Turquía y los Dönmeh: el secreto a voces de Oriente Medio – por Wayne Madsen
“Hay una fuerza muy poderosa que acecha desde el fondo de casi todos los incidentes militares y diplomáticos que implican a Israel, Turquía, Irán, Arabia Saudí, Grecia, Armenia, los kurdos, los sirios… Y algunos otros actores en Oriente Medio y el sudeste de Europa.”
Contexto actual
El 15 de julio de 2016, a las 22.15 h. un grupo de soldados armados cortan el tráfico en los dos principales puentes de Estambul que comunican la parte europea con la parte asiática. Casi simultáneamente, cazas de combate y helicópteros militares sobrevuelan la capital del país: Ankara. A las once de la noche, el primer ministro turco Yildrim anuncia a la opinión pública que se estaba produciendo un intento de golpe de estado.
Se produce una serie de noticias confusas. Al parecer, los insurrectos han bombardeado el parlamento y han tomado la televisión y la radio oficial. Sin embargo, ningún responsable aparece para dar la cara y anunciar el golpe de estado. El presidente Recep Tayyip Erdogan, en su residencia de vacaciones, no sólo no es detenido por los golpistas (algo que es lo primero que debe hacerse en todo golpe de estado que se precie) sino que vuela sin dificultad alguna hasta Estambul. Su avión sobrevuela la ciudad durante varias horas sin que ningún caza militar lo intercepte y hay que aclarar que el grueso de los golpistas procedía de la fuerza aérea. Las redes sociales, lejos de haber sido bloqueadas por los golpistas (otro error) bullen en defensa de la legalidad constitucional y de su presidente.
A las 06:40 horas del sábado, Erdogan aparece victorioso en el aeropuerto de Estambul, rodeado de sus seguidores. El golpe de estado ha fracasado. Se habla de casi 300 muertos y más de 1.400 heridos. Al día siguiente, Erdogan detiene a casi 3.000 militares y otros tantos miembros de la judicatura son suspendidos. Surgen las primeras sospechas: ¿En tan poco tiempo se habían identificado y localizado a tantas personas implicadas en el golpe? ¿No estarían esas “listas negras” preparadas desde hacía ya tiempo?. Poco después se detiene a 30 gobernadores y 7.850 policías por su supuesta simpatía hacia los golpistas. Algunos analistas empiezan a hablar ya de un auto-golpe de estado con el claro fin de poder precipitar una purga de aquellos elementos contarios al régimen de Erdogan e iniciar el tránsito hacia un estado turco plenamente islámico. Algo muy inquietante desde un punto de vista geopolítico.
En este artículo del escritor y periodista Wayne Madsen[1], publicado en http://www.strategic-culture.org/ en octubre de 2011, se dan algunas claves para entender qué está pasando no sólo en Turquía sino en todo Oriente Medio. Una información que es difícil de encontrar en los medios de comunicación pero que aporta luz sobre qué está sucediendo y quién está detrás de algunos hechos que pueden cambiar la marcha de la historia.
Hay una fuerza muy poderosa que acecha desde el fondo de casi todos los incidentes militares y diplomáticos que implican a Israel, Turquía, Irán, Arabia Saudí, Grecia, Armenia, los kurdos, los sirios… Y algunos otros actores en Oriente Medio y el sudeste de Europa.
Se trata de un elemento que normalmente sólo se susurra en recepciones diplomáticas, conferencias de prensa y sesiones de grupos de expertos debido a su naturaleza explosiva y polémica. Y es el secretismo que rodea este asunto la razón de tanto malentendido acerca del actual resquebrajamiento de las relaciones entre Israel y Turquía, el creciente fortalecimiento de las relaciones entre Israel y Arabia Saudí, y el aumento de la enemistad entre Arabia Saudí e Irán…
Aunque conocida por historiadores y expertos religiosos, la centenaria influencia política y económica de un grupo conocido en turco como los “Dönmeh” sólo recientemente está en boca de turcos, árabes e israelíes que han sido reacios a hablar de la presencia en Turquía y en otras partes de una secta de turcos descendientes de un grupo de judíos sefarditas que fueron expulsados de España durante la Inquisición española en los siglos XVI y XVII.
