DOSSIER: Auschwitz, Los Hechos y la Leyenda – por Robert Faurisson

faurisson

“En homenaje al doctor Robert Faurisson, muerto el 21 de octubre de 2018, que dedicó su vida a defender la verdad” RI

  (cuidado la simple republicacion de este este articulo le puede valer prision o multas en varios paises)

A comienzos de 1940, Auschwitz no era todavía más que una ciudad de la Alta Silesia alemana, habitada por 13.000 habitantes. En mayo de 1940, en las afueras de Auschwitz comenzo a edificarse, sobre el empl.zamiento de un cuartel de artillería del ejercito polaco, un “campo de transito” para 10.000 detenidos polacos. En los años siguientes, con el agravamiento de la guerra, Auschwitz se convirtio en el centro de un conjunto de cerca de cuarenta campos y subcampos y la capital de un enorme complejo agricola e industrial (minas, petroquímica, fábricas de armamento…) donde trabajaban numerosos detenidos, polacos y judíos en particular, junto a trabajadores civiles. Auschwitz fue, a la vez o sucesivamente, un campo de prisioneros de guerra, un vasto campo de transito, un campo hospital, un campo de concentracion y un campo de trabajos forzados y de trabajo libre. No fue nunca un “campo de exterminio” (expresion inventada por los Aliados). A pesar de las drasticas medidas de higiene y de la multiplicidad de los edificios y de los barracones hospitalarios, a veces provistos de los ultimos perfeccionamientos de la ciencia medica alemana, el tifus, que era endemico en la poblacion judia polaca y entre los prisioneros de guerra rusos, causo, con la fiebre tifoidea y otras epidemias, estragos en los campos y en la ciudad de Auschwitz en el seno de la poblacion concentracionaria, incluso entre los medicos alemanes, y en la poblacion civil. Es asi como, durante toda la existencia del campo, estas epidemias, aliadas, para algunos, a terribles condiciones de trabajo en esta zona pantanosa, al hambre, al calor y al frio, causaron, del 20 de mayo de 1940 al 18 de enero de 1945, la muerte de probablemente 150.000 detenidos (1).

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El rumor de Auschwitz

Como es normal en tiempo de guerra y de propaganda de guerra, se desarrollaron multiples rumores a partir de estos hechos dramaticos. Sobre todo hacia el final de la guerra y sobre todo en los medios judíos en el  exterior de Polonia, se conto que los alemanes mataban en Auschwitz  millones de detenidos de manera sistematica, en base a una orden recibida   de Berlín. Segun estos rumores, los nazis habian instalado “fábricas de la muerte”, especialmente para los judíos; disecaban a los detenidos vivos (viviseccion) o bien los quemaban vivos (en fosas, en altos hornos o en crematorios); o tambien, antes de guemarlos, gaseaban a los judíos en mataderos químicos llamados “cámaras de gas”. Se encuentran aqui ciertos mitos de la primera guerra mundial (2).

El apuro de los liberadores sovieticos

Los sovieticos ocuparon Auschwitz el 27 enero 1945. Lo que descubrieron era talmente contrario a lo que propalaba la propaganda que se puede decir que

se quedaron boquiabiertos. Por su organizacion misma y por sus instalaciones sanitarias, tan modernas a los ojos de los sovieticos, este campo era todo lo contrario de un “campo de exterminio”. Tambien durante varios dias, Pravda  permanecio silencioso y, en ese momento, ninguna comisión de investigacion aliada fue invitada a venir para constatar sobre el terreno la verdad de Auschwitz. Por fin, el 1 de febrero, Pravda salio de su silencio. No fue más que para poner en la boca de un prisionero, y de uno solo, las palabras siguientes:

“Los hitlerianos mataban por medio de gas a los niños, a los enfermos, así como a los hombres y mujeres no aptos para el trabajo. Incineraban los cadáveres en hornos especiales. En  el campo había doce de estos hornos”.

Se añadía que el número de muertos se evaluaba en “millares y millares” y no en millones. A1 d;a siguiente, el gran reportero oficial del diario, el judío Boris Polevoi, afirmó que el medio esencial utilizado por los alemanes para exterminar a sus víctimas era… la electricidad.

“Se utilizaba una cadena eléctrica donde centenares de personas eran matadas simultáneamente por una corriente eléctrica; los cadáveres caian sobre una cinta lentamente movida por una cadena y avanzaban as; hacia un alto ho.no”.

