La calculada bravata de López Obrador contra España – por Jorge Santa Cruz
La exigencia de perdón de López Obrador a España por los abusos de la Conquista de ninguna manera es una ocurrencia; se trata, en realidad, de una incorporación abierta al mundialismo promovido por el cártel de Rothschild, Soros, Ehud Barack, Obama y los Clinton.
El mundialismo pretende la hegemonía mundial, al igual que el sionismo, cuyas cabezas visibles son el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu; el presidente de Estados Unidos, Donald Trump; el yerno de Trump, Jared Kushner; el magnate casinero Sheldon Adelson, y el clan Rockefeller.
El mundialismo se caracteriza por propagar el “marxismo cultural” que promueve —hasta la náusea— el feminismo, la ideología de género, el aborto, la pornografía, la legalización del consumo de drogas, el ateísmo, el terrorismo, las migraciones forzadas, etc.
El sionismo, en cambio, se dedica a controlar a los gobiernos a través del protestantismo sionista que pregona la predestinación de unos cuantos y la condena eterna de la inmensa mayoría.
Mundialismo y sionismo son movidos por la misma élite política, financiera, industrial, educativa, religiosa y mediática transnacional. Persiguen propósitos idénticos como ocurrió -por citar un ejemplo- con los valdenses y los albigenses o cátaros en el siglo XII.
Los valdenses fueron fundados por Peter Waldo en Lyon, Francia, en 1170. Públicamente, decían querer moralizar a la Iglesia católica, aunque su doctrina buscaba destruirla. Los valdenses pugnaban por una educación laica y por la supresión de la propiedad privada. Pretendían modificar la estructura social utilizando la fuerza de los pobres.
En ese tiempo actuaba otra secta en Francia, la de los albigenses o cátaros, influenciada por el gnosticismo, el maniqueísmo y el zoroastrismo. Negaba la encarnación de Cristo y la calificaba de mera aparición.
Para los albigenses o cátaros, el diablo había dado origen al mundo material, a las guerras y la Iglesia católica y dado que Jesús “no se encarnó”, la acusaban de mentir y de promover la corrupción.
Valdenses y albigenses o cátaros tenían una finalidad común: acabar con la Iglesia católica, aunque lo hacían con estrategias y tácticas diferentes. Lo mismo se puede decir, ahora, de mundialistas y sionistas.
Los motivos de López Obrador
El pasado martes 19 de marzo, el Presidente de México se reunió con el yerno de Donald Trump, Jared Kushner. Un día después, López Obrador negó que hubiera sido un encuentro “en lo oscurito” y detalló que sirvió para negociar las inversiones que hará Estados Unidos en América Central para detener las migraciones hacia territorio estadounidense.
El mismo día, martes 19 de marzo, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro (evangélico como López Obrador, pero alineado con el sionismo) fue a entregarse, literalmente, a Trump en la Casa Blanca.
La señal enviada desde Washington fue muy clara: López Obrador es visto como un Presidente de segunda categoría, con el que se puede tratar a través de Kushner. Bolsonaro, en cambio, forma parte del primer círculo geoestratégico del sionismo internacional.
Las maquinaciones de Ebrard
La exigencia a España hecha por el Presidente mexicano está a tono con el temperamento de su canciller, Marcelo Ebrard, quien se caracteriza por ser impulsivo y reactivo. Además —como lo hemos expuesto en este espacio con anterioridad—, Ebrard simpatiza de manera abierta con el mundialismo de Rothschild y Soros.
Es cierto, también, que alrededor de López Obrador orbitan detractores de la España católica (como su esposa Beatriz Gutiérrez Müller; el escritor español republicano Paco Ignacio Taibo II, y el político Pablo Moctezuma Barragán); esto, sin embargo, no explica del todo la bravata contra España y El Vaticano.
López Obrador lanzó su ofensiva con la idea —mal calculada, por lo demás— de asumir un protagonismo internacional. Ante la crisis que mengua a Nicolás Maduro en Venezuela y a Daniel Ortega en Nicaragua, AMLO quiere descollar.
El tiempo se encargará de arruinar sus ilusiones y las de Ebrard, quien desde ya está construyendo su candidatura presidencial para el 2024.
Esta imprudencia de López Obrador y Ebrard nos dará oportunidad de demostrar que la Conquista trajo muchos más beneficios que perjuicios a México. Lo haremos en próximos artículos.
Por lo demás, aseguramos que la actual monarquía española —subordinada a la Masonería internacional— carece de la autoridad política y moral necesaria para defender el papel de la España católica en el nuevo mundo.
Baste decir, de momento, que López Obrador desafió al Rey Felipe VI pero, en cambio, se sometió a la prominente integrante del Club Bilderberg, Ana Botín, mandamás del Banco Santander, a quien le ofreció mantener las abusivas comisiones que cobra esta institución usurera a sus clientes en México al menos durante los próximos tres años. AMLO sabe bien que el verdadero poder en la España actual no ni en La Zarzuela ni en La Moncloa.
Digamos, a manera de conclusión, que —sin soslayar los abusos injustificables— los conquistadores españoles no exterminaron a los indígenas como sí hicieron los puritanos y calvinistas ingleses con los pieles rojas en lo que hoy es Estados Unidos.
En México, el español fundió su sangre con la indígena; en Estados Unidos, el mejor indio fue el indio muerto. Y el que se salvaba de ser asesinado, era confinado en campos de concentración a los que denominaron eufemísticamente como “reservaciones”.
Jorge Santa Cruz, 1 abril 2019
Fuente Red Internacional
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