Esos refugiados judíos de España fueron invitados a instalarse en el Imperio otomano y con el paso de los años se convirtieron en una secta mística del Islam que mezcló la Cábala judía y creencias sufíes islámicas semimísticas, que finalmente defendió el secularismo en la Turquía post-otomana.
Es interesante que la palabra “Dönmeh” no sólo se refiere a los judíos “poco fiables” conversos al Islam en Turquía sino que es también una despectiva palabra turca para un travestido, o alguien que afirma ser alguien que no es. La secta Dönmeh del judaísmo fue fundada en el siglo XVII por el rabino Sabbatai Zevi, un cabalista que creyó que él era el Mesías, pero que fue obligado a convertirse al Islam por el sultán Mehmet IV, gobernante otomano. Muchos de los seguidores del rabino, conocidos como Sabateos, pero también “cripto-judíos”, proclamaron en público su fe islámica, pero en secreto practicaban su forma híbrida de judaísmo, que no fue reconocida por las autoridades rabínicas judías dominantes. Como era contrario a sus creencias casarse fuera de su secta, los Dönmeh crearon un clan sub-social más bien secreto.
Los Dönmeh suben al poder en Turquía
Muchos Dönmeh, junto con judíos tradicionales, se convirtieron en poderosos líderes políticos y comerciales en Salónica. Fue ese grupo principal de Dönmeh el que organizó la secta secreta de los Jóvenes Turcos, también conocidos como el Comité de Unión y Progreso, los secularistas que depusieron al sultán otomano Abdulhamid II en la revolución de 1908, que proclamaron la República post-otomana de Turquía después de la Primera Guerra Mundial, y que instituyeron una campaña que despojó a Turquía de gran parte de su identidad islámica después de la caída de los otomanos.
Abdulhamid II fue vilipendiado por los Jóvenes Turcos como un tirano, pero su único verdadero crimen parece haber sido rechazar reunirse con el líder sionista Theodore Herzl durante una visita de éste a Constantinopla en 1901 y rechazar las ofertas monetarias de los sionistas y de los Dönmeh a cambio de que a los sionistas les fuera concedido el control de Jerusalén.
Como otros líderes que se han cruzado con los sionistas, el sultán Abdulhamid II parece haber sellado su destino con los Dönmeh con la siguiente declaración ante su corte otomana: “Aconsejo al doctor Herzl que no siga adelante con su proyecto. No puedo regalar ni siquiera un puñado del suelo de esta tierra porque no es mía propia sino que pertenece a la nación islámica entera. La nación islámica luchó la yihad por esta tierra y la ha regado con su sangre. Los judíos pueden guardar su dinero y sus millones. Si el Estado del califato islámico es destruido algún día ¡entonces ellos serán capaces de tomar Palestina a ningún precio! Pero mientras yo viva, prefiero empujar una espada en mi cuerpo a ver la tierra de Palestina cortada y separada del Estado islámico”.
Después de su destitución por los Jóvenes Turcos Dönmeh de Ataturk en 1908, Abdulhamid II fue encarcelado en la ciudadela Dönmeh de Salónica. Murió en Constantinopla en 1918, tres años después de que Ibn-Saud aprobara una patria judía en Palestina y un año después de que Lord Balfour concediera Palestina a los sionistas en su carta al barón Rothschild.
Uno de los líderes de los Jóvenes Turcos en Salónica era Mustafá Kemal Ataturk, el fundador de la República de Turquía. Cuando Grecia consiguió la soberanía sobre Salónica en 1913, muchos Dönmeh, sin haber logrado ser clasificados de nuevo como judíos, se trasladaron a Constantinopla, más tarde rebautizada como Estambul. Otros se desplazaron a Izmir, Bursa, y a la recién proclamada capital de Ataturk y futura sede del poder Ergenekon, Ankara. Algunos textos sugieren que los Dönmeh no eran más de 150.000 y principalmente se encontraban en el ejército, el gobierno y los negocios. Sin embargo, otros expertos sugieren que los Dönmeh pueden haber representado a un millón y medio de turcos y que eran aún más poderosos que lo que muchos creían y que se extendían a cada faceta de la vida turca.
