DOSSIER: Israel/Palestina: Mitos fundacionales y desmitificación – por Mar Gijón Mendigutia
En el presente artículo trataremos el nacimiento de la Cuestión palestina y por extensión el del problema de los refugiados palestinos bajo el prisma de los llamados “nuevos historiadores” israelíes. Éstos han sido los actores determinantes que han echado abajo los mitos creados por Israel -y mantenidos también por los países occidentales- que había en torno a los sucesos que ocurrieron durante y después de la guerra de 1948, y en especial, lo relacionado con la expulsión de los habitantes nativos palestinos que se convirtieron en refugiados.
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Israel/Palestina: Mitos fundacionales y desmitificación
por Mar Gijón Mendigutia
“Nuevos historiadores” y “Nueva historiografía”
La denominación de “nuevos historiadores” la recibió un grupo de investigadores israelíes en la década de 19801, siendo los más representativos Benny Morris, Tom Segev, Avi Shlaim, Ilan Pappé y Simha Flapan2. Llevaron a cabo distintos trabajos de investigación sobre la fundación del estado de Israel y de la guerra de 1948, que se pudieron realizar ante la desclasificación masiva de la documentación archivada sobre todo en Israel -y también en Cisjordania y Occidente-, lo que permitió que pudieran indagar y sacar a la luz nuevos datos desconocidos o tergiversados hasta el momento3. Estos estudios se plasmaron en distintas obras4, las más representativas son: The Birth of the Palestinian Refugee Problem 1947- 1949, libro imprescindible de Benny Morris y ya un clásico al respecto5; 1949; The First Israelis, de Tom Segev; Collusion across the Jordan. King Abdallah, the Zionist Movement and the Partition of Palestine6, de Avi Shlaim; Britain and the Arab-Israeli Conflict 1948-1951, de Ilan Pappé7; The Birth of Israel, Myth and Realities8, de Simha Flapan.
Según podemos comprobar en palabras de Benny Morris «a lo largo de los años, la historia del conflicto árabe-sionista ha experimentado una innovación interpretativa, aclaratoria. […] Y esto […] ha posibilitado una ruptura en la historiografía […] que es comúnmente denominada la “nueva historiografía”»9. Pero, no obstante; «hizo falta un cambio de dirección en la historiografía israelí para que comenzara a emerger la realidad… y el discurso que cuestiona el relato sionista se hiciera creíble… Este discurso se vuelve legítimo porque es objeto de un trabajo de historiadores israelíes; ni los testimonios de miles de víctimas, ni las investigaciones de historiadores árabes, ni la misma realidad empírica habrían podido romper el monopolio del relato sionista, en tanto los propios investigadores israelíes no hicieran coincidir sus investigaciones con el discurso de las víctimas»10.
Efectivamente, es muy importante destacar que la búsqueda de archivos por parte de estos historiadores israelíes tendió a afirmar las principales tesis de los palestinos al relatar lo que venían argumentando desde 1948. Por lo que hay que recordar que «[…] las versiones de la historia producidas por la historiografía tradicional árabe son fundamentalmente diferentes de los mitos sobre el origen de Israel […]»11. Algunos de los primeros investigadores y estudiosos palestinos que se documentaron y realizaron trabajos previamente fueron Constantine Zurayk, Arif al- Arif y Walid Khalidi12. Además hay otros estudiosos, tanto palestinos como extranjeros, a los que no se incluyen en el grupo de “nuevos historiadores”, pero que han aportado otras obras relevantes en este campo como Nur Masalha, Elias Sanbar, Sharif Kanaana, Nafez Nazzal, Elias Shoufani, Rashid Khalidi, Norman G. Finkelstein y Erskine Childers entre otros13.
No obstante, independientemente de denominaciones, de quien haya escrito estos trabajos, o en una época más tardía o más temprana, todos estos estudios son imprescindibles y forman parte de un todo, de un movimiento del que son partícipes cada uno de ellos de alguna forma, y que propició que en un determinado momento -que arrancó en los años ochenta con la invasión de Líbano y continuó hasta alcanzar su máximo apogeo con la primera Intifada– se encontrasen muchos de ellos y conocieran las distintas investigaciones de los demás, lo que motivó nuevos planteamientos. Como explica Ilan Pappé:
En esos años la Intifada abrió un nuevo capítulo en el diálogo palestino-israelí que esencialmente llevaba el sector universitario14. […] Gracias a este diálogo la mayoría de los investigadores israelíes que se ocupaban de la historia de su país y no estaban vinculados a grupos políticos extremistas conocieron la versión histórica de sus colegas palestinos. Muchos de ellos, con motivo de este encuentro, pudieron apreciar el auténtico valor de unos trabajos universitarios que hasta entonces se consideraban pura propaganda. Salieron a relucir algunos capítulos desagradables o vergonzosos de la historia israelí. Pero sobre todo los investigadores israelíes tomaron conciencia de la contradicción fundamental entre las aspiraciones nacionales sionistas y su ejecución a expensas de la población local de Palestina15.
Por lo tanto, se hizo evidente que esta “nueva historiografía” israelí estaba en consonancia con una nueva imagen crítica, que influía en varias disciplinas de las ciencias sociales, y en la mayoría de los profesores de las universidades israelíes. Estos “nuevos historiadores”, y por extensión, los también denominados como “nuevos sociólogos” habían sido debidamente presionados por las instituciones para estudiar y enseñar la historia de Israel, y por esta razón, al constatar distintas fuentes, fueron los primeros en rechazar la reflexión convencional del propio sistema16.
El debate suscitado pasó de las publicaciones académicas más especializadas, por lo general, más restringidas, a los periódicos y en especial a los artículos del popular diario israelí Haaretz. Lo que provocó que la polémica en torno a las ideas de los “nuevos historiadores” llegase a toda la población. A esto también ayudó en gran medida la publicación de varios libros anteriormente mencionados17. Como consecuencia, estas circunstancias permitieron que todo ello fuera de dominio público, y después de que pasara el tiempo suficiente, se pudo hablar de un verdadero fenómeno cultural18, pero que como veremos más adelante tendría distintas connotaciones.