La propaganda soviética estaba desconcertada y pudo mostrar solamente en sus pellculas las personas muertas o moribundas que los alemanes, en retirada, habaian dejado sobre el terreno. Habia también, como muestran los noticiarios de la época sobre la liberacion del campo, numerosos niños vivos así como adultos con buena salud. La propaganda judía vino entonces en socorro de la propaganda sovietica.

La propaganda judía a finales de 1944

En la primavera de 1944, dos judíos evadidos de Auschwitz se habían refugiado en Eslovaquia. Allí, con ayuda de correligionarios, comenzaron a poner a punto una historia de los campos de Auschwitz, de Birkenau (campo anejo de Auschwitz) y de Majdanek, descritos por ellos como “campos de exterminio”. El más conocido de estos judíos era Walter Rosenberg, alias Rudolf Vrba, que vive todavía hoy en Canada. Su relato,  altamente  fantasioso, pasó enseguida, siempre en medios judíos, a Hungría, a Suiza y, por fin, a los Estados Unidos. Tomó la forma de un informe mecanografiado publicado por el War Refugee Board en noviembre de 1944, con el sello de la presidencia de los Estados Unidos; el War Refugee soard debía su creación a Henry Morgenthau Junior (1891-1967), secretario del Tesoro, que iba a hacerse célebre por el “plan Morgenthau” que, si hubiese sido seguido por Roosevelt y Truman, habría conducido al aniquilamiento físico, después de la guerra, de millones de alemanes.

Este informe sirvió de matriz a la “verdad” oficial de  Auschwitz.  Los  soviéticos se inspiraron en él para su documento URSS-008 de 6 mayo 1945 al que, en el proceso de Nuremberg, se otorgo, como a su informe sobre Katyn, el estatuto de documento “de valor autentico”, que estaba prohibido discutir. Segun este documento, los alemanes habían matado en Auschwitz a más de 4.000.000 de personas, especialmente gaseandolas con el insecticida llamado “Zyklon B”. Esta “verdad” oficial iba a hundirse en 1990.

La confesion de Rudolf Höss

El 15 abril 1946, uno de los tres comandantes sucesivos de Auschwitz, Rudolf Höss (no confundir con Rudolf Hess) “confeso” bajo juramento, ante sus

 jueces y ante los periodistas del mundo entero, que, en el tiempo  de  su mando, es decir del 20 mayo 1940 al 1 diciembre 1943, al menos 2500 detenidos de Auschwitz habían sido ejecutados por el gas y que al menos otros 500 habían sucumbido de hambre y enfermedades, lo que hacía un total de al menos 3000 muertos durante este solo periodo. Ni un momento R. Höss fue interrogado o contrainterrogado sobre la  materialidad de  los hechos extraordinarios de los que informaba. Fue  entregado  a  los polacos. Bajo la vigilancia de sus carceleros comunistas, redactó con lápiz    una confesión en buena y debida forma. Tras lo que fue  colgado  en  Auschwitz el 16 abril 1947. Curiosamente, hubo que esperar hasta 1958 para tener comunicación, parcial, de esta confesión conocida por  el gran público  con el título de Comandante de Auschwitz .

Imposibilidades fisicoquimicas

La descripción, extremadamente vaga y rápida, de la operación de gaseamiento de los detenidos, tal como la relata R. Höss en su confeslon escrita, era imposible por razones de fisica y química. No hay que confundir un gaseamiento de ejecución con un gaseamiento suicida o accidental: ¡en un gaseamiento de ejecución se quiere matar sin ser muerto!. El Zyklon B es un insecticida a base de ácido cianhídrico, utilizado desde 1922 y todavía hoy. Es de una gran peligrosidad. Se adhiere a las superficies. Es difícil de evacuar. Es explosivo. Los americanos utilizan el gas cianhídrico para la ejecución, en ciertos estados, de sus condenados a muerte. Una cámara de gas de ejecución es necesariamente muy sofisticada y el procedimiento es largo y peligroso. Ahora bien, R. Höss, en su confesion, decía que el equipo encargado de extraer 2 cadaveres de una cámara de gas penetraba en los lugares desde la puesta en marcha de un ventilador y procedía a esta tarea herculea, comiendo y fumando, es decir, si se ha entendido bien, sin incluso una mascara antigás. Imposible. Nadie habría podido penetrar asi en un océano de acido cianhídrico para manipular allí millares de cadaveres intoxicados con cianuro, ellos mismos convertidos en intocables al estar impregnados de un violento veneno que mata por contacto. Incluso con máscaras antigás con filtro especial para el ácido cianhídrico, la tarea habría sido imposible pues estos filtros no podían resistir en caso de respiracion profunda debida a un esfuerzo físico, incluso de débil intensidad.

