Antecedentes: Llevo 11 años analizando la legendaria megacorrupción del Partido Popular español (PP) y sus premiados blanqueadores literarios, tanto en España como en sus ex colonias de Latinoamérica.
El neoliberalismo del PP español, en la fase aciaga del fiscalista José María Aznar, estuvo íntimamente vinculado a Israel, con el Partido Likud, y al binomio Texas-Florida, con el Partido Republicano de los Bush [1].
Rodrigo Rato, segundo de a bordo del PP bajo Aznar, huyó del «Titanic financiero del Fondo Monetario Internacional (FMI)» [2] que expuso sus vínculos delincuenciales con el Banco Santander. Más tarde, Rodrigo Rato, ya ex director del FMI, fue «enjuiciado por lavado» de dinero [3].
La aznarización de la petrolera-gasera Repsol provocó un «desastre en Sudamérica» y una «ganga en México» [4], a lo cual siguió el «colapso inmobiliario aznarista» [5].
El neoliberalismo trasnacional español incubó el «derrumbe delictivo de Antonio Solá, estratega del PP» [6].
Como cereza del putrefacto pastel, «los “papeles de Panamá” de Vargas Llosa, gran aliado literario del PP», expusieron el blanqueo neoliberal imperfecto en los paraísos fiscales [7], sin contar los escandalosos y dolosos «Paradise Papers» [8].
Hechos: Por primera vez en la historia de España, Mariano Rajoy fue defenestrado por una moción de censura presentada al Parlamento por su rival, Pedro Sánchez, quien con sólo 84 escaños del total de 350 consiguió atraer los votos de los nacionalistas vascos y los separatistas catalanes.
Pedro Sánchez –madrileño y economista proeuropeo de 46 años, que promete mejorar las relaciones con Cataluña y quitar las trabas sociales de Rajoy– fue entronizado apretadamente como nuevo jefe del gobierno español con 188 votos a favor, 169 en contra y una abstención, lo cual presagia un frágil gobierno de corta duración y elecciones adelantadas.
La noticia no es que cayera Rajoy –abogado «registrador catastral» de 63 años y uno de los políticos de mayor duración en Europa– ni que saliera mancillado su PP, que opera más bien como un cártel financierista, sino que tardó demasiado en sucumbir.
La basura ya no cabía debajo del tapete de lujo y había desbordado el edificio entero. Ya no cabían los putrefactos cadáveres en el clóset del fétido edificio del PP, convertido en un cementerio nacional.
Quizá la mejor frase que profirió en su vida el Rajoy jefe de gobierno haya sido que «entregar el petróleo a extranjeros es de un país de quinta categoría» [9], lo cual no aplicó al colonizado “México neoliberal itamita” [10].
La gota que derramó su alberca de megacorrupción fue el «caso Gürtel» que, según la BBC, «es la mayor trama de corrupción de la España democrática» con su «red de empresas que conseguían contratos de todo tipo de administraciones gobernadas por el PP en diversas partes de España», a cambio de «sobornos para los cargos públicos responsables de decidir sobre esos contratos, que incluso servían para financiar actos de campaña y otras gestiones», de acuerdo a la justicia española [11].
El portal Plural expone la serie de «muertes (ya van 6 hasta ayer [sábado 2 de junio]), suicidios y accidentes» derivados del caso Gürtel [12], traducción en alemán del apellido Correa, del empresario Francisco, y cuya investigación fue iniciada por la Fiscalía Anticorrupción.
The New York Times comenta que Rajoy fue decapitado, no por su incapacidad para resolver el conflicto catalán, sino por un «añejo problema que ha plagado la política española: la corrupción».
Así las cosas, el PP «se convirtió en el primer grupo político español en ser sentenciado por operar fondos de soborno (slush funds)», lo cual obliga a Luis Bárcenas, anterior tesorero de Rajoy, a pagar una multa y a su encarcelamiento por 33 años.
El «caso Bárcenas», derivación del caso Gürtel, quien contaba con una contabilidad subterránea (sin declarar) del PP con recepción de donativos ilegales de constructoras (sic) y entrega de dinero negro a los dirigentes.
Según el New York Times, «la Corte Nacional de España sentenció a otros 28 empresarios y políticos con más de 300 años de cárcel en sentencias combinadas por haberse beneficiado de un esquema de sobornos a cambio de contratos» [13].
De proclividad eurófoba debido a sus nexos con el euro-nihilista George Soros, el New York Times da vuelo al «caos» en el «corazón europeo» cuando la asunción de Pedro Sánchez se gestaba «el mismo día del retorno del nuevo gobierno antiestablishment en Italia, mientras Gran Bretaña abandona la Unión Europea, Polonia y Hungría ceden terreno en materia de democracia y Estados Unidos libra una guerra comercial contra sus aliados europeos».
A diferencia de Italia [14], hasta ahora en España –de sus 4 partidos principales (PP, Ciudadanos, PSOE y Podemos) que liquidaron su bipartidismo tradicional– nadie pone en tela de juicio su permanencia en la eurozona, donde es la cuarta economía, ni tampoco existe patente xenofobia contra la migración.
Conclusión: Solía decir Suetonio que «la corrupción de los mejores es lo peor». ¿A qué equivaldrá, entonces, la corrupción de los peores y su kakistocracia?
Existe un proverbio árabe sobre quienes vociferan contra la corrupción desde su propia inmoralidad: «quien tenga la casa de vidrio no debe arrojar piedras». Y es ese el caso del PSOE (Partido Socialista Obrero Español), hoy sucesor del mefítico PP.
El portal Libremercado expone la «hipocresía» del nuevo jefe de gobierno Pedro Sánchez cuando el «PSOE acumula cientos de casos de corrupción» [15].
En la corrupción del PSOE, partido travesti neoliberal, también también están implicados el ex jefe de gobierno Felipe González (¡durante 14 años!) [16] y a Rodríguez Zapatero.
Es tan desvergonzado Felipe González que llega a pretender que la corrupción en España es «un descuido generalizado» [17]. ¡Pues se pasan de descuidados! ¿Y quién será el capacitado para velar por los fondos públicos y no pervertir las instituciones?
Debido a los vasos comunicantes de los libres flujos de capitales del modelo neoliberal financierista y a la desregulación en sus paraísos fiscales piratas, la metastásica megacorrupción española impacta a sus viejas colonias en Latinoamérica, como es el caso específico del “México neoliberal itamita”: desde sus trasnacionales bancarias, como el Banco Santander [18] con su literato fascista [19] de Televisa en su seno [20], constructoras como la pestilente OHL [21], Repsol (donde presuntamente se despachó con la cuchara grande [el ex presidente mexicano] Felipe Calderón), Telefónica (donde operó el filosionista Chicago Boy Francisco Gil Díaz) etcétera.
Lo peor de todo, en medio de la contagiosa epidemia transnacional de megacorrupción proveniente de España, es que sus políticos y sus aliados «literarios» en Latinoamérica todavía se atreven a querer dar lecciones de moral a sus ex colonias.