La prensa nacional israelí, en general, califica a estos investigadores de “postsionistas”19, aunque bien es cierto que entre ellos hay quienes rechazan este término20. Por ejemplo, el historiador Nur Masalha los considerará así «los autores israelíes no son un grupo monolítico; van desde sionistas progresistas hasta el “postsionismo”, desde el historiador positivista de la vieja escuela hasta el relativista “postmoderno”»21. Ante las distintas denominaciones de las que son objeto estos intelectuales, algunos de ellos, como Ilan Pappé, piensa que lo que sería más adecuado sería llamarles “revisionistas”22. No obstante, Benny Morris rechaza este término porque puede recordar el movimiento revisionista del sionismo de Zeev Jabotinsky lo que puede llevar a “confusión”. También evita esta denominación porque para él «en general, los “viejos historiadores” de Israel no eran realmente historiadores, ni produjeron auténticamente historia. En realidad eran cronistas, y con frecuencia apologistas»23.
“Nuevos”24 y “Viejos” historiadores
A mediados de los años noventa, el gran debate histórico que se estaba produciendo en Israel provocó un enfrentamiento académico entre la vieja guardia y los “nuevos historiadores”25.
Los “viejos historiadores” -como responsables directos de los mitos fundacionales- se vieron obligados a defender mejor su terreno ante estos
«inquietantes» estudios. Empezaron atacando a los “nuevos historiadores” calificándolos como «judíos que se odiaban a sí mismos» e hicieron algo muy parecido a una caza de brujas26. Entre algunos de los argumentos que esgrimieron para acusarles se encontraban los de reescribir la historia a imagen y semejanza de sus enemigos, (árabes y palestinos), y buscar la propia destrucción del estado de Israel al socavar su legitimidad. Para este propósito la vieja guardia no reparó en hacer uso de los medios de comunicación estatales y así conseguir que la opinión pública se movilizase y estuviera en contra de los «traidores», al mismo tiempo que manipulaban los miedos y la aprensión de esta sociedad27.
Estos ataques procedían no solo de historiadores ortodoxos como Shabtai Teveth, Anita Shapira, Shlomo Aharonson, Itamar Rabinowich, Efraim Karsh, Yoav Gelber y Abraham Sela sino también de algunos escritores y periodistas populares del estilo de Aharon Megged, Hanoch Bar-Tov o David Bar-Ilan28. No obstante, sus oponentes, sobre todo, Benny Morris, defendieron que la nueva ideología había nacido precisamente porque «Israel ya era mayor de edad, suficientemente fuerte y reconocido su derecho a la existencia por sus enemigos árabes»29.
A lo largo de los años, muchos académicos israelíes optaron por el compromiso sionista y por las versiones “oficiales” de los hechos «causadas por las exigencias de sus profesiones y los requerimientos del estado sionista-judío»30. Por eso no es sorprendente que las clases dirigentes políticas y académicas reaccionaran de esa forma ante la “nueva historiografía”. Hicieron todo lo posible para boicotear en todos los ámbitos esos primeros pasos dados hacia una autocrítica y concienciación en el reconocimiento del papel de Israel en el Desastre palestino.
Algunas pruebas de esto son que tanto los académicos con mayor poder, fieles a los principios sionistas, como en los departamentos de Estudios de Oriente Próximo de las universidades israelíes siguen ignorando e intentan ocultar la Nakba palestina como hecho histórico u objeto de estudio31. Y para alcanzar este objetivo forman parte de las numerosas represalias que se han llevado a cabo contra los “nuevos historiadores” o todo aquel que vaya contra el establishment sionista.
Por ejemplo, la persecución que se hizo a Teddy Katz y utilizando este pretexto a Ilan Pappé. Teddy Katz estudiante en la Universidad de Haifa llevó a cabo su tesis con los datos suficientes para probar que se había producido una matanza en Tantura en 1948 ejecutada por la brigada Alexandroni, pero ante la polémica desatada y las presiones a las que le sometieron tuvo que firmar una declaración y reconocer lo infundado de su investigación. Aún así, Ilan Pappé, profesor de Historia en la misma universidad, secundó este trabajo por los sólidos datos que demostraban que esa masacre realmente había tenido lugar. Como consecuencia, el consejo de disciplina quiso despedirle con la excusa de este respaldo público. No obstante, gracias al apoyo internacional se evitó la exclusión pero quedó claro que la universidad «ya no era un refugio de liberalismo, y que las autoridades no tenían ningún reparo en iniciar una caza de brujas contra quienes se negaban a adaptarse al nuevo orden intelectual y moral»32.
Algo similar le ocurrió a Benny Morris después de la publicación de sus obras. Fueron numerosas las voces que querían retirarle como profesor de la Universidad Ben Gurión de Israel por «manchar el nombre de esta universidad», o a Simha Flapan al que su propio kibbutz se negó a enterrarle en sus tierras a causa de su libro The Birth of Israel, Myth and Realities, considerado herético en su época33.
Mitos fundacionales y desmitificación
Como destacamos anteriormente, los mitos fundacionales en la creación del estado de Israel son una serie de tesis oficiales sionistas validadas y seguidas por las principales esferas académicas y políticas israelíes. Estas versiones han sido extendidas y mantenidas en el resto del mundo a lo largo de los años, hasta que han visto la luz una serie de nuevas investigaciones llevadas a cabo por un grupo de estudiosos israelíes, palestinos y en menor medida extranjeros. Estos han conseguido «desmontar» uno a uno los diferentes mitos a través de diversas fuentes, siendo la más importante la información procedente de los archivos israelíes desclasificados de la guerra de 1948.