Una respuesta de 34 “historiadores”

En Le Monde  de 29 diciembre 1978 y de 16 enero 1979, yo exponía brevemente las razones por las cuales, conociendo los lugares y el pretendido procedimiento seguido, estimaba que los gaseamientos de Auschwitz eran técnicamente imposibles. El 21 febrero 1979, siempre en Le Monde, apareció una declaración de 34 historiadores que concluía así: “No hace falta preguntarse como, tecnicamente, tal crimen en masa ha sido posible. Ha sido posible tecnicamente porque ha tenido lugar”. En mi opinión, los “exterminacionistas”, como yo los llamo, firmaban una capitulación incondicional. En el plano de la ciencia y de la historia, el mito de las cámaras de gas acababa de recibir un golpe fatal. Desde esta fecha, ninguna obra exterminacionista ha venido a aportar aclaraciones sobre este punto, y sobre todo no la de Jean-Claude Pressac, falazmente titulada  Auschwitz: Technique and Operation of the Gas Chambers (3). Para comenzar, ha acabado el tiempo en que los historiadores osaban decirnos que era autentica tal cámara de gas presentada a los turistas como “en estado original”, “en reconstitución” o “en estado de ruina” (las ruinas pueden ser parlantes). Las pretendidas cámaras de gas de Auschwitz no eran más que cámaras frías para la conservación de cadaveres en espera de su cremación, tal como lo atestiguan los planos que descubrí en 1976.

Muestrenme o dibujenme…

En marzo de 1992, yo lanzaba en Estocolmo un desafío de alcance internacional: “¡Muestrenme o dibújenme una cámara de gas nazi!” Precisaba que no estaba interesado por un edificio que supuestamente contenia una tal cámara de gas, ni por una pared, ni por una puerta, ni por cabellos, ni por calzado. Yo quería una representacion completa del arma del crimen, de su tecnica, de su funcionamiento. Añadía que, si se pretendia ahora que los alemanes habian destruido esta arma, era preciso que se me dibujara esta arma. Yo rehusaba creer en una “realidad material” desprovista de representacion material.

El Holocaust Memorial Museum

El 30 agosto 1994 visité el Holocaust Memorial Museum de Washington. No encontré allí ninguna representación fisica de la magica cámara de gas. Ante cuatro testigos, en su oficina, pedi entonces a Michael Berenbaum, Research Director del museo, que me explicara esta anomalia. Despues de un arrebato violento, acabo por responderme que ¡”se habia tomado la decision de no dar ninguna representacion fisica de la cámara de gas nazi”! No trato incluso de invocar la existencia en su museo de una maqueta artistica del crematorio II de Birkenau. Sabía que esta maqueta, que por otra parte no reproducia en su libro-guia del museo (4), no era más que una creacion artistica sin relacion con la realidad.

El hundimiento exterminacionista

Al Sr. Berenbaum tuve la ocasion de recordarle algunos acontecimientos desastrosos para la causa exterminacionista. En 1968, en su tesis, la historiadora judía Olga Wormser-Migot había reconocido que existia un “problema de las cámaras de gas” y habia escrito que Auschwitz I estaba “sin cámara de gas” (¡esta “cámara de gas” visitada por millones de turistas!)(5). En 1983, un britanico, por otra parte defensor de la leyenda del exterminio, revelaba como Rudolf Höss, antes de testificar ante el Tribunal de Nuremberg, habia sido torturado por miembros, judios, de la Seguridad militar britanica, y despues había confesado a fuerza de patadas, de puñetazos, de latigazos, de exposicion al frío y de privacion de sueño (6). En 1985, en el primer proceso de Ernst Zundel en Toronto, el testigo n· 1, Rudolf Vrba, y el historiador n· 1 de la tesis exterminacionista, Raul Hilberg, se hundieron ante el contrainterrogatorio llevado por el abogado Douglas Christie, al que yo asisti (7).

