Los dos días que estremecieron a la OTAN
Los expertos aseguran que la manera de hacer negocios “a la neoyorkina” es la táctica que usa Donald Trump en sus relaciones internacionales: primero se amenaza y se provoca, incluso rozando el insulto. Al final, si la negociación ha ido por los cauces deseados, se termina con apretones de manos y palmadas en la espalda.
Al final, si la negociación ha ido por los cauces deseados, se termina con apretones de manos y palmadas en la espalda, como si la violencia verbal del inicio no hubiera existido.
Los socios de la Alianza Atlántica se ganaron un fin de semana de descanso para reponerse del zarandeo que el Presidente de Estados Unidos les ha aplicado durante los dos días de la cumbre de la OTAN.
Trump, que no tiene en cuenta ni ideologías ni usos diplomáticos, utiliza la política exterior para fines comerciales que contenten a sus votantes y que repercutan en una mejora de la balanza comercial de su país.
Los asistentes a la reunión de la alianza militar occidental estaban perplejos. El programa oficial, la agenda, fue dinamitada por Trump que convirtió el encuentro en una continuación del G7 y, por momentos, en una cumbre EEUU-Unión Europea.
La andanada contra Alemania como “país cautivo de Rusia”, obligó a Angela Merkel a referirse a su pasado en la antigua República Democrática Alemana bajo control soviético y forzó a los “sherpas” germanos a hacer público el grado de dependencia del gas ruso para poder justificar la puesta en marcha del gasoducto Nord Stream 2, que empezará a funcionar en 2019.
¿Le preocupa a Trump la posible influencia rusa sobre Berlín? El Presidente norteamericano actuaba en realidad como agente comercial de los productores de gas de su país, que buscan afanosamente mercados exteriores. Para ellos, la rusa Gazprom es un ogro competitivo que mantendría cautiva no solo a Alemania, sino a casi toda Europa occidental. Es parte de su márketing político.
El misil verbal contra Merkel fue aplaudido por el Ministro de Asuntos Exteriores polaco, Jacek Czaputowicz, que aprovechó el impulso de Trump para defender sus intereses: “hay países”, dijo, “que dan fondos a Rusia y le procuran así medios que podrían ser utilizados para atacar a Polonia”.
Otro representante del “frente antiruso”, la presidenta lituana, Dalia Grybauskaite, también se mostraba satisfecha de ataque contra Berlín, pero defendía, al tiempo, a la Canciller alemana como un baluarte contra la política del Kremlin.
Europa Occidental vuelve a vivir la experiencia del alineamiento pro-Washington de los llamados países del Este. Hoy, desde los Bálticos, pasando por Polonia y todo el grupo de Visegrado, están más en sintonía con Donald Trump que con sus vecinos y socios del Oeste del continente. En su día, algunos dirigentes occidentales reprocharon agriamente a algunos de estos países su apoyo a la política de George W. Bush en Oriente Medio.
¿Trump, un patán ignorante de la historia de las relaciones transatlánticas? Es una afirmación facilona. Lo que sí está claro es que llegaba a Bruselas con la idea de desmontar la hoja de ruta trazada por sus “aliados”. Y lo consiguió. Donald Trump, como en otros foros internacionales a los que ha asistido, se convirtió en el protagonista de la situación y marcó el paso a los participantes.
Estados Unidos, ya antes de la era Trump, protestaba porque consideraba desproporcionado su gasto militar con el de sus aliados de la OTAN. Si se miran las cifras, hay bastante de cierto por mucho que otros países consideren como gasto las operaciones militares en las que participan. Trump pedía el cumplimiento del 2 por ciento del PIB en presupuesto militar, para horas después y fuera de la agenda oficial, aumentar a 4 por ciento, como de una nueva negociación comercial se tratara.
La última sugerencia fue ignorada oficialmente, pero quedó grabada como noticia y sirvió para que algunos dirigentes se comprometieran de boquilla a hacer efectivo el 2 por ciento, eso sí, esperando que Donald Trump no esté en la Casa Blanca dentro de dos años. Ayudó también a paralizar el debate de la OTAN con Ucrania y Georgia.
La irrupción del “trumpismo” en la escena internacional tiene además otra consecuencia: los mandatarios que comparten reuniones con él se ven obligados a esconder a su propio público las verdaderas disputas y, en su inmensa mayoría, no han sabido encontrar el antídoto a su modo de negociación ofensivo. Era realmente patético observar las imágenes oficiales de la cumbre de Bruselas.
Trump dominaba la escena repartiendo apretones de mano y sonrisas a algunos e ignorando a otros, pero todos se giraban ante su presencia, buscando la foto —a pesar de todo— con el denostado político. Todos parecían temerosos en sus encuentros bilaterales ante la prensa; como si la imprevisibilidad del presidente norteamericano les pudiera dejar sin respuesta ante los periodistas, incluso con una broma.
Por eso, el fin de la reunión de la OTAN fue un alivio para los 28 socios de estados Unidos. Un descanso que no será del todo completo, pues sus propios aliados temblaban ante las coincidencias o acuerdos que Donald Trump pudiera encontrar en su cara a cara con Vladímir Putin.