Un influyente Dönmeh, Tevfik Rustu Arak, era amigo próximo y consejero de Ataturk y sirvió como ministro de Asuntos Exteriores de Turquía entre 1925 y 1938. Ataturk, que supuestamente era él mismo un Dönmeh, ordenó que los turcos abandonaran sus propios nombres musulmanes y árabes. El nombre del primer emperador “cristiano” de Roma, Constantino, fue borrado de la ciudad turca más grande, Constantinopla.
La ciudad fue denominada Estambul, después de que el gobierno de Ataturk en 1923 objetara el nombre tradicional. Ha habido muchas preguntas sobre el propio nombre de Ataturk, ya que “Mustafá Kemal Ataturk” era un seudónimo. Algunos historiadores han sugerido que Ataturk adoptó su nombre porque él era un descendiente de nada menos que el rabino Zevi, ¡el auto-proclamado Mesías de los Dönmeh! Ataturk también abolió el uso en Turquía de la escritura árabe y obligó al país a adoptar el alfabeto occidental.
La Turquía moderna: un estado sionista secreto controlado por los Dönmeh
Las presuntas fuertes raíces judías de Ataturk, información que ha sido suprimida durante décadas por un gobierno turco que prohibió cualquier crítica hacia el fundador de la moderna Turquía, comenzaron a salir a la superficie, primero, sobre todo fuera de Turquía, y en publicaciones escritas por autores judíos.
El libro de 1973 Los Judíos Secretos, del rabino Joachim Prinz, sostiene que Ataturk y su ministro de Finanzas Djavid Bey, eran ambos comprometidos Dönmeh y que ellos estaban en buena compañía porque, “demasiados de los Jóvenes Turcos en el recién formado Gabinete revolucionario rezaban a Alá, pero tenían su verdadero profeta (Sabbatai Zevi, el Mesías de Esmirna)”.
Se dice en The Forward del 28 de Enero de 1994, que Hillel Halkin escribió en The New York Sun que Ataturk recitaba la plegaria judía Shemá Yisrael (“Oye, oh, Israel”), diciendo que era “mi rezo también”. Dicha información está sacada de una autobiografía escrita por el periodista Itamar ben-Avi, que afirma que Ataturk, entonces un joven capitán del ejército turco, reveló que él era judío en una barra de hotel de Jerusalén una noche lluviosa durante el invierno de 1911. Además, Ataturk asistió a la escuela básica Semsi Effendi en Salónica, dirigida por un Dönmeh llamado Simon Zevi.
Halkin escribió en el artículo del New York Sun acerca de un correo electrónico que recibió de un colega turco: “Ahora sé –y no tengo la menor duda– que la familia del padre de Ataturk era en efecto de linaje judío”. Fue Ataturk y el apoyo de los Jóvenes Turcos al sionismo, la creación de una patria judía en Palestina, después de la Primera Guerra Mundial y durante el dominio nacionalsocialista en Europa, lo que atrajo a Turquía hacia Israel y viceversa.
Un artículo en The Forward del 8 de Mayo de 2007 reveló que los Dönmeh dominaron entre los dirigentes turcos, “del Presidente abajo, así como diplomáticos claves… y una gran parte de las élites militares, culturales, académicas, económicas y profesionales de Turquía… mantuvieron a Turquía fuera de una alianza con Alemania durante la Segunda Guerra Mundial y privaron a Hitler de una ruta turca hacia los yacimientos petrolíferos de Bakú”. En su libro The Dönmeh: Jewish Converts, Muslims Revolutionaries and Secular Turks, el profesor Marc David Baer escribió que muchos avanzaron a posiciones elevadas en las órdenes religiosas sufíes.
Israel siempre ha estado poco dispuesto a describir la masacre turca de los armenios en 1915 como “genocidio”. Siempre se ha creído que la razón de la reticencia de Israel era no trastornar los cercanos lazos militares y diplomáticos de Israel con Turquía. Sin embargo, están siendo descubiertas nuevas pruebas de que el genocidio armenio fue en gran parte el trabajo de los dirigentes Dönmeh de los Jóvenes Turcos.