En 1988, el historiador judio americano Arno Mayer, que afirmaba creer en el genocidio y en las cámaras de gas, escribía: “Sources for the study of the gas chambers are at once rare and unreliable /…/. Besides, from 1942 to 1945, certainly at Auschwitz, but probably overall, more Jews were killed by so-called ‘natural’ causes than by ‘unnatural’ ones” (Las fuentes sobre el estudio de las cámaras de gas son raras y estan sometidas a caucion /…/. Dicho eso, de 1942 a 1945, ciertamente en Auschwitz, pero probablemente tambien en todas partes, las causas llamadas ‘naturales’ mataron más judios que las causas ‘no naturales'”, subalimentacion, enfermedades, epidemias, agotamiento)(8). En 1992 Yehuda Bauer, profesor de la Universidad hebrea de Jerusalén, calificaba de “silly” (inepta) la tesis segun la cual la decision de exterminar a los judíos había sido tomada el 20 enero 1942 en Berlín- Wansee (9).

En 1993, J.C. Pressac evaluaba el número de muertos de Auschwitz (judíos y no judíos) en un total de 775 y, en 1994, en una cifra comprendida entre 630 y 710 (10). Este mismo año, el profesor Christopher Browning, colaborador de la Encyclopedia of the Holocaust , declaraba: “Höss was always a very weak and confused witness” (Höss siempre fue un testigo muy débil y confuso) y tenia el aplomo de añadir: “The revisionists use him all the time for this reason, in order to try and discredit the memory of Auschwitz as a whole” (“Es por lo que los revisionistas lo utilizan todo el tiempo, con vista de tratar de lanzar el descredito sobre la memoria de Auschwitz en su totalidad”) (11). En Auschwitz, hasta el comienzo de 1990, todo el mundo podia constatar que, sobre diecinueve placas de metal del gran monumento de Birkenau, estaba inscrito en diecinueve lenguas diferentes que 4.000.000 de personas habian muerto en este campoi ahora bien, estas placas eran retiradas hacia abril de 1990 por las autoridades del museo de Auschwitz que, hoy todav;a, no saben siempre por qué cifra reemplazar la cifra falsa ante la cual habían venido a inclinarse todos los grandes de este mundo, comprendido el papa Juan Pablo II. En apoyo de su tesis, los revisionistas disponen de tres peritajes diferentes (F. Leuchter, G. Rudolf, W. Luftl) e incluso del comienzo de un peritaje polaco, mientras que los exterminacionistas no osan emprender un peritaje del arma del crimen.

Todos los supervivientes judíos de Auschwitz y, en particular, los “niños de Auschwitz”, es decir, aquellos que nacieron en el campo o que vivieron allí sus primeros años, son pruebas vivientes de que Auschwitz no pudo ser nunca un campo de exterminio. No solamente no ha existido ni una orden, ni un plan, ni traza de una instr.cción o de un presupuesto para esta vasta empresa que habría sido el exterminio sistemático de los judiosi no solamente no existe ni un informe de autopsia que establezca la muerte de un detenido por un gas venenoso, ni un peritaje oficial del arma del crimen, sino que tampoco existe ningún testigo de las cámaras de gas a pesar de lo que algunos autores de best-sellers querrían hacernos creer. En La Nuit , testimonio autobiografico publicado en 1958, Elie Wiesel no menciona ni una sola vez las cámaras de gas de Auschwitz; ¡dice que los judios eran extermlnados en hogueras o en hornos crematorios! En enero de 1945, los alemanes le dejaron escoger, así como a su padre, entre esperar a los sovieticos sobre el terreno o partir hacia el corazon de Alemania. Tras madura reflexion, el padre y el hijo decidieron huir con sus “exterminadores” alemanes antes que esperar a sus liberadores soviéticos. Esto se encuentra con toda claridad en La Nuit , que basta leer con atencion (12).

La mentira de Auschwitz

En 1980, yo declaraba: “¡Atencion! Ninguna de las 60 palabras de la frase  que voy a pronunciar me ha sido dictada por una opinion política:

El  pretendido genocidio de los judíos y las pretendidas cámaras de gas hitlerianas forman una sola y misma mentira histórica, gue ha permitido una gigantesca estafa político financiera cuyos principales beneficiarios son el Estado de Israel y el sionismo internacional y cuyas principales victimas son   el pueblo aleman, PERO NO SUS DIRIGENTES, y el pueblo palestino entero”.

