Ha llegado a Polonia el mesías judío – por Israel Shamir

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Cuando buscas “Polonia” en Google, obtienes la siguiente definición: “Polonia es un país de Europa Oriental, colindante con el Mar Báltico, conocido por su arquitectura medieval y su patrimonio judío”. Así es como Google caracteriza a la tierra de los orgullosos polacos. Para un polaco, esta definición duele más que las tres veces en que su país fue repartido entre sus vecinos. Se preguntaría: ¿Para qué se detienen en Polonia?

¿Por qué, para el caso de Inglaterra, Google muestra: “País del Reino Unido y lugar de nacimiento de Shakespeare y los Beatles”; y no “País europeo, situado en una isla del Mar del Norte, conocido por sus Rastas jamaiquinos”?

Los compadezco, amigos polacos. Es muy humillante que se les conozca no por las grandes hazañas de sus ancestros, ni por la imponente espada de Jan Sobiesky que salvó a Viena en nombre del cristianismo, ni por la sabiduría de Copérnico, como tampoco por la gran inspiración en torno a  personajes como Mickiewicz y Chopin , sino por algo bastante marginal para su cultura e historia, al menos tan marginal como los rastafaris para los británicos.

Amigos polacos: los rusos y los alemanes se han repartido sus tierras tres veces, pero no habían imaginado que el único título de gloria de ustedes era su hospitalidad hacia los judíos. Esta actitud tan judía es típica de los EUA en la actualidad, porque los EUA se han vuelto más judíos de lo que Polonia ha sido en su historia. Y así es como se les paga por su hospitalidad, con este trato humillante.

Los judíos habitaron las tierras de Polonia por siglos y vivieron muy bien ahí, hasta que se mudaron a mejores tierras de pastoreo: EUA, Alemania, Rusia, Israel. Mi padre era ciudadano polaco y guardaba como un tesoro los recuerdos de su país y de su pueblo, y otros judíos de su generación hacían lo mismo.  Sin embargo, la comunidad judía organizada tenía otros planes en mente.

El conflicto entre los judíos y Polonia comenzó con las publicaciones hostiles a los polacos en los medios de comunicación de EUA hace unos años. Los judíos comenzaron a provocar a Polonia. Revivieron los enfrentamientos de los años 30 y 40 entre polacos y judíos. No es un caso único para los polacos: muchas naciones se han enfrentado a los judíos, los más recientes son  los habitantes de Gaza.

La última revuelta anti-judía (o pogromo), en Europa, tuvo lugar en Inglaterra en 1947, pero no en Polonia, y no tuvo por causa el odio patológico, irracional e ilógico del Otro sino un acto cruel por parte de los judíos: el asesinato de dos soldados ingleses, a quienes colgaron de un árbol y, alevosamente los hicieron volar al detonar una mina terrestre. Sin embargo, los judíos prefieren no recordar estos disturbios con los británicos, sino enumerar, interminablemente, las diferencias que tienen con los polacos.

Dijeron que los campos de concentración nazi se construyeron en Polonia porque los polacos simpatizaban con los planes nazis de eliminar a los judíos. Cada vez con mayor frecuencia, se referían a los “campos de concentración polacos” (en vez de campos de concentración nazi en Polonia), insinuando una complicidad polaca con el Holocausto. Los polacos respondieron a este abuso sistemático votando una ley que prohíbe a cualquiera acusarlos de colaboración con los nazis, bajo pena de cárcel. Los judíos se enfurecieron y exigieron violar la ley gritando al unísono “Holocausto Polaco” (vale la pena ver este corto vidéo para darse cuenta de su furia desatada).

Había una razón práctica así como una teórica. Al presionar a los polacos, las organizaciones judías seguían con el esquema que habían usado con éxito en contra de los suizos. Aunque los judíos tenían pocos activos en los bancos suizos, los suizos cedieron bajo presión y tuvieron que pagar miles de millones de dólares a las organizaciones judías. Ahora, un arma de extorsión similar se ha planeado contra Polonia.