Luis Rivas 16 julio 2018
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La OTAN no es más que una herramienta de intimidación y una máquina de hacer dinero… por eso sobrevive
La OTAN no tiene nada que ver con la defensa europea, es solo una herramienta de intimidación y una máquina de hacer dinero para el complejo militar e industrial hinchado y corrupto de Estados Unidos, dijo el analista geopolítico Jon Hellevig a Sputnik, argumentando que la última cumbre no ha indicado ninguna brecha real entre los miembros de la OTAN, simplemente no quieren desembolsar más dinero.
«Estoy de acuerdo con los muchos observadores geopolíticos independientes de que la OTAN es una patraña de protección y lo que Trump acaba de hacer fue subir la apuesta», Jon Hellevig, analista geopolítico y socio gerente del Grupo Awara, una empresa líder en Rusia, dijo a Sputnik. «Pero no veo ninguna brecha real entre los aliados de la OTAN, solo se trata de dinero».
Según el analista, los estados miembros de la OTAN «disfrutan establecer una hegemonía mundial occidental e intimidar a Rusia, pero el problema ahora es que su principal patrocinador, Estados Unidos, se encuentra en una situación económica desesperada y trata de recaudar más dinero para la máquina de guerra »
Por su parte, los miembros europeos de la OTAN simplemente no quieren gastar más dinero en la alianza.
Antes de la última cumbre de la OTAN que tuvo lugar los días 11 y 12 de julio en Bruselas, Trump enfatizó que muchos estados europeos no habían cumplido con su compromiso del 2% del Producto Interno Bruto (PIB) y exigieron que se cumpliera lo firmado.
Habiendo llegado a Bruselas, el presidente de Estados Unidos inmediatamente planteó el problema en un desayuno con el cabecilla de la OTAN, Jens Stoltenberg, criticando a los europeos y especialmente a Alemania por lo que calificó de injusto reparto de la carga.
«Se supone que debemos protegerlo contra Rusia, pero ellos [Alemania y otros países europeos] están pagando miles de millones a Rusia», denunció Trump, refiriéndose a la iniciativa Ruso-Europea Nord Stream 2.
Sin embargo, según Hellevig, «es ridículamente absurdo que Trump acuse a Alemania de utilizar la alianza de la OTAN para aprovecharse injustamente de los Estados Unidos para ‘la protección de Alemania’».
«La OTAN en su forma presente, después del final de la Guerra Fría, no es una alianza de defensa sino una herramienta agresiva para proyectar la hegemonía mundial de EE. UU., con la tarea inmediata de lograr el dominio militar sobre Rusia y apretar la soga en sus fronteras», dijo el analista geopolítico. «Por lo tanto, lejos de proteger a Alemania o cualquier otro en Europa, Estados Unidos, prácticamente ha ocupado Alemania, de hecho, así es desde el final de la Segunda Guerra Mundial, y está utilizando al país como plataforma para su agresión global».
Impulsar el gasto al 4% del PIB
La afirmación de Trump de que los estados miembros de la alianza deberían aumentar sus gastos al 4 por ciento ha provocado un acalorado debate y protestas del presidente francés Emmanuel Macron, quien insistió en que París no iría más allá del 2 por ciento.
«Como dije, al final del día, todo se trata de dinero», enfatizó Hellevig, al comentar sobre el tema. «El Estado Profundo, las élites que controlan a Estados Unidos y su presidente demandan cada vez más para un complejo industrial-militar insaciable, pero con la economía en ruinas, el presupuesto federal estadounidense ya de por sí deficiente ha alcanzado hace tiempo los límites absolutos para gastos de defensa. Esta es la razón por la cual el Estado Profundo ha desatado a Trump sobre los vasallos de la OTAN, para recolectar su dinero«.
El analista geopolítico se refirió al último estudio del Grupo Awara que encontró que la relación deuda-PIB de EE. UU. puede llegar al 140 por ciento para 2024, mientras que el aumento neto de la deuda podría ser tan enorme como $ 10 a 15 billones entre 2019 y 2024.
«Mi análisis de la economía de EE. UU. y las sombrías proyecciones del presupuesto federal me convencen de que el establishment estadounidense está absolutamente desesperado y está buscando furiosamente meter mano en los bolsillos de los aliados para recaudar dinero para su proyecto de hegemonía mundial ya que sus propias fuentes se han secado. Debemos entender que el discurso estadounidense sobre [la] necesidad de aumentar el gasto militar en última instancia significa que los aliados deben gastar más en [la] compra de armas estadounidenses«, señaló el analista.
Según Hellevig, el 4 por ciento del PBI en realidad muestra los niveles «que el establishment de EE. UU. necesita desesperadamente alcanzar, dada su actual cosmovisión».
Opinó que la industria militar de los Estados Unidos ya ha quedado por detrás de Rusia en una serie de tecnologías de vanguardia, mientras que el presupuesto federal de los EE. UU. Aparentemente, no tiene suficiente dinero para saciar «el apetito de un complejo industrial-militar abotargado y corrupto».
La presión de Trump y su dura retórica es bastante comprensible, porque la situación es realmente «desesperada», dijo el analista.
«La economía de los EE. UU. se encuentra al borde del colapso final, pero la máquina de guerra debe alimentarse», destacó Hellevig. «Esta es una apuesta arriesgada que podría fracasar a medida que más y más personas en Europa entiendan que la OTAN es solo eso, una engañifa. No hay absolutamente ninguna amenaza rusa para Europa, y cuanto más se enfade Trump al respecto, más evidente se convierte el engaño».
Ekaterina Blinova, 16 julio 2018
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