Por ejemplo, el mito de «una tierra sin pueblo, para un pueblo sin tierra», base fundamental del sionismo antes de la guerra de 1948 y que no se han cansado de divulgar por doquier los líderes israelíes, no es tan solo «un famoso lema propagandístico sionista desde sus inicios. Aparece en casi toda la historiografía sionista israelí que trata de la construcción de la nación»34. Muchos de los judíos israelíes han creído a pies juntillas que Palestina estaba deshabitada y era un desierto hasta que aparecieron ellos. Curiosamente este «kafkiano» mito cae por sí mismo al dar paso a otro de los más importantes y más utilizado por los israelíes como es el de que los dirigentes árabes realizaron diversos llamamientos a la población a través de la radio, e instaron a los palestinos a que huyeran, abandonasen sus casas, y todo ello voluntariamente. Como contrapartida, estos historiadores proporcionaron la prueba de la expulsión planificada de 750.000-
800.000 palestinos en 1948. Por una parte, se comprobaron los archivos radiofónicos que no revelaban ningún llamamiento. Y, por otro lado, el estudio del Plan Dalet o Plan D, probó realmente que el objetivo sionista era hacer desaparecer la comunidad palestina y expulsar a todos sus miembros, (con masacres y distintas matanzas a menor o mayor escala), con la intención de acelerar el éxodo de la población.
Por último, se encuentra el mito de que Israel era «débil» ante su poderoso «enemigo árabe», además de que cuando terminó la contienda quería firmar la paz con los diferentes países de la zona, algo que, como comprobaremos más adelante, también han desmentido los nuevos estudios35.
A continuación detallaremos algunos de estos mitos por su relevancia, especialmente el mito del éxodo voluntario de los palestinos36.
Mito primero: el éxodo voluntario de la población palestina
Según la historiografía tradicional israelí, los palestinos, como mucho 500.000, partieron voluntariamente respondiendo a los llamamientos de los dirigentes árabes. Incluso se llega a decir que los líderes judíos intentaron persuadirles para que se quedaran37. Al igual que tampoco se había planeado ninguna expulsión, y las escasas matanzas que hubo que lamentar, según los israelíes, -como Deir Yassin, el 9 de abril de 1948- fueron perpetradas por tropas extremistas e incontroladas pertenecientes al Irgún de Menahim Beguin y el Stern de Yitzhak Shamir38.
Pero para los historiadores fue una expulsión a conciencia «según lo dispuesto en un plan político-militar jalonado de matanzas»39. Como demuestran los análisis posteriores, uno de ellos realizado por Benny Morris, los archivos no recogen ningún llamamiento nacional, palestino o árabe. Tampoco hay ninguna prueba de que los países árabes, ni el Alto Comité Árabe (ACA) promovieran un éxodo masivo, ni de que hubieran dado instrucciones generales o hecho llamamiento alguno a los palestinos para que huyeran de sus hogares.
También, Walid Khalidi, en un análisis anterior y más profundo, examinó, por un lado, los archivos radiofónicos y buscó cualquier indicio de las supuestas órdenes de los líderes árabes, y por otra parte, al mismo tiempo, continuó su investigación partiendo de la idea de que si no se habían realizado estos llamamientos, por lo tanto, se había producido una expulsión a gran escala de esta población. Para ello pudo reunir los datos suficientes y sacar a la luz el denominado Plan Dalet que corroboró esta teoría.
Archivos radiofónicos y el Plan Dalet
En primer lugar, para desmentir esta tesis, Walid Khalidi inició su investigación consultando los archivos de radio de la BBC en el British Museum de Londres:
Si las órdenes se hubieran emitido por radio […] y si se hubieran escuchado en […] pueblos y […] ciudades provocando la salida precipitada de miles de habitantes, tendría que haber grabaciones con rastros o ecos de esas órdenes. Había que buscarlos en los archivos de las estaciones de observación de los gobiernos británico y estadounidense […] que cubrían toda la zona de Oriente Próximo […]40
No encontró el menor rastro de órdenes de evacuación en el bando árabe; por el contrario, las emisoras árabes habían dado instrucciones a los palestinos para que permaneciesen en sus casas. A Walid Khalidi, por otra parte y por separado, se le unió el escritor Erskine Childers quien examinaría también los archivos de la BBC y llegaría a las mismas conclusiones que él41. Mientras tanto, en la revista The Spectator se producía un debate-enfrentamiento entre Childers, Khalidi y Jon Kimche42. Finalmente, se pudo demostrar irrefutablemente lo que aquellos ya sabían que los llamamientos nunca habían existido y que no se había producido ningún exilio voluntario.
Desmentida esta teoría de los llamamientos y del éxodo voluntario, Walid Khalidi, consiguió dilucidar el Plan Dalet o Plan D43, al reconstruir distintas fuentes sionistas como el libro de los hermanos Kimche, Jon y David, A Clash of Destinies, la obra del antiguo militar Netanael Lorch, The Edge of the Sword44, y las fuentes en hebreo Sefer HaPalmah, Qravot 5708, y Sefer Toldot HaHaganah45.
En definitiva, el Plan Dalet y el estudio que conlleva, es la prueba decisiva que demuestra que existió y que se ejecutó este plan como parte de una gran estrategia general urdida por el movimiento sionista, incluso «la inspiración del Plan D es el propio concepto sionista, su aplicación tiene su origen en el pensamiento estratégico del sionismo»46. Las pautas trazadas y los objetivos marcados llevaban a un mismo fin: la creación de un estado judío. Y sabían que si querían alcanzarlo era preciso hacer desaparecer la comunidad que había previamente, destruyendo las bases que la sustentaban, expulsando a sus habitantes y cometiendo asesinatos para que ese éxodo fuera más rápido y eficaz.
Además, la importancia de este estudio y del Plan Dalet radica en que este plan, acompañado de otras estrategias, fue la “causa”, y el efecto el nacimiento de la Cuestión palestina y el problema de los refugiados palestinos. Su ejecución inició una interminable y dramática «situación» aún sin resolver y parte indispensable de la solución del conflicto, los refugiados.
El Concepto de Traslado
Otro de los aspectos que lleva consigo el “mito del éxodo voluntario” y que es preciso resaltar y centrarnos en él es el término de “traslado” o “transferencia” de la población -eufemismos utilizados para denominar la expulsión-. Este concepto ha sido el «protagonista» en la planificación de la política sionista durante el siglo pasado. La demografía palestina y la cuestión de la tierra ya estaban en el núcleo mismo de la idea preconcebida sionista de “traslado” y de los planes secretos para llevarlo a cabo entre 1930 y 194047.