Historiadores como Ahmed Refik, que sirvió como oficial de Inteligencia en el ejército otomano, afirmaron que el objetivo de los Jóvenes Turcos era destruir a los armenios, que eran cristianos en su mayoría. Los Jóvenes Turcos, bajo la dirección de Ataturk, también expulsaron a los cristianos griegos de las ciudades turcas e intentaron cometer un genocidio a escala más pequeña de los asirios, que eran también principalmente cristianos. Un Joven Turco de Salónica, Mehmet Talat, fue el funcionario que implementó el genocidio de los armenios y asirios. Un mercenario venezolano que sirvió en el ejército otomano, Rafael de Nogales Méndez, anotó en sus anales del genocidio armenio que Talat era conocido como el “hebreo renegado de Salónica”. Talat fue asesinado en Alemania en 1921 por un armenio cuya familia entera se perdió en el genocidio ordenado por el “hebreo renegado”.
Algunos historiadores del genocidio armenio creen que los armenios, conocidos como buenos hombres de negocios, fueron puestos en el punto de mira por los Dönmeh, que tenían grandes conocimientos comerciales, porque aquéllos eran considerados como competidores comerciales. No es, por lo tanto, el deseo de proteger la alianza turco-israelí lo que ha hecho que Israel evite cualquier interés en buscar los motivos detrás del genocidio armenio, sino el conocimiento de Israel y de los Dönmeh de que fueron los dirigentes Dönmeh de los Jóvenes Turcos los que asesinaron no sólo a miles de armenios y asirios sino que también acabaron con las costumbres y formas musulmanas tradicionales de Turquía.
El conocimiento de que fueron los Dönmeh, en una alianza natural con los sionistas de Europa, los responsables de las muertes de cristianos armenios y asirios, de la expulsión de Turquía de los cristianos ortodoxos griegos, y de la erradicación cultural y religiosa de tradiciones islámicas turcas, haría surgir en la región una nueva realidad. En vez de chipriotas griegos y turcos viviendo en una isla dividida, armenios preparándose para una vendetta contra los turcos, y griegos y turcos peleándose por territorios, todos estos pueblos atacados por los Dönmeh se darían cuenta de que tuvieron un enemigo común, que fue su verdadero perseguidor.
Desafiando al Gobierno Dönmeh: La batalla de Turquía contra el Ergenekon
Es la purga de los adherentes kemalistas de Ataturk y su régimen secularista Dönmeh la que está detrás de la investigación de la conspiración Ergenekon en Turquía. La descripción de Ergenekon se corresponde en su totalidad con la presencia de los Dönmeh en la jerarquía diplomática, militar, judicial, religiosa, política, académica, comercial y periodística de Turquía.
Ergenekon intentó detener las reformas instituidas por sucesivos líderes turcos no-Dönmeh, incluyendo la reintroducción de costumbres y rituales islámicos turcos tradicionales, planeando una serie de golpes, algunos exitosos como el que depuso al gobierno islamista de Refah (Bienestar) del Primer Ministro Necmettin Erbakan en 1996, y algunos fracasados, como la Operación Sledgehammer, que estaba destinada a deponer al Primer Ministro Recep Tayyip Erdogan en 2003.
Algunos reformistas inclinados al islamismo, incluidos el Presidente turco Turgut Ozal y el Primer Ministro Bulent Ecevit, murieron en circunstancias sospechosas. El depuesto Primer Ministro democráticamente elegido Adnán Menderes fue ahorcado en 1961, después de un golpe militar.
Los políticos y los periodistas estadounidenses, cuyo conocimiento de la historia de países como Turquía y el precedente Imperio otomano es con frecuencia muy deficiente, han pintado la fricción entre el gobierno de Israel y el gobierno turco del Primer Ministro Erdogan como basada en el cambio de Turquía hacia el islamismo y el mundo árabe.
Lejos de ello, Erdogan y su Partido de Justicia y Desarrollo (AKP) parecen haber visto finalmente un modo de liberarse de la dominación y la crueldad de los Dönmeh, ya sea en la forma de seguidores kemalistas de Ataturk o intrigantes y conspiradores nacionalistas en Ergenekon.
Pero con el “Día de la Independencia” de Turquía ha llegado la dura crítica a los Dönmeh y sus aliados naturales en Israel y el lobby de Israel en Estados Unidos y Europa. Turquía, como miembro de la Unión Europea, estaba bien para Europa mientras los Dönmeh permanecieran al cargo y permitieran que la riqueza de Turquía fuera saqueada por banqueros centrales como ha ocurrido en Grecia.