Esa era la razón práctica. En lo que a la razón teórica se refiere, los judíos necesitaban salvaguardar sus derechos de autor, dicho de otra forma: mantener su autoridad para decidir y decretar qué es el Holocausto y quiénes son los culpables del mismo. El ejemplo polaco podría dar lugar a que los estadounidenses y británicos se cansen de que los acusen de no bombardear las redes ferroviarias que conducían a los campos de concentración. De hecho, Donald Trump ya intentó hablar sobre los millones de no-judíos “víctimas del Holocausto”. Era necesario dar una lección a esta Polonia rebelde.

La comunidad judía organizada pidió a Polonia devolver todas las propiedades que pertenecían a individuos judíos en Polonia antes de la segunda guerra mundial. A pesar de ser una reducida minoría, la comunidad judía era muy próspera y muchos judíos poseían muchas propiedades, en calidad de ciudadanos polacos, claro está. En la época comunista, se nacionalizaron muchas propiedades polacas, sin importar la religión de su dueño, ya fuera judío, católico o hasta budista. Sin embargo, el tratado de 1960 entre los EUA y Polonia solucionó este problema. Polonia indemnizó a los ciudadanos americanos cuyos bienes habían sido  nacionalizados por el gobierno polaco, y los EUA indemnizaron a su vez a Polonia por cualquier eventual reclamación o exigencia de indemnización.

Ahora han decidido reabrir el caso exigiendo las propiedades quehabían pertenecido a dueños judíos que murieron sin dejar herederos. Si un propietario muere sin heredero para hacerse de de sus bienes, estos pasan entonces al Estado. Esa es una regla básica en todo el mundo y los judíos polacos no tienen por qué ser la excepción. Si un ciudadano polaco, digamos, un Jan o un Moisés (o hasta un Ahmed) muere sin dejar herederos, su propiedad pasa a manos del Estado polaco. Los judíos quieren cambiar esto, pues dicen que las propiedades de ciudadanos polacos judíos deben volver a los judíos, es decir, a las organizaciones judeo-estadounidenses.

Estas entidades ya se han embolsado miles de millones de dólares provenientes de fondos alemanes; este dinero se usa para pagar cuantiosos salarios a los oficiales judíos, para construir museos y monumentos dedicados al Holocausto, y permite a los judíos financiar sus incontables batallas legales para fortalecer así su hegemonía. Ahora quieren chantajear a Polonia por la nada desdeñable cantidad de 300 mil millones de dólares, 60% del PIB del país. Esta cantidad permitirá sin duda a muchos funcionarios judíos vivir conforme al estilo de vida que ambicionan.

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Los EUA apoyaron esta reclamación, y hace tan sólo unos días, la S.447 “Justice for Uncompensated Survivors Today (JUST) Act “, de 2017, entró en vigor, después de la firma del presidente Trump y de la aprobación, en total solidaridad bipartidaria, por la Cámara de Representantes y el Senado. Ahora los polacos no pueden hacer caso omiso de estas reclamaciones. Cada bien que haya pertenecido a un judío lo tendrán que transferir a las manos de las organizaciones judeo-estadounidenses.

Si se aprobara una ley similar en los EUA, las organizaciones judeo-estadounidenses heredarían de Chomsky y de Unz, de su servidor y de Gilad Atzmon, de Amazon y de los fondos de Soros. Es algo delirante: en tan sólo unos años, las organizaciones judías se harían más ricas de lo que los Rothschild y los Rockefeller llegaron a ser.

Las organizaciones judías que cobran estos tributos son también muy ricas. Tienen un manchado historial de fraude con docenas de condenas; gastan también mucho más dinero en sus propios salarios que en sobrevivientes que realmente lo necesitan. Norman Finkelstein escribió un libro muy conocido llamado “La Industria del Holocausto”, lleno de acérrimas críticas e indignación hacia los Señores del Holocausto y sus salarios anuales de medio millón de dólares con lujosos hoteles para llevar a cabo sus conferencias. Yo personalmente preferiría que gastasen toda su ilícita riqueza en salarios y hoteles, porque ellos provechan todo lo que les queda (y estamos hablando de miles de millones de dólares) para impulsar su agenda judía, es decir construir museos del Holocausto en cada ciudad y dar subsidios a pintores, escritores, directores de cine, editores. Sobornan a comunidades enteras. Mantienen unidos a los descendientes de judíos a través de becas, escuelas y comidas gratis. Y de paso, dan marcha atrás a la emancipación de los judíos.

