La situación en Etiopía bascula de nuevo a favor del imperialismo
Con más de 100 millones de habitantes, Etiopía es el segundo país más poblado de África y tiene inmensos recursos minerales, de gas y agrícolas. En la última década ha alcanzado un desarrollo económico sin precedentes en la historia, al transformarse en una potencia industrial. En lo que va de siglo la tasa de escolarización se ha multiplicado por cuatro y la mortalidad infantil se ha reducido a la mitad.
En 1991 con la URSS cayó también el “Negus Rojo” (Mengistu Haile Mariam), llevando al poder por las armas al FLPT, de la minoría tigre, dirigida por Meles Zenawi que -al estilo Bismark- transformó a Etiopía en un país emblemático de África al garantizarle un despegue económico espectacular en muy poco tiempo. En palabras de The Economist, fue “el hombre que hizo de la dictadura algo aceptable”(1).
El secreto fue su asociación estratégica con Pekín, que le ha proporcionó los recursos financieros necesarios para iniciar un proceso acelerado de industrialización, con un crecimiento económico anual de dos dígitos.
Etiopía arrastró a China hasta Djibuti, su salida natural al Mar Rojo, un punto estratégico donde Pekín ha establecido su primera base militar.
Mariam Desalegn |
Además de una base naval, China ha invertido miles de millones de dólares en Djibuti: enormes zonas francas, puertos, aeropuertos y una gran explanada para transformar el gas etíope.
Pero los países del Cuerno de África siempre han sido aliados naturales de Occidente, por su carácter estratégico, quien ha seguido manteniendo luego su dominación por medio de los países del Golfo.
La destrucción de Somalia es la mejor muestra de que los imperialistas no se van a dejar arrinconar en África oriental y no dejan de maniobrar ni por un momento, tanto dentro como fuera de Etiopía.
Al morir Zenawi en 2012, le sucedió Mariam Desalegn al frente de los tigres, que intenta continuar el camino trazado por el anterior, aunque los imperialistas comienzan a poner palos en las ruedas en la manera consabida: provocando disturbios étnicos entre oromos, amharas, tigres, somalíes…
Como en Irak, en Libia, en Somalia, en Sudán… el imperialismo quiere despedazar el Estado federal, al que la BBC calificó como de estilo “soviético”(2). El método también es el mismo de siempre: manifestaciones, huelgas, disturbios, gran relieve mediático… Todo a ello a pesar de que el país está bajo el estado de excepción y la policía reprime con una enorme dureza, dejando casi mil muertos en las calles.
Ahmed Abiy |
Los hombres de Trump han comenzado a visitar Addis Abeba para consolidar el giro en la situación. En octubre del año pasado le tocó el turno a la embajadora en la ONU Nikki Haley y luego, en marzo de este año, al secretario de Estado, Rex Tillerson.
A cambio de la paz interior, Abiy ha tenido que hacer importantes concesiones, como la paz con Eritrea, a la que ha cedido Badmé, un enclave litigioso en la frontera entre ambos países.
A su vez, la paz con Eritrea le abre un camino hacia el Mar Rojo que ya no atraviesa Djibuti, ni está bajo la supervisión de China.
La situación en Etiopía ha cambiado, pues, basculando de nuevo a favor del imperialismo, lo que arrastrará a todo el Cuerno de África. y especialmente a Somalia. Es posible que Estados Unidos ya no necesite a sus tropas en Somalia e imponga la paz donde, hasta ahora, ha impuesto una guerra sin cuartel.
(1) https://www.economist.com/middle-east-and-africa/2012/08/25/the-man-who-tried-to-make-dictatorship-acceptable