Cuando Israel lanzó su sangriento ataque contra el barco turco de ayuda a Gaza el Mavi Marmara, el 31 de Mayo de 2010, la razón no era tanto apartar el barco del bloqueo israelí de Gaza. La brutalidad de los israelíes al disparar a turcos desarmados y a un turco-estadounidense, algunos a boca de jarro, según un informe de Naciones Unidas, indicó que Israel estaba motivado por algo más: La venganza y desquite por la represalia del gobierno turco contra Ergenekon, la purga del ejército turco y de los principales líderes de Inteligencia de los Dönmeh y la reversión de las políticas religiosas y culturales anti-musulmanas establecidas por el hijo favorito de los Dönmeh, Ataturk, aproximadamente noventa años antes. En efecto, el ataque israelí contra el Mavi Marmara fue en venganza por el encarcelamiento por parte de Turquía de varios oficiales militares superiores, periodistas y académicos turcos, todos acusados de ser parte del complot de Ergenekon para derrocar al gobierno del AKP en 2003.
Escondido en el complot del golpe Ergenekon, está el hecho de que los Dönmeh y Ergenekon están relacionados por su historia al ser kemalistas, fervientes laicistas, pro-israelíes y pro-sionistas. Con los temperamentos ahora caldeándose entre Irán por un lado e Israel, Arabia Saudí y Estados Unidos por otro, como resultado de una dudosa afirmación por parte de la aplicación de la ley estadounidense en cuanto a que Irán estaba planeando realizar el asesinato del embajador Saudita ante Estados Unidos en suelo estadounidense, la relación cercana y antigua aunque sigilosa entre Israel y Arabia Saudí está saliendo a un primer plano. La conexión israelí-saudita había florecido durante la Operación Tormenta del Desierto, cuando ambos países fueron el blanco de los misiles Scud de Sadam Hussein.
Lo que sorprenderá aún más a aquellos que pueden estar ya sorprendidos acerca de la conexión Dönmeh con Turquía, es la conexión Dönmeh con la Casa Saud en Arabia Saudí.
Un informe ultra-secreto de la Mukhabarat iraquí (Dirección General de Inteligencia Militar), “La aparición del Wahabismo y sus raíces históricas”, datado en Septiembre de 2002 y publicado el 13 de Marzo de 2008 por la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) estadounidense en su versión traducida al inglés, apunta a las raíces Dönmeh del fundador de la secta wahabita saudita del Islam, Muhammad ibn-Abdul Wahhab. Gran parte de la información está sacada de las memorias de un tal “Mr. Humfer” (como está escrito en el informe de la DIA; “Mr. Hempher”, como lo ha escrito el registro histórico), un espía británico que usó el nombre Mohammad, que afirmaba ser un azerí que hablaba turco, persa y árabe y que entró en contacto con Wahhab a mediados del siglo XVIII con una visión de crear una secta del Islam que finalmente daría origen a una rebelión árabe contra los otomanos y prepararía el terreno para la introducción de un Estado judío en Palestina.
Las memorias de Humfer son contadas por el escritor y almirante otomano Ayyub Sabri Pashá en su obra de 1888 “El Comienzo y la Difusión del Wahabismo”. En su libro The Dönmeh Jews, D. Mustafa Turan escribe que el abuelo de Wahhab, Tjen Sulayman, era realmente Tjen Shulman, un miembro de la comunidad judía de Basora, Iraq.
El informe de Inteligencia iraquí también declara que Rifat Salim Kabar, en su libro The Dönmeh Jews and the Origin of the Saudi Wahhabis, revela que Shulman finalmente se estableció en el Hejaz, en el pueblo de Al-Ayniyah, en lo que es ahora Arabia Saudita, donde su nieto fundó la secta wahabita del Islam. Asimismo, dicho informe declara que Shulman había sido desterrado de Damasco, El Cairo y La Meca por su “charlatanería”. En el pueblo, Shulman engendró a Abdul Wahhab.
