Trump para la paz en Gaza.
La cuestión de Palestina cobra especial relevancia en países con una influencia judía desproporcionada, como el Reino Unido. En 2020, Jeremy Corbyn, partidario de Palestina y líder del Partido Laborista, fue destituido de su cargo en Inglaterra bajo falsas acusaciones de antisemitismo, y su escaño fue ocupado por un hombre que, como primer acto, declaró que siempre apoyaría a Israel en todo. Ese personaje, como sabemos, es Keir Starmer, líder del Partido Laborista y actual primer ministro del Reino Unido. Este es solo un ejemplo de la influencia que puede tener el lobby israelí y de cómo puede influir en las élites occidentales. Francia está dirigida por Macron, (ex) empleado de Rothschild. En Alemania, el miedo a los judíos es peor que en ningún otro lugar.
Aun así, decenas de miles de europeos, estadounidenses y australianos se manifiestan por Gaza y por la valiente gente de la Flotilla. En Estados Unidos, se está produciendo un cambio radical. Antaño, The Unz Review era la solitaria isla de libertad donde se podía debatir sobre la influencia judía. Ahora, la acompañan Carlson Tucker, la valiente Candace Owens y muchas otras estrellas de las redes y los medios masivos.
Es demasiado pronto para hablar del plan de Trump para Gaza. Aunque parezca más una forma de engañar a los palestinos para que se rindan, aún existe la posibilidad de alcanzar un acuerdo de paz. Quizás no sea el día de la “conclusión de 3000 años de historia”, pero al menos algo para detener los disparos.
Israel Shamir, 7 de octubre de 2025