Hay numerosas pruebas basadas en documentos de archivos israelíes que revelan que los principales políticos como Chaim Weitzman, primer presidente de Israel, David Ben Gurión, primer ministro, y Moshe Sharret, ministro de Asuntos Exteriores, habían aprobado previamente «el “traslado” entre 1937-1948 y previsto la “limpieza de la tierra” en 1948». Además, intentaron por todos los medios influir en las propuestas de la Comisión Peel en 1937, en la cual se proponía una partición de Palestina entre árabes y judíos, algo que conllevaba de por sí la idea de la “transferencia”48.
El estallido de la guerra también demostró que la evacuación masiva solo era posible si iba acompañada de gran número de atrocidades. Así lo constata el historiador militar israelí Arieh Yitzhaki al afirmar que las fuerzas judías perpetraron importantes matanzas, entre 1948-49, y otras menores (individuos o grupos pequeños) en casi todos los pueblos. Otro historiador en la línea de Yitzhaki que corrobora esta versión, Uri Milstein, va más allá al afirmar que en 1948 todas las batallas terminaron en matanzas49.
Además, en agosto de 1948, en clara sintonía con la política planificada y aplicada hasta entonces por los sionistas, el gobierno israelí dio un paso más y creó un Comité de Traslado que estaba encargado «formal y oficialmente (aunque en secreto)» de dirigir el asentamiento de los refugiados palestinos en los países árabes. De este comité saldrían las principales líneas de acción de la propaganda israelí sobre los refugiados palestinos, «así como algunos de los mitos del 48». Formaban parte de él, el alto consejero de Asuntos Árabes del ministerio de Asuntos Exteriores, Ezra Danin, el consejero del primer ministro de Asuntos Territoriales, Zalman Lifshitz, y Yosef Weitz, jefe del departamento de Colonización de Tierras del Fondo Nacional Judío50. El espíritu de este comité se puede observar en las propias palabras de Yosef Weitz: «debemos tener clara una cosa: en este país no hay sitio para dos pueblos […] y la única solución es la tierra de Israel sin árabes […] trasladar a los árabes de aquí a los países vecinos […]. No tiene que quedar ni un solo pueblo, ni una sola tribu beduina»51.
Finalmente, también los análisis de este estudio presentan claramente a un Ben Gurión que «acariciaba la idea del “traslado” desde hacía tiempo» a la vez que dirigía la expulsión de los árabes y la confiscación de sus bienes, pero no obstante, muy preocupado en no dejar rastro de su responsabilidad. Con este objetivo se expurgaron de los archivos ciertos textos con alusiones al “traslado” y las operaciones de expulsión que estaban planeadas o ya habían sido ejecutadas52.
Como hemos visto con el Plan Dalet y la idea misma de “traslado”, podemos decir que había y se seguía un verdadero plan, un gran plan -que se fue gestando en distintos espacios y esferas políticas sionistas y pro-sionistas- para poder crear el estado de Israel y seguir poniéndolo en práctica una vez que esto se hubiera alcanzado. Para ello ejecutarían tácticas atroces que facilitarían la expulsión, afianzarían lo conseguido, e impulsarían una rápida colonización de la tierra. Así que, como podemos comprobar ahora, cuando Ben Gurión declaró en el consejo de ministros, en junio de 1948, su intención de evitar el regreso de los refugiados palestinos «a cualquier precio», en realidad formaba parte de un programa político muy concreto53.
Mito segundo: un frágil Israel frente a un poderoso enemigo árabe
En primer lugar, forma parte también de este mito reflejar la fundación de Israel como heroica al verse como una «victoria milagrosa» de «personas desvalidas»54, pues era común difundir la idea de que la comunidad judía estaba formada por un gran número de supervivientes del holocausto a duras penas capaces de combatir55.
En segundo lugar, el gran desequilibrio que había entre «la minoría judía y la multitud árabe» ha sido descrito por los “viejos historiadores” en numerosas ocasiones. Pero nuevamente, la apertura de los archivos ha determinado esta línea de investigación con un nuevo enfoque y contrario al relato sionista predominante: el Yishuv y el resto de judíos en Palestina no estaban en inferioridad de condiciones y su poder no era menor que el de los ejércitos árabes. Es decir, el mito de la lucha de David contra Goliat constantemente repetida en los distintos ámbitos israelíes realmente no se produjo56.
También se ha demostrado que era errónea la idea de que todos los estados árabes se unieron conjuntamente, el 15 de mayo de 1948, para destruir el recién creado estado israelí, invadir Palestina y expulsar a sus habitantes judíos. Las distintas investigaciones, por ejemplo en este caso de Simha Flapan, concluyen que los países árabes no tenían por objeto la liquidación del nuevo estado, sino prevenir la aplicación de un amenazante acuerdo entre el gobierno provisional judío y el rey Abdallah con su proyecto de crear de nuevo una “Gran Siria”57.
Tampoco, como ha indagado Avi Shlaim, la situación que aparece a partir de la guerra de 1948 es la de «un Israel completamente solo contra la fuerza combinada de todo el mundo árabe»58. Lo cual corrobora Benny Morris: «el mapa en el que se ve un Israel minúsculo rodeado de un mundo árabe gigantesco no reflejaba con exactitud -ni tampoco lo hace hoy- la verdadera relación de fuerzas militares en la región»59.
El rechazo de todos estos aspectos se centra en distintas pruebas. Por un lado, los nuevos documentos encontrados confirman la superioridad de las fuerzas israelíes en efectivos, en armamento (tierra, mar y aire), en un mejor entrenamiento, y una mayor experiencia y coordinación. Además de un claro respaldo por parte de dos de los países más poderosos, Estados Unidos y la URSS. Con este último, el apoyo se hizo mucho más patente en el ámbito diplomático y militar60.
Por otra parte, otra prueba en la que se han centrado los estudios ha sido en la importancia de la mencionada alianza transjordana-sionista que emergió durante 1930-194061. Según las investigaciones de Avi Shlaim, esta alianza demuestra que se produjo un acuerdo secreto el 17 de noviembre de 1947 (días antes del plan de partición de la ONU) entre Golda Meir y el rey Abdallah de Transjordania. En él se repartían Palestina, y la Legión Árabe (único ejército árabe poderoso en la zona) se comprometía a no cruzar la frontera del territorio que sería asignado al estado judío62. Con ello los sionistas pretendían en primer lugar frustrar la creación de un estado árabe. Y al mismo tiempo se intentaba incrementar el territorio asignado por Naciones Unidas63. A todo ello también contribuyó evitar la guerra contra los estados árabes en su conjunto, pues Israel sabía la total desunión que había entre ellos a causa de sus diferentes intereses64.
