El conflicto ucraniano y el puerto de Sebastopol (Crimea) – por Koldo Salazar López
Desde la caída de la URSS hasta la Revolución Naranja de Yúshenko Ucrania, empobrecida por el legado del socialismo y una independencia atropellada y sobre la marcha, necesitó de Rusia (también en una profunda crisis) para poder sostenerse como estado y mantener la estabilidad.
Cierto es que los conflictos armados que hubo en Rusia no se replicaron en su territorio, sin embargo la creciente oligarquía postsoviética y la crisis siguieron arrastrando a Ucrania hacia el barro. Durante este periodo el tándem Kiev-Moscú era estable sin embargo el desgaste del presidente Leonid Kuchma por su política de censura y represión, así como la sospecha de que se encontraba tras el asesinato de Georgiy Gongadze marcaron el final de todo un periodo.
Mientras la sociedad ucraniana protestaba por esta situación se produjo otro escándalo, el envenenamiento no-mortal con dioxina de Víktor Yúshenko (del que fue acusado el servicio de inteligencia ruso), candidato a la presidencia de Ucrania tras haber sido primer ministro. Esto produjo la llamada “Revolución Naranja” que pretendía hacer virar las posiciones ucranianas hacia la Unión Europea, la OTAN y Estados Unidos.
En 2004, se produjeron las determinantes elecciones que enfrentaron al partido de las regiones de Víktor Yanukóvich (a favor de sostener las buenas relaciones bilaterales con Rusia) y la coalición Yúshenko y Timoshenko (Bloque Nuestra Ucrania y Bloque Batkivshchina), que estaban a favor de virar hacia posiciones a favor del bloque OTAN y Estados Unidos-Unión Europea.
La victoria de Yúshenko en 2004 conllevó la tensión de las relaciones con Moscú pero no la ruptura de las mismas. Yúshenko intentaba convertirse en intermediario entre el bloque ruso y la Unión Europea aunque intentando formar parte de la UE, aplicar los modelos económicos del FMI y la entrada en la OTAN (en junio de 2018 Ucrania no forma parte de la Alianza Atlántica aunque solicitó formar parte en 2008, bajo el gobierno Yúshenko).
Otro dato añadido que ayudó a aumentar la tensión y que hacía prever lo que podría ocurrir, aunque el enfrentamiento era aún embrionario, tenía que ver con sus posiciones sobre Crimea (cedida de la RSS de Rusia a la RSS de Ucrania por Khrushev) y que consideraba suya de forma total. También Yúshenko quería sacar el idioma ruso de la oficialidad del estado que, tras el ucraniano es el más hablado del país y segunda lengua oficial. Religiosamente proponía la creación de una iglesia ortodoxa unificada que aunara a la Iglesia ortodoxa ucraniana patriarcado de Moscú (la única reconocida internacionalmente) y las cismáticas administrativamente Iglesia ortodoxa ucraniana patriarcado de Kiev y la Iglesia ortodoxa ucraniana autocéfala.
En todo caso Yúshenko se mostraba como un liberal que temía enfrentarse a Rusia pero, al mismo tiempo, deseaba salir de su esfera de influencia determinante. Tanto es así que la entrada masiva de los países del este en la Unión Europea (para ampliar la influencia de la UE a las regiones del este, reduciendo el poder ruso en estos países y abriendo la puerta a la llegada de la OTAN a estas latitudes, contra la promesa de Reagan a Gorbachov).
Tras la salida de Yúshenko, que perdió las elecciones de 2010 de forma estrepitosa, llegó al poder Víktor Yanukóvic y comenzó a deshacer una gran parte de los esfuerzos de Yúshenko para acercarse a Europa y la OTAN, esfuerzos que estaban pactados y que formaban parte de las obligaciones que había adquirido, sin embargo Yanukóvich entendía que Rusia otorgaba mayores beneficios geoestratégicos para Ucrania que una unión al bloque occidental (que parecía inevitable).
Sebastopol
Uno de los acuerdos más importantes fue el de la cesión del puerto de Sebastopol. En el año 2010, prácticamente tras vencer en las elecciones Yanukóvich comenzó a negociar un plan con Rusia, preocupada con que la deriva de la “revolución naranja” perjudicara sus posiciones geopolíticas, financieras, militares y de influencia.
Yanukóvich, que entendía eso, jugó su baza otorgando a los rusos el puerto de Sebastopol, en la península crimeana, hasta el año 2042 (el contrato que se encontraba vigente expiraba en el año 2017). Esto era de vital importancia porque permitía a la flota rusa mantener una base naval segura en el Mar negro, convirtiéndolo en un lago ruso y le permitía poder descender de forma segura hasta las importantísimas aguas del mediterráneo.
Es más, la perdida de Sebastopol hubiera debilitado de forma determinante a la armada rusa en su papel como aliado militar de Siria y habría dejado sola a la base naval rusa de Tartous (aislada en el mediterráneo oriental).
Ucrania, en este acuerdo salía reforzada ya que estrechaba lazos con Rusia y, además, lograba un descuento del 30% en el precio del gas ruso (pagando sólo 40.000 millones durante los siguientes diez años). Esto suscitó el rechazo de la oposición europeísta ucraniana que acusaba a Yanukóvich de iniciar un proceso de venta de la soberanía nacional a Rusia y aumentar la dependencia energética de Ucrania respeto al gobierno de Moscú (que puede ser usado como forma de presión política, de hecho el gas ruso ha sido usado como forma de presión).
Otro dato de oposición fue la renuncia de Yanukóvich a seguir reformando la economía bajo las reglas del FMI. Poco después, cuando se confirmó que el vínculo Kiev-Moscú estaba reforzándose la Unión Europea realizó presiones en Ucrania presionando para que “se evitara el deterioro de la democracia y del imperio de la ley”, de hecho Yanukóvich no pudo firmar el acuerdo de asociación con la UE en 2013, lo que enfureció a los nacionalistas ucranianos y a la oposición pro occidental.
En aquel momento, tras este fallo político, los ucranianos comenzaron a protestar en la calle atacando a los símbolos soviéticos por considerarlos parte de la ocupación ruso-soviética y acusaban a Yanukóvich de ser un títere de Putin. Asociaciones opositoras, como FEMEN, caldearon los ánimos y se produjo el Euromaidán, una serie de protestas que acabaron con el derrocamiento de Yanukóvich, la liberación de Timoshenko y el alzamiento de los rusos del este de Ucrania que acabaron por desgajar la península de Crimea integrándola en Rusia (asegurando sus posiciones militares de la armada rusa en el Mar negro) y el inicio de la guerra civil y la ruptura de la cohesión territorial con el nacimiento de Novorussia (una confederación que aúna Donetks y Luganks) y que sirve como escudo de Rusia frente a las nuevas políticas de Petro Poroshenko, abiertamente pro occidental.
Koldo Salazar López, 18 junio 2018