El aborto legal, una manipulación de Macri – por Diego Pappalardo

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La administración Macri, desde que asumió la presidencia de la República Argentina, no solucionó ningún  problema grave de los que aqueja a la  Nación  y, en todo lo que pudo, los ahondó de forma dramática, por lo que no puede ofrecer a la población en general, y muy particularmente a su electorado, el cumplimiento de ni una sola de sus promesas básicas  que formuló en la  campaña presidencial 2015.

Por consiguiente, ha venido desarrollando una ingeniería pragmática para distraer y manipular la percepción y el comportamiento de la población toda, instrumentando diversas cortinas de humo que se crean y se agotan en la inmediatez.

Conforme a ello y previendo un año muy complicado por el aumento del saqueo financiero, económico y monetario que las centrales financieras internacionales cometen contra la Nación Argentina,  la usina de la estrategia político-electoral del macrismo apeló a transferir a la sociedad el debate direccionado  del proyecto de legalización del aborto, que durante años no pudo superar la aprobación en las comisiones legislativas del parlamento nacional. Para sacarle mayor jugo, se estimó conveniente hacerlo jugar como posibilidad de ley en las dos cámaras del parlamento: Senado y Diputados.´

La Administración Macri solo debía establecer las condiciones y facilitar el contexto. El resto lo pondrían los colectivos  abortistas y sus antagonistas, ambos ayudados por el fuego amigo externo.

Aclaramos que no estamos aseverando que  las bases de los dos grupos confrontados se involucraron en la pantalla distractiva y divisora  para cumplir conscientemente el rol asignado por la estratagema de la Administración Macri,   sino que las esferas oficiales, al imponer como factible la legalización del aborto, descontaban que el trabajo del activismo psicosocial lo iban a realizar por su propia cuenta ambos colectivos, cada uno alegando sus respectivos argumentos y luchando por sus  intereses  pero dentro del contexto y el sentido plasmados por la Administración Macri. En otras palabras, el ardid no necesitaba de una  larga serie de agentes sino que había que echar a rodar la bola.

Maximizando las emotividades de gran parte de la población para  obtener un shock perceptivo, distorsivo y ficticio, pero sin quebrar el campo de las relaciones de poder compuesto por el Globalismo, el Atlantismo, la Masonería,  el Vaticano, las redes de influencia protestantes, el judaísmo, el sionismo, entre otros, la ingeniería macrista ganó un poco más de tiempo amortiguando en la percepción social los efectos dañinos del formato financiero-geopolítico y el esquema económico que escogió antes de ingresar a la Casa Rosada, en diciembre de 2015, y que lo viene aplicando impunemente.

Desde que se inició la cortina de humo y tras  su finalización con el resultado de la votación del Senado, no creímos -y así lo atestiguan algunos de nuestros registros- que todas las facciones que configuran la Élite Mundial dispusieran el aborto legal y gratuito para la Argentina. No vimos indicador alguno que nos hiciera pensar en ello. Ahora bien, el Sistema Dominante en el país puede funcionar -y de hecho lo hace- sin que el estado legalice y provea el aborto, ya que el control de la natalidad y la pérdida de capacidad de poder geostratégico y demográfico  lo mismo pueden realizarse por otras vías. De hecho, Argentina es un país subpoblado y una franja vital de su población no tiene las competencias que se  requieren para hacer de la nación una entidad libre, grande y fuerte. Ello es así por obra y gracia del Imperialismo Internacional del Dinero, la Industria Política y los componentes del establishment empresarial, cultural y medial, combinados con el descompromiso que tienen  amplios fragmentos de las clases medias locales para con el destino patrio.

Concluida la pantalla de humo, la institucionalidad argentina no experimenta ningún  cambio drástico de paradigma, al contrario, los valores  y los experimentos liberal-progresistas de sesgo mundialista continuarán. En el próximo año, 2019, no habrá tratamiento legislativo del aborto pero para  muchos militantes de ambas corrientes, el tópico divisor  reemplazará a otras variables de suma importancia que hoy facilitan la expoliación  de los recursos y la esclavitud del pueblo argentino.

Gran parte de los enrolados en ambas banderas  reforzará la creencia basada en que con los instrumentos institucionales de la  democracia capitalista-financierista, surgida con la derrota en la Guerra de Malvinas , el pueblo determina la toma de decisiones en el proceso interno y los factores y actores del Poder Internacional no influyen o, en el supuesto caso de hacerlo,  pueden ser perfectamente vencidos por las propias reglas y los mecanismos impuestos por el mismo Imperialismo Internacional del Dinero. Será, una vez más, la concreción penosa de la fábula del burro y la zanahoria.

La ilusión de la democracia liberal-progresista recobrará una mayor cuota de credibilidad, aunque la volverá a perder después de 2020 debido a que el Sistema entrará en crisis.
El único Poder dominante  en Argentina se localiza en el extranjero y no hay hoy tal cosa llamada poder popular. En la realidad de los hechos, éste sí puede existir pero hay que construirlo prudente, ordenada y escalonadamente, simultáneo a la configuración compacta de una élite dirigente y una comunidad pensante y fecunda en términos estratégicos y sistemáticos.

Para ello, se deberá ir descartando el enfoque aldeano y excluyendo las recetas perimidas.

Lo mejor para el pueblo argentino está por venir.

Diego Pappalardo, 12 agosto 2018

Fuente original Red Internacional

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