La Legión Árabe participaría en la guerra a partir del 15 de mayo de 1948, pero, como se ha constatado, no penetró nunca en territorio israelí, ni tomó la iniciativa en las grandes batallas, menos en el caso de Jerusalén. Jerusalén fue el único punto en discordia y coincide con el único lugar en el que se enfrentó la Legión Árabe de Transjordania y las fuerzas israelíes con la huída de estos últimos65.
Finalmente, cuando se firmaron los distintos armisticios al final de la contienda en 1949, el pacto secreto judeo-jordano se impuso al plan de partición de la ONU y consiguieron así lo que pretendían; Jordania ocupó y se anexionó Cisjordania, e Israel, el gran beneficiado, aumentó en un tercio la superficie de lo que le había sido atribuido por las Naciones Unidas.
Mito tercero: el deseo de paz expresado por Israel al finalizar la guerra
De nuevo, según la versión oficial, Israel siempre ha “tendido su mano” para alcanzar la paz, pero dado que los líderes árabes desde un principio no reconocieron su derecho a existir, nunca ha habido ningún interlocutor con quien negociar.
Como respuesta, los nuevos estudios han demostrado que desde finales de la Segunda Guerra Mundial hasta 1952, Israel rechazó propuestas realizadas por los estados árabes y por mediadores neutrales que podrían haber alcanzado un acuerdo66. Estas investigaciones apuntan a que los líderes árabes y sus gobiernos estuvieron preparados para negociar una solución del conflicto antes, durante y después de la guerra de 1948. Y la conclusión general que se puede obtener es que tanto Egipto como Siria y los palestinos demostraron por sus acciones que había oportunidades para la paz, pero que Israel no estuvo preparado o no fue capaz de pagar el precio requerido67, e incluso desairó algunas propuestas68.
El ejemplo más representativo y extraordinario de estos ofrecimientos es el del caso de Siria. Tras el golpe de Estado ideado por el coronel sirio Husni Zaim, éste propuso que Siria absorbiera y reasentara a 300.000 refugiados palestinos en la zona de Yazira, al norte del país69. Esta región con su escasa población y tierra fértil proporcionaba las condiciones ideales para un reasentamiento a gran escala. Husni Zaim pensaba que con esta propuesta el proyecto sería financiado externamente y que esta medida conllevaría numerosos beneficios para Siria70. Por lo tanto, mientras que la idea fue recibida de forma entusiasta por Estados Unidos, Israel despreció la oferta. Aunque algunos intentaron destacar la oportunidad única que se presentaba, el gobierno israelí no aceptó, pues Ben Gurión estaba determinado a imponer armisticios-tratados por la fuerza militar, no acuerdos de paz71. Cuando empezaron a replantearse esta sugerencia ya era demasiado tarde: Zaim había sido derrocado por un nuevo golpe militar.
Finalmente, como colofón a este artículo debemos hacer ciertas observaciones. Como resalta Dominique Vidal: «es normal […] que las conclusiones de los “nuevos historiadores” molesten y disgusten a muchos israelíes, porque lo que se ha desvelado no es una página cualquiera de su historia, es ni más ni menos que “el pecado original” de Israel […]72.
Efectivamente es el “pecado original” de Israel. Y es fundamental señalar que el estudio realizado por los distintos investigadores, en lo que respecta a la guerra de 1948, refleja claramente que la cuestión de la responsabilidad del éxodo palestino «no se resolverá hasta que no se resuelva la propia Cuestión palestina»73.
Con los estudios realizados sobre la Nakba se pretende tratar el origen mismo del problema. Además, debatir sobre las causas y circunstancias del éxodo puede reflejar el abanico de soluciones que se propongan al problema de los refugiados. Es decir, no se trata simplemente de contar lo que ocurrió en 1948 como «un ejercicio sin ningún propósito en la historia»74. De lo que se trata es de resaltar, como explica Nur Masalha:
Solo si se comprende […] la Nakba sufrida por el pueblo palestino en 1948 se podrá comprender la importancia del derecho al retorno para los palestinos. El dolor infligido […] solo puede enderezarse mediante un reconocimiento de su derecho a regresar a su tierra y su derecho a la restitución de sus propiedades. […] Una reconciliación genuina entre ambos pueblos […] solo será posible cuando Israel asuma la responsabilidad por haber sido el principal artífice del problema de los refugiados palestinos75.
Fuente: Revista de Estudios Internacionales Mediterráneos – REIM – Nº 5 – mayo-agosto 2008 – pp. 27-41 – ISSN: 1887-4460
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REFERENCIAS
1 «Nació durante el período inmediatamente posterior a la invasión israelí de Líbano, en 1982». MASALHA, Nur (2005): Políticas de la negación; Israel y los refugiados palestinos, Barcelona, Ediciones Bellaterra, p. 65.
2 A Simha Flapan se le considera como parte de este grupo aunque es anterior a estos. Su estudio en The Birth of Israel: Myths and Realities sobre la creación de Israel lo lleva a cabo según palabras de Michel WARSCHAWSKI: «[…] Desde una óptica de reflexión política y autocrítica, no desde una investigación universitaria pretendidamente desinteresada». Véase WARSCHAWSKI, Michel (2002): Israel-Palestina la alternativa de la convivencia binacional, Madrid, Catarata, p. 36.
3 Según explica Dominique VIDAL: «Esta desclasificación, en realidad, no es completa». El ex- ministro de Justicia Yosi Beilin cuando quiso desclasificar todos los archivos de 1948 se encontró con la oposición de la jerarquía militar y la Dirección de Archivos del Estado, pues para ellos lo único que hacía esto era incriminar a Israel. Véase VIDAL, Dominique: “De Intifada en Intifada: Israel frente a su historia”. En MARDAM-BEY, Farouk y SANBAR, Elias (2004): El Derecho al Retorno: El problema de los refugiados palestinos, Madrid, Ediciones del Oriente y del Mediterráneo, p. 127.
