Historia: Israel vs Hezbollah, la guerra de 2006

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La guerra del 2006 fue un conflicto extraño dentro del contexto de las guerras árabes-israelíes. Por primera vez el conflicto no sería contra un estado sino contra una milicia y en un contexto desfavorable para Israel.

En primer lugar debemos remontarnos al año 2000 cuando Ehud Barak, después de intensas negociaciones internacionales, retiró a sus soldados del sur del Líbano (donde llevaban desde 1982) y la zona pasó a estar bajo el control del ejercito libanés y de Hezbollah. Al mismo tiempo el peso de la milicia chií libanesa había aumentado debido a la política de Hassan Nasrallah de abandonar el jomeinismo excluyente y abrirse hacia el secularismo integrador, lo cual se ganó el afecto, apoyo y lealtad de los drusos y cristianos libaneses, antaño aliados de Israel.

Al mismo tiempo en Cisjordania acababa la segunda intifada, en 2005 Ariel Sharon ordenaba la retirada unilateral de la Franja de Gaza y el desmantelamiento de las colonias, sometiendo a los gazatíes a un estado de sitio total hasta el presente. En el año 2006 Hamás ganó las elecciones legislativas, lo que produjo grandes tensiones entre Fatah y Hamás, lo cual amenazó con desequilibrar la frágil situación, muy cómoda para Israel, que durante años se había dado.

Hamás y Fatah se enfrentaron en una guerra civil en la cual cada uno logró su esfera de influencia, Fatah mantuvo el control de Cisjordania, bajo dominio directo de Israel, y Hamás se quedaba en la Franja de Gaza en un estado de sitio.

A todo esto los ataques desde Gaza hacia territorio israelí no cesaban, pero la situación cambió cuando tropas israelíes fueron emboscadas por Hezbollah. El gobierno de Israel aseguró que Hezbollah había emboscado a sus soldados cuando patrullaban la frontera pero la realidad era muy diferente, los soldados fueron emboscados en Ayta Ash Shab, dentro del territorio libanés.

La penetración militar en territorio soberano de un tercer sin aviso previo y sin permiso del mismo es un acto de guerra, Hezbollah defendía la soberanía e integridad del Líbano.

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El resultado del choque fue de tres soldados muertos, tres heridos y dos capturados. El gobierno israelí no tuvo de activar el “Protocolo Hannibal” con los soldados capturados. Más tarde un merkava incursionó de nuevo en territorio libanés pero fueron repelidos cuando una bomba libanesa estalló y mató a los cuatro tanquistas israelíes.

Ehud Olmert (Presidente de Israel) y Hassán Nasrallah intercambiaron acusaciones, Israel no dudó en acudir a las Naciones Unidas, con apoyo de Estados Unidos, y preparar una campaña militar de castigo contra el Líbano.

En principio la guerra iba a ser una campaña restringida contra Hezbollah pero las FDI calcularon mal, los informes de inteligencia decían que Hezbollah era un grupo con baja capacidad operativa, poco entrenamiento, material anticuado, pocos integrantes y casi sin apoyo social cuando, en realidad, era todo lo contrario.

En primer lugar Israel inició una campaña de fuego aéreo cuyo objetivo era, en principio, realizar ataques selectivos contra puntos estratégicos de Hezbollah y del ejército libanés. Al mismo tiempo Hezbollah lanzó su artillería y sus misiles, que provocaron graves daños en Haifa y en todo el norte de Israel. Nasrallah, en mensajes televisados, aseguró que podrían llevar a cabo una guerra de esta intensidad durante años.

Una curiosidad fue el hecho de que como Israel y Líbano comparten frontera el poder de la fuerza aérea israelí quedó anulada por la capacidad de la artillería y los misiles libaneses, mucho más efectivos que los de Hamás. El 26 de julio de 2006 observadores de la ONU murieron por ataques israelíes.

Durante las tres primeras semanas la agresividad israelí había ido aumentando, pasaron de realizar ataques selectivos y restringidos a ataques masivos a zonas residenciales y barrios chiitas de Beirut y de todo el sur del Líbano. Tiro y Sidón sufrieron duramente los ataques aéreos. Incluso la lejana Trípoli (al norte del Líbano) sufrió ataques aéreos debido a la existencia de desplazados provenientes del sur del país.

La hipocresía de Israel llegó a su punto álgido cuando, debido a las protestas de la comunidad internacional por los ataques indiscriminados contra los civiles libaneses, llegaron a asegurar que lamentaban las muertes de los civiles, pero culpaba a Hezbollah de esos bombardeos cuando el gobierno de Israel había iniciado la guerra.

Durante la guerra Israel utilizó bombas de racimo, fósforo blanco y armas DIME, usadas en la Franja de Gaza. Después de tres semanas de fuego aéreo se inició la invasión por tierra e Israel no tenía ventaja ninguna, recordaban la operación Paz para Galilea, pero el contexto era diferente. Jan Egeland, subsecretario general para Asuntos Humanitarios de la ONU en 2006, acusó a Israel del uso “totalmente inmoral” de bombas de racimo en el Líbano, la ONU encontró hasta 100 000 de estos artefactos sin explotar en 359 localidades.

En este momento Israel no tenía aliados ni apoyos dentro de El Líbano, Hezbollah tenía el apoyo de amplias capas de la población, que trascienden a los chiitas, y el ejercito libanés estaba preparado para enfrentarse a los israelíes, además Hezbollah es un partido político con representación parlamentaria por lo que su legitimidad era total. De hecho cuando se penetró en territorio libanés, la fuerza aérea estaba anulada por la capacidad artillera de Hezbollah y en un día, en una incursión de blindados Merkava en el sur del Líbano Israel perdió una división entera de blindados (de las siete que posee) gracias a los RPG-29 rusos suministrados por Moscú a Hezbollah a través de intermediarios.

Los combates no permitieron que los israelíes pudieran penetrar en territorio libanés ni llegar a Tiro ni a Sidón para asegurar sus posiciones, tampoco pudieron llegar al valle de Bekaa, las Granjas de Shebaa, ni a las montañas de Qalamoun, por lo que el ejercito israelí se dedicó a hostigar a los civiles libaneses, provocando más de 900 muertes. Uno de los casos más flagrantes fueron la masacre de Qana, cuando Israel bombardeó un edificio repleto de civiles en la ciudad de Qana el 31 de Julio. Israel dijo que el edificio pertenecía a la red militar de Hezbollah pero observadores de la ONU lo desmintieron.

El apoyo a la guerra en el Líbano no cesó pero en Israel, mientras crecía el número de soldados muertos, civiles y las denuncias de la comunidad internacional, la situación fue cambiando. Los árabe israelíes y los árabes del 48 estaban en contra la guerra desde el principio, así como los cristianos ortodoxos y católicos palestinos y los grupos pacifistas israelíes pero el conjunto de la sociedad estaba a favor hasta mediados del conflicto.

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Además el acoso a Ehud Olmert por su mala planificación en la guerra y la no consecución de ninguno de los objetivos de la contienda, convertida en una carnicería sin sentido, amenazaba con un alto coste político para el gobierno, que se vio obligado a negociar una retirada que no fuera muy deshonrosa. El 14 de agosto, después de varios intentos fallidos, se logró poner fin a la guerra y firmar un acuerdo de intercambio de prisioneros.

Las consecuencias de esta guerra, aparte de los muertos, fue la consolidación de Hezbollah como un ente de primer orden en el panorama regional de Oriente Medio, así como su consolidación social en el Líbano. Israel, sin embargo, se había mostrado como un país sin capacidad de planificación, incapaz de llevar a cabo los objetivos marcados y con un ejercito poco disciplinado. La cúpula política y militar sufrieron una grave crisis pero no la comunidad de inteligencia Meir Dagan, jefe del MOSSAD, advirtió del peligro que significaba Hezbollah para Israel pero no le hicieron caso y, al final, los Israel perdió la guerra y Líbano la ganó.

Koldo Salazar López

Fuente

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