Hay que destruir España

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España tiene numerosos enemigos. Históricamente lo ha sido el pueblo anglosajón, donde se ha propagado a la velocidad del rayo la leyenda negra antiespañola. Pero no solo. El comunismo no olvida que nuestro país es el único en donde ha sido derrotado militarmente.

Hace unos días, las autoridades de la ciudad estadounidense de Los Ángeles decidieron retirar la estatua de Cristóbal Colón de un parque local porque “fue responsable de atrocidades y sus actos contribuyeron al mayor genocidio jamás registrado. Su imagen no se tiene que celebrar en ninguna parte”. El zopenco ignorante que pronunció estas palabras fue el concejal demócrata Mitch O’Farrell, uno de los ejecutores de la majadería en cuestión.

Si hay algo que reconocer a los hijos de la Gran Bretaña es su eficacia a la hora de propagar la leyenda negra anti española, tapando la suya propia. Porque si hay un pueblo que se ha caracterizado por llevar a cabo exterminios allá adonde ha extendido sus tentáculos, ése es el británico.

No hay más que ver el número de indígenas que quedan en Estados Unidos en comparación con los que encontramos en Hispanoamérica. La masacre de indios en Norteamérica fue brutal y despiadada. Y, durante años, nos la han vendido como entretenidos westerns de sobremesa de sábado, donde los indios eran los malos y los blancos los buenos.

Sería bueno recordar que, por ejemplo, Jeffrey Amherst, comandante en jefe de las tropas británicas en América del Norte a mediados del siglo XVIII, ordenó la entrega de mantas infectadas de viruela a los indios Delaware “para exterminar a esta raza execrable”. Su medida tuvo éxito: él mismo reconoce en su diario que alrededor de 100.000 indígenas fallecieron como consecuencia del virus.

Los españoles, por el contrario, nos dedicamos a vacunar a toda la población del imperio contra la viruela, y así, en 1803, partía del puerto de La Coruña hacia América, Filipinas y hasta China la Expedición Balmis, encargada por el propio rey Carlos IV, en la que se convirtió en la primera expedición sanitaria internacional de la Historia.

Pero para el majadero concejal demócrata de Los Ángeles, el malo, el genocida, el exterminador, es Colón, y no, por ejemplo, Amherst.

Y es que España tiene numerosos enemigos. Históricamente lo ha sido el pueblo anglosajón, donde se ha propagado a la velocidad del rayo, como decíamos antes, la leyenda negra antiespañola. Pero no solo. El comunismo no olvida que nuestro país es el único en donde ha sido derrotado militarmente. Los propios comunistas españoles se esfuerzan con denuedo por gobernar una nación de la que evitan pronunciar su nombre, entonar su himno, mostrar los colores de su bandera y cuya historia les produce sarpullidos.

España es cultura y tradición católica; es la única tierra donde ha retrocedido el Islam; es la que ha llevado la civilización occidental y cristiana a todos los rincones del planeta; es la única donde el comunismo no logró imponerse por la fuerza de las armas; es la que construyó el que probablemente fue el imperio más justo y sacrificado de la historia; es la que se desangró, en fin, en favor de todos los pueblos que gobernaba.

Y esto, por supuesto, no puede agradar a anglófonos, comunistas, yihadistas, mediocres y demás enemigos de España. Por eso manipulan la historia, ponen el foco sólo en los errores que ha cometido y olvidan y tapan sus gestas y heroicidades. Tapan, sencillamente, la verdad, y la cambian por una montaña de falsedades. Porque pretenden destruir España para crear algo nuevo, diferente, estrafalario, abominable, lúgubre.

Así que tenemos por delante un cometido apasionante: defender España como se defiende a una madre, que no es perfecta, pero que es madre. Son muchos los que quieren destruir España. ¿Se lo vamos a permitir?

Extraído por Red Internacional
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