El ajuste pactado con el Fondo Monetario tendrá una incidencia directa sobre el nivel de actividad, afectará los salarios, las jubilaciones y por ende el consumo masivo. También caerá la inversión pública y aumentará el desempleo.
El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional apunta a estabilizar el mercado cambiario pero tendrá consecuencias sobre la “economía real”, es decir, sobre el nivel de actividad, consumo e inversión, salarios, jubilaciones y empleo. PáginaI12 consultó a cuatro economistas de diferente raigambre ideológica para dilucidar las consecuencias del stand-by. Hay coincidencia en relación al impacto negativo del acuerdo sobre el nivel de actividad a partir del redoblado ajuste fiscal, caída que sería mayor si además continúa la devaluación del peso. El consumo será el principal perjudicado y el Programa de Participación Público-Privada aparece como una de las esperanzas del Gobierno ante la previsible reducción de la obra pública.
Mariano De Miguel, docente de la UMET, explicó que “las consecuencias van a ser negativas porque el Fondo siempre pide el ajuste fiscal para que la economía pueda ahorrar los dólares para el repago de la deuda. Quizás la economía este año termine creciendo 1 o 1,5 por ciento, pero el dato del tercer y cuarto trimestre va a ser malo porque el ajuste fiscal se multiplica hacia el resto de la economía”. “Pero no sólo está la cuestión fiscal. Hay una segunda palanca recesiva que es la devaluación, que afecta a la inflación y a los salarios. El FMI espera que la devaluación corrija las cuentas externas a través de la caída de los ingresos, es decir, que no sea solamente una devaluación nominal sino en términos reales. Si el Fondo tiene éxito en este punto, será otra fuerza recesiva. Y si no tiene éxito, la situación se puede volver un espiral de inflación-salarios-devaluación. Yo creo que la economía argentina no va a volver a crecer hasta fin del año que viene. El Gobierno no va a poder estimular la economía como en 2017. El mejor escenario es de estabilidad macroeconómica y recesión”, agregó.
Martin Vauthier, director de la consultora Eco Go, explicó que “el Gobierno recurre al Fondo porque el mercado dejó de financiar el déficit de cuenta corriente que fue record en 2017, de 4,8 del PIB, del orden de los 31 mil millones de dólares a partir de los gastos de turismo, suba de importaciones por la tracción proveniente de la inversión y de la compra de bienes de consumo durable. Se supone que el ajuste con el crédito del Fondo va a ser más leve que si el Gobierno tuviera que seguir su programa financiero con el mercado. Pero el ajuste va a estar”.
“Hacia adelante, la economía no tiene margen de crecer, más bien todo lo contrario. El consumo reaccionó en 2017 pero no va a seguir creciendo, no será motor este año ni tampoco en 2019. La necesidad de profundizar el ajuste fiscal define que el Gobierno siga con su plan de baja de subsidios y recorte la obra pública financiada por el Tesoro. Además, las altas tasas de interés impactan muy fuerte sobre empresas y la sequía del agro también es un factor negativo. El escenario más virtuoso consiste en que el ajuste más los dólares que provengan del Fondo y de otros organismos den confianza a los mercados, mejoren las condiciones financieras y baje el riesgo país. Así, se reduciría el costos de financiamiento del Gobierno y de las empresas. La gran apuesta del Gobierno para impulsar la actividad el año que viene son los PPP, especialmente en obras viales, que tienen impacto sobre el nivel de empleo y no demandan tantos dólares”.
Mariano Lamothe, de la consultora Abeceb, consideró que “el mercado no financia más la gradualidad del Gobierno. El mundo no nos esperó. Esto nos va a dejar una economía con niveles más altos de inflación, menos actividad y mucha conflictividad social. En términos fiscales, el sector público va a consumir menos, seguirá pisando el gasto. Para 2019 empieza a haber menos partidas para cortar”. “Claramente los sectores más perjudicados son el consumo masivo, motos y otros durables, por el efecto de la devaluación y la suba de tasas. Por contrario, posiblemente también haya inversiones en sectores muy específicos beneficiados por el nuevo tipo de cambio como economías regionales, agro, minería y energía. Para 2018 vemos un crecimiento de entre el 1 y el 1,5 por ciento y 2019 es una gran incógnita. Pueden ser factores positivos los contratos PPP y hay que ver si logran reeditar el efecto de 2017 en el mercado hipotecario”.
Santiago Fraschina, director de la carrera de economía de la Universidad de Avellaneda, dijo a este diario que “si el acuerdo viene de la mano con la finalización de las intervenciones del BCRA para dar estabilidad al dólar y se impone una desregulación total, es posible que el tipo de cambio siga subiendo, con lo cual el primer canal de impacto negativo sobre la actividad económica se da a través de la devaluación, los precios y la caída del consumo. Si la condicionalidad no tiene que ver con la desregulación del mercado cambiario, todavía queda el canal fiscal como fuente de caída de la actividad.
El FMI establece un programa fiscal muy exigente que derivará en un menor consumo interno, menor actividad industrial, inversión de pequeña y mediana escala y empleo”.
Javier Lewkowicz, 8 junio 2018
Fuente PAGINA12