4 Al igual que en artículos publicados en diversas revistas.
5 Cambridge, Cambridge University Press, 1988; existe una edición revisada de esta obra: The Birth of the Palestinian Refugee Problem Revisited, Cambridge, Cambridge University Press, 2004. También hay que destacar: 1948 and After. Israel and the Palestinians, Oxford, Clarendon Press, 1990.
6 Oxford, 1988. También The Iron Wall: Israel and the Arab World, New York, W.W. Norton, 2000 o su versión en español El muro de hierro: Israel y el mundo árabe, Granada, Almed, 2003.
7 Nueva York, St. Martin Press, 1988. Y The Making of the Arab-Israeli Conflict, 1947-1951, Nueva York, IB. Tauris, 1992.
8 Nueva York, 1987. También según Ilan PAPPÉ: «A estas obras podemos añadir Uri Bar Joseph, The Best of Ennemies: Israel and Transjordan in the War of 1948, (London, 1987), Michael J. Cohen, Palestine and The Great Powers, 1945-1948 (Princeton, 1982) […]». Véase PAPPÉ, Ilan (verano de 1997): “La critique post-sioniste en Israël”, Revue d’études palestiniennes, nº 64, p. 36.
9 MORRIS, Benny: “Revisiting the Palestinian exodus of 1948”. En ROGAN, E. y SHLAIM, A. (2001): The War for Palestine. Rewriting the History of 1948, Cambridge Middle East Studies, p.37. La historiografía “revisionista”, fue aclamada críticamente a principios de los años 90. Fue el fruto, tal vez, de la ruptura del consenso nacional sionista, por el que el revisionismo histórico recibió un importante apoyo con la mencionada apertura de los archivos israelíes y el consiguiente descubrimiento de una serie impresionante de documentos. Véase MASALHA, Nur. op.cit., p. 65.
10 WARSCHAWSKI, Michel. op.cit., p. 36.
11 KHALIDI, Rashid: “The Palestinians and 1948: the underlying causes of failure”, en ROGAN y SHLAIM, op.cit., p. 16.
12 ZUREYK, Constantine escribió Ma‘ana al-nakba, (El significado de la Nakba), (Beirut, 1956); AL-‘ARIF, ‘Arif: al-Nakba: Nakba bayt al-maqdis wa-l-firdaws al-mafq d, 1947-1952, (La Nakba: el desastre de Jerusalén y el paraíso perdido) (Sidón y Beirut, 1956-61); KHALIDI, Walid: “Why did the Palestinians Leave?” (Middle East Forum 35, nº 7, July 1959); “The Fall of Haifa” (Middle East Forum, 1959); “Plan Dalet: Master Plan for the Conquest of Palestine” (Middle East Forum, 1961); All That Remains: The Palestinian Villages Occupied and Depopulated by Israel in 1948, Washington, 1992.
13 MASALHA, Nur: Expulsion of the Palestinians: The Concept of Transfer in Zionist Thought, 1882-1948, IPS, 1992; SANBAR, Elias: Palestine 1948: l’expulsion, IPS, 1984; KANAANA, Sharif: Still on Vacations! The Eviction of the Palestinians in 1948, Palestinian Diaspora and Refugee Centre, 1992; NAZZAL, Nafez: The Palestinian Exodus from Galilee 1948, IPS, 1978; SHOUFANI, Elias: “The Fall of a Village”, JPS, 1972; KHALIDI, Rashid: “The Palestinians and 1948: The Underlying Causes of Failure”; FINKELSTEIN, Norman G: Image and Reality of the Israel-Palestine Conflict, 1995; CHILDERS, Erskine: “The Other Exodus”, The Spectator, 1961. Véase BEININ, Joel (Winter 2005): “Forgetfulness for Memory: The Limits of the New Israeli History”, Journal of Palestine Studies, Vol. XXXIV, nº 2, p. 21. En el caso específico de Nur Masalha, prolífico historiador de renombre, se piensa que no se le incluye en el grupo de los “nuevos historiadores” por el mero hecho de ser palestino aunque nació en territorio israelí. Véase WARSCHAWSKI, M., op.cit., p. 36.
14 PAPPÉ, Ilan, art.cit., p. 35.
15 Ibid., citado por VIDAL, Dominique, op.cit., p. 128.
16 MASALHA, Nur, op.cit., pp. 66-67. También PAPPÉ, I., art.cit., p. 33.
17 Al principio eran en inglés pues las primeras traducciones al hebreo no se realizaron hasta comienzos de la década de 1990. VIDAL, Dominique, op.cit., p. 138. Benny Morris, considerado el más prolífico de los “nuevos historiadores”, también ha sido el que ha tenido un mayor potencial para atraer a los lectores israelíes al publicarse sus libros tanto en inglés como en hebreo. Además de Morris, Tom Segev también lo hace en este último idioma. La mayor parte de los trabajos de Avi Shlaim, Ilan Pappé y Simha Flapan están disponibles sólo en inglés. No obstante, Ilan Pappé ha escrito un único libro en hebreo, Atzulat ha-aretz: mishpahat al-Husayni, biografía politit (Aristocracy of the Land: The Husayni Family, a Political Biography), Jerusalén, 2002, mientras que la traducción al hebreo de The Iron Wall de Avi Shlaim se está realizando. Véase BEININ, Joel, art.cit., p. 7.
18 PAPPÉ, Ilan, art.cit., p. 32.
19 «El término “postsionista” se basa en una mezcla de teorías antisionistas y de una percepción postmoderna de la realidad. Hoy en día es un cómodo término que agrupa a judíos sionistas y antisionistas en los círculos universitarios y políticos israelíes. […] Este aspecto “postmodernista”, se explica por la tendencia que se aprecia en ciertos miembros de la comunidad universitaria en considerar la situación que reina actualmente en Israel como una fase de desmoronamiento de la mayor parte de los valores sionistas. Donde es imposible predecir qué es lo que lo va a reemplazar. Han desconstruido la realidad pero no son capaces de decir cómo volver a construirla. No obstante, algunos de estos investigadores ven la esperanza de sustituir el estado judío, el estado israelí, en un estado para todos los ciudadanos». Véase PAPPÉ, Ilan, art.cit., p. 33. Según el diario Haaretz, el primer aniversario, en el año 2001, de la Intifada de al-Aqsa, fue también «el primer aniversario de la muerte del “postsionismo” como movimiento y actitud social ». VIDAL, Dominique, op.cit., p. 125.