El peor elemento y el más importante de todo este proyecto (¿o más bien estafa?) no es de tipo financiero. Es la restauración del orden feudal, cuando se sometía a los judíos al yugo de la comunidad judía organizada, una especie de entidad semi-estatal y que se extendía por numerosos territorios. Ya he escrito sobre este tema:

“Frecuentemente, se niega la existencia de una entidad corporativa conocida como “el Pueblo Judío” (o la Comunidad Judía o Los judíos). Hace 200 años, la Comunidad Judía existía como existían Francia o la Iglesia. Nuestros antepasados eran súbditos de este Estado extraterritorial, una casta autoritaria y semi-criminal, dirigida por hombres ricos y rabinos. Su dirección, llamada Kahal (Comunidad, en hebreo) tomaba las decisiones importantes y los judíos comunes y corrientes seguían sus directivas. La dirección podía disponer de la vida y de las propiedades de los judíos, tal como cualquier señor feudal. No existía la libertad de opinión dentro de los muros del gueto. Se podía castigar a cualquier judío rebelde con la muerte. La emancipación llegó y se rompió el poder de la Kahal, tanto por dentro como por fuera. Se liberó a los judíos y se volvieron ciudadanos de sus respectivos países”. [1]

La libertad de los judíos no duró por mucho tiempo: ahora los judíos se están volviendo súbditos de la comunidad judía, dirigida por organizaciones judeo-estadounidenses. Quieren convertir a todos los judíos en miembros de la comunidad judía mundial para que sus propiedades caigan en manos judías si mueren intestados. Es la reivindicación de un Estado, no de una iglesia ni tampoco de una comunidad o diáspora.

De este modo, por encima de dos entidades judías, Israel y EUA, se levanta una tercera, la comunidad judía, un semi-Estado, cuya existencia se niega con frecuencia pero cuando de dinero se trata no hay lugar para la ofuscación. Los EUA decidieron, con la promulgación del Act 447, que un judío polaco nunca ha sido ciudadano de Polonia; era miembro de la comunidad judía y sus bienes deberían ser devueltos a los judíos, no al Estado goy polaco. Se trata de una declaración extraordinaria, entendible quizás en la Edad Media, cuando la comunidad judía conformaba un Estado aparte, pero ahora se trata de una señal de reconocimiento de la era del Mesianismo Judío.

Es el fin de la Ilustración, y los judíos, liberales o conservadores, han pasado de ser personas libres y ciudadanos de sus países a súbditos de la comunidad judía. Esto se hace sin su consentimiento. Ni los judíos comunes y corrientes ni los privilegiados estaban de acuerdo, no votaron, no mostraron bajo ninguna circunstancia su aprobación sobre este cambio. Escribo estas líneas con el reciente fallecimiento de Philip Roth en mi mente. La comunidad judía recogió su legado material y espiritual, a pesar de que su última voluntad era que lo enterraran sin sujetarse a ninguna ceremonia religiosa judía, y también a pesar de que detestaba que lo llamaran “un escritor judío”, cuando él insistía en que era un escritor estadounidense.

Esto no es nada nuevo: Alemania ya ha reconocido a la comunidad judía (o los judíos del mundo) como sujeto de derecho internacional. “La Conferencia sobre Reclamaciones Materiales Judías Contra Alemania, o Conferencia de Reclamaciones, representa a los judíos del mundo entero n la negociación para la indemnización y la restitución para las víctimas de la persecución nazi y sus herederos”. Le toca ahora a Polonia, y después, a una lista de 40 países que pretenden azotar, desde Estonia hasta Marruecos. Todos tendrán que reconocer que sus ciudadanos judíos eran, en efecto, extranjeros, miembros de una entidad extranjera. Si no lo hacen, se les incluirá en la lista negra de la administración estadounidense.