El hijo de Abdul Wahhab, Muhammad, fundó el moderno wahabismo. El informe iraquí también hace algunas asombrosas afirmaciones sobre la familia Saud. Cita al libro de Abdul Wahhab Ibrahim al-Shammari, El Movimiento Wahabita: La Verdad y las Raíces, que declara que el rey Abdul Aziz ibn-Saud, el monarca del primer reino de Arabia Saudí, descendía de Mordechai bin-Ibrahim bin-Moishe, un comerciante judío también de Basora. En Nejd, Moishe se integró a la tribu Aniza y cambió su nombre a Markhan bin-Ibrahim bin-Musa. Finalmente, Mordechai casó a su hijo, Jack Dan, que se convirtió en Al-Qarn, con una mujer de la tribu Anzah del Nejd. De esa unión nació la futura familia Saud.
El documento de Inteligencia iraquí revela que el investigador Mohammad Sakher fue el objetivo de un contrato saudita para un golpe de asesinato por su examen de las raíces judías de los Saud. En el libro de Said Nasir, La Historia de la Familia Saud, se afirma que en 1943 el embajador saudita ante Egipto, Abdullah bin-Ibrahim al-Muffadal, pagó a Muhammad al-Tamami para fabricar un árbol genealógico que mostrara que los Saud y los Wahhab eran una familia que descendía directamente del profeta Mahoma.
Al comienzo de la Primera Guerra Mundial, un oficial judío británico de India, David Shakespeare, se reunió con Ibn-Saud en Riad, y más tarde condujo un ejército saudita que derrotó a una tribu opuesta a Ibn-Saud. En 1915 Ibn-Saud se reunió con el enviado británico a la región del Golfo, Bracey Cocas. Cocas hizo la siguiente oferta a Ibn-Saud: “Creo que ésta es una garantía para su supervivencia, al igual que está en el interés de Gran Bretaña que los judíos tengan una patria y una existencia, y los intereses británicos son, por supuesto, en vuestro propio interés”. Ibn-Saud, el descendiente de los Dönmeh de Basora, respondió: “Sí, si mi reconocimiento significa tanto para usted, reconozco mil veces el conceder una patria a los judíos en Palestina u otra parte que Palestina”.
Dos años más tarde, el secretario británico de Exteriores Lord Balfour, en una carta al barón Walter Rothschild, un líder de los sionistas británicos, declaró: “El gobierno de Su Majestad ve favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío”. El trato tenía el apoyo tácito de dos de los principales actores en la región, ambos descendientes de los Dönmeh judíos que apoyaban la causa sionista: Kemal Ataturk y Ibn-Saud. La actual situación en el Oriente Medio debería ser vista bajo esta luz, pero la historia de la región ha sido purgada por ciertos intereses religiosos y políticos por razones obvias.
Después de la Primera Guerra Mundial los británicos facilitaron la llegada al poder del régimen de los Saud en las antiguas provincias de Hejaz y Nejd del Imperio otomano. Los Saud establecieron el wahabismo como la religión estatal del nuevo reino de Arabia Saudí y, al igual que los kemalistas Dönmeh en Turquía, comenzaron a moverse contra otras creencias y sectas islámicas, incluidos sunitas y chiítas.
Los wahabitas Saud llevaron a cabo lo que los kemalistas Dönmeh fueron capaces de conseguir en Turquía: un fracturado Oriente Medio que estaba maduro para los designios imperialistas occidentales y que puso los fundamentos para la creación del Estado sionista de Israel.
Los Estados profundos y los Dönmeh
Durante dos visitas a Turquía en 2010, tuve la oportunidad de hablar del “Estado profundo” de Ergenekon con importantes funcionarios turcos. Fue más que evidente que las discusiones sobre la red Ergenekon y sus conexiones “extranjeras” son un tema altamente sensible. Sin embargo, también un funcionario turco de política exterior de alto nivel me confesó que había otros “Estados profundos” en naciones circundantes, y en Egipto. Arabia Saudí, Jordania, Siria… fueron mencionados por su nombre.