20 El sociólogo israelí Uri RAM presenta un análisis profundo de este concepto en Changing the Agenda of Israeli Sociology: Theory, Ideology and Identity, New York, 1995.
21 MASALHA, Nur, op.cit., p. 67.
22 «A la manera de los revisionistas de la historiografía de la guerra fría» PAPPÉ, I., art.cit., p.36. Este concepto también es utilizado por otros autores, entre ellos Nur Masalha y Walid Khalidi.
23 MORRIS, Benny en The birth… op.cit, p. 6. La “vieja guardia” son los historiadores oficiales que se encargan de escribir la historia de la creación del estado de Israel. Defienden y promueven acérrimamente una serie de mitos y tesis sionistas en las que ensalzan la actuación de los “padres fundadores” y eluden la total responsabilidad en todo lo que tenga que ver con la Cuestión palestina.
24 Hay que destacar que los “nuevos historiadores” no fueron los primeros en dudar de la versión oficial sionista de la historia de Israel. Los antecedentes por la parte israelí de esta nueva versión los podemos encontrar en la década de 1950 en algunos miembros pertenecientes al partido comunista o a «movimientos marginales tales como el partido sionista de izquierda Mapam». PAPPÉ, I., art.cit., p. 33. Y VIDAL, D., op.cit., p. 128. Por otra parte, se consideraban también ilegítimos los análisis del grupo antisionista Matspen, identificados con el relato palestino. Véase WARSCHAWSKI, M., op.cit., p. 36.
25 «Al drástico estilo israelí, el debate entre los “nuevos” y los “viejos” historiadores no sólo afectó lo relacionado a la diversidad de opiniones, las investigaciones, o los archivos encontrados, sino también como hace la prensa sensacionalista, afectó a los propios valores personales, con difamaciones acerca de la honestidad intelectual, acusaciones de partidismo, e insinuaciones sobre intereses ocultos». Véase CAPLAN, Neil (Summer 1995): “The new historians”, Journal of Palestine Studies, Vol. XXIV, nº4, Issue 96, p. 97.
26 MASALHA, op.cit., p. 68.
27 Baruch KIMMERLING en “Shaking the Foundations”, Index on Censorship, 24, nº 3, 1995, pp. 47-52; y en “Between Celebration of Independence and Commemoration of al-Nakbah…”, Middle East Studies Association Bulletin, 32, nº 1 (1998), pp. 15-18.
28 A finales de 1994, el editor ejecutivo de The Jerusalem Post, David Bar-Ilan, simplificó las cosas para sus leales lectores definiendo a los “nuevos historiadores” como «un eufemismo utilizado para identificar de forma clara a vulgares antisionistas». Véase CAPLAN, Neil, art.cit., p. 97.
29 MASALHA, op.cit., p. 68.
30 Ibid.
31 PAPPÉ, Ilan (16-22 May 2002): “Demonds of the Nakbah”, Al-Ahram Weekly Oline, Issue 586.
32 WARSCHAWSKI, M. (2004): A tumba abierta. La crisis de la sociedad israelí, Barcelona, Icaria, pp. 73-75.
33 WARSCHAWSKI, M: Israel-Palestina la alternativa de la convivencia binacional, op.cit., p. 36. Otro ejemplo es el del militar Arieh Yitzhaki. Afirmó que las fuerzas judías perpetraron importantes matanzas, (1948-49), y otras menores en casi todos los pueblos, por lo que a este veterano el Ministerio de Defensa le prohibió trabajar después de que sus declaraciones fueran consideradas como “injurias”. Véase: http://www.yedid.org.il/English/NewspMain.asp?id=490
34 MASALHA, Nur: “El concepto de “traslado” en la doctrina y la práctica del movimiento sionista”, en MARDAM-BEY y SANBAR, op.cit, p. 22.
35 MASALHA, op.cit., pp. 19-64; VIDAL, op.cit., pp. 125-150.
36 El libro de Simha FLAPAN, The Birth of Israel, Myth and Realities, trata todos los mitos fundacionales del estado de Israel dividiéndolos en siete.
37 FLAPAN, Simha, op.cit., p. 9.
38 VIDAL, op.cit., p. 132.
39 Ibid, p. 132, cita conclusiones de Walid KHALIDI y Elias SANBAR.
40 KHALIDI, Walid: “El Plan Dalet y la guerra de expulsión de los palestinos”, en MARDAM- BEY y SANBAR, op.cit., p. 67. Como fruto de estas investigaciones se publicaron sendos artículos suyos en esta época “Why did the Palestinians Leave?”, Middle East Forum 35, nº 7, July 1959; y “The Fall of Haifa”, Middle East Forum 35, nº 10, December 1959.
41 Plasmaría este estudio en el artículo “The Other Exodus”, The Spectator Magazine, Londres, 1961.
42 Hasta 1967, el escritor inglés y sionista Jon Kimche era el principal intérprete fuera de Israel de la versión oficial de este país del éxodo palestino, ayudado por su hermano David, a la sazón miembro de los servicios de información israelíes. KHALIDI, Walid, op.cit., pp. 65- 66.
43 Véanse completos KHALIDI, Walid: “Plan Dalet: Master Plan for the Conquest of Palestine”, Middle East Forum 37, nº 12, November 1961; Con un nuevo comentario en Journal of Palestine Studies, Vol. VIII, No.1 (Autumm 1988) pp. 4-70.