Éste es un giro irónico en  los acontecimientos para Polonia. Polonia es el país más pro-estadounidense y anti-ruso de Europa. En suelo polaco hay tanques, bases y lanzamisiles estadounidenses; Polonia es la puerta hacia el Este y la base más avanzada del Imperio. En caso de guerra con Rusia, Polonia será el eslabón más útil en la cadena de comando occidental. Los polacos hasta derribaron los viejos robles del antiguo bosque de Bialowieza en la frontera de Bielorrusia para abrir paso a los tanques estadounidenses hacia el este (se justificaron dando diversas explicaciones). La codicia del lobby judío y la autocomplacencia de la clase política estadounidense bien podrían lograr lo que Putin no pudo obtener.

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Los polacos siempre pagan caro el mismo error: aliarse con Occidente en contra de Rusia. Una y otra vez sus aliados occidentales los han traicionado y han tenido que pagar las consecuencias[2]. A cualquiera lo pueden traicionar una vez, pero a Polonia la han traicionado tantas veces que los polacos deberían de revisar sus estrategias. Polonia no tiene futuro como la base avanzada contra Moscú, pero los polacos parecen ignorar este análisis.

Los judíos continúan con su ofensiva contra Polonia. Incluso quitarán un monumento polaco en Nueva Jersey, a pesar de la oposición de los polacos. El alcalde de Nueva Jersey tachó al presidente del Senado polaco, Stanislaw Karczewski, de “conocido antisemita, nacionalista blanco, negacionista del Holocausto” con “cero credibilidad” que “intenta reescribir la historia sobre el papel de su país en el Holocausto”.

En los entornos educados, es aceptable referirse al “lobby proisraelí”; sin embargo, la ley JUST no tiene nada que ver con Israel. El aguijón que con éxito impulsa esta ley es el lobby judío, así de sencillo e innegable.

La ley para estafar a Polonia responde a la antigua pregunta: ¿los intereses imperialistas de EUA coinciden con los del lobby judío estadounidense? La destrucción de Siria e Irak, y el apoyo a Arabia Saudita le convenían a Israel, de eso no cabe duda, pero uno podría preguntarse si esto beneficiaba a los EUA o no. Ahora nos encontramos con un caso claro en que el lobby judío estadounidense actuó contra los “intereses imperialistas” de EUA y todo el establishment político estadounidense aceptó las exigencias del lobby, convirtiendo a la superpotencia en el brazo ejecutor más poderoso de los judíos.

El significado espiritual de estos acontecimientos

(Atención: si le repugnan las discusiones religiosas y espirituales, sáltese esta parte).

¿Por qué hablo del Mesías Judío? ¿De quién se trata? Escribí al respecto con lujo de detalles en el libro titulado Pardes[3]. Para los judíos, el Mesías no es una persona sino una fuerza espiritual. Es el espíritu de la comunidad judía. Yo le llamo comunidad judía o Yisrael, en lugar de Israel. Yisrael es su propio Mesías, es el punto de vista de los cabalistas judíos. El Mesías Judío, espíritu de Yisrael, vuelve al mundo un lugar perfecto para él mismo. Y ahora estamos entrando en su periodo de dominación. Cuando se asiente en el Templo sobre el Monte Moriah, su dominación será perfecta, aunque no precisamente maravillosa para los judíos individualmente y mucho menos para los gentiles.

La profecía dice que será derrocado y reemplazado por Cristo, o el Mesías Cristiano, el Verdadero Salvador y Dios. Es por esta razón que al Mesías Judío se le llama el Anti-Cristo, o Ante-Cristo, el que llega antes (como en antipasti o ante meridiano) y en contra de Cristo. Mientras que el Mesías Judío es el anti-Cristo, el antisemita es Cristo. Lo que significa no solamente “contra”, sino también “antes”, ya que se relaciona a Cristo con Melquisedec, en calidad de “siempre sacerdote según el orden de Melquisedec” (Salmo 110:4), y Melquisedec precedió a Israel, porque es hijo de Adán.