Hoy, no veo que tenga que retirar una palabra de esta declaracion a pesar de las agresiones fisicas, a pesar de los procesos, a pesar de las multas que he sufrido desde 1978 y a pesar de la prision, el exilio o la persecucion de tantos revisionistas. El revisionismo historico es la gran aventura intelectual del fin de siglo. Solamente lamento una cosa: no poder, dentro de los limites de este artículo, encontrar el lugar necesario para rendir homenaje a los cien autores revisionistas que, desde el frances Paul Rassinier y pasando por el americano Arthur R. Butz, el aleman Wilhelm Staglich, el italiano Carlo Mattogno y el español Enrique Aynat, han acumulado sobre la realidad historica de la segunda guerra mundial tantos trabajos de merito manifiesto.

Una ultima palabra: los revisionistas no son ni negadores ni personajes animados de sombrias intenciones. Buscan decir lo que ha pasado Y no lo que no ha pasado. Lo que anuncian es una buena noticia. Continuan proponiendo un debate publico, a plena luz, incluso si, hasta aqui, se les ha respondido sobre todo por el insulto, por la violencia, por la fuerza injusta de la ley o tambien por vagas consideraciones politicas, morales y filosoficas.

La leyenda de Auschwitz debe, en los historiadores, dejar lugar a la verdad de  los hechos (13).

Robert Faurisson

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NOTAS

  • 1) Esta cifra de 150 muertos corresponde probablemente al numero de matados  en el más grande “crematorio para vivos” del mundo: el del bombardeo de Dresde, “la Florencia del Elba”, en febrero de 1945 por los aviadores
  • 2) Durante la primera guerra mundial los Aliados acusaron a los alemanes de utilizar iglesias como cámaras de gas y de hacer funcionar fabricas de cadaveres. Sobre el primer punto, vease “Atrocities in Serbia. 700Victims” (The Daily Telegraph, 22 March 1916, p. 7) a comparar con “Germans Murder 700 Jews in Travelling Gas Chambers” ( The Daily Telegraph, 25 June 1942, p.5)
  • 3) Auschwitz: Technique and Operation of the Gas Chambers, New York, Beate Klarsfeld Foundation, 1989 .
  • 4) The World Must Know. The History of the Holocaust As Told  in the US Holocaust Memorial Museum, Boston, Little, 1993, 137-143.
  • 5) Le Système concentrationnaire nazi (1933-1945), Presses Universitaires de France, 1968, p. 157, 541-545.
  • 6) Rupert Butler, Legions of Death, London, Arrow, 1983, pagina de los acknowledgements y p. 234-238.
  • 7) Barbara Kulaszka, Did Six Million Really Die? Report of the Evidence in  the Canadian “False News” Trial of Ernst Zündel – 1988 , Toronto, Samisdat Publishers, 1992 véase el indice “Vrba, Rudolf” y “Hilberg, Raul”.
  • 8) The “Final Solutionin History , New York, Pantheon, 1988, &nbsp362, 365.
  • 9) “Wansee’s importance rejected”, Jewish Telegraphic Agency, The Canadian Jewish News, 30 January
  • 10) Les Crématoires d’Auschwitz , CNRS editions, 1993, Die Krematorien von Auschwitz , München, Piper Verlag, 1994, p.202.
  • 11) Christopher Hitchens, “Whose History is it?”, Vanity Fair , December 1993, p.
  • 12) La Nuit , éditions de Minuit, 1958, p. 128-130. Es de destacar que en la edición alemana de esta célebre obra, las palabras “crematorio(s)” o “hornos crematorios” han sido sistemáticamente reemplazadas por la palabra “cámara(s) de gas” (en alemán: “Gaskammer(n)”) a fin de poner gas allí donde E. Wiesel, en 1958, habla olvidado ponerlo (Die Nacht zu begraben, Elischa, traduccion de Curt Meyer-Clason, Ullstein, 1962).
  • 13) Para las publicaciones revisionistas en frances, vease RHR (BP 122, 92704 Colombes Cedex) y, para aquellas en inglés o en alemán, Samisdat Publishers (206 Carlton Str., Toronto, Ont. M5A 2Ll, Canadá) o Institute for Historical Review (P.O. Box 2739, Newport Beach, California 92 659, USA).

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