Considerando los vínculos entre Ergenekon y los Dönmeh en Turquía y los cercanos vínculos de Inteligencia y militares entre los Saud, descendientes de los Dönmeh, y los wahabitas en Arabia, los informes de cercanos vínculos entre el expulsado Presidente egipcio Hosni Mubarak y su jefe de Inteligencia Omar Suleiman y el gobierno de Binyamin Netanyahu en Israel pueden ser vistos bajo una luz completamente nueva… Y esto explicaría el apoyo de Erdogan a la revolución de Egipto: en Turquía, fue una revolución democrática la que frenó la influencia de los Dönmeh.
La influencia de los wahabitas salafistas en el nuevo gobierno de Libia también explica por qué Erdogan fue inteligente al establecer relaciones con los rebeldes con sede en Benghazi para ayudar a suplantar la influencia de los wahabitas, los aliados naturales de sus enemigos, los Dönmeh (Ergenekon) de Turquía.
El deseo de Erdogan de aclarar el registro histórico restaurando la historia purgada por los kemalistas y los Dönmeh, le ha atraído acerbas declaraciones por parte del gobierno de Israel en cuanto a que él es un neo-otomano que está absorto en la formación de una alianza con la Hermandad Musulmana en los países árabes. Claramente, los Dönmeh y sus hermanos sionistas en Israel y en otras partes están preocupados por el revisionismo histórico en cuanto a los Dönmeh y los sionistas, incluido su papel en el genocidio armenio y asirio, y su negación del genocidio siendo expuesta.
En Egipto, que fue una vez un reino otomano, fue una revolución popular la que echó abajo lo que puede haber equivalido a los Dönmeh en cuanto al régimen de Mubarak. La “Primavera Árabe” egipcia también explica por qué los israelíes fueron rápidos para matar a seis policías fronterizos egipcios muy poco después de que nueve pasajeros turcos fueron asesinados a bordo del Mavi Marmara, algunos al estilo ejecución, por tropas israelíes.
La doctrina Dönmeh es abundante en referencias a los amalecitas del Antiguo Testamento, una tribu nómada que se ordenó que fuera atacada por los hebreos desde Egipto por el dios judío para hacer espacio para los seguidores de Moisés en la región Sur de Palestina. En el bíblico Libro de los Jueces, Yahvé ordena sin éxito a Saúl: “Ahora anda y golpea a Amalek y dedícate a la destrucción de todo lo que ellos tienen. No les salves la vida sino que mata tanto a hombres como mujeres, y niños, bueyes, y ovejas, camellos y burros.”
Los Dönmeh, cuya doctrina está también presente entre los hasídicos y otras sectas ortodoxas del judaísmo, parecen no tener ningún problema en sustituir a los armenios, asirios, turcos, kurdos, egipcios, iraquíes, libaneses, iraníes y palestinos, por los amalecitas al llevar a cabo sus asaltos militares y pogroms.
Con los gobiernos reformistas en Turquía y Egipto mucho más dispuestos a examinar el trasfondo de aquellos que han dividido al mundo islámico –Ataturk en Turquía y Mubarak en Egipto– los Saud son probablemente muy conscientes de que es sólo cuestión de tiempo antes de que sus vínculos con Israel, tanto modernos como históricos, sean totalmente expuestos. Tiene sentido que los Saud hayan tenido éxito al diseñar un dudoso complot que involucraba a agentes del gobierno iraní tratando de asesinar al embajador Saudita ante Washington en un restaurante de Washington DC sin nombre. El informe de Inteligencia iraquí podría haber estado refiriéndose a los sionistas y a los Dönmeh cuando declaraba: “se esfuerza por… matar musulmanes, destruir y promover disturbios”. De hecho, el informe de Inteligencia iraquí se estaba refiriendo a los wahabitas.
Con la nueva libertad en Turquía y Egipto para examinar sus pasados, hay más razón para que Israel y sus partidarios, así como para que los Saud supriman las verdaderas historias del Imperio otomano, la Turquía secular, los orígenes de Israel y la Casa Saud.
Con diversos actores que ahora andan buscando indirectamente la guerra con Irán, la verdadera historia de los Dönmeh y su influencia en los acontecimientos pasados y actuales en el Oriente Medio se hacen más importantes.
Wayne Madsen
[1] Madsen es periodista de investigación, escritor y columnista de agencia, así como miembro de la Society of Professional Journalists (SPJ) y del National Press Club