El título de “El Hijo de Adán” o “El Hijo del Hombre” es uno de los títulos de Cristo, el Verdadero Mesías, mientras que el Mesías Judío exige el título de “El Hijo de Abraham” y “El Hijo de Israel”. La comunidad judía rechaza a Cristo, ahí yace el significado esencial de su existencia. Mientras que muchos judíos en tiempos de Cristo lo siguieron hacia Israel, es decir, la Iglesia; otra parte, Yisrael o la comunidad judía, lo combatió, causó su muerte y continuó la batalla contra Él después de su resurrección.

Estamos asistiendo a la victoria de Yisrael, aunque la profecía afirme que será derrotado por Israel o Cristo. Los judíos niegan que Melquisedec sea antisemita: dicen que es Sem, el primer semita, quien cedió su sacerdocio a Abraham y luego a Arón. Desde un punto de vista cristiano, el cual yo comparto, Melquisedec no renunció a ser sacerdote, Abraham le dio tributo y lo bendijo, pero nada de esto disminuyó su rango anterior de sacerdote y descendiente de Adán.

Ya he discutido la afirmación judía de que sólo ellos son Adán, es decir, los únicos hijos humanos del Primer Hombre. Esta es una falsa reivindicación y la fuente y razón de la rebelión de Yisrael contra Dios y su Cristo. Todos nosotros, no solamente los judíos, somos plenamente los hijos humanos del Primer Hombre y sobre todo por la virtud de la Comunión que recibimos de la sangre y el cuerpo de Cristo.

Ya se había anunciado el ascenso del Anti-Cristo Judío, es increíble que estemos presenciando este acontecimiento. Yo pensaba que era una alegoría, una parábola, una fábula; pero es algo tan real como una taza de té.

 Israel Shamir, 1 de junio de 2018

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Traducción: Jesús Daniel Osuna Aguirre

Original en inglés publicado en http://unz.com

Publicado originalmente en español el 15 de junio 2018 por Red Internacional

Para contactar al autor: israelshamir@gmail.com

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REFERENCIAS

[1] Tomado de “Una medina judía”, extenso ensayo que se puede leer aquí: http://www.israelshamir.net/Spanish/yiddish_medina_spanish.shtml

Para ver la lista de los artículos de Israel Shamir traducidos al español:

La editorial Ojeda, de Barcelona, publicó cinco volúmenes de ensayos de Shamir, pero la justicia catalana le prohíbe venderlos, y tiene secuestrados todos los ejemplares de la librería Europa. El dueño, Pedro Varela, acaba de cumplir una cumplir una condena de prisión por motivos estrictamente ideológicos, y fue liberado el 22 de mayo de 2018.

[2] Los polacos apoyaron la invasión de Rusia por parte de Napoleón. Negaron las ofertas rusas de conformar una alianza contra Hitler antes de la segunda guerra mundial. Prefirieron, en enero de 1934, aliarse con Hitler contra Rusia, y en 1938, se unieron al desmembramiento de Checoslovaquia por parte de Hitler, obstaculizando los planes de Rusia de salvar a los checos. Después se aliaron con Inglaterra y Francia, pero claramente en contra de Rusia. Incluso en Agosto de 1939, Polonia se negaba a recibir cualquier ayuda de los rusos para detener la invasión de Hitler. Inglaterra y Francia le declararon la guerra a Hitler cuando invadió Polonia, pero fue un simulacro de guerra hipócrita. No hicieron nada por salvar a Polonia. Dejaron desangrar a los polacos en la batalla de Montecassino. Occidente presionó a los polacos para que se levantaran contra los alemanes en 1944, con la esperanza – una vez más – de resucitar a la Polonia anti-rusa, pero no hicieron nada cuando los rebeldes morían desangrados (bueno, no precisamente: se quejaron de que los rusos no quisieran dar la vida por ellos). En 1945, los Aliados occidentales estuvieron de acuerdo con la dominación rusa de Polonia.

[3] Publicado por las ediciones Ojeda.

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