La universidad: “de institución académica a centro terapéutico” – por Miklós Cseszneky

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Los estudiantes pierden toda oportunidad de aprender, crecer y madurar, los académicos no pueden realizar investigaciones sobre cuestiones controvertidas y la facultad deja de ser un lugar de libre intercambio de ideas.

Las universidades en el mundo occidental están sujetas a una profunda transformación cultural. Las protestas estudiantiles, cuyo único objetivo es silenciar el debate, se han vuelto demasiado frecuentes y a menudo violentas. El nuevo libro de Frank Furedi, ‘Qué le está pasando a la Universidad: Un análisis sociológico de su infantilización(Ed. Narcea) explora las raíces ideológicas de ese clima liberticida que poco a poco ha conquistado a las universidades norteamericanas y británicas.

A ambos lados del Atlántico, los sucesos inquietantes que ocurren en las instituciones de educación superior se han convertido en un motivo de preocupación ya no sólo para el mundo académico, sino también para los sectores más amplios de las sociedades anglosajonas. ¿Cómo se debe reaccionar frente a la creciente tendencia de prohibir conferencias y proscribir a los ponentes? ¿Qué consecuencias trae para la libertad académica la aceptación de conceptos tan controvertidos como la apropiación cultural, las microagresiones o los espacios seguros?

En su respuesta, Frank Furedi (Ferenc Füredi) – profesor emérito de Sociología de la Universidad de Kent (Inglaterra) y autor de varios libros sobre temas tan variados como la cultura intelectual, la educación o la política del miedo – parte de su propia experiencia como estudiante y la contrasta con la cultura universitaria actual.

Actualmente se trata a los veinte -e incluso a los treintaañeros- como si fuesen adolescentes inmaduros que necesitan no sólo tutela académica, sino también protección emocional

Cuando él cursó sus estudios, a finales de los años 60 y principios de los 70, la universidad era un lugar donde se debatía de manera contundente, se discutía y se peleaba con las palabras como si se tratara de un combate mortal. Sin embargo, todos, tanto docentes como alumnos, aceptaban la importancia de la libertad de expresión, y entendían que asumir riesgos, experimentar, defender y rechazar ideas eran actividades intrínsecas de la vida universitaria. Hoy día, en cambio, la milenaria misión intelectual de las universidades se ve cada vez más limitada por la supuesta necesidad de proteger a las personas de cuestionamientos y críticas.

Mientras apenas hace unas décadas se consideraba que un estudiante universitario era una persona adulta capaz de manejar su vida privada e intelectual, actualmente se trata a los veinte -e incluso a los treintaañeros- como si fuesen adolescentes inmaduros que necesitan no sólo tutela académica, sino también protección emocional.

 

Vulnerabilidad y victimizacion

El sociólogo húngaro-británico opina que ese cambio radical proviene de la cultura terapéutica que está invadiendo a todas las instituciones de Occidente. En el entorno educativo, eso significa que los estudiantes son cada vez más vistos y tratados como personas vulnerables que requieren una constante atención terapéutica por parte del claustro y de la administración universitaria.

Esa santurronería posmoderna es tan rigurosa que no se conforma con restablecer la censura, sino que también impone la autocensura como norma tácita de la vida universitaria

Según Furedi, esa sensación de vulnerabilidad no surge de la creciente diversidad social en las facultades y tampoco está relacionada con el estatus socioeconómico o con la salud mental de los recién matriculados, sino que los estudiantes simplemente han internalizado el discurso de la cultura terapéutica que les rodea desde su infancia. Ese concepto de vulnerabilidad se reafirma en la universidad, donde la burocracia terapéutica, más interesada en perpetuar su propio poder que cumplir con su misión de transmitir conocimientos, se ha vuelto mucho más fuerte e intransigente que en otros organismos.

En cierto modo, el ambiente burocratizado de la educación superior se ha convertido en el principal campo de batalla de una nueva guerra cultural que ha sido declarada por los que quieren reorganizar la sociedad según las pautas de la llamada “política de identidad”. El invento de los espacios seguros, la yuxtaposición de la libertad de expresión y el discurso de odio, el concepto de las microagresiones y los trigger warnings tienen como objetivo el establecimiento de un entorno paternalista en las facultades, donde todas las interacciones humanas deben ser controladas según criterios pseudosanitarios e inquisitoriales.

No se trata de un fenómeno pasajero e inocuo, sino de una tendencia mucho más robusta que pone en peligro la supervivencia de la libertad de pensamiento en toda la sociedad

 

Censura y autocensura

Esa santurronería posmoderna es tan rigurosa que no se conforma con restablecer la censura, sino que también impone la autocensura como norma tácita de la vida universitaria. Furedi señala que, a diferencia de los regímenes de censura de épocas anteriores, que intentaban mantener el statu quo, los nuevos censores de la corrección política quieren una ruptura total con el pasado y, para conseguirla, están dispuestos a destruir o transformar completamente las normas e instituciones que consideran como herramientas de la opresión estructural.

El autor nos advierte de que en aras de la ingeniería social se está sacrificando la misión más importante de la universidad: los estudiantes pierden toda oportunidad de aprender, crecer y madurar, los académicos no pueden realizar investigaciones sobre cuestiones controvertidas y la facultad deja de ser un lugar de libre intercambio de ideas. Furedi describe un ambiente universitario que se ha vuelto antiintelectual y que traiciona la libertad académica y de expresión al adoptar una visión de tinte moralista-terapéutico que podría considerarse utópica y distópica al mismo tiempo.

Según explica Furedi con gran clarividencia, no se trata de un fenómeno pasajero e inocuo causado por la petulancia de unos pocos estudiantes o por la permisividad de algunos profesores, sino de una tendencia mucho más robusta que pone en peligro la supervivencia de la libertad de pensamiento en toda la sociedad.

¿Pero cómo se puede recuperar el espíritu perdido y traicionado de la libertad académica? ¿Cómo se puede detener y revertir esas tendencias rayanas en el totalitarismo? ‘Qué le está pasando a la Universidad’ intenta responder a esas preguntas, a la vez que explica las causas de la dramática transformación cultural que ha tenido lugar en el ambiente universitario. Sin embargo, el libro de Furedi es ante todo un aldabonazo, un rebato para despertarnos antes de que sea demasiado tarde.

Miklós Cseszneky

Fuente: Actuall

(Furedi, Frank. (2018). Qué le está pasando a la Universidad: Un análisis sociológico de su infantilización. Narcea. 224 páginas.)

* Miklós Cseszneky es consultor en Relaciones Internacionales.

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