44 A Clash of Destinies y The Edge of the Sword fueron publicados en 1960 y 1961 respectivamente.
45 Sefer HaPalmah (El libro de Palmah – Palmah: es la abreviatura de Plugot Mahatz, es decir, “fuerzas de choque”), volúmenes 1 y 2 (Tel Aviv, 1953); Qravot 5708 (Las batallas de 1948), (Israel Defense Force, Tel Aviv, 1955). Trata sobre las operaciones del Palmah y la Haganah; Sefer Toldot HaHaganah, (Libro de la Haganah), vol. 3 (Tel Aviv, 1972). En este libro se encuentra detallado tanto el Plan Dalet (apéndice 48, pp. 1955-1960) como el Plan Gimmel o Plan C (apéndice 39, pp. 1939-1943), pre-plan al Dalet establecido en mayo de 1946. KHALIDI, Walid, op.cit., pp. 88-92.
46 Ibid., p. 73.
47 MASALHA, Políticas de la negación, op.cit., p. 19. Según Ilan PAPPÉ: Teodor Herzl, ya en 1882, expresa cuando llega el primer sionista a Israel, que no pueden permitir a la población local que se quede. Entrevista realizada por Solidaridad.net, el 21-1-2004 a I. PAPPÉ. Disponible en http://www.solidaridad.net/articulo1066_enesp.htm
48 MASALHA, Políticas… op.cit., pp. 38-39. Para este autor «la propuesta definitiva sobre el traslado árabe presentada por la Comisión Peel nació en realidad -y se alcanzó en secreto- en la Agencia judía, entre cuyos máximos dirigentes estaban Ben Gurión, Moshe Shertok (Sharret) y Chaim Weitzman».
49 MASALHA, Nur: “El concepto de «traslado»”, op.cit., pp. 50-51. Sharif KANAANA, en su libro Still of vacation, investiga las distintas masacres que se cometieron y considera que la matanza de Deir Yassin y la «limpieza» de los árabes formaba parte de «un plan urdido por los sionistas para conquistar las grandes ciudades palestinas». Con estos ataques se pretendía sembrar el pánico y que así también huyeran los habitantes de los alrededores. Con esto se cumplían dos objetivos en uno, ocupar la ciudad o pueblo en sí y también todos los de la zona. KANAANA, Sharif, op.cit., p. 108.
50 MASALHA, “El concepto de «traslado»”, op.cit., pp. 61-62. «Las líneas de acción de este comité se basaron en impedir el regreso de los refugiados palestinos a sus casas y pueblos destruyendo las aldeas inservibles, asentar judíos en las ciudades y los pueblos árabes, repartir la tierra de los árabes a los colonos judíos, “liberar” a los judíos de Iraq y Siria, hacer que los países árabes acogieran a los refugiados palestinos y lanzar una campaña de propaganda para que claudicaran en su idea del retorno».
51 MORRIS, Benny: 1948 and After, op.cit., pp. 89-144. Citado por VIDAL, D., op.cit., p. 137.
52 VIDAL, op.cit., pp. 134-135. Benny MORRIS describe la postura de Ben Gurión así: «[…] Era claramente partidario de que en el estado judío quedasen los menos árabes posibles […]. Pero […] se cuidó mucho de cursar órdenes de expulsión claras o escritas; prefería que sus generales «entendiesen» lo que esperaba de ellos. No quería pasar a la historia como el «gran expulsor» ni que el gobierno israelí se viera implicado en una política moralmente discutible». MORRIS, B. The Birth… op.cit., pp. 292-293.
53 VIDAL, D., op.cit., p. 137. Posteriormente se pudo comprobar claramente que se continuaba con una política para mantener el no retorno de los refugiados palestinos. «En 1950 el parlamento israelí decidió declarar “ausentes presentes” (nifkadim nojahim en hebreo) -es decir, privados de la ciudadanía y de la propiedad de sus bienes- a todos aquellos palestinos que hubieran abandonado su domicilio habitual para irse a vivir a zonas controladas por fuerzas hostiles […]».Véase: “Le Dossier Palestine. La question palestinienne et le droit international, Ligue Internationale pour le droit et la libération des peuples,”, París, La Découverte/ Documents, 1991, p. 109; CHEMILLER, Monique: “El retorno de los palestinos y el derecho internacional”, op.cit., p. 295.
54 CAPLAN, Neil: “The new historians”, art.cit., p. 96.
55 PAPPÉ, Ilan: “La critique post-sioniste en Israël”, art.cit., p. 34.
56 LANDIS, Joshua: “Syria and the Palestine War: fighting King ‘Abdullah’s ‘Greater Syria’”, en ROGAN y SHLAIM, The War for Palestine. Rewriting the History of 1948, op.cit., p. 178.
57 FLAPAN, Simha, The birth of Israel. Myth and Realities, op.cit., p. 9.
58 MASALHA, Políticas… op.cit., p. 66.
59 VIDAL, op.cit., p. 129, cita a MORRIS, B. 1948 and After, op. cit., p. 14.
60 Ibid. La URSS seguía una estrategia ambigua con los judíos, mientras que los judíos soviéticos eran reprimidos, el Kremlin facilitaba armas a Israel al mismo tiempo que lo apoyaba y defendía en Naciones Unidas. Para ver más RUCKER, Laurent (2001): Staline, Israël et les juifs, París, PUF.
61 LANDIS, Joshua, op.cit. p. 178.
62 VIDAL, op.cit., pp. 129-130.
63 FLAPAN, op.cit., p. 8.
64 LANDIS, op.cit., p. 178.
65 WARSCHAWSKI, Michel, Israel-Palestina la alternativa de la convivencia binacional, op.cit.,
66 FLAPAN, op.cit., p. 203.
67 Ibid.
68 PAPPÉ, Ilan, The making of the Arab-Israeli Conflict, op.cit., p. 193.
69 SHLAIM, Avi (Summer1986): “Husni Za‘im and the Plan to Resettle Palestinian Refugees in Syria”, Journal of Palestine Sudies, 15, nº 4, Issue 60, pp. 68-69.
70 FLAPAN, op.cit., p. 209.
71 Ibid.
72 VIDAL, op.cit., p. 137.
73 KHALIDI, Walid, op.cit., p. 65.
74 Véase ABU SITTA, Salman: “The Feasibility of the Right of Return”, op.cit., pp. 171-196. Se puede encontrar en http://www.arts.mcgill.ca/mepp/prrn/papers/abusitta.html
75 MASALHA, op.cit., p. 57.
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VER TAMBIEN: http://nakba.qfmalaysia.org/#video