¿Qué significa la victoria de Muqtada al Sadr en Irak?

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Desde hace años Muqtada al Sadr ha luchado por hacerse con el poder en Irak. Desde la caída del gobierno de Sadam Hussein se dedicó tanto a hostigar a los estadounidenses como al gobierno iraquí, a otras facciones chiitas del país y a los radicales sunitas iraquíes y extranjeros que acudían al país. En el año 2007 intentó derrocar al gobernador de Basora y en 2016 hizo que sus seguidores tomaran el parlamento iraquí.

Su milicia “el ejército de Al Mahdi” es el brazo militar de su plataforma política “movimiento Sadr”, que ha logrado capitalizar a los chiitas de la clase media y baja, Muqtada al Sadr siempre usó la protección de los marginados chiitas (una amplia parte de la población chií de Irak como parte integral de su discurso político.

 

 

 

Otro dato muy importante es que los Al Sadr se han destacado siempre por su oposición a la influencia iraní en el país. Lo cual le ha enfrentado a su gran rival, Ali Sistani, el hombre más poderoso de Irak debido al ascendente religioso y espiritual que tiene entre los chiitas de Irak y de fuera pero que, sin embargo, no es iraquí sino iraní.

Su victoria representa la victoria de los iraquíes nacionalistas que no toleran la ruptura de la cohesión territorial del estado, de ahí su rivalidad y dureza con los kurdos (apoyados por Israel), que ha provocado que sea apoyado por amplios sectores de la sociedad así como su oposición hacia la creciente influencia de Irán en la comunidad chiita iraquí, que nunca ha ocultado, y que le ha valido el respaldo de los baazistas iraquíes (sunitas) y de ciertos sectores sunies moderados en contra de gobiernos radicales sunitas apoyados por Arabia Saudí, Qatar o Turquía.

 

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Muqtada al Sadr y el Príncipe Muhammad Bin Salman de Arabia Saudí

 

De hecho estas elecciones han sido históricas por la baja participación, lo que ha beneficiado a Al Sadr debido a que el 60% de los iraquíes son chiitas y sus partidarios han ido a votar en masa. 

Su apoyo de amplio espectro se apoya en el hecho de que la coalición que lidera haya vencido en las elecciones legislativas, sin embargo, ninguno de los partidos ha logrado la mayoría absoluta por lo que se espera que se abran consultas en breve para negociar un pacto de estado que otorgue la mayoría de la cámara a uno u otro grupo. De todas formas aún no se sabe si del grupo que logre imponerse en el parlamento saldrá el primer ministro.

Haidar al-Abadi, actual primer ministro, quedó tercero en estas elecciones donde participaba en una coalición política-militar apoyada por Irán. Sin embargo no nos olvidemos de que Muqtada al Sadr estuvo en Arabia Saudí negociando un acuerdo militar y político con doble fin:

  1. Lograr financiación suficiente para reconstruir el país de la guerra contra el Daesh (en la que su milicia no se ha destacado);
  2. Convertirse en el agente canalizador de negociaciones Irán-Arabia Saudí a fin de evitar una guerra directa entre ambas potencias cuyo teatro de operaciones sería, precisamente, Irak;
  3. Lograr el máximo número de apoyos para llevar a cabo reformas que beneficien a las clases bajas chiitas.

 

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Arabia Saudí ve en Muqtada Al Sadr un colaborador necesario para lograr abrirse paso en el vecino país y desplazar a Irán de este territorio estratégico para Arabia Saudí. Esta victoria puede afectar negativamente a la frágil estabilidad de Siria debido a que Al Sadr ha manifestado en múltiples ocasiones su oposición a Bashar al Asad y le ha invitado a dimitir. Con esta estrategia intenta evitar verse cercado por Irán así como intentar ganarse las simpatías de los baazistas iraquíes, en guerra con los baazistas sirios, y obtener cierto apoyo de Arabia Saudí.

Estas alianzas imposibles se deben a que la dinámica del chiísmo iraquí tiene su propia dinámica independiente de Irán y siguen sus propios intereses, a veces coincidentes pero muchas veces opuestos a los intereses de Teherán.

Koldo Salazar López, 20 mayo 